sábado, 5 de agosto de 2017

El Disiluminador


POV Autora
—¿Ahora si me vas a decir qué te sucede? —preguntó Pansy entrando a la habitación de Blaise.
El moreno había pasado tres días pensativo, desde que había visto nuevamente a Draco arrastrando a la hermana de Potter a su mansión, y que éste le dijera que era una prisionera, le pareció muy extraño.
Primero, porque Draco parecía estar muy interesado en la pelirroja. Segundo, como es que había podido dar con ella, según él sabía, la Potter estaba desaparecida, pero Draco si pudo dar con su paradero.
—Algo no cuadra —murmuró el moreno.
—Hey, Blaise —Pansy trono los dedos frente al rostro de su compañero de casa—. ¿Qué pasa? ¡Exijo saber qué pasa!
Blaise sonrió burlonamente.
—¿Exiges? ¿Por qué tendría que decirte lo que me pasa?
Pansy bufó.
—Hace unos cuantos días estuviste en la mansión de los Malfoy, y desde ese momento estás raro… —la pelinegra no quitaba sus orbes verdes del chico—, es por eso que quiero saber qué es lo que pasa. ¿Se trata de Draco? ¿Es eso?
—En parte —dijo Zabini—. Está bien, te lo diré —Pansy asintió esperando a que Blaise volviera a hablar—. Vi a Draco…
—¿Y cómo está? ¿Se encuentra bien? —interrumpió Pansy.
El moreno rodó los ojos.
—Sí, está bien. Igual de arrogante y petulante que siempre… incluso más. Estaba con la hermana de Potter.
—¿Cómo? Pero si esa mestiza estaba desaparecida.
—Pues estaba con ella. Me dijo que era su prisionera; la estaba arrastrando a su mansión —hizo una pausa—. Sé que esa era la nueva misión que le encomendó el Señor Tenebroso, pero nunca creí que la encontraría… y mucho menos que se atreviera a llevarla ante el Lord.
—¿Por qué? —preguntó Pansy.
Pero el moreno la ignoró.
Volvió a meterse en sus recuerdos, tratando de no dejar ningún cabo suelto, pero aun así, nada cuadraba, había algo que lo hacía dudar del actuar de su amigo rubio.
—¿Por qué? —volvió a preguntar Pansy, pero esta vez, de mal humor.
Blaise la miró.
—No lo sé —respondió el moreno—. No lo sé —repitió, miró nuevamente a su pelinegra amiga y salió de su habitación.
Pansy quedo confusa y enfurruñada.

***

—Tranquila, todo pasará —susurraba Luna a su nueva compañera de celda.
Diane Moreau —con la apariencia de Nicole— estaba acurrucada junto a la rubia, temblaba de frío, y no era exactamente por el frío, sino también por el miedo. Sentía miedo, mucho miedo estando encerrada en esa mazmorra. Cualquiera de esos hombres que se hacían llamar “mortífagos” podría entrar y torturarla con crucios solo por diversión, o podrían sacarla para llevarla ante el mismísimo Lord Voldemort… y terminaría muerta.
—¿Cómo puedes estag tan seguga? —inquirió Diane—. Cualquiega podgía entgag y matagnos.
Luna negó con la cabeza, pero Diane no pudo verla, todo estaba muy oscuro.
—No lo harán, nos necesitan —respondió Luna.
—¿Y hasta cuándo?
—No lo sé —admitió Luna—. Lo único que sé, es que por lo menos a ti no te harán nada porque eres la hermana de Harry, le eres muy necesaria a…
—Sí, sí, ya lo sé —susurró Diane, interrumpiendo las palabras de Luna, ya que no quería escuchar sobre el mago tenebroso.
—Tranquila, Nicole —repitió Luna, pasando un brazo por los hombros de Diane.
La francesa se dejó reconfortar por la Ravenclaw. Una extraña compañía —según Diane— ya que Luna Lovegood había descubierto que ella no era la verdadera Nicole desde que la vio, pero aun así la seguía llamando por el nombre de su amiga. No le había preguntado quien era, ni cuál era su verdadero nombre, simplemente la acepto como Nicole Potter.
Aun podía recordar el momento en que se conocieron.
—¿Nicole? ¿Eres tú?
Apenas entro en las mazmorras, Diane escuchó una voz soñadora llamándola, mejor dicho, llamando a la que creía que era la verdadera Nicole.
—Nicole —volvió a repetir la misma voz.
—Yo… —dijo Diane, pero el acento a francés era tan marcado, que Luna creyó que se había equivocado, ya que Nicole tenía un poco de acento francés, pero no tanto como la chica que estaba en la entrada de la mazmorra.
Luna caminó lentamente hacia la chica, parpadeó un par de veces tratando de verla bien. Y lo que vio, la dejo más que sorprendida. La chica frente a ella, era exactamente igual que Nicole Potter, pero su voz era completamente distinta.
—¿Nicole? —preguntó la rubia.
—Sí —y nuevamente estaba allí el acento francés en su voz.
Luna se quedó pensativa unos segundos, pero al final llego a la conclusión que la pelirroja que estaba frente a ella era una impostora.
Tal vez ha tomado poción multijugos, pensó Luna. Pero ¿quién es en realidad? ¿Por qué se arriesgado tanto en hacerse pasar por Nicole? ¿O la estarán obligando? No importa, no la delatare, si ella está aquí, siendo prisionera igual que todos nosotros, es por algo.
—Ven, no quedes allí, Nicole. Te acuerdas de mí, soy Luna Lovegood de Ravenclaw, teníamos algunas clases juntas en Hogwarts —dijo la rubia, y le extendió una mano a la falsa Nicole.
Diane se demoró en reaccionar, pero finalmente termino aceptando la mano de Luna.
—Estaremos juntas aquí, nos haremos compañía la una a la otra —dijo Luna.
—Sí, me acuegdo de ti, Luna. Ggacias —respondió Diane.
Luna empezó a tararear una extraña cancioncilla, sacando así de sus recuerdos a Diane.
—¿Cuántos días habrán pasado? —preguntó Diane.
—Dos o tres días desde que llegaste, aunque no estoy muy segura, uno estando encerrado en este lugar deja de estar segura de muchas cosas —respondió Luna interrumpiendo su canción.
Diane suspiró. Extrañaba a sus padres, su escuela, el confort de su hogar, lo único que la hacía seguir manteniendo esta farsa era que su amiga, en donde sea que estuviera, estaba bien, por lo menos mucho mejor que ella en esa fría y mohosa mazmorra.
Nicole, eges mi amiga y te quiego. Tu coggegías más peliggo aquí, que yo, espego que estés bien, pensaba Diane. A pesag de todo, estoy medianamente bien, Dgaco ha cumplido su promesa, hasta ahora, nadie ha venido a molestarme, y hace que nos tgaigan alimentos todos los días.
Diane volvió a suspirar.
—Calma —dijo Luna—. Tenemos que conservar la calma.
—No entiendo —manifestó Diane, contrariada—. ¿Cómo puedes estag tan calmada? ¿Cómo puedes manteneg la espeganza estando en un lugag como este?
—Si pierdo la calma, lo pierdo todo. Y como mantengo la esperanza, pues porque creo, creo que todo esto se resolverá, creo que alguien nos sacará de aquí muy pronto, ya verás. Lo sé.
—Admiro su optimismo, señorita Lovegood —dijo una voz ronca desde un rincón.
Luna dirigió su vista hacia el rincón donde se había oído la ronca voz, pero estaba tan oscuro que no pudo ver nada, pero eso no evito que la rubia le dedicara una leve sonrisa al hombre.
—Usted también debería ser optimista, señor Ollivander —dijo Luna—. Los Biblulius me aseguran que estaremos a salvo.
—¿Los qué? —preguntó Diane, ya que ella nunca había escuchado de esa palabra.
—Los Biblulius, son unas pequeñas criaturas que rondan en los sitios oscuros y fríos como estos, pero si puedes escucharlos, ellos te darán pistas para resolver tus problemas —explicó Luna—, no todos tienen la mente lo suficientemente abierta como para escucharlos, y si algunos lo escuchan, lo marginan porque no viven en lugares muy agradables.
Diane no supo que decir ante la explicación de unos seres —que ella estaba segura, no existían—, pero ojalá, ella podría tener al menos un poco de ese optimismo que se cargaba Luna.
—Todo se resolverá —dijo Luna.

***

El trío de oro despertó muy temprano. Hermione estaba sentada en el raído sofá abrazando sus piernas, mientras que sus amigos estaban sentados en unas sillas.
—Aún sigo pensando que fue muy arriesgado lo que hiciste, Harry —Hermione volvió a regañar a su amigo—. Seguir un patronus desconocido y luego lanzarte al lago.
—Hermione, ya paso —se defendió Harry—. Además, Ron llego a tiempo para salvarme —Harry trato de meter en la conversación a su amigo pelirrojo, ya que Hermione ni lo buenos días le había dado, no cabía duda de que estaba muy, muy enojada.
Hermione miró con ojos asesinos a Ron, y este sintió como si le clavaran un puñal en el corazón.
—Pero… aun no me creo que destruyeron el Horrocrux así, tan fácilmente.
—No he dicho que haya sido fácil, solo que… —empezó Harry, pero fue interrumpido por su amiga.
—Entonces, ¿cómo fue? ¡Explícamelo! —exigió la castaña.
Harry suspiró. Y volvió a contarle todo, desde que vio el patronu, luego se lanzó al lago porque creyó ver la espada de Gryffindor, el Horrocrux queriendo asesinarlo, Ron llegando a tiempo para salvarlo… y luego, pues bueno, omitió contarle acerca de las apariciones de ella y él, desnudos, besándose e insultando a Ron. Solo le conto de la voz de Voldemort tratando de confundirlos, pero que finalmente Ron logro clavarle la espada al guardapelo.
Ron miró a Harry, y le agradeció su discreción mentalmente.
—Hermione —dijo Harry, pensativo—, el patronus que vi… era una cierva… ¿tú sabes a quien le pertenece?
—No, lo siento mucho, Harry, pero no lo sé —dijo Hermione.
—Bien —susurró Harry.
Ron miraba a Hermione, no le quitaba la vista de encima en ningún momento, habían sido varios días en los cuales no había podido contemplarla, que ahora que la tenía frente a él su vista parecía un imán, hacia donde ella se encontraba, sus ojos la seguían.
Respiró profundo. Ron se preguntaba cuando seria el día en que su adorada castaña lo perdonara.
Hermione miraba hacia el suelo, pensando en todo lo que había ocurrido la noche anterior —prácticamente así se la había pasado toda la noche—, se le hacía tan irreal, lo que le había contado Harry… pero sobre todo el regreso de Ron, por un momento llego a creer que no lo volvería a ver y…
Hermione levantó la vista al sentir una profunda mirada sobre ella, y lo primero que vio fue a Ron observándola de una manera tan intensa que… sus mejillas empezaron a tornarse tan rojas como el propio cabello del chico que la miraba.
¡Por Merlín!, pensaba Hermione.
—¿Qué tanto me miras? —lo increpó Hermione, con renovada ira, al recordar su abandono.
Ron dejo de mirarla inmediatamente escucho su voz.
—Hermione, yo… —dijo Ron, pero se detuvo nervioso. Harry decidió mirar hacia las literas, dándole un poco de privacidad a su amigo—, yo… yo lo lamento, en verdad lo lamento, nunca fue mi intensión…
—Abandonarnos —completó Hermione, parándose del sofá, camino hacia el pelirrojo para enfrentarlo, pero este bajo la mirada—. Lo sientes… lo sientes, ¡eres increíble, Ronald Weasley! —se pasó una mano por la cara, retirando violentamente una traicionera lágrima—, te grite… te grite hasta quedarme sin voz, pero tú… eres un verdadero idiota, eso es lo que eres, y ahora vienes con que lo sientes.
Harry decidió intervenir, él conocía bien el carácter de Hermione, como el de Ron, y sabía que, si los dejaba continuar con esto, terminarían peor de lo que ya estaban.
—Hermione —la llamó el pelinegro, pero la castaña no lo miró—, Ron me salvo la vida… él no se merece que…
Hermione volvió su mirada furiosa a su amigo.
—No, no me digas que hacer, Harry James Potter, él se fue, nos abandonó…
Ron se paró de la silla, y observó a Hermione. Él era mucho más alto que Hermione, pero a pesar de su tamaño, ver a su menuda y frágil —en apariencia— amiga, lo intimidaba un poco. Hermione estaba muy molesta.
—Lo siento —repitió Ron—. Y sí, te escuché cuando me llamaste, Hermione, pero cuando quise regresar con ustedes, ya no pude encontrar el camino, me perdí, los hechizos de protección si funcionan —Ron guardo silencio, ya no sabía que más decir.
Hermione asintió, se alejó de Ron y empezó a caminar de un lado a otro por la tienda de campaña, casi parecía una leona enjaulada.
—Hermione… —dijo Harry, pero fue interrumpido por Ron.
—Comprendo que lo que les hice no tiene perdón, pero yo en verdad me arrepiento de haberlos dejado —miró hacia la mesa, al Horrocrux destruido—, esa cosa —señaló al Horrocrux— me hacía ver cosas, me hacía sentir cosas que me atormentaban… que me enloquecían… —hizo una pausa—. Recuerdo que cuando salí de la tienda, y te escuché gritarme, quise regresar, pero no pude… me perdí y allí… me encontré con una banda de carroñeros, ellos me quitaron mi varita y como todavía estoy en edad escolar me preguntaron mi nombre y…
Hermione lo miró horroriza, preocupada por su bienestar.
—¿Una banda de carroñeros? ¿Qué es eso? —preguntó Harry.
—Los carroñeros son gente contratada por el Ministerio para capturar a mestizos e hijos de muggles —Ron noto que Hermione tenía toda su atención hacia él, así que continuo con su explicación—. Me tuve que inventar un nombre, y el único que se me vino a la mente en ese momento fue el de Stan Shunpike.
—¿Y te creyeron? —preguntó Harry, asombrado.
Ron se pasó una mano por sus pelirrojos cabellos.
—Bueno, no parecían muy inteligentes, eran un poco idiotas. Incluso uno olía a troll. Y mientras ellos discutían en creer si en verdad era Stan, yo aproveché y golpeé al que me tenía agarrado, le quité mi varita y desarme a su amigo, no perdí el tiempo y desaparecí —Harry parecía asombrado por la reacción de su amigo—, pero no me fue del todo bien, al desaparecer tuve una despartición y perdí dos uñas.
Hermione volvió a enfurecerse.
—¡Oh, vaya! Pobre de ti, ¿verdad? Debiste pasarlo muy mal. Mientras nosotros —señaló a Harry y luego a ella—, estábamos pasando unas vacaciones inolvidables, ¿no es así, Harry? —preguntó, pero su amigo no dijo nada—. Por si no lo sabías la serpiente de Quien-tu-sabes —dijo con burla— ataco a Harry, yo hice todo lo posible para salvarlo, pero en el proceso terminé rompiendo su varita… Ah, pero no se compara con tu Odisea, ¿verdad?
Hermione termino de hablar prácticamente a gritos, le dedico una mirada furiosa a Ron, y volvió a sentarse en el sofá, con los brazos cruzados sobre el pecho.
Ron estaba impresionado, frustrado y porque no decirlo, también enojado, pero enojado consigo mismo. Esta era una de las peores discusiones que había tenido con Hermione.
Harry también estaba sorprendido, él tampoco nunca había visto a Hermione tan enojada. Y se sentía mal por su amigo, él comprendía que Ron había hecho mal al dejarlo, pero no merecía que le sacaran en cara todo lo que ellos habían pasado.
—Hermione, creo que no deberías ser tan dura con Ron… —dijo Harry, con aire conciliador—, él está aquí ahora, regreso, no crees que deberías darle una segunda oportunidad… todo merecemos una segunda oportunidad.
Hermione miró a Harry, y se preguntó qué pasaría cuando él se enterará que el padre de su sobrino era nada más y nada menos que Draco Malfoy, actuaria de la misma manera en que él le pide a ella, darle una segunda oportunidad a Ron. ¿Acaso Harry podría darle una segunda oportunidad a Malfoy?
—Voy a leer un poco —dijo Hermione, y se acercó a su litera, tomo su bolso de cuentas y empezó a buscar dentro de él.
Harry y Ron salieron de la tiendo, dejando sola a su amiga para calme su ira.
—Me lo merezco —dijo Ron, metiendo sus manos en los bolsillos—. Pero a pesar de todo, pensé que me iría peor.
Harry lo miró y sonrió.
—¿Peor que esto? —dijo el pelinegro.
—Peor —aceptó Ron.


Por la tarde, luego de haber comido algo —lo que buenamente habían podido encontrar—, todo parecía más tranquilo, y aunque Hermione no le dirigía la palabra a Ron, parecía que su enojo no era tanto con en la mañana.
—No creo que vuelva hablarme —dijo Ron, apesadumbrado.
Harry se acomodó bien sus gafas.
—Dale tiempo, le dolió mucho que te fueras, pero ya verás que dentro de unos todo volverá hacer igual que antes, será como si nunca te hubieras ido —Harry trataba de levantarle los ánimos a su amigo.
Las palabras de Harry no logaron subirle el ánimo a Ron.
—¿Qué pasa? —preguntó Ron al notar a Harry callado por varios minutos.
—Sigo pensando que alguien mando ese patronus para ayudarme.
—Pero, ¿quién podría haberlo mandado? —dijo a su vez Ron.
—No lo sé, pero…
—Y si tal vez lo enviaron por lo contrario…
—¿Qué quieres decir? —inquirió Harry—. Que tal vez ese patronus podría ser de algún mortífago…
—Podría ser.
—No sé de ningún mortífago que pueda hacer un patronus. ¿Qué pensamiento feliz utilizaría? Unas de las misiones de Vol…
—¡No! No menciones su nombre —lo cortó Ron, con cara de pánico.
—Vamos, Ron, no hay porque temer a su nombre. Es ridículo.
—No, no es ridículo, Harry. Pero ahora no puedes pronunciar su nombre porque es tabú.
—¿Es qué?
—Tabú. Es así como nos encontraron en Tottenham Court Road. Su nombre esta embrujado, y los únicos que llaman a Quien-tu-sabes por su nombre son los miembros de la Orden, por eso por poco capturan a Kingsley.
Harry se quedó sorprendido por la información, luego frunció el ceño.
Ron no interrumpió el silencio de su amigo por varios minutos. Pero cuando ya habían pasado más de quince minutos, decidió romper el silencio.
—Quieres contarme como fue eso de casi mueren.
Harry parpadeó, saliendo de sus pensamientos. Miró a su amigo, y antes de contestar, el pelinegro hizo un ademan para salir de la tienda de campaña.
Y cuando ambos ya estuvieron a fuera, Harry procedió a contarle todo lo que había pasado desde que fueron al Valle de Godric.


Harry y Ron entraron a la tienda cuando ya había oscurecido, y lo primero que hicieron fue buscar a Hermione con la mirada, la encontraron con varios libros sobre la mesa.
Ambos chicos sonrieron al verla, ya que era como si estuvieran en la biblioteca de Hogwarts: Hermione rodeada de libros.
Hermione levantó la mirada.
—Ah, ya están aquí —dijo.
Ron sonrió levemente, porque Hermione había dicho «están» y no «estás», lo que quería decir que lo tomaba en cuenta.
Harry y Ron se acercaron hacia donde estaba su amiga, se sentaron en las otras sillas.
—Mira este símbolo, Harry —dijo la castaña, mostrando el libro que había escrito Rita Skeeter sobre Dumbledore, y le señaló la firma de su fallecido director.
Harry miraba la firma con interrogación.
—¿No lo entiendes? —dijo Hermione, un poco exasperada. Su amigo a veces era demasiado, ¿cómo decirlo? Ah, sí, lento. Su amigo era lento—. Este símbolo es igual al que vimos en el Valle de Godric. ¿Lo recuerdas? Es el mismo que tenía el padre de Luna en la boda de Bill —Hermione le volvió a enseñar la firma.
—Sí, es igual —dijo Harry, recordando el extraño símbolo por el cual Viktor Krum quería desafiar a un duelo al padre de Luna.
Ron se inclinó para ver el símbolo.
—Es el mismo —susurró—. ¿Qué significa?
Hermione miró de reojo al pelirrojo.
—Significa que hay una conexión en todo —respondió Hermione, con aires de sabionda—. Ya que este símbolo está en el libro que me heredo el profesor Dumbledore.
—Pero, ¿qué significa? —preguntó Harry.
—No lo sé —admitió Hermione, sorprendiendo de esta manera a sus amigos, ya que no era común que la castaña no supiera algo—. Pero en todo caso el único que podría explicarnos que significa este símbolo es el padre de Luna.
—¿Estás diciendo que debemos ir a verlo?
—Sí, eso es lo que estoy diciendo.
—No quiero que nos pase lo mismo que nos pasó en el Valle de Godric —dijo Harry.
—No pasara nada, Harry —dijo Ron—. Si alguien que te apoya, esos son los Lovegood. Su diario te apoya, mientras que El Profeta te ataca. Creo que Hermione tiene razón, debemos visitar al padre de Luna, tal vez y hasta podríamos encontrar a ella también, y si la encontramos ella podría decirnos algo, saber cómo están las cosas, hasta tu podrías saber sobre tu hermana.
Harry no quería ir, pero ante la mención de su hermana, termino por convencerse.
 —Bien, si ustedes están de acuerdo, yo no voy a oponerme. Mañana a primera hora partiremos hacia la casa de los Lovegood.
Hermione sonrió a sus amigos, casi parecía que ya se le había pasado el enojo.
—Iré hacer la guardia —dijo Harry, y salió de la tienda sin dar opción a que alguien más se ofrezca a hacer la guardia.
Hermione y Ron se quedaron en silencio, hasta que la primera observó al pelirrojo.
—Ron —dijo de manera dura. El aludido la observó—. Me gustaría saber, como exactamente nos encontrarte. Es importante para mí saberlo, porque una vez que lo sepamos, seremos capaces de asegurarnos que nadie más pueda encontrarnos.
Ron saco un pequeño objeto plateado del bolsillo de sus jeans.
—Con esto.
—¿El Desiluminador? —preguntó Hermione, tan sorprendida que olvido usar tono de voz molesto.
—Resulta que esto —Ron movió el Desiluminador—, no solo sirve para encender y apagar las luces.  No tengo idea de cómo funciona, ni porque sucedió esa noche y no en otro momento. Solo sé que yo estaba deseando volver con ustedes desde el primer minuto en que me marche… Pero estaba escuchando la radio muy temprano la noche de Navidad y… escuché… te escuché a ti.
Hermione se sorprendió.
—¿Me escuchaste en la radio?
—No, te oí saliendo de mi bolsillo. Era tu voz —movió nuevamente el Desiluminador—, y salió de esto.
—¿Y que dije exactamente? —preguntó la castaña, con un tono de curiosidad en la voz.
—Mi nombre. «Ron». Y luego dijiste… algo sobre una varita…
El rostro de Hermione se tornó de escarlata. Ella recordaba ese momento: había estado en peligro, con un Harry herido… y cuando ya estaban a salvo en su tienda de campaña, y Harry se había enterado de que su varita se había roto, él le había pedido que la arreglara y ella lo había mencionado en ese momento.
—Así que lo saqué de mi bolsillo —continuó Ron—, no lucia nada diferente, pero aun así lo abrí y lo encendí. La luz de mi habitación se apagó, pero otra luz apareció fuera de la ventana.
—¿Y la seguiste así nada más a esa luz?
Ron asintió.
—Intuía que me llevaría hacia ustedes. Así que simplemente tomé mi mochila y salí al jardín. Y la pequeña luz estaba allí, esperándome y cuando salí al jardín empezó a moverse y yo la seguí hasta el cobertizo y luego… se metió dentro de mí.
—¿Qué? —susurró Hermione.
—Pues entro dentro de mí, en mi cabeza… podía sentirla caliente… y luego simplemente sube que debía hacer. Y ya vez, pude encontrarlos.
Hermione asintió —y por primera vez de lo que llevaban platicando—, no lo regaño.

***

La noche era fría, muy fría. Y la chica dentro de una oscura habitación tirito, se abrazó a sí misma para darse algo de calor. Estaba sentada en el borde de su cama, cuando un sonido la saco de sus pensamientos. Levantó la vista inmediatamente y lo que vio no le gustó nada.
Frunció el ceño.
—¿Qué haces aquí? —preguntó enfadada.
El hombre soltó una risita socarrona.
—¿Qué pasa, mi amor? ¿Estás de mal humor? Y yo que creí que te encontraría tan dispuesta como la última vez.
Nicole se levantó rápidamente de la cama, y enfrento al rubio que estaba a unos cuantos pasos de ella.
—¡Vete! ¡No quiero estés aquí!
—Siempre tan arisca —murmuró el rubio negando con la cabeza—. Pero me agrada que seas así. Nunca me gustaron las cosas fáciles.
—Idiota.
Draco ignoró el insulto y se acercó a su esposa. Nicole no retrocedió ni un paso, ella no le daría el gusto de verla angustiada, temerosa.
—¿Qué acaso no piensas saludar a tu esposo como se debe?
—Por favor, Malfoy. Si no tienes nada que hacer, ve a fastidiar a otros, pero a mí déjame en paz.
Diciendo esto le dio la espalda para ya no verlo, y pensando así que Draco se iría.
Que equivocada estaba.
Él la tomó de un brazo y de un solo movimiento la giró, nuevamente estaban cara a cara.
—No me voy a ir —sentenció con seriedad, borrando así toda burla—. Ya estuve alejado de ti muchos días, y esta noche te quiero conmigo. Necesito de ti, necesito de compañía… de tu calor.
Y luego de eso, la beso. Junto sus labios con los de la pelirroja, con anhelo, con desesperación, con añoranza. Nicole quiso resistirse al beso, pero al sentir nostalgia por parte de Draco, empezó a responderle el beso.
No sabía por que Draco se encontraba así, tan necesitado de su compañía, pero de lo que si estaba segura era de que ella nunca lo había notado de esa manera.
El beso se rompió por falta de aire, pero solo separaron sus bocas, porque sus cuerpos aún seguían muy juntos. Nicole lo observó a los ojos, queriendo encontrar respuestas, pero lo único que pudo notar —en los glaciales ojos grises— fue desesperación.
Abrió la boca para preguntarle que le sucedía, pero no pudo hacerlo porque su rubio esposo se inclinó y le susurro en el oído:
—No diga nada. Solo quiero tu compañía.
Nicole, muy confundida por la actitud de Draco, no hizo más que asentir.
Draco poso una fría mano por la cálida mejilla de la pelirroja, le hizo una leve acaricia, y luego la atrajo nuevamente a él y la beso.