domingo, 19 de junio de 2016

El Espía

POV Harry
Donde estará Nikki, hace raro que no la veo y tampoco nadie la ha visto, y estoy muy preocupado por ella, Ginny tampoco sabe dónde está, solo me dijo que había salido rápido de la clase Historia de la Magia. ¿Dónde estás hermanita? O será que estará con su novio, dándole la noticia de que va hacer padre; y espero que ese noviecito que tiene se haga responsable porque si no juro por lo más sagrado que tengo —y que es ella y mis amigos— que lo mato.
Me dirigí a la sala común para ver si ya estaba allí, pero me equivoque, no estaba.
—¡Rayos! —susurré.
En eso escuchó que el cuadro de la señora gorda se mueve, giré para ver de quien se trataba, y ¡gracias a Merlín!, era Nikki, corrí hacia ella y la abrace, después de un rato separamos y nos dirigimos al sofá que estaba más cerca a la chimenea.
—¿Dónde estabas? Estaba muy preocupado por ti —le dije.
—Estaba… caminando por ahí —dudó un poco—, ya sabes, pensando —la miré fijamente, y me di cuenta de que había llorado, tenía los ojos un poco rojos.
—Y al parecer también estabas llorando —la confronté—. ¿Por qué llorabas? ¿Es por el padre de mi sobrino? ¿Acaso ya le dijiste que iba a ser padre y no se quiso hacer responsable?
Creo que me exalté un poco, así que me trate de controlar.
—Esas son muchas preguntas —susurró.
—¿Qué paso? —insistí.
—No es por todas esas preguntas que me has hecho que estaba llorando —respondió, pero yo notaba que ocultaba algo, ya estaba demasiado nerviosa.
—¿Ah, no? ¿Entonces porque llorabas? Me lo dirás…
—Es por el embarazo, mis hormonas están revueltas últimamente y ando muy sensible —dijo, y unas lágrimas se formaron en sus ojos—, y lloraba porque me acorde de mis padres adoptivos… es que los extraño mucho, es solo eso, Harry —me abrazó.
—¿Seguro que por eso? —le pregunté, correspondiendo a su abrazo.
—Seguro —contestó.
Permanecimos abrazados un rato más, hasta que lentamente lo desasimos.
—Bueno, si quieres podemos pedirle un permiso especial a Dumbledore, para que puedas visitar a tus padres adoptivos este fin de semana —le propuse.
Ella me miró y sonrió.
—Me gusta la idea, ojala y el profesor Dumbledore me pueda dar ese permiso.
—Ya verás que si te da permiso —la animé.
Le iba a preguntar por el padre del bebé, pero la vi muy sensible, así que decidí que mejor habláramos de eso en otro momento, cuando esté más tranquila.
Minutos después Nikki se acostó en el sofá, recostando su cabeza en mis piernas, yo le empecé a acariciar su cabello, que era tan pelirrojo como el mamá, lo sé por el álbum de fotos que me regalo Hagrid y por cuando la vi en el Espejo de Oesed.
—¿Cuándo le vas a decir a Ginny que estás enamorado de ella? —me preguntó de repente.
Yo quede tan sorprendido que no supe que contestar.
—¿Yo? ¿En-enamorado… de Gi-Ginny? De la h-hermana… de mi mejor amigo —tartamudeé al hablar, eso confirmaría lo que Nikki dijo. Solo espero que ella no lo haya notado.
—Por supuesto que estás enamorado de Ginny, no te hagas el que no sabe, si se te nota a kilómetros que estas muy interesado en ella, que digo interesado, enamorado de ella. Si tan solo ver como la miras y como le hablas y la tratas se nota.
Nuevamente me quede en silencio y ella sonrió.
—¿En verdad se nota mucho? ¿Crees que Ginny también lo note? —le pregunté.
¡Merlín! Con todas estas preguntas, ahora es un hecho que Nikki ya comprobó que estoy enamorado de Ginny.
—Sí, lo sabía, te mueres por ella, pero no te preocupes al parecer Ginny no se ha dado cuenta de nada, pero… —la miré serio—, tranquilo, no me mires así que no le diré nada, será nuestro secreto, nuestro secreto de hermanos, lo juro por el amor que nos tenemos —me lo juro llevándose la mano derecha al corazón. Sonreí, no pude evitarlo, había momentos en que a ella le salía esa chispa merodeadora, como dice Remus. Me incliné y deposite un beso en su frente.
Luego de eso nos quedamos callados, cada uno en sus pensamientos, lo bueno era que no el silencio no era incomodo, era más como reflexión y compañía. Le seguí acariciando su pelirrojo cabello, hasta que escuché su respiración acompasada, se había quedado dormida. Me levanté con mucho cuidado de no despertarla, la tome en brazos para llevarla a su habitación, pero antes de empezar a subir las escaleras, le di una patada al primer escalón, el cual era la pequeña trampa para que cuando un chico quisiera cruzar esas escaleras se volviera un tobogán —ese secreto me lo había contado Sirius, y yo no se lo había contado a nadie, ni siquiera a Ron— luego de subir las escaleras, entre en su habitación, la cual compartía con Ginny —ella no se encontraba en ese momento allí— la acosté sobre su cama, le quite los zapatos y la arrope con las frazadas (cobijas).
Luego baje y volví a sentarme en el mismo sofá donde hace unos minutos estaba sentado.

POV Draco
Luego de que Potter saliera del salón, minutos después también salí yo y me dirigí a mi habitación.
Estaba enojado, muy enojado. Esto que estaba ocurriendo no me lo esperaba, o mejor dicho en el fondo si me lo esperaba, pero quería creer que no sucedería.
Cruce la sala común sin mirar a nadie, tampoco era que me importara, solo habían niños de primero y tercer curso. Cuando por fin entre a mi habitación, cerré la puerta de golpe, con furia. E hice lo primero que sentí en ese momento, desquite mi furia rompiendo mis cosas, nada me importaba en ese momento, ya luego vería como reparar los daños o solo compara cosas nuevas. Y lo peor de todo era que la cara no me dejaba de arder, de seguro que ella me habría dejado la cara marcada con su mano.
—¿Qué te pasa, Draco? Escuché ruidos, así que vine para ver que te sucedía —escuché una voz a mis espaldas, esa voz la reconocería en cualquier parte. Era Blaise.
Me volteé para encararlo.
—¿Qué, que me pasa? ¿Qué no me pasa? Querrás decir —dije malhumorado.
Blaise sonrió.
—Vaya, amigo, ¿qué te paso en la cara? ¿Qué gatita te hizo eso? —me preguntó, para luego soltar una carcajada.
—¡Cállate! —grité. Esto me lo hizo una “gatita pelirroja” y embarazada, pensé—. ¡Maldita, Potter! —grité.
—Así que ese regalito te lo hizo la sexy gatita Potter —fruncí el ceño, cuando Blaise la llamo “sexy gatita Potter”—. ¿Por qué te golpeo? —sonrió—, no me digas que no funcionaste, porque si es así, yo podría llevarla al mundo del placer, ¿qué dices? Me la prestas una noche —siguió riéndose de mí. Y eso no yo lo aguanta, le dirigí una mirada asesina y él se calló al instante.
—De acuerdo, me callo —dijo.
—¡No te atrevas a ponerle un dedo encima, Blaise, porque te mato! —lo tome de la camisa y le grité—. ¡Ella es mía!
—¡Hey, tranquilo, Draco! Suéltame. Está bien, no me le voy acercar. No entiendo porque te pones así, tú nunca te habías preocupado tanto por una chica.
Lo miré una vez más, y luego lo solté.
—Que no entendiste, cuando te dije que ella es mía —siseé.
Él no me respondió. Camine hacia mi cama, y me senté en ella.
—Ella está esperando un hijo mío —susurré.
—¡¿Qué?! —dijo—. ¿Estás seguro que ese hijo que espera es tuyo, Draco? No lo creo. Además, yo nunca me enteré que tú y la rojita Potter tenían algo.
—No tengo que contarte todo lo que hago, o con quien salgo —dije.
—De acuerdo, pero…
—Solo fue una noche —le aclaré—. Y sí, si estoy seguro de que ese hijo que espera es mío.
—¿Solo una noche? Por favor, Draco, has tenido sexo con Pansy muchas veces y con miles de chicas más en Hogwarts y ninguna de ellas se ha embarazado, y con Potter solo estuviste una vez y se embarazo. ¿Cómo puedes estar seguro de que ese bebé que espera es tuyo? Y si ella ya estaba embarazada antes de acostarse contigo. Tienes que averiguar ese detalle —me dijo, con seriedad.
Pero yo estaba seguro de que el hijo que esperaba Potter era mío. Ya que cuando estuve con ella, ella era virgen.
—¡Que si es mi hijo, Blaise! Estoy seguro. Lo sé porque con ella era virgen cuando estuvo conmigo.
—Un momento —dijo Blaise, saco su varita y lanzo un hechizo silenciador—, ¿Potter quiso seguir teniendo sexo contigo, aun después de ver que tienes la marca tenebrosa? —me preguntó. Tenía una expresión de sorpresa en su rostro.
—No se dio cuenta de la marca, porque ella estaba ebria cuando estuvimos juntos —le aclaré.
Blaise asintió comprendiendo, pero luego volvió a mirarme con sorpresa.
—¿Ebria? Draco, ¿te aprovechaste de ella? Y por eso cuando se enteró de que estaba embarazada te golpeó… creo que es una reacción normal —dijo.
—No me aproveche de ella, ¿por qué todos creen eso?
—Pues porque por la manera en que lo dices, lo parece —dijo Blaise.
—Pues no, no me aproveche de ella. Potter misma me provoco, ella se me sedujo, te juro que yo hice todo por controlarme y no caer en su provocación, pero ella era insistente, llego hasta quitarse el vestido delante de mí. ¿Qué querías que hiciera, si la tenía enfrente de mí en ropa interior? No soy de piedra, Blaise.
—¿Cuándo fue eso? —preguntó.
—Fue cuando Pansy nos invitó a fiesta en Francia, en la mansión de los Moreau, ¿recuerdas?
Él asintió.
—Entonces la noche de la fiesta en que te desapareciste, estuviste con Potter.
—Sí —respondí—. Y ahora no sé qué voy hacer con ella.
—Vaya, amigo. Pero que va a pasar cuando tu padre se entere de que embarazaste a la hermanita de Potter, y sobre todo que harás cuando el Señor Oscuro se enteré, de seguro te matara y también matara a la rojita.
—No ayudas, Blaise —le dije, con seriedad. Sus comentarios en vez de ayudarme, me deprimían—. Lo único que le dije a Potter es que tenía que abortar, y por eso me golpeó, y te juro que me duele más que el golpe que me dio la sangre sucia de Granger.
—Y te golpeara más cuando se entere de que eres un mortífago, y que decir de San Potter.
—¿Y tú crees que yo quería ser un mortífago, Blaise? —le pregunté.
Tal vez al comienzo sí, he de reconocerlo, pero luego cuando me di cuenta de lo que en realidad era toda esta mierda, me arrepentí.
Blaise me quedó mirando.
—¿Tú de verdad no querías ser mortífago? —me preguntó.
—Esa es una pregunta estúpida, Blaise. ¿Y tú querías ser un mortífago? ¿Un lacayo? —él negó con la cabeza—. Exacto, no es que yo quiera o que tú quieras, es lo que teníamos que hacer, independientemente de nuestros deseos, aunque es difícil acostumbrarse a la idea. Somos unos magos sangre pura, adinerados, y también seremos unos asesinos… mataremos muggles, sangre sucia y mestizos… solo por el hecho de ser sangre pura…
—¿Ya no crees en la pureza de la sangre? —me preguntó.
—Honestamente, todo eso de la pureza de la sangre es una gran estupidez. Está demostrado científicamente que la transmisión del poder mágico no es así, he leído miles de teorías y teorías, pero nuestros padres y el Señor Oscuro no piensan de esa manera… Por eso hacen todo esto, ellos obedecen a “su señor”, cumplen cada uno de sus órdenes, porque están orgullosos de ser mortífagos. Y nosotros solo somos mortífagos para salvar la vida de nuestras madres. No trates de negarlo —le dije.
Él asintió.
—Y si piensas así, porque te gusta molestar a Potter, a Granger y a la comadreja Weasley —quiso saber.
—Molesto a Potter porque prefirió ser amigo de la comadreja pobretona, antes que ser amigo mío desde el primer día que llagamos a Hogwarts, a Granger por ser un insufrible sabelotodo, y a la comadreja porque el cara rajada de Potter lo prefirió a él, y también porque me cae mal —le contesté. Recordar que cara rajada prefirió la amistad de la comadreja me enfureció más. No creo poder olvidar cuando el estúpido de Potter me dejo con la mano estirada en el primer curso—. Y también porque es muy divertido molestar al trío estrellado, y porque los odio, sobre todo a cara rajada.
—Sí, claro. Lo odias tanto que ahora terminaste siendo parte de su familia —sonrió—, ahora serás el querido cuñadito de Potter —se burló.
—¡Cierra la boca, Zabini! —grité—. Además, su hermana…
—¿Su hermana, qué? —preguntó con burla.
—No importa —dije, no quería que siguiera riéndose a mi costa.
Me quede en silencio, pensando en lo que dijo Blaise, eso de que mataran a Nicole si se enteran de que está embarazada de mí. Ahora ya tenía claro que iba hacer. No importaba el riesgo que corriera.
—Ahora vuelvo, Blaise —le dije, susurré “Finite Incantatem”, y salí de mi habitación ignorando las preguntas de mi amigo.
Camine hasta donde estaba la gárgola, ya que sabía que diciendo la contraseña esa estúpida gárgola me daría pase para subir a la oficina del viejo. Lo malo era que no sabía la contraseña.
Piensa, Draco, piensa, me decía una y otra vez.
De seguro que debía ser una contraseña estúpida. Quizá algún nombre de dulce o postre, conociendo al viejo loco de Dumbledore.
—Grageas de todos los sabores —intenté, pero la maldita gárgola no se movió ni un ápice—, Varitas de Regaliz —nuevamente nada ocurrió—. Pie de Limón —intenté una vez más, y esta vez, la gárgola se movió dejándome ver unas escaleras. Las subí rápidamente, pero antes de tocas la puerta escuché la voz de Dumbledore que dijo un “pase”.
Abrí la puerta y pase. Vi al viejo sentado detrás de su escritorio, escritorio que estaba lleno de cosas raras.
—Buenas noches, señor Malfoy, ¿en que lo puedo ayudar? —preguntó amablemente, como siempre.
—Buenas noches, Director —saludé—. ¿Me esperaba? —no pude evitar preguntar.
—En realidad solo presentía que alguien vendría a verme, pero no sabía que se tratara de usted —dijo.
Viejo loco, pensé.
—¿En que lo puedo ayudar, señor Malfoy? —repitió.
—Yo… tengo que mostrarle algo, le aseguro que le interesara —dije.
—No lo dudo —murmuró.
Sin titubear más me quité la túnica y me arremangue la manga izquierda de mi suéter y mi camisa a la vez, dejando al descubierto la marca tenebrosa, pero me sorprendió que Dumbledore no se escandalizara al ver dicha marca, es más parecía que se lo esperaba.
—Vaya, señor Malfoy… si, sabía que usted era un mortífago —dijo con calma.
—¿Lo sabía? —pregunté, y él asintió—. Y también sabía que me dieron la orden de matarlo —le dije.
Eso tampoco pareció sorprenderlo.
—¿Y va a matarme? —preguntó, sin perder la calma.
—¡No! —dije seriamente—. No podría. Yo solo soy un mortífago para que no maten a mi madre, aunque he de reconocer que al comienzo si me interesaba ser un mortífago, pero ver todas las atrocidades que se comete por la “pureza de la sangre” me asqueo. He decidido que no quiero una vida llena de muertes de inocentes, de muggles. Y todo esto es por la pureza de la sangre no va conmigo, es una gran estupidez. No quiero este tipo de vida para mí —admití.
Nunca creí decirle esto a nadie, y mucho menos a él, pero a veces las personas necesitamos ayuda de los demás, no todo lo podemos resolver solos.
—¿Y qué quiere de mí, señor Malfoy? ¿Cómo puedo ayudarlo? —preguntó con seriedad.
—Quiero que protejan a mi madre… a cambio de que yo le pase información de los planes de Voldemort… y también quiero que protejan a Nicole Potter —dije, Dumbledore me miró con sorpresa cuando escucho que mencione a la hermana de cara rajada.
—Que quiera que protejamos a su madre, lo entiendo, pero que quiera proteger también a la hermana del señor Potter se me hace extraño —dijo.
No había de otra, eso otro también se lo tenía que decir.
—La quiero proteger, porque ella… —suspiré—, ella será la madre de mi hijo.
—¿La madre de su hijo? —preguntó, más sorprendido.
—Sí. Ella será la madre de mi hijo —repetí.
—¿Eso quiere decir que la señorita Potter está embarazada? —preguntó, y yo asentí—. Bien. Entonces, lo que usted, me está tratando de decir es que será un espía para la Orden de Fénix.
—¿La qué? —pregunté.
—La Orden del Fénix, es una sociedad secreta que ayuda al Ministerio de Magia a contrarrestar los ataques de Voldemort y sus Mortífagos —me explicó.
—Pues entonces yo seré un espía para la Orden. Aunque no quiero ser solo un espía, yo también quiero pertenecer a esa Orden —dije.
—Sabe que será peligroso para alguien tan joven como usted, señor Malfoy.
—Lo sé —dije—, pero aun así, me arriesgaré.
—Sabe también que no solo será un espía para nosotros, será también un doble espía, lo cual es un trabajo muy peligroso —repitió.
—Y yo ya le dije que me arriesgaré, ¿es que acaso no me entendió? Quiero pertenece a la Orden, seré un espía para vencer a Voldemort, y aunque no me guste la idea de unirme a cara ra… a Potter —dije decidido.
—De acuerdo, señor Malfoy —me dijo Dumbledore, mirándome seriamente—, pero si eso es lo que usted quiere. El profesor Snape también es un doble espía.
Eso me sorprendió, yo creía que Snape le era fiel a Voldemort, pero ya veo que me equivoque.
—No sabía que Snape era un espía —admití.
—Nadie lo sabe.
Asentí.
—Eso quiere decir que trabajare con él, ¿verdad? —pregunté.
—Así es, señor Malfoy. Tenga mucho cuidado por favor —me dijo, y yo volví a asentir.
—Me tengo que ir —dije, aun sorprendido—. Buenas noches, director.
Y salí de la oficina de Dumbledore. No podía creer de lo que me había enterado y de lo que había sido capaz de hacer. Pero no iba a cambiar de opinión, ahora solo tenía que ser muy cuidadoso, tenía que tener ojos hasta en la espalda para que nadie sospeche mi cambio de bando.
Aunque la única orden que seguiré de Voldemort, será seguir vigilando a Nicole. La haré creer que todavía quiero que aborte, y los seguiré tratando muy mal a ella y al trío de tontos de los Gryffindors para que nadie sospeche nada. Haré que Nicole me odie con tal de protegerla, y sí todo esto sale bien, y yo salgo con vida, voy a conquistarla así sea lo último que haga. ¡Lo juro!