POV Nicole
Escuché que alguien me llamaba por mi nombre a lo
lejos, y la persona que me llamaba era persistente, ya que termine abriendo los
ojos lentamente. Todo estaba oscuro, parpadeé un par de veces para
acostumbrarme a la oscuridad —ni siquiera recuerdo como llegue a mi cama, pero
creo que todo esto es obra de Harry—, segundos después pude divisar a Ginny
frente a mí.
—Hola, Nikki, te tuve que despertar porque ya es la
hora de cenar, y tú tienes que alimentarte bien, porque recuerda que lo haces
por dos —dijo.
Asentí y le sonríe.
—Está bien, solo voy a lavarme la cara para
despejarme y bajo.
—Te espero en la sala común —dijo, antes de salir
de nuestra habitación.
Me levante con pesadez de la cama y me dirigí al
baño, moje mi cara con el agua fresca varias veces, luego me seque con la
toalla y por último acomodé mi uniforme y me peine. Me miré al espejo y note
que todavía tenía los ojos rojos e hinchados de tanto llorar.
Suspiré.
Tenía que hacer un esfuerzo por dejar de llorar,
sobre todo por el bien de mi bebé y también por mi propio bien.
—Todo saldrá bien, mi pequeño —susurré, tocándome
mi vientre—, si el idiota de tu padre no te quiere, pues él se lo pierde, se
perderá de tener a alguien como tú en su vida.
Respiré profundo, y baje a la sala común. Ahí
estaba Ginny esperándome como me dijo, me tomo del brazo, y juntas nos
dirigimos al Gran Comedor. Cuando entremos al comedor, todo estaban allí, mi
hermano, Hermione, Ron, Seamus, Neville, Dean y las chismosas de Lavender y
Parvati. Vi a Ron que les comentaba algo a Harry y Hermione; Ginny yo nos
sentamos a su lado.
—¿De qué están hablando? —pregunté con curiosidad.
—Ron nos estaba diciendo que dentro de dos semanas
se casan su hermano Bill con Fleur Delacour —respondió Hermione, parecía emocionada
por la noticia.
—¿En serio? ¡Ay! Pues que buena noticia, las bodas
siempre son tan lindas —comenté, volteé a ver a Ginny—. ¿Por qué no me habías
contado nada, Ginevra Weasley? —le reclamé con falso enojo.
—Odio que me llamen Ginevra —dijo, haciendo
pucheros—. Y no te dije nada porque no tuve la oportunidad.
Me reí al ver su cara de mi amiga pelirroja.
—Solo bromeaba —le dije, los demás también rieron
al ver la expresión de Ginny.
Seguimos comiendo, y de esperarse, Ron comía como
si existiera un mañana.
—Ron come bien, la comida no se va a ir volando de
tu plato —lo regañó Hermione.
—Es… wue… tengo ham… brue —dijo Ron, con la boca
llena de comida. Hermione y Ginny solo negaban con la cabeza, mientras Harry y
yo reíamos.
Pero había algo que me tenía intranquila, sentía
una mirada muy penetrante sobre mí, levante la cabeza y de reojo miré a mis
costados, y no descubrí a nadie mirándome, entones disimuladamente miré hacia
el frente, y para mi mala suerte era Malfoy el que me miraba, pero su mirada
era de furia, tan fría como el mismísimo iceberg, rápidamente aparte la mirada
de él.
Si las
miradas mataran, yo ya estaría muerta, pensé.
Seguí comiendo, pero seguía sintiendo su mirada
sobre mí.
—Malfoy no deja de mirarte —me susurró Ginny—, pero
su mirada es fría.
—Sí, ya me di cuenta, Ginny —le contesté en el
mismo tono de voz que ella había usado.
No iba a dejar que Malfoy me intimidada. Así que
levante la cabeza y también lo miré fijamente, estuvimos un buen rato
matándonos con la mirada, hasta que la estúpida de Parkinson le susurró algo al
oído y él se giró para mirarla.
¿Por qué tenía que prestarle atención a ella?, me
preguntaba. Un momento, ¿qué me pasa? A mí que me importa si le presta atención
a Parkinson o a cualquier otra, es su vida y él puede hacer lo que quiere con
su vida.
¡Oh, Merlín! ¿Pero por qué siento esta opresión en
el pecho? ¿Por qué siento ira cuando los veo? ¿Acaso son celos? No, imposible.
Deje de mirarlos y me obligue a seguir cenando.
Cuando la cena hubo terminado, nos fuimos a la sala
común. Harry, Ron y Hermione como siempre se sentaron en el sillón frente al
sofá. Veía a Hermione corrigiendo los pergaminos de Ron y mi hermano. Ginny y
yo nos acercamos a ellos y platicamos un poco, pero rápidamente me dio sueño,
así que me levante del sofá, Ginny me imito, pero ella antes recogió su libro
de Transformaciones, miré de reojo a Harry y lo descubrí siguiendo todos los
movimientos de Ginny, eso me hizo sonreír.
Ginny me miró con interrogación, pero yo solo negué
con la cabeza.
No entiendo porque Harry no le dice a Ginny todo lo
que siente por ella, y así dejan de sufrir los dos. Pero como mi hermano es muy
cabezotas, sé que tienen metido en la cabeza de que si esta con Ginny,
Voldemort le hará daño, y tal vez tenga razón, pero no es más fácil disfrutar
del amor ahora que puede, y no dejarlo pasar.
—Buenas noches —dijimos Ginny y yo antes de empezar
a subir las escaleras, los tres también nos respondieron con lo mismo. De
seguro que se quedarían a hablar hasta muy tarde como era su costumbre,
planeando como derrotar a Voldemort.
Ya en mi habitación, entre al baño, me lave los
dientes y me puse la pijama. Cuando salí del baño Ginny empezó con su
interrogación.
—¿Por qué te miraba de ese modo Malfoy? —me
preguntó.
—Pues… no lo sé… —le mentí.
—Anda, dime que fue lo que paso —insistió Ginny,
tomándome del brazo.
La miré sin poder negarlo más.
—Es que le dije que estaba embarazada —contesté.
—¿Y cómo tomo la noticia de que va hacer padre? ¿Se
va hacer responsable del bebé?
Sonreí con amargura.
—Sí, claro —dije con sarcasmo—. Se tomó muy mal que
va ser padre, me echa la culpa, pero lo peor es fue cuando me dijo que tenía
que abortar. Me oyes, Ginny, me dijo que abortara, a su hijo —nuevamente empecé
a llorar.
Ginny me abrazo. Y yo lloré, llore mucho, como
nunca en mi vida había llorado.
—Es un desgraciado, como se atreve a decirte que
abortes si es su hijo.
—Malfoy es de lo peor, nunca creí que me fuera a
decir eso, es horrible. Matar a mi hijo, no, no podría hacerlo —sollocé.
—Claro que no lo harías, tú no eres como él —me
consoló Ginny.
—Lo detesto —dije.
—Yo también detestaría si el padre de mi hijo me
pidiera que aborte —dijo Ginny.
Por fortuna
eso no te pasara a ti,
pensé.
—Me desquite de él dándole dos bofetadas —le conté.
Ginny sonrió.
—Eso es poco, yo le habría lanzado un Mocomurciélago.
—Solo a atine a hacer eso, estaba tan confusa
—dije.
—Malfoy se merece que Harry lo despelleje vivo
—dijo Ginny—. ¿Y ahora que le dirás a Harry cuando te pregunte por el papá de
tu bebé? —me preguntó.
—No lo sé, Ginny. Tal vez le diga que murió —no
estaba muy segura con esa respuesta, pero ya se me ocurriría algo.
—Eso podría convencerlo, pero… —hizo una pausa—,
¿qué pasará si el bebé se parece a Malfoy? Te imaginas si tu bebé fuera rubio y
de ojos grises.
Lo que dijo Ginny me preocupo mucho. ¿Qué pretexto
le inventaría a mi hermano si mi hijo se parece a su padre?
—Por el momento no voy a preocuparme por eso.
Buenas noches, Ginny —le dije, y me acosté en mi mullida cama, cerré los
doseles, pero no conciliaba el sueño. Simplemente se me había ido el sueño.
Y tres preguntas rondaban en mi cabeza, preguntas
que antes no tenían respuesta, pero ahora sí.
Primera, ¿será que este bebé haría cambiar de forma
de ser a Malfoy? Segundo, ¿podrá mi bebé acabar con el odio mutuo entre las
familias Malfoy y Potter? Y tercero, ¿Draco querrá hacerse cargo de mí bebé?
Ahora ya tenía las respuestas. Primero, Malfoy
nunca cambiaria, él siempre seria el mismo miserable. Segundo, mi bebé no podrá
acabar con el odio entre las familias, mejor dicho el odio de Malfoy, porque mi
hermano es diferente. Y tercero, Malfoy no se hará cargo de mi bebé. Y no me
importa si no quiere hacerse cargo, yo puedo sola con mi hijo, no voy a
necesitarlo. Sé que será difícil, pero no me daré por vencida, yo podre sola.
¡Soy una Potter y los Potter siempre podemos! ¡Siempre!
POV Draco
Me levante un poco tarde, y cuando entre al Gran
Comedor, lo primero que hice fue ver a la mesa de los leones, pero me
sorprendió no ver a la «gatita Potter», ¿dónde estaría? ¿Se habría puesto mal?
Espero que no. Desayune rápidamente y ni siquiera le di tiempo a Blaise y a
Theo de preguntarme a donde voy.
Fui directo a la clase de Runas Antiguas, sabía que
esa era clase que tenía Nicole. Y sí, ella se encontraba en su salón, estaba
sentada junto a la mini Weasley, pero pude darme cuenta de que estaba un poco
demacrada, tenía los ojos rojos e hinchados, como si hubiera llorado toda la
noche.
¡Maldición! Todo era por mi culpa, pero por el
momento no tenía de otra.
Luego de verificar que ella estuviera “bien”, me
dirigí a mi clase. Por los pasillos me encontré con Blaise y con Theo.
—¿Dónde te metiste, Draco? —me preguntó Blaise.
—Fui a caminar un poco —mentí, pero Blaise me quedo
mirando como diciéndome: “Sé que la estabas siguiendo”.
—Bueno, andando que tenemos clases con Snape —dije,
y me adelante a ellos, no tenía ganas para aguantar las indirectas de Blaise.
—Sí, y justo esa clase la compartimos con los
Gryffindors —escuché que dijo Blaise, con burla en la voz.
—¿Qué tiene eso de raro, Blaise? —escuché que
preguntó Theo—, siempre compartimos clases de pociones con los Gryffindors.
Seguí caminando, sin darle importancia de lo que
hablaban mis amigos.
Pero por el camino me encontré con el trío
estrellado de Potter y compañía.
—Vaya, vaya, pero miren con quien nos encontramos,
chicos —dije cuando Blaise y Theo me alcanzaron—, nada más y nada menos que con
cara rajada, la sangre sucia y el pobretón —me burle de ellos.
—Déjanos en paz, Malfoy —dijo Granger, tratando de
detener a sus amiguitos.
—¿Y si no quiero qué? ¿Qué me vas hacer, sangre
sucia? —la reté.
—No vuelvas a llamarla así, Malfoy, o te juro que…
—empezó a amenazarme Weasley, pero Blaise lo interrumpió.
—Pero mira nada más, el eterno enamorado
defendiendo a su querida sabelotodo —dijo con burla, y Weasley se puso tan rojo
como su cabello, y nosotros nos reímos de él.
—Cállense, malditos mortífagos —rugió Potter, que
hasta el momento no había abierto la boca.
—¿Mortífagos? —repetí—, ¿puedes comprobar lo que
dices, Potter?
—Sé que lo son, si sus padres son mortífagos,
ustedes también lo son —dijo Potter.
Le iba a contestar, pero la voz de Snape no me lo
permitió.
—Qué esperan para entrar, ¿acaso una invitación?
¡Entren ahora! —gritó enojado, en su estado habitual—. Y diez puntos menos para
Gryffindor por faltarle el respeto a sus compañeros.
Yo le sonreí con burla a Potter y compañía, y pase
al salón seguido de Blaise y Theo, los cuales también le hicieron burla al
trío.
—Pero ellos empezaron —dijo Granger.
—Cinco puntos menos a Gryffindor por el contradecir
a un profesor, señorita Granger —dijo Snape, y los leones miraron mal a Snape—.
Todo esto se lo pueden agradecer a Potter y Granger.
La clase paso rápido para mi suerte, claro con los
clásicos gritos e insultos de Snape hacia Longbottom, los castigos a Potter y
más bajas de puntos para los leones.
Y apenas termino la clase, salí a vigilar a Nicole.
Cuando llegue a su salón, me di cuenta de que no había nadie allí, miré por
todos lados, pero ella no estaba, camine un poco más y la vi con mini Weasley,
las seguí con cautela. Se dirigían a la biblioteca, yo entre después de ellas.
Se fueron a la zona más alejada, donde casi nadie solía estar.
Yo me escondí detrás de los libreros para poder
escuchar lo que hablaban.
—Ahora sí, dime porque no bajaste a desayunar,
Nikki —dijo mini Weasley.
—Tenía nauseas, antes eran leves, pero conforme va
avanzando el embarazo se van volviendo más fuertes, y de solo pensar en comida
se me revolvía el estómago —respondió Nicole.
Vaya, pobre de ella. Me gustaría poder estar a su
lado en este momento, pero por ahora eso es imposible.
—De todas maneras tienes que hacer el esfuerzo de
comer, hazlo por el bebé —le aconsejó mini Weasley.
—Ya lo sé, Ginny. Todo lo hago por él —respondió
Nicole.
—¿Por él? ¿Cómo puedes estar tan seguro de que será
un niño? ¿Y si es una niña?
—Sé que es un niño, lo presiento —dijo Nicole, y
por el tono de su voz pude imaginar que sonreía.
—Y ya que estas tan seguro de que es un niño, ¿cómo
piensas llamarlo? —preguntó mini Weasley.
Nicole se quedó un momento callada.
—Se llamara como su tío. Harry Potter II —dijo.
No lo podía creer, mi hijo, un Malfoy, llamándose
como cara rajada. ¡Jamás! No lo permitiría. Además, ese niño no será un Potter,
será un Malfoy.
—A Harry le va gustar mucho que le pongas su nombre
al bebé —dijo la mini Weasley.
Sí, claro,
sigan soñando,
pensé.
Iba a seguir escuchando, pero el “gran trío de oro”
llego a interrumpir. Así que como no tenía ganas de escuchar las voces del trío
me fui a mi habitación. Por lo menos sabía que Nicole estaba bien.
Cuando entre a mi habitación, no encontré a Blaise
y a Theo, para mi suerte, porque no estaba de ánimos para escuchar la burla de
Blaise, Theo es distinto, es callado, no me molesta, pero igual solo quería
estar solo.
Apenas me había sentado sobre mi cama, cuando unos
ruidos en la ventana llamo mi atención, miré hacia la ventana, una lechuza
chancaba si pico contra el vidrio, pero eso no era lo peor, lo peor era que
reconocí la lechuza, era de mi padre.
—Ahora que querrá —susurré.
Me levante de la cama y camine con lentitud hacia
la ventana. La lechuza entro apenas abrí un poco la ventana, estiro su pata
para que desamarrada la carta. Así que desamarre la carta y me dispuse a
leerla.
Vi de reojo que la lechuza se fue al instante.
Draco
El Lord quiere
que cumplas con tu primera misión. Debes matar a Dumbledore, y tienes que
hacerlo lo antes posible para que así el viejo no se interponga más en los
planes de Lord de acabar con Potter.
Destruye la
carta apenas termines de leerla.
Lucius Malfoy
¡Maldita sea mi suerte! Me ordenan que maten a
Dumbledore, como si hacerlo fuera tan sencillo.
Esto lo tenía que saber Dumbledore, ya que él era
el principal afectado.
Salí inmediatamente de mi habitación y sin hacer
caso a las palabras de Pansy —que estaba sentada en un sofá en la sala común—
seguí mi camino. Rápidamente llegue hacia la gárgola y dije la ridícula
contraseña «Varitas de Regaliz», y cuando la gárgola me dio pase, subí las
escaleras. Toque la puerta, y escuché un “pase”.
Apenas entre, le entregue a Dumbledore la carta que
me había enviado mi padre.
Él lo leyó y luego me miró con calma, cosa que me
desconcertó. Que acaso no leía bien, en la carta me ordenan que lo maten y él
tan tranquilo. Sí que está loco.
—Así que me tienes que matar lo antes posible —dijo
Dumbledore, con la misma calma.
—Eso es lo que me ordenan.
Vamos, viejo, me ordenan matarte, no darte saludos.
—¿Qué vamos hacer? Yo no lo quiero matar —le dije,
ya un poco desesperado, al ver que no decía nada.
—Y no lo hará usted, señor Malfoy —dijo Dumbledore.
Lo miré confuso. ¿Qué quiso decir con lo «Y no lo
hará usted, señor Malfoy»? ¿Qué pretende?
—¿Cómo dice? —pregunté.
—Que no me matara, señor Malfoy. Pero véalo de esta
manera, que pasaría si los aurores llegaran en el momento exacto en que usted
va a matarme —dijo.
Si estaba loco.
—Pues si los aurores llegaran en el momento en que
yo lo quiera matar, me atacarían y me llevarían directo a Azkaban por intento
de asesinato —dije.
Él asintió.
—Sí, eso harían —aceptó—. Pero no lo harán, ellos
están de nuestro lado, señor Malfoy, ellos saben que usted está de nuestro lado
y que nos pasa información. Además, el profesor Snape vendrá a ayudarlo.
Ustedes dos fingirán luchar contra los aurores y lograran escapar. Por supuesto
los aurores no los atacaran mucho, solo lo harán parecer lo más creíble
posible. Y entonces su misión, señor Malfoy, será una misión fallida —todo lo
dijo con una calma sorprendente.
Este viejo ya lo tenía todo planeado.
—Comprendo —dije, más calmado—. Entonces, me pondré
ahora mismo de acuerdo con Snape —Dumbledore asintió—. Ya que tenemos un plan,
me retiro. Buenas tardes, director.
Dumbledore volvió asentir.
Minutos después me encontraba tocando la puerta de
la habitación de Snape. Al tercer toque, escuché los pasos de Snape dirigirse a
la puerta, y cuando la abrió me miró con seriedad.
—¿Qué haces aquí, Draco? ¿Qué quieres? —preguntó,
con su típico tono aburrido.
—Severus —dijo saludándolo—. Vengo para ponernos de
acuerdo sobre el plan para matar a Dumbledore.
Y apenas dije: «matar a Dumbledore», me dejo pasar.