jueves, 11 de agosto de 2016

Misión fallida


POV Nicole
Escuché que alguien me llamaba por mi nombre a lo lejos, y la persona que me llamaba era persistente, ya que termine abriendo los ojos lentamente. Todo estaba oscuro, parpadeé un par de veces para acostumbrarme a la oscuridad —ni siquiera recuerdo como llegue a mi cama, pero creo que todo esto es obra de Harry—, segundos después pude divisar a Ginny frente a mí.
—Hola, Nikki, te tuve que despertar porque ya es la hora de cenar, y tú tienes que alimentarte bien, porque recuerda que lo haces por dos —dijo.
Asentí y le sonríe.
—Está bien, solo voy a lavarme la cara para despejarme y bajo.
—Te espero en la sala común —dijo, antes de salir de nuestra habitación.
Me levante con pesadez de la cama y me dirigí al baño, moje mi cara con el agua fresca varias veces, luego me seque con la toalla y por último acomodé mi uniforme y me peine. Me miré al espejo y note que todavía tenía los ojos rojos e hinchados de tanto llorar.
Suspiré.
Tenía que hacer un esfuerzo por dejar de llorar, sobre todo por el bien de mi bebé y también por mi propio bien.
—Todo saldrá bien, mi pequeño —susurré, tocándome mi vientre—, si el idiota de tu padre no te quiere, pues él se lo pierde, se perderá de tener a alguien como tú en su vida.
Respiré profundo, y baje a la sala común. Ahí estaba Ginny esperándome como me dijo, me tomo del brazo, y juntas nos dirigimos al Gran Comedor. Cuando entremos al comedor, todo estaban allí, mi hermano, Hermione, Ron, Seamus, Neville, Dean y las chismosas de Lavender y Parvati. Vi a Ron que les comentaba algo a Harry y Hermione; Ginny yo nos sentamos a su lado.
—¿De qué están hablando? —pregunté con curiosidad.
—Ron nos estaba diciendo que dentro de dos semanas se casan su hermano Bill con Fleur Delacour —respondió Hermione, parecía emocionada por la noticia.
—¿En serio? ¡Ay! Pues que buena noticia, las bodas siempre son tan lindas —comenté, volteé a ver a Ginny—. ¿Por qué no me habías contado nada, Ginevra Weasley? —le reclamé con falso enojo.
—Odio que me llamen Ginevra —dijo, haciendo pucheros—. Y no te dije nada porque no tuve la oportunidad.
Me reí al ver su cara de mi amiga pelirroja.
—Solo bromeaba —le dije, los demás también rieron al ver la expresión de Ginny.
Seguimos comiendo, y de esperarse, Ron comía como si existiera un mañana.
—Ron come bien, la comida no se va a ir volando de tu plato —lo regañó Hermione.
—Es… wue… tengo ham… brue —dijo Ron, con la boca llena de comida. Hermione y Ginny solo negaban con la cabeza, mientras Harry y yo reíamos.
Pero había algo que me tenía intranquila, sentía una mirada muy penetrante sobre mí, levante la cabeza y de reojo miré a mis costados, y no descubrí a nadie mirándome, entones disimuladamente miré hacia el frente, y para mi mala suerte era Malfoy el que me miraba, pero su mirada era de furia, tan fría como el mismísimo iceberg, rápidamente aparte la mirada de él.
Si las miradas mataran, yo ya estaría muerta, pensé.
Seguí comiendo, pero seguía sintiendo su mirada sobre mí.
—Malfoy no deja de mirarte —me susurró Ginny—, pero su mirada es fría.
—Sí, ya me di cuenta, Ginny —le contesté en el mismo tono de voz que ella había usado.
No iba a dejar que Malfoy me intimidada. Así que levante la cabeza y también lo miré fijamente, estuvimos un buen rato matándonos con la mirada, hasta que la estúpida de Parkinson le susurró algo al oído y él se giró para mirarla.
¿Por qué tenía que prestarle atención a ella?, me preguntaba. Un momento, ¿qué me pasa? A mí que me importa si le presta atención a Parkinson o a cualquier otra, es su vida y él puede hacer lo que quiere con su vida.
¡Oh, Merlín! ¿Pero por qué siento esta opresión en el pecho? ¿Por qué siento ira cuando los veo? ¿Acaso son celos? No, imposible.
Deje de mirarlos y me obligue a seguir cenando.
Cuando la cena hubo terminado, nos fuimos a la sala común. Harry, Ron y Hermione como siempre se sentaron en el sillón frente al sofá. Veía a Hermione corrigiendo los pergaminos de Ron y mi hermano. Ginny y yo nos acercamos a ellos y platicamos un poco, pero rápidamente me dio sueño, así que me levante del sofá, Ginny me imito, pero ella antes recogió su libro de Transformaciones, miré de reojo a Harry y lo descubrí siguiendo todos los movimientos de Ginny, eso me hizo sonreír.
Ginny me miró con interrogación, pero yo solo negué con la cabeza.
No entiendo porque Harry no le dice a Ginny todo lo que siente por ella, y así dejan de sufrir los dos. Pero como mi hermano es muy cabezotas, sé que tienen metido en la cabeza de que si esta con Ginny, Voldemort le hará daño, y tal vez tenga razón, pero no es más fácil disfrutar del amor ahora que puede, y no dejarlo pasar.
—Buenas noches —dijimos Ginny y yo antes de empezar a subir las escaleras, los tres también nos respondieron con lo mismo. De seguro que se quedarían a hablar hasta muy tarde como era su costumbre, planeando como derrotar a Voldemort.
Ya en mi habitación, entre al baño, me lave los dientes y me puse la pijama. Cuando salí del baño Ginny empezó con su interrogación.
—¿Por qué te miraba de ese modo Malfoy? —me preguntó.
—Pues… no lo sé… —le mentí.
—Anda, dime que fue lo que paso —insistió Ginny, tomándome del brazo.
La miré sin poder negarlo más.
—Es que le dije que estaba embarazada —contesté.
—¿Y cómo tomo la noticia de que va hacer padre? ¿Se va hacer responsable del bebé?
Sonreí con amargura.
—Sí, claro —dije con sarcasmo—. Se tomó muy mal que va ser padre, me echa la culpa, pero lo peor es fue cuando me dijo que tenía que abortar. Me oyes, Ginny, me dijo que abortara, a su hijo —nuevamente empecé a llorar.
Ginny me abrazo. Y yo lloré, llore mucho, como nunca en mi vida había llorado.
—Es un desgraciado, como se atreve a decirte que abortes si es su hijo.
—Malfoy es de lo peor, nunca creí que me fuera a decir eso, es horrible. Matar a mi hijo, no, no podría hacerlo —sollocé.
—Claro que no lo harías, tú no eres como él —me consoló Ginny.
—Lo detesto —dije.
—Yo también detestaría si el padre de mi hijo me pidiera que aborte —dijo Ginny.
Por fortuna eso no te pasara a ti, pensé.
—Me desquite de él dándole dos bofetadas —le conté.
Ginny sonrió.
—Eso es poco, yo le habría lanzado un Mocomurciélago.
—Solo a atine a hacer eso, estaba tan confusa —dije.
—Malfoy se merece que Harry lo despelleje vivo —dijo Ginny—. ¿Y ahora que le dirás a Harry cuando te pregunte por el papá de tu bebé? —me preguntó.
—No lo sé, Ginny. Tal vez le diga que murió —no estaba muy segura con esa respuesta, pero ya se me ocurriría algo.
—Eso podría convencerlo, pero… —hizo una pausa—, ¿qué pasará si el bebé se parece a Malfoy? Te imaginas si tu bebé fuera rubio y de ojos grises.
Lo que dijo Ginny me preocupo mucho. ¿Qué pretexto le inventaría a mi hermano si mi hijo se parece a su padre?
—Por el momento no voy a preocuparme por eso. Buenas noches, Ginny —le dije, y me acosté en mi mullida cama, cerré los doseles, pero no conciliaba el sueño. Simplemente se me había ido el sueño.
Y tres preguntas rondaban en mi cabeza, preguntas que antes no tenían respuesta, pero ahora sí.
Primera, ¿será que este bebé haría cambiar de forma de ser a Malfoy? Segundo, ¿podrá mi bebé acabar con el odio mutuo entre las familias Malfoy y Potter? Y tercero, ¿Draco querrá hacerse cargo de mí bebé?
Ahora ya tenía las respuestas. Primero, Malfoy nunca cambiaria, él siempre seria el mismo miserable. Segundo, mi bebé no podrá acabar con el odio entre las familias, mejor dicho el odio de Malfoy, porque mi hermano es diferente. Y tercero, Malfoy no se hará cargo de mi bebé. Y no me importa si no quiere hacerse cargo, yo puedo sola con mi hijo, no voy a necesitarlo. Sé que será difícil, pero no me daré por vencida, yo podre sola. ¡Soy una Potter y los Potter siempre podemos! ¡Siempre!

POV Draco
Me levante un poco tarde, y cuando entre al Gran Comedor, lo primero que hice fue ver a la mesa de los leones, pero me sorprendió no ver a la «gatita Potter», ¿dónde estaría? ¿Se habría puesto mal? Espero que no. Desayune rápidamente y ni siquiera le di tiempo a Blaise y a Theo de preguntarme a donde voy.
Fui directo a la clase de Runas Antiguas, sabía que esa era clase que tenía Nicole. Y sí, ella se encontraba en su salón, estaba sentada junto a la mini Weasley, pero pude darme cuenta de que estaba un poco demacrada, tenía los ojos rojos e hinchados, como si hubiera llorado toda la noche.
¡Maldición! Todo era por mi culpa, pero por el momento no tenía de otra.
Luego de verificar que ella estuviera “bien”, me dirigí a mi clase. Por los pasillos me encontré con Blaise y con Theo.
—¿Dónde te metiste, Draco? —me preguntó Blaise.
—Fui a caminar un poco —mentí, pero Blaise me quedo mirando como diciéndome: “Sé que la estabas siguiendo”.
—Bueno, andando que tenemos clases con Snape —dije, y me adelante a ellos, no tenía ganas para aguantar las indirectas de Blaise.
—Sí, y justo esa clase la compartimos con los Gryffindors —escuché que dijo Blaise, con burla en la voz.
—¿Qué tiene eso de raro, Blaise? —escuché que preguntó Theo—, siempre compartimos clases de pociones con los Gryffindors.
Seguí caminando, sin darle importancia de lo que hablaban mis amigos.
Pero por el camino me encontré con el trío estrellado de Potter y compañía.
—Vaya, vaya, pero miren con quien nos encontramos, chicos —dije cuando Blaise y Theo me alcanzaron—, nada más y nada menos que con cara rajada, la sangre sucia y el pobretón —me burle de ellos.
—Déjanos en paz, Malfoy —dijo Granger, tratando de detener a sus amiguitos.
—¿Y si no quiero qué? ¿Qué me vas hacer, sangre sucia? —la reté.
—No vuelvas a llamarla así, Malfoy, o te juro que… —empezó a amenazarme Weasley, pero Blaise lo interrumpió.
—Pero mira nada más, el eterno enamorado defendiendo a su querida sabelotodo —dijo con burla, y Weasley se puso tan rojo como su cabello, y nosotros nos reímos de él.
—Cállense, malditos mortífagos —rugió Potter, que hasta el momento no había abierto la boca.
—¿Mortífagos? —repetí—, ¿puedes comprobar lo que dices, Potter?
—Sé que lo son, si sus padres son mortífagos, ustedes también lo son —dijo Potter.
Le iba a contestar, pero la voz de Snape no me lo permitió.
—Qué esperan para entrar, ¿acaso una invitación? ¡Entren ahora! —gritó enojado, en su estado habitual—. Y diez puntos menos para Gryffindor por faltarle el respeto a sus compañeros.
Yo le sonreí con burla a Potter y compañía, y pase al salón seguido de Blaise y Theo, los cuales también le hicieron burla al trío.
—Pero ellos empezaron —dijo Granger.
—Cinco puntos menos a Gryffindor por el contradecir a un profesor, señorita Granger —dijo Snape, y los leones miraron mal a Snape—. Todo esto se lo pueden agradecer a Potter y Granger.
La clase paso rápido para mi suerte, claro con los clásicos gritos e insultos de Snape hacia Longbottom, los castigos a Potter y más bajas de puntos para los leones.
Y apenas termino la clase, salí a vigilar a Nicole. Cuando llegue a su salón, me di cuenta de que no había nadie allí, miré por todos lados, pero ella no estaba, camine un poco más y la vi con mini Weasley, las seguí con cautela. Se dirigían a la biblioteca, yo entre después de ellas. Se fueron a la zona más alejada, donde casi nadie solía estar.
Yo me escondí detrás de los libreros para poder escuchar lo que hablaban.
—Ahora sí, dime porque no bajaste a desayunar, Nikki —dijo mini Weasley.
—Tenía nauseas, antes eran leves, pero conforme va avanzando el embarazo se van volviendo más fuertes, y de solo pensar en comida se me revolvía el estómago —respondió Nicole.
Vaya, pobre de ella. Me gustaría poder estar a su lado en este momento, pero por ahora eso es imposible.
—De todas maneras tienes que hacer el esfuerzo de comer, hazlo por el bebé —le aconsejó mini Weasley.
—Ya lo sé, Ginny. Todo lo hago por él —respondió Nicole.
—¿Por él? ¿Cómo puedes estar tan seguro de que será un niño? ¿Y si es una niña?
—Sé que es un niño, lo presiento —dijo Nicole, y por el tono de su voz pude imaginar que sonreía.
—Y ya que estas tan seguro de que es un niño, ¿cómo piensas llamarlo? —preguntó mini Weasley.
Nicole se quedó un momento callada.
—Se llamara como su tío. Harry Potter II —dijo.
No lo podía creer, mi hijo, un Malfoy, llamándose como cara rajada. ¡Jamás! No lo permitiría. Además, ese niño no será un Potter, será un Malfoy.
—A Harry le va gustar mucho que le pongas su nombre al bebé —dijo la mini Weasley.
Sí, claro, sigan soñando, pensé.
Iba a seguir escuchando, pero el “gran trío de oro” llego a interrumpir. Así que como no tenía ganas de escuchar las voces del trío me fui a mi habitación. Por lo menos sabía que Nicole estaba bien.
Cuando entre a mi habitación, no encontré a Blaise y a Theo, para mi suerte, porque no estaba de ánimos para escuchar la burla de Blaise, Theo es distinto, es callado, no me molesta, pero igual solo quería estar solo.
Apenas me había sentado sobre mi cama, cuando unos ruidos en la ventana llamo mi atención, miré hacia la ventana, una lechuza chancaba si pico contra el vidrio, pero eso no era lo peor, lo peor era que reconocí la lechuza, era de mi padre.
—Ahora que querrá —susurré.
Me levante de la cama y camine con lentitud hacia la ventana. La lechuza entro apenas abrí un poco la ventana, estiro su pata para que desamarrada la carta. Así que desamarre la carta y me dispuse a leerla.
Vi de reojo que la lechuza se fue al instante.

Draco
El Lord quiere que cumplas con tu primera misión. Debes matar a Dumbledore, y tienes que hacerlo lo antes posible para que así el viejo no se interponga más en los planes de Lord de acabar con Potter.
Destruye la carta apenas termines de leerla.
Lucius Malfoy

¡Maldita sea mi suerte! Me ordenan que maten a Dumbledore, como si hacerlo fuera tan sencillo.
Esto lo tenía que saber Dumbledore, ya que él era el principal afectado.
Salí inmediatamente de mi habitación y sin hacer caso a las palabras de Pansy —que estaba sentada en un sofá en la sala común— seguí mi camino. Rápidamente llegue hacia la gárgola y dije la ridícula contraseña «Varitas de Regaliz», y cuando la gárgola me dio pase, subí las escaleras. Toque la puerta, y escuché un “pase”.
Apenas entre, le entregue a Dumbledore la carta que me había enviado mi padre.
Él lo leyó y luego me miró con calma, cosa que me desconcertó. Que acaso no leía bien, en la carta me ordenan que lo maten y él tan tranquilo. Sí que está loco.
—Así que me tienes que matar lo antes posible —dijo Dumbledore, con la misma calma.
—Eso es lo que me ordenan.
Vamos, viejo, me ordenan matarte, no darte saludos.
—¿Qué vamos hacer? Yo no lo quiero matar —le dije, ya un poco desesperado, al ver que no decía nada.
—Y no lo hará usted, señor Malfoy —dijo Dumbledore.
Lo miré confuso. ¿Qué quiso decir con lo «Y no lo hará usted, señor Malfoy»? ¿Qué pretende?
—¿Cómo dice? —pregunté.
—Que no me matara, señor Malfoy. Pero véalo de esta manera, que pasaría si los aurores llegaran en el momento exacto en que usted va a matarme —dijo.
Si estaba loco.
—Pues si los aurores llegaran en el momento en que yo lo quiera matar, me atacarían y me llevarían directo a Azkaban por intento de asesinato —dije.
Él asintió.
—Sí, eso harían —aceptó—. Pero no lo harán, ellos están de nuestro lado, señor Malfoy, ellos saben que usted está de nuestro lado y que nos pasa información. Además, el profesor Snape vendrá a ayudarlo. Ustedes dos fingirán luchar contra los aurores y lograran escapar. Por supuesto los aurores no los atacaran mucho, solo lo harán parecer lo más creíble posible. Y entonces su misión, señor Malfoy, será una misión fallida —todo lo dijo con una calma sorprendente.
Este viejo ya lo tenía todo planeado.
—Comprendo —dije, más calmado—. Entonces, me pondré ahora mismo de acuerdo con Snape —Dumbledore asintió—. Ya que tenemos un plan, me retiro. Buenas tardes, director.
Dumbledore volvió asentir.
Minutos después me encontraba tocando la puerta de la habitación de Snape. Al tercer toque, escuché los pasos de Snape dirigirse a la puerta, y cuando la abrió me miró con seriedad.
—¿Qué haces aquí, Draco? ¿Qué quieres? —preguntó, con su típico tono aburrido.
—Severus —dijo saludándolo—. Vengo para ponernos de acuerdo sobre el plan para matar a Dumbledore.
Y apenas dije: «matar a Dumbledore», me dejo pasar.


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