POV Harry
Donde estará Nikki, hace raro que no la veo y
tampoco nadie la ha visto, y estoy muy preocupado por ella, Ginny tampoco sabe
dónde está, solo me dijo que había salido rápido de la clase Historia de la
Magia. ¿Dónde estás hermanita? O será que estará con su novio, dándole la
noticia de que va hacer padre; y espero que ese noviecito que tiene se haga
responsable porque si no juro por lo más sagrado que tengo —y que es ella y mis
amigos— que lo mato.
Me dirigí a la sala común para ver si ya estaba
allí, pero me equivoque, no estaba.
—¡Rayos! —susurré.
En eso escuchó que el cuadro de la señora gorda se
mueve, giré para ver de quien se trataba, y ¡gracias a Merlín!, era Nikki,
corrí hacia ella y la abrace, después de un rato separamos y nos dirigimos al
sofá que estaba más cerca a la chimenea.
—¿Dónde estabas? Estaba muy preocupado por ti —le
dije.
—Estaba… caminando por ahí —dudó un poco—, ya
sabes, pensando —la miré fijamente, y me di cuenta de que había llorado, tenía
los ojos un poco rojos.
—Y al parecer también estabas llorando —la
confronté—. ¿Por qué llorabas? ¿Es por el padre de mi sobrino? ¿Acaso ya le
dijiste que iba a ser padre y no se quiso hacer responsable?
Creo que me exalté un poco, así que me trate de
controlar.
—Esas son muchas preguntas —susurró.
—¿Qué paso? —insistí.
—No es por todas esas preguntas que me has hecho
que estaba llorando —respondió, pero yo notaba que ocultaba algo, ya estaba
demasiado nerviosa.
—¿Ah, no? ¿Entonces porque llorabas? Me lo dirás…
—Es por el embarazo, mis hormonas están revueltas
últimamente y ando muy sensible —dijo, y unas lágrimas se formaron en sus
ojos—, y lloraba porque me acorde de mis padres adoptivos… es que los extraño
mucho, es solo eso, Harry —me abrazó.
—¿Seguro que por eso? —le pregunté, correspondiendo
a su abrazo.
—Seguro —contestó.
Permanecimos abrazados un rato más, hasta que
lentamente lo desasimos.
—Bueno, si quieres podemos pedirle un permiso
especial a Dumbledore, para que puedas visitar a tus padres adoptivos este fin
de semana —le propuse.
Ella me miró y sonrió.
—Me gusta la idea, ojala y el profesor Dumbledore
me pueda dar ese permiso.
—Ya verás que si te da permiso —la animé.
Le iba a preguntar por el padre del bebé, pero la
vi muy sensible, así que decidí que mejor habláramos de eso en otro momento,
cuando esté más tranquila.
Minutos después Nikki se acostó en el sofá,
recostando su cabeza en mis piernas, yo le empecé a acariciar su cabello, que
era tan pelirrojo como el mamá, lo sé por el álbum de fotos que me regalo
Hagrid y por cuando la vi en el Espejo de Oesed.
—¿Cuándo le vas a decir a Ginny que estás enamorado
de ella? —me preguntó de repente.
Yo quede tan sorprendido que no supe que contestar.
—¿Yo? ¿En-enamorado… de Gi-Ginny? De la h-hermana…
de mi mejor amigo —tartamudeé al hablar, eso confirmaría lo que Nikki dijo.
Solo espero que ella no lo haya notado.
—Por supuesto que estás enamorado de Ginny, no te
hagas el que no sabe, si se te nota a kilómetros que estas muy interesado en
ella, que digo interesado, enamorado de ella. Si tan solo ver como la miras y
como le hablas y la tratas se nota.
Nuevamente me quede en silencio y ella sonrió.
—¿En verdad se nota mucho? ¿Crees que Ginny también
lo note? —le pregunté.
¡Merlín! Con todas estas preguntas, ahora es un
hecho que Nikki ya comprobó que estoy enamorado de Ginny.
—Sí, lo sabía, te mueres por ella, pero no te
preocupes al parecer Ginny no se ha dado cuenta de nada, pero… —la miré serio—,
tranquilo, no me mires así que no le diré nada, será nuestro secreto, nuestro
secreto de hermanos, lo juro por el amor que nos tenemos —me lo juro llevándose
la mano derecha al corazón. Sonreí, no pude evitarlo, había momentos en que a
ella le salía esa chispa merodeadora, como dice Remus. Me incliné y deposite un
beso en su frente.
Luego de eso nos quedamos callados, cada uno en sus
pensamientos, lo bueno era que no el silencio no era incomodo, era más como
reflexión y compañía. Le seguí acariciando su pelirrojo cabello, hasta que
escuché su respiración acompasada, se había quedado dormida. Me levanté con
mucho cuidado de no despertarla, la tome en brazos para llevarla a su
habitación, pero antes de empezar a subir las escaleras, le di una patada al
primer escalón, el cual era la pequeña trampa para que cuando un chico quisiera
cruzar esas escaleras se volviera un tobogán —ese secreto me lo había contado
Sirius, y yo no se lo había contado a nadie, ni siquiera a Ron— luego de subir
las escaleras, entre en su habitación, la cual compartía con Ginny —ella no se
encontraba en ese momento allí— la acosté sobre su cama, le quite los zapatos y
la arrope con las frazadas (cobijas).
Luego baje y volví a sentarme en el mismo sofá
donde hace unos minutos estaba sentado.
POV Draco
Luego de que Potter saliera del salón, minutos
después también salí yo y me dirigí a mi habitación.
Estaba enojado, muy enojado. Esto que estaba
ocurriendo no me lo esperaba, o mejor dicho en el fondo si me lo esperaba, pero
quería creer que no sucedería.
Cruce la sala común sin mirar a nadie, tampoco era
que me importara, solo habían niños de primero y tercer curso. Cuando por fin
entre a mi habitación, cerré la puerta de golpe, con furia. E hice lo primero
que sentí en ese momento, desquite mi furia rompiendo mis cosas, nada me
importaba en ese momento, ya luego vería como reparar los daños o solo compara
cosas nuevas. Y lo peor de todo era que la cara no me dejaba de arder, de
seguro que ella me habría dejado la cara marcada con su mano.
—¿Qué te pasa, Draco? Escuché ruidos, así que vine para
ver que te sucedía —escuché una voz a mis espaldas, esa voz la reconocería en
cualquier parte. Era Blaise.
Me volteé para encararlo.
—¿Qué, que me pasa? ¿Qué no me pasa? Querrás decir
—dije malhumorado.
Blaise sonrió.
—Vaya, amigo, ¿qué te paso en la cara? ¿Qué gatita
te hizo eso? —me preguntó, para luego soltar una carcajada.
—¡Cállate! —grité. Esto me lo hizo una “gatita pelirroja” y embarazada, pensé—.
¡Maldita, Potter! —grité.
—Así que ese regalito te lo hizo la sexy gatita Potter
—fruncí el ceño, cuando Blaise la llamo “sexy gatita Potter”—. ¿Por qué te
golpeo? —sonrió—, no me digas que no funcionaste, porque si es así, yo podría
llevarla al mundo del placer, ¿qué dices? Me la prestas una noche —siguió
riéndose de mí. Y eso no yo lo aguanta, le dirigí una mirada asesina y él se
calló al instante.
—De acuerdo, me callo —dijo.
—¡No te atrevas a ponerle un dedo encima, Blaise,
porque te mato! —lo tome de la camisa y le grité—. ¡Ella es mía!
—¡Hey, tranquilo, Draco! Suéltame. Está bien, no me
le voy acercar. No entiendo porque te pones así, tú nunca te habías preocupado
tanto por una chica.
Lo miré una vez más, y luego lo solté.
—Que no entendiste, cuando te dije que ella es mía
—siseé.
Él no me respondió. Camine hacia mi cama, y me
senté en ella.
—Ella está esperando un hijo mío —susurré.
—¡¿Qué?! —dijo—. ¿Estás seguro que ese hijo que
espera es tuyo, Draco? No lo creo. Además, yo nunca me enteré que tú y la
rojita Potter tenían algo.
—No tengo que contarte todo lo que hago, o con quien
salgo —dije.
—De acuerdo, pero…
—Solo fue una noche —le aclaré—. Y sí, si estoy
seguro de que ese hijo que espera es mío.
—¿Solo una noche? Por favor, Draco, has tenido sexo
con Pansy muchas veces y con miles de chicas más en Hogwarts y ninguna de ellas
se ha embarazado, y con Potter solo estuviste una vez y se embarazo. ¿Cómo
puedes estar seguro de que ese bebé que espera es tuyo? Y si ella ya estaba
embarazada antes de acostarse contigo. Tienes que averiguar ese detalle —me
dijo, con seriedad.
Pero yo estaba seguro de que el hijo que esperaba
Potter era mío. Ya que cuando estuve con ella, ella era virgen.
—¡Que si es mi hijo, Blaise! Estoy seguro. Lo sé
porque con ella era virgen cuando estuvo conmigo.
—Un momento —dijo Blaise, saco su varita y lanzo un
hechizo silenciador—, ¿Potter quiso seguir teniendo sexo contigo, aun después
de ver que tienes la marca tenebrosa? —me preguntó. Tenía una expresión de
sorpresa en su rostro.
—No se dio cuenta de la marca, porque ella estaba
ebria cuando estuvimos juntos —le aclaré.
Blaise asintió comprendiendo, pero luego volvió a
mirarme con sorpresa.
—¿Ebria? Draco, ¿te aprovechaste de ella? Y por eso
cuando se enteró de que estaba embarazada te golpeó… creo que es una reacción
normal —dijo.
—No me aproveche de ella, ¿por qué todos creen eso?
—Pues porque por la manera en que lo dices, lo
parece —dijo Blaise.
—Pues no, no me aproveche de ella. Potter misma me
provoco, ella se me sedujo, te juro que yo hice todo por controlarme y no caer
en su provocación, pero ella era insistente, llego hasta quitarse el vestido
delante de mí. ¿Qué querías que hiciera, si la tenía enfrente de mí en ropa
interior? No soy de piedra, Blaise.
—¿Cuándo fue eso? —preguntó.
—Fue cuando Pansy nos invitó a fiesta en Francia,
en la mansión de los Moreau, ¿recuerdas?
Él asintió.
—Entonces la noche de la fiesta en que te
desapareciste, estuviste con Potter.
—Sí —respondí—. Y ahora no sé qué voy hacer con
ella.
—Vaya, amigo. Pero que va a pasar cuando tu padre
se entere de que embarazaste a la hermanita de Potter, y sobre todo que harás
cuando el Señor Oscuro se enteré, de seguro te matara y también matara a la
rojita.
—No ayudas, Blaise —le dije, con seriedad. Sus
comentarios en vez de ayudarme, me deprimían—. Lo único que le dije a Potter es
que tenía que abortar, y por eso me golpeó, y te juro que me duele más que el
golpe que me dio la sangre sucia de Granger.
—Y te golpeara más cuando se entere de que eres un
mortífago, y que decir de San Potter.
—¿Y tú crees que yo quería ser un mortífago, Blaise?
—le pregunté.
Tal vez al comienzo sí, he de reconocerlo, pero
luego cuando me di cuenta de lo que en realidad era toda esta mierda, me
arrepentí.
Blaise me quedó mirando.
—¿Tú de verdad no querías ser mortífago? —me
preguntó.
—Esa es una pregunta estúpida, Blaise. ¿Y tú
querías ser un mortífago? ¿Un lacayo? —él negó con la cabeza—. Exacto, no es que
yo quiera o que tú quieras, es lo que teníamos que hacer, independientemente de
nuestros deseos, aunque es difícil acostumbrarse a la idea. Somos unos magos
sangre pura, adinerados, y también seremos unos asesinos… mataremos muggles,
sangre sucia y mestizos… solo por el hecho de ser sangre pura…
—¿Ya no crees en la pureza de la sangre? —me
preguntó.
—Honestamente, todo eso de la pureza de la sangre
es una gran estupidez. Está demostrado científicamente que la transmisión del
poder mágico no es así, he leído miles de teorías y teorías, pero nuestros
padres y el Señor Oscuro no piensan de esa manera… Por eso hacen todo esto,
ellos obedecen a “su señor”, cumplen cada uno de sus órdenes, porque están
orgullosos de ser mortífagos. Y nosotros solo somos mortífagos para salvar la
vida de nuestras madres. No trates de negarlo —le dije.
Él asintió.
—Y si piensas así, porque te gusta molestar a
Potter, a Granger y a la comadreja Weasley —quiso saber.
—Molesto a Potter porque prefirió ser amigo de la
comadreja pobretona, antes que ser amigo mío desde el primer día que llagamos a
Hogwarts, a Granger por ser un insufrible sabelotodo, y a la comadreja porque
el cara rajada de Potter lo prefirió a él, y también porque me cae mal —le
contesté. Recordar que cara rajada prefirió la amistad de la comadreja me
enfureció más. No creo poder olvidar cuando el estúpido de Potter me dejo con
la mano estirada en el primer curso—. Y también porque es muy divertido
molestar al trío estrellado, y porque los odio, sobre todo a cara rajada.
—Sí, claro. Lo odias tanto que ahora terminaste
siendo parte de su familia —sonrió—, ahora serás el querido cuñadito de Potter
—se burló.
—¡Cierra la boca, Zabini! —grité—. Además, su
hermana…
—¿Su hermana, qué? —preguntó con burla.
—No importa —dije, no quería que siguiera riéndose
a mi costa.
Me quede en silencio, pensando en lo que dijo
Blaise, eso de que mataran a Nicole si se enteran de que está embarazada de mí.
Ahora ya tenía claro que iba hacer. No importaba el riesgo que corriera.
—Ahora vuelvo, Blaise —le dije, susurré “Finite
Incantatem”, y salí de mi habitación ignorando las preguntas de mi amigo.
Camine hasta donde estaba la gárgola, ya que sabía que
diciendo la contraseña esa estúpida gárgola me daría pase para subir a la
oficina del viejo. Lo malo era que no sabía la contraseña.
Piensa, Draco, piensa, me decía una y otra vez.
De seguro que debía ser una contraseña estúpida.
Quizá algún nombre de dulce o postre, conociendo al viejo loco de Dumbledore.
—Grageas de todos los sabores —intenté, pero la
maldita gárgola no se movió ni un ápice—, Varitas de Regaliz —nuevamente nada
ocurrió—. Pie de Limón —intenté una vez más, y esta vez, la gárgola se movió
dejándome ver unas escaleras. Las subí rápidamente, pero antes de tocas la
puerta escuché la voz de Dumbledore que dijo un “pase”.
Abrí la puerta y pase. Vi al viejo sentado detrás
de su escritorio, escritorio que estaba lleno de cosas raras.
—Buenas noches, señor Malfoy, ¿en que lo puedo
ayudar? —preguntó amablemente, como siempre.
—Buenas noches, Director —saludé—. ¿Me esperaba?
—no pude evitar preguntar.
—En realidad solo presentía que alguien vendría a
verme, pero no sabía que se tratara de usted —dijo.
Viejo loco, pensé.
—¿En que lo puedo ayudar, señor Malfoy? —repitió.
—Yo… tengo que mostrarle algo, le aseguro que le
interesara —dije.
—No lo dudo —murmuró.
Sin titubear más me quité la túnica y me arremangue
la manga izquierda de mi suéter y mi camisa a la vez, dejando al descubierto la
marca tenebrosa, pero me sorprendió que Dumbledore no se escandalizara al ver
dicha marca, es más parecía que se lo esperaba.
—Vaya, señor Malfoy… si, sabía que usted era un
mortífago —dijo con calma.
—¿Lo sabía? —pregunté, y él asintió—. Y también
sabía que me dieron la orden de matarlo —le dije.
Eso tampoco pareció sorprenderlo.
—¿Y va a matarme? —preguntó, sin perder la calma.
—¡No! —dije seriamente—. No podría. Yo solo soy un
mortífago para que no maten a mi madre, aunque he de reconocer que al comienzo
si me interesaba ser un mortífago, pero ver todas las atrocidades que se comete
por la “pureza de la sangre” me asqueo. He decidido que no quiero una vida
llena de muertes de inocentes, de muggles. Y todo esto es por la pureza de la
sangre no va conmigo, es una gran estupidez. No quiero este tipo de vida para
mí —admití.
Nunca creí decirle esto a nadie, y mucho menos a
él, pero a veces las personas necesitamos ayuda de los demás, no todo lo
podemos resolver solos.
—¿Y qué quiere de mí, señor Malfoy? ¿Cómo puedo
ayudarlo? —preguntó con seriedad.
—Quiero que protejan a mi madre… a cambio de que yo
le pase información de los planes de Voldemort… y también quiero que protejan a
Nicole Potter —dije, Dumbledore me miró con sorpresa cuando escucho que
mencione a la hermana de cara rajada.
—Que quiera que protejamos a su madre, lo entiendo,
pero que quiera proteger también a la hermana del señor Potter se me hace
extraño —dijo.
No había de otra, eso otro también se lo tenía que decir.
—La quiero proteger, porque ella… —suspiré—, ella
será la madre de mi hijo.
—¿La madre de su hijo? —preguntó, más sorprendido.
—Sí. Ella será la madre de mi hijo —repetí.
—¿Eso quiere decir que la señorita Potter está
embarazada? —preguntó, y yo asentí—. Bien. Entonces, lo que usted, me está
tratando de decir es que será un espía para la Orden de Fénix.
—¿La qué? —pregunté.
—La Orden del Fénix, es una sociedad secreta que
ayuda al Ministerio de Magia a contrarrestar los ataques de Voldemort y sus Mortífagos
—me explicó.
—Pues entonces yo seré un espía para la Orden.
Aunque no quiero ser solo un espía, yo también quiero pertenecer a esa Orden
—dije.
—Sabe que será peligroso para alguien tan joven
como usted, señor Malfoy.
—Lo sé —dije—, pero aun así, me arriesgaré.
—Sabe también que no solo será un espía para
nosotros, será también un doble espía, lo cual es un trabajo muy peligroso
—repitió.
—Y yo ya le dije que me arriesgaré, ¿es que acaso
no me entendió? Quiero pertenece a la Orden, seré un espía para vencer a
Voldemort, y aunque no me guste la idea de unirme a cara ra… a Potter —dije
decidido.
—De acuerdo, señor Malfoy —me dijo Dumbledore,
mirándome seriamente—, pero si eso es lo que usted quiere. El profesor Snape
también es un doble espía.
Eso me sorprendió, yo creía que Snape le era fiel a
Voldemort, pero ya veo que me equivoque.
—No sabía que Snape era un espía —admití.
—Nadie lo sabe.
Asentí.
—Eso quiere decir que trabajare con él, ¿verdad?
—pregunté.
—Así es, señor Malfoy. Tenga mucho cuidado por
favor —me dijo, y yo volví a asentir.
—Me tengo que ir —dije, aun sorprendido—. Buenas
noches, director.
Y salí de la oficina de Dumbledore. No podía creer
de lo que me había enterado y de lo que había sido capaz de hacer. Pero no iba
a cambiar de opinión, ahora solo tenía que ser muy cuidadoso, tenía que tener
ojos hasta en la espalda para que nadie sospeche mi cambio de bando.
Aunque la única orden que seguiré de Voldemort,
será seguir vigilando a Nicole. La haré creer que todavía quiero que aborte, y los
seguiré tratando muy mal a ella y al trío de tontos de los Gryffindors para que
nadie sospeche nada. Haré que Nicole me odie con tal de protegerla, y sí todo
esto sale bien, y yo salgo con vida, voy a conquistarla así sea lo último que
haga. ¡Lo juro!
me encanto el capitulo, estuvo genial
ResponderEliminar