jueves, 24 de septiembre de 2015

¡Amanecí en los brazos de mi peor enemigo! ¡Esto tiene que ser una pesadilla!

POV Nicole
¡Por fin estaba de vacaciones! Y los Weasley nos invitaron a su casa a Harry, Hermione y a mí a pasar las vacaciones, y claro que aceptamos. La verdad la pasamos muy bien todos, los fines de semana jugábamos Quidditch con mi hermano, Ron, los gemelos y Ginny. O a veces nos íbamos de campamente con los chicos, claro, muy cerca de casa. Realmente la pasábamos muy bien, como nunca, y pensar que las vacaciones no duran para siempre, me da pena, porque solo saber que después tanga que regresar al colegio y verle la cara a ese oxigenado me da jaqueca, es tan insoportable como guapo. ¡¡Aahhhh!! Que estoy pensando, creo que pensar en él me aturde y por eso creo que es guapo. Pero como decía me la paso muy bien y lo que más me da risa a parte de las broma de Fred y George, son las pelas entre Hermione y Ron, siempre discutiendo por cosas sin importancia, esos dos van a terminar juntos, pero por supuesto, si se nota a simple vista. Justo estaba pensando en eso cuando de repente escuche unos gritos que provenían de la sala, baje corriendo las escaleras para ver qué era lo que sucedía esta vez, y como lo imaginaba eran Ron y Hermione discutiendo, nuevamente. Fui junto a Harry y Ginny que también habían corrido a la sala para saber que pasaba, nos quedamos parados viendo como esos dos peleaban.
—Ahora hasta en mi casa te llega cartas de Krum —le reclamó Ron a Hermione. Ron estaba tan rojo como su propio cabello, señal de que estaba muy enojado.
—¿Por qué te molesta tanto, eh? Si solo somos amigos, así como soy amiga de Harry, de los gemelos y de las chicas, además, no tiene nada de malo que reciba cartas de Viktor, sino lo veo desde hace mucho, acaso tú no haces lo mismo con Brown cuando estamos de vacaciones —dijo Hermione, también muy enojada.
—Sí, pero por lo menos Lavender tiene más cerebro que Krum, y con ella se puede hablar de muchas cosas en cambio con el idiota de Krum de lo único que sabe hablar es de quidditch, y eso sí que se le entiende lo poco que dice —dijo Ron.
Y ni Harry, ni Ginny y ni yo sabíamos cómo detenerlos, porque cuando se ponían a discutir eran imparables.
—Que Brown tiene más cerebro que Viktor, sí, claro —dijo Hermione, con sarcasmo—, ay, por favor, Ron, no me hagas reír, si de lo único que sabe hablar Brown es de ropa y maquillaje, o de los chismes que escucha ella y Parvati Patil —gritó, ella también estaba roja del coraje, y cada vez parecía más roja que el cabello de los Weasley—. Y tú también hablas de quidditch, Ronald —agregó.
—Pero… —Ron iba a seguir hablando, pero no lo deje continuar porque ya me tenían de los nervios con tanto griterío.
—¡Ya basta los dos!, ya dejen de pelear, tanto pelean y todo para que al final terminen juntos y muy enamorados —grité fuera de control.
Todos me quedaron mirando sorprendidos por lo que nadie se había atrevido a decir, y los más sorprendidos eran Hermione y Ron que estaban blancos por la impresión, todo el sonrojo se les fue de golpe al escuchar lo que dije.
Hermione reacciono y me contesto y con las palabras que jamás creí escuchar de parte de ella.
—Y tú, Nikki, entonces tu destino es quedarte con el hurón desteñido de Malfoy, ya que tú también peleas con él, incluso más que Harry y Ron.
Yo me quede de piedra.
Ginny rió por lo bajo, Ron sonrió y mi hermano estaba serio.
—Hermione, no pensé que odiaras tanto a mi hermana —dijo Harry, Hermione lo miró confusa, a lo que él se apresuró a explicar—, como le deseas tanto mal, de solo pensar a mi hermanita con ese, me da tanta rabia, es algo ilógico que ella se quedara con ese egocéntrico, engreído y narcisista de Malfoy.
Yo solo escuchaba, sin decir una sola palabra. Hasta que después de unos segundos hablé:
—¿Es en serio, Hermione? —le pregunté—, que cruel eres conmigo, nunca lo creí de ti —dije simulando un tono ofendido, y luego reí para sorpresa de todos—, sí, claro, como si eso podría pasar, estás hablando de Malfoy, y dudo que ese idiota encuentre a alguien con quien tener una relación, nadie lo soporta, lo único que hacen sus supuestos amigos es estar con él por interés o por miedo a los Malfoy, entonces, como puede decir que mi destino es estar con él, sino lo soporto, no tiene sentido. En cambio tú y Ron… —dije, pero los dos me quedaron mirando con una cara de enojados—. Sí, ya sé, mejor me calló, además, calladita me veo más bonita, ¿verdad? —dije.
Y así pasamos el resto de las vacaciones, pero al parecer Ron y Hermione ya no discutían tanto para no oír nuevamente lo que les dije, pero dos semanas antes de empezar el nuevo curso, me llego una carta de Francia, y era de nada más y nada menos que de mi mejor amiga, Diane. En la carta me decía, que me invitaba a una fiesta que estaban dando sus padres para celebrar que habían cerrado un negocio muy importante —me alegre por los señores Moreau— La fiesta era el fin de semana, y hoy era miércoles, eso quería decir que necesitaba un hermoso vestido con urgencia, y tenía el tiempo justo para ir de compras, viajar y llegar puntal a la fiesta.

POV Draco
Estaba en mi mansión junto con Blaise y Theo, en eso llego nuestra amiga, Pansy, aunque bueno, yo tuve algo más que una amistad con ella, de vez en cuando teníamos sexo desenfrenado para relajarnos, pero eso ya había quedado en el pasado, porque ella ahora esta enamorad de alguien que todavía no me quiere decir quién es, pero ya lo descubriré. Ahora ella y yo solo somos muy buenos amigos, pero ya encontrare a alguien con quien divertirme, además, quien no querría estar conmigo, si todas se mueren por mí.
Pansy vino a invitarnos a una fiesta en Francia a Blaise, Theo y a mí. La fiesta era de un viejo amigo del padre de Pansy, que no veía hace muchos años, un tal Edouard Moreau. Y Pansy no quería estar sola con tanta gente que no conocía, además de que eran unos viejos todos, y solo algunas chicas, porque Moreau tiene una hija y de seguro que ella también había invitado a sus amigas para no estar sola entre tantos adultos. Al parecer Pansy no se llevaba bien con la hija del amigo de su padre.
Les avise a mis padres de que iba a ir a Francia con Pansy, Blaise y Theo a una fiesta que estaba organizando Edouard Moreau, a mi padre se le hizo conocido el apellido, luego recordó bien y me dijo que era una de las familias más adineradas de todo Francia, y lógico que me dejo ir.

POV Nicole
Ya había comprado un hermoso vestido en el mundo muggle, fui con Hermione y Ginny, esta última estaba muy sorprendida con toda la tecnología muggle, y también que podía pagar todo lo que compraba con tan solo un pedacito de plástico —como Ginny lo llamaba a la tarjeta de crédito que me habían dado mis padres adoptivos— además mis padres me habían abierto una cuenta en el banco, sin límite de fondos, eso quería decir que podía gastar todo lo que quería. Así que me compre un vestido de noche, zapatos y lencería sexy, porque a mí me encantaba que mi ropa interior sea sexy, eso me hacía sentir bien conmigo misma. Y a parte de comprar todo lo que necesitaba también le compre un perfume a Ginny, el perfume olía delicioso, quería regalarle más cosas, pero Ginny estaba avergonzada. A Hermione le regale un par de jeans y unas blusas, no lo quería aceptar, pero la obligue. También compre dos celulares, uno para mí, y el otro para Harry, de esa manera nos comunicaríamos más fácilmente, y también evitaríamos que la pobre de Hedwig volara hasta Francia solo para estar en contacto con él, y eso que solo son un par de días que no voy a estar a su lado, pero ya que Harry es muy sobreprotector conmigo quiere saber cada paso que doy. Luego de comprar, regresamos a la Madriguera, y aquí estoy a punto de salir rumbo a Francia, yo sola, ya que mi adorado hermano no me quiso acompañar, porque me dijo que se iba a sentir que molestaba estando entre Diane y yo, Hermione tampoco podía ir porque me dijo que quería repasar un poco antes de entrar otra vez a Hogwarts, Ron y Ginny tampoco quisieron por el mismo motivo que Harry.
Ahora después de un aburrido viaje, llegue a Francia, y Diane me esperaba para llevarme personalmente a su casa, ya me había olvidado de lo hermosa que era su mansión, entramos a la sala y ahí se encontraban sus padres, el señor y la señora Moreau, los salude y luego Diane me llevo a la que sería mi habitación por unos días. La habitación era hermosa.
Ggacias pog venig, Nikki, hace más de un año que no te veía, te extgañe tanto —me dijo Diane, y me abrazo.
—Yo también te extrañe, Diane, eres mi mejor amiga —le dije, respondiéndole al abrazo.
Pog lo que me contaste en tus cagtas, me imagino que estas muy feliz de estag con tu hegmano, ¿vegdad? ¿Cómo te va en Hogwagts? ¿Tienes muchos amigos? ¿Algún novio o pgetendiente? —me preguntó muy emocionada.
—Sí, estoy muy feliz por haber conocido por fin a mi hermano, lo quiero mucho, y también tengo muchos amigos, entre ellos esta Hermione y Ron, ellos siempre pelean, pero en el fondo se aman, yo lo sé. Ginny, que es nuestra edad, es muy linda, es igual de pelirroja que yo, y por último esta Luna Lovegood, ella es muy amable con todos, aunque es algo rara, me cae muy bien, ella pertenece a la casa de Ravenclaw, parece muy distraída, pero es todo lo contrario, ella ve cosas que todos los demás no. Pero no todo es bueno, también tengo enemigos, los Slytherin, sobre todo Draco Malfoy, es tan insoportable e irritante, arrogante y egocéntrico, lo odio, pero también es tan malditamente gua… —¡Ay!, pero que iba a decir—. Y sobre si tengo novio o algún pretendiente, la respuesta es no.
—¿Qué ega lo que ibas a decir sobge ese chico? ¿Cómo ega su apellido? —lo pensó por unos segundos—. Ah, sí, Malfoy, ibas a decir que ega… ¿guapo? —dijo Diane, descubriéndome.
—¡Peor por supuesto que no! —me puse nerviosa—, como voy a decir que es guapo, si lo odio —dije.
—Yo cgeí que… —empezó a decir Diane.
—Lo odio, y punto final, no quiero hablar de él que me pongo de mal humor —dije queriendo salir del paso.
Ojala y Diane ya no insista con el tema de Malfoy, pensaba.
—Bueno, está bien, lo que tú digas amiga —dijo Diane, pero en un tono de voz que me decía, “sí, claro, voy hacer como que te creo”.
Al otro día ya casi me terminaba de alistar, solo faltaba que me ponga un poco de brillo labial y ya estaba lista, me di una última mirada en el espejo, y me di cuenta de que me veía muy bien —Sí, debo reconocer que soy muy vanidosa, pero que chica no lo es— Diane entró a mi habitación y me observó.
—Nikki, estás pgeciosa —me alagó.
Sonreí.
—Tú también estás muy bella, Diane —le dije, y las dos sonreímos.
Bajamos al salón y la fiesta ya había empezado, pude darme cuenta de que ya habían llegados muchos invitados. La mayoría señores y damos muy finas y educadas.
—Ay, Nikki, si tú no estuviegas aquí me estagía mugiendo de abuggimiento —me dijo Diane en el oído.
Reí entre dientes.
—Diane, la fiesta no esta tan… tan… tan aburrida —dije y las dos reímos por lo bajo.
—Vamos a tomag algo, pog ejemplo un poco de champagne —dijo mi rubia amiga.
Asentí.
—Vamos —le dije, y fuimos hasta la mesa bar, y sin que nadie se diera cuenta nos tomamos las copas de champagne—, no creo que se nos suba por tomar un par de copas, ¿verdad? —le pregunté.
—Claro que no, Nikki —me dijo mi amiga.
Ya le había dado el último sorbo a mi copa, cuando de repente vi a alguien desagradable con sus estúpidos amigos, que no creí ver hasta volver a Hogwarts, simplemente no lo podía creer, ¿qué hacían esas serpientes aquí, en Francia? Y yo, porque tenía tan mala suerte.
—¡Demonios! —dije entre dientes, y Diane me quedo mirando—. ¿Qué hacen ellos aquí? ¿Tú padre los invito?
Diane volteó a ver hacia la dirección que yo veía.
—Es Pansy Pagkinson y sus padges, es que mi padge es amigo del suyo desde hace muchos años, pego ella no me cae bien, y al pageceg viene con tges chicos guapos —dijo mi amiga, mirando a las serpientes.
—Los Parkinson son amigos de tus padres, ¡Oh, lo lamento tanto! —le dije con pena—, y dices que esos tres son guapos, ¡ja!, te estas quedando ciega, amiga. Esos son unas asquerosas serpientes, ellos nos hacen la vida imposible a mi hermano, sus amigos y a mí, y el rubio oxigenado ese, es Draco Malfoy, ese estúpido es el peor de todos, siempre nos molesta —dije con cólera.
—¿Él es Dgaco Malfoy? —me preguntó Diane, mirando con cierta admiración al oxigenado—, pues sí que es muy guapo y sexy —dijo, yo la quede mirando con enojo.
—Sí, guapo —repetí—, pero tiene el alma podrida al igual que sus amigos.
Estaba tan concentrada hablando con Diane, que no me di cuenta cuando Malfoy y sus amiguitos se acercaron a nosotras.
—Vaya, vaya, nunca pensé encontrarte aquí, Potter —dijo Malfoy, con su clásica forma de arrastrar las palabras al hablar—. ¿Qué haces aquí? Pensé que el cara rajada de tu hermano te tenía tan bien encerrada que ni siquiera podías ir al baño tú sola —dijo burlándose de mí, y la estúpida de Parkinson, Zabini y Nott se rieron delo que había dicho Malfoy.
—Cállate, rubio de farmacia —le dije enojada, él me miró igual de enojado que yo—. Yo estoy aquí porque soy la mejor amiga de Diane Moreau, la hija del dueño de esta mansión, y la única que debería de preguntar, ¿qué hacen aquí? Soy yo.
Él me miró de pies a cabeza y sonrió con suficiencia.
—Mira, niñita tonta, yo estoy aquí porque se me da la gana, ¿entiendes? —me dijo.
—Además, ellos están aquí porque yo les dije que me acompañaran —dijo la estúpida de Pansy—. Ah, hola, Diane —dijo hipócritamente—, te presento a Draco Malfoy, Blaise Zabini y Theodore Nott, son amigos míos, espero que no te moleste que los haya invitado a venir también.
—Hola, Pansy —dijo Diane—, mucho gusto en conoceglos, chicos. Soy Diane Moreau, y están en su casa, sean bienvenidos.
—Mucho gusto —dijeron los tres a la vez—. Tú pareces ser una chica educada, no entiendo cómo es que eres amiga de Potter —agregó Malfoy.
—Somos muy amigas, desde hace años, y ella es muy educada con quien se lo megece, no sé qué pgoblema tengan, pego no me gustagía escuchag que le faltan el gespeto a Nikki, aquí, en mi casa, se los pido pog favog —dijo mi amiga, yo solo sonreí de lado mirándolos a los cuatro, ellos hicieron un gesto de desagrado.
—Claro —dijeron los cuatro—, con permiso —dijeron y se fueron juntos con los padres de Parkinson.
Cgeo que Dgaco te puso de mal humog —me dijo Diane.
—Por supuesto, Diane, si es un idiota, ¿acaso no te diste cuenta?, es desagradable su presencia —dije.
Diane y yo seguimos tomando champagne a escondidas de sus padres, Diane dejo de tomar antes de que se emborrachara, pero yo seguía tomando, deje de beber champagne, para pasar a probar el whisky de fuego —era muy fuerte— pero igual seguí tomándolo, ya que a cada sorbo que daba, se me hacía delicioso. Diane me decía que ya no tomara, pero yo no le hacía caso, porque todavía estaba con mucho rabia de ver al estúpido de Malfoy rondando por ahí, estaba realmente muy enojada y también en muy bebida; creo que se me había subido todo lo que había tomado.
Me sentía sofocada, así que salí un momento al jardín para tomar un poco de aire fresco. A medio camino me encontré con Diane, y se ofreció a acompañarme, pero le dije que no era necesario, ya que solo estaría en el jardín unos minutos, mi amiga asintió y yo continúe con mi camino hacia el jardín.
Cuando estaba en el jardín pensé en toda la discusión que tuve con Malfoy, lo detestaba, se creía el mejor, se creía que el ombligo del mundo, y que todos tenían que estar pendiente de él. Empecé a caminar por el jardín, pero me detuve cuando me mareé un poco, y como si el mareo que me dio no fuera suficiente, escuché en mi oídio la voz más desagradable del mundo.
Porque a mí, pensé.
—¿Por qué estás tan sola? ¿Acaso Diane ya se dio cuenta que su amistad contigo la desprestigia? —susurró en mi oído, el estúpido de Malfoy.
—Cállate, oxigenado. Yo estoy sola porque quiero —le contesté, pero cuando quise alejarme de él me tambaleé y casi caigo al suelo; pero Malfoy paso sus brazos por mi cintura impidiendo que caiga.
—Veo que la pequeña Potter está muy borracha, nadie te dijo nunca que las niñas no debían beber. ¿Qué pensaría tu adorado hermano si te viera en este estado? ¿O cuándo se entere de que estás borracha? —volvió a susurrarme en el oído, y estaba segura de que estaba sonriendo de medio lado como era su costumbre.
Maldito desgraciado, ya me las cobrare, pensé.
—No estoy borracha, además, si lo estuviera a ti que te importa, Malfoy —le dije y como pude quite sus brazos de mi cintura—. Y no me vuelvas a tocas —le advertí, y lo empujé.
—Yo no te quería tocar, Potter, pero sino lo hacía ibas a caer, y en vez de agradecérmelo, te enojas.
—Entonces, gracias, ¿contento? —le dije.
Se rió. Pero algo en esa risa me agrado.
Creo que me estoy volviendo loca, me dije en mi fuero interno.
—Sí, bueno… —dijo, pero no lo deje terminar lo que me iba a decir.
—Mejor me voy a dormir, antes de seguir perdiendo mi tiempo hablando contigo —o empezar a ver cosas lindas en ti— adiós, Malfoy —me despedí, pero cuando di un paso, otro mareo me hizo tropezar y caí encima de él. Ambos nos quedamos mirándonos a los ojos por no sé cuánto tiempo, y tampoco decíamos nada, solo nos quedamos así, en esa misma posición.
Me sonrojé al darme cuenta de que su mirada era más insistente.
—Tienes unos lindos ojos, son lindos cuando tu mirada es cálida como ahora, pero cuando tu mirada es fría me da miedo —no sé porque le dije todo eso, soy una estúpida.
Miré hacia el costado esperando que soltara sus más ácidos comentarios, pero pasaron los segundos y Malfoy no decía nada, así que reuniendo toda la valentía que me era posible volví a mirarlo a los ojos. Pero note la sorpresa en su rostro, no había rastro de burla, solo sorpresa.
—Pequeña Potter, en serio si estás muy borracha, ya que tú en tus cinco sentido nunca me hubieras dicho todo eso —habló lentamente, y sin dejar de mirarme a los ojos.
Sus orbes grises me estaban enloqueciendo.
—¿Pequeña Potter? —repetí—. No soy tan pequeña, dentro de seis meses cumpliré 16 —le dije.
Él no me respondió, solo se dedicó a mirarme. Y yo solo esperaba que dejara de mirarme, porque si seguía mirando de esa manera no respondería de mis actos.
—Puedes pararte, por favor —me pidió. Yo me paré con mucho cuidado de no tropezar otra vez, luego él se levantó y se sacudió la ropa.
Empecé a caminar lentamente hacia la casa para ir a dormir un poco, pero Malfoy me alcanzo y me puso una mano en mi hombro.
—Déjame ayudarte a ir hasta tu habitación, porque si sigues caminado así todos se darán cuenta de que estás tomada —me dijo, con cierta amabilidad, yo asentí.
Malfoy me ayudo a subir las escaleras y llegar hasta mi habitación sin que nadie se dé cuenta —y debo reconocer que me gustaba este Malfoy amable— Ya en mi habitación yo cerré la puerta poniendo el seguro, pero con Malfoy a dentro.
Él me miró.
—¿Por qué le has puesto el seguro a la puerta? —me preguntó, yo no le contesté. Tenía algo en mente y quería hacerlo ahora que todavía me sentía lo suficientemente valiente. Me acerque a él, y pase mis brazos por su cuello, abrazándolo. Malfoy quedo sorprendido por mi impulso.
—¿Qué perfume usas? —me preguntó segundos después, y yo sonreí—, porque hueles realmente bien —agregó, y yo volvía a sonreír, y me mordí mi labio superior.
Él se me quedo mirando fijamente.
—¿Qué no piensas besarme? —le pregunté.
—Potter, Potter, pequeña Potter —susurró—, nunca pensé escucharte pedirme que te besara —sonrió de lado y con mucho cuidado quito mis brazos de su cuello, y retrocedió un paso.
No quería que me rechazara, no ahora que todo mi ser me pedía a gritos que ese rubio frente a mí me besara.
—No quieres besarme porque soy una Potter y porque soy hermana de Harry, ¿verdad? —le pregunté, volviendo a acercarme a él. Malfoy me miró y sonrió de lado, y yo no pude evitarlo más, lo bese, sí, lo bese, yo una Potter se atrevió a besar a un Malfoy, estaba besando a un Malfoy, en ese momento no me importo nada, solo hice lo que sentía.
Y sorprendentemente, él también correspondió a mi beso, me beso con pasión, pero minutos después me alejo de él.
—Espera un momento, pequeña Potter, no hagas eso, no me provoques —me previno—, mira que yo no me voy a poder contener.
—Entonces, no lo hagas —le dije—, y ya te dije que no soy tan pequeña, y te lo voy a demostrar —y mirándolo a los ojos, baje la cremallera de mi vestido, este se resbalo de mi cuerpo para luego caer al suelo, y quede solo en ropa interior ante Malfoy. Él miró para otra lado, y yo me acerque a él provocándolo, tome su cara e hice que girara a mírame—. Draco, hazme el amor —le dije, y no sé de donde saque valor para pedirle tal cosa.
Una Nicole sin haber bebido nunca hubiera sido capaz de decir esas cuatro palabras. Pero esta Nicole no le importaba el qué dirán, ni los apellidos, ni los odios, no le importaba nada.
—¿Qué? —dijo él—, no definitivamente no sabes lo que dices. No estás en tus cinco sentidos, Potter, estás ebria, luego te arrepentirás de lo que llegue a pasar entre nosotros.
—No lo creo —le aseguré—. Quiero perder la virginidad contigo, Draco… o es que me tienes miedo —lo reté.
—No es que te tenga miedo, es solo que estás ebria ya te lo dije, y ante todo soy un caballero y no me quiero aprovechar de ti estando en este estado. Así que mejor me voy, te dejare dormir.
Yo negué con la cabeza, no quería que se alejara de mí.
—Por favor, quédate, Draco —le supliqué.
Él me miró indeciso. Pero luego se acercó a mí.
—Tú lo quisiste así —me dijo mirándome a los ojos, puso sus manos en mi cintura y me atrajo hacia él, y me beso con mucha pasión, yo le respondí el beso, nos seguimos besando con locura y desesperación.
Él empezó a acariciarme el cuerpo, yo le quite el saco y desanude el nudo de su corbata, luego la saque tirándola al suelo, él empezó a besar mi cuello, pero luego me tomo en brazos y me llevo hasta la cama, me acostó delicadamente en la cama y él se colocó entre mis piernas, mientras no seguíamos besando él acariciaba mis piernas, empecé a desabotonar su camina de seda y cuando termine de desabotonar se la saque, toque su pecho pálido con mis manos algo temblorosas, Draco era hermoso, parecía un Dios griego; lentamente empecé a acariciarlo y note que él con cada caricia que le hacía se excitaba más, ya que una parte de su anatomía —bastante crecida— me lo hacía saber. Él también me acariciaba el cuerpo y con un ágil movimiento quede encima de él, y él aprovecho para acariciar mi espalda, sus manos maestras desabrocharon mi sujetador y lo deslizo por mis brazos y luego lo lanzo al suelo, segundos después su mirada se posó en mi cuerpo semidesnudo, yo me empecé a sonrojar al sentir su mirada penetrante, parecía que me traspasaría el alma, pero luego él volvió a besarme, mientras sus manos acariciaban mis piernas, mis brazos y por último empezó a acariciar mis senos, los masajeaba suavemente, un gemido de placer se escapó de mis labios al sentir sus caricias, nunca nadie me había tocado de esa forma, y mientras más me acariciaba yo soltaba más gemidos, él sonrió en mis labios. De pronto nuevamente yo estaba sobre la cama y él entre mis piernas, me volvió a besar con pasión, y luego su boca fue bajando por mi cuello, mis hombros, así fue dejando un camino de besos hasta llegar a mis pechos, lo lamió, lo mordió y succionaba mi pezón, yo solo me aferraba a las sabanas de la cama con fuerza, esto era el cielo, luego Draco repitió el mismo procedimiento con mi otro seno, para ese entonces yo no para de gemir de placer, me estaba volviendo loca, me estaba matando… de pronto él detuvo sus caricias y yo lo miré con confusión, temía haber hecho algo mal, pero no era nada eso, él se había detenido para despojarse de su pantalón y de su boxer, me sonroje al ver su virilidad, pero luego temí que me hiciera daño, ya que era grande, demasiado grande para mí; Draco no me dio tiempo de seguir pensando porque volvió a colocarse entre mis piernas, busco mis labios y me beso, paso sus brazos por detrás de mis espalda y me pegó a él, yo podía sentir la punta de su virilidad rozar mi entrepierna, eso me excitó.
Él dejo de besarme y me miró a los ojos.
—¿Estás segura? —me preguntó en un susurró. Su voz estaba ronca y profunda. Me hizo estremecer, y como toda respuesta lo bese.
Luego de eso él deslizo mi braga, los dos estábamos completamente desnudos, me beso y acarició mis piernas haciéndome flexionar mis piernas, después de eso lo sentí entrar en mí, al comienzo no sentí dolor, pero luego el dolor que sentí era profundo, casi insoportable, él había entrado completamente en mí y me penetraba una y otra vez, sin ningún tacto, parecía muy excitado, yo en cambio sentí dolor, pero luego el dolor fue amenorando y también empecé a sentir oleadas de placer, un placer que nunca había sentido antes en toda mi vida. Estábamos muy excitados, descontrolados diría yo, y luego de pasar no sé cuánto tiempo haciéndolo quedamos agotados, él salió de mí, y después de lo único que me acuerdo es que me abrace a él y cerré mis ojos y me quedé profundamente dormida.

Cuando desperté a la mañana siguiente no me acordaba de nada y estaba muy confundida, y lo peor de todo era que tenía un terrible dolor de cabeza. Parpadeé y me di cuenta que estaba en la habitación donde siempre solía dormir cuando iba a casa de mi amiga, pero había algo que no encajaba, no sabía qué, pero era algo raro. Recordé que estaba en la fiesta, y que había bebido, intenté levantarme, pero me di cuenta que un brazo —que no era el mío— me lo impedía, y eso no era todo también me di cuenta de que estaba completamente desnuda; lentamente giré para ver quién era la persona que me abrazaba, me lleve una tremenda sorpresa… no lo podía creer era… ¡Malfoy! ¡Draco Malfoy!
—No… no puede ser, con él no —susurré—. ¿Qué hice? —desperté a Malfoy moviéndolo bruscamente—, ¿qué me hiciste, maldito degenerado? —le grité.
—¿Qué te pasa? —me dijo medio dormido.
—¿Qué me hiciste? —le grité.
Malfoy parpadeó confundido. Yo le di un almohadazo.
—¿Acaso estás loca? De esa manera no se despierta al hombre al cual le decías cosas lindas al oído anoche —me reclamó.
—¿Qué haces en mi habitación? —pregunté, con desesperación.
—¿Cómo que, qué hago en tu habitación? Tú me pediste que me quedara contigo, ¿acaso no te acuerdas?
—Eso no es cierto —le grité—, yo nunca te pediría que te quedaras en mi habitación.
—Pues si lo hiciste —afirmó él.
—Y tú muy obediente, ¿verdad? ¡Te odio! —le grité.
—Anoche no decías eso —me dijo serio.
—Anoche no estaba bien, estaba borracha y tú te aprovechaste de mí, eres un cerdo —le dije con odio.
Las lágrimas empezaron a resbalarse por mis mejillas. Él al notar mis lágrimas se puso más serio.
—Yo no me aproveche de ti, yo no quise, pero tú me provocaste, te quitaste el vestido enfrente de mí.
No podía creer que yo hiciera eso.
—¿Yo hice eso que tú dices? —le pregunté.
—Sí —afirmó—, te juro que yo no quería, pero tú me dijiste que no eras una pequeña y que me lo ibas a demostrar —yo solo negaba con la cabeza a cada palabra que decía Malfoy, en serio no lo podía creer, yo no soy así, de seguro me está mintiendo—, hasta dijiste que querías perder la virginidad conmigo, ¿de eso tampoco te acuerdas? —me preguntó.
—¡No es cierto! ¡Eres un mentiroso! —grité—. Dime por favor que no paso lo que creo que paso —le supliqué, aun sabiendo que si había pasado.
—Anoche paso de todo —me dijo como si no le importara.
Empecé a llorar más.
—Mi hermano te matará cuando se enteré lo que me hiciste —lo amenacé, y me cubrí más con las sabanas.
—Sí, anda, cuéntale a tu hermano el cara rajada, pero también cuéntale que te desnudaste frente a mí, ¿a ver que te hace a ti? —siseó y sonrió con malicia.
—Lo que paso anoche fue un error, y no volverá a repetirse, ¿entiendes? —le advertí.
—Sí, claro, todas dicen lo mismo y después me siguen a todas partes para que les dé un poco de mi atención —me contestó con tono arrogante—. Pero anda, ve y dile a Potter que anoche perdiste la virginidad conmigo, que fuiste tú la que me estuvo provocando, de seguro se va a sentir muy decepcionado de ti.
Es un maldito.
—No le diré nada. Creo que no nos conviene a ninguno de los dos —dije—. Olvidaré todo lo que paso anoche, como si nunca hubiera sucedido, además, no creo que haya tenido graves consecuencias. Tú tampoco dirás nada, ¿verdad? —me deteste más en ese momento, porque casi le suplique a Malfoy.
—Como quieras —dijo y luego se paró de la cama, y ¡oh, Dios! Estaba completamente desnudo, pero a él parecía no importarle, yo me sonrojé.
—Tapate, Malfoy. Estás desnudo —le grité, mirando hacia otra dirección.
Escuché su risa.
—¿Para qué? ¿Acaso te pongo nerviosa? —volvió a reír—, además, ya me viste desnudo anoche, y no te incomodaba.
—Solo ponte algo encima. ¡Ya! —grité, y lo amenacé con una almohada, él volvió a reír y se acercó a mí.
—No te me acerques y mucho menos me toques —le dije.
—Anoche decías todo lo contrario —dijo con cinismo—. ¿Acaso me vas a negar que no lo disfrutaste tanto como yo? —me preguntó, y yo me sonrojé mucho más.
—Por supuesto que no, estaba borracha.
—Pues si quieres lo podemos repetir ahora que estas sobria —me propuso.
Y justo cuando le iba a contestar, mi nuevo celular sonó. Malfoy se quedó mirando fijamente hacia la mesita de noche, yo cogí me celular, y vi que en la pantallita decía “Harry”.
¿Por qué ahora, Harry?, pensé.
—¿Qué es esa cosa? —me preguntó Malfoy.
—Es un celular —contesté muy nerviosa.
—¿Un qué? —volvió a preguntar.
Lo ignoré y presioné el botón para contestar.
—Hola, Harry —dije lo más normal que pude.
—¿Cómo estás, Nikki? ¿Te divertiste en la fiesta? —me preguntó, parecía feliz.
Sí, claro, hermanito, me divertí mucho, y hasta terminé pasando la noche con Malfoy, pensé.
—Estoy bien, Harry, y sí, me divertí en la fiesta —le contesté con remordimientos.
—Qué bueno, hermanita, todos te mandan saludos y dicen que te extrañan, igual que yo, ¿cuándo regresas? —me preguntó.
—Yo también los extraño mucho, Harry, y bueno, regreso en un par de días —le respondí.
—Bien, tengo que colgar, Nikki, parece que Ron y Hermione están discutiendo otra vez, voy a ver qué sucede. Adiós, Nikki, y cuídate —dijo.
—Adiós, Harry, nos vemos en un par de días —dije y luego colgué.
Cuando volteé a mirar a Malfoy, este ya estaba vestido, pero seguía mirando atento el celular.
—¿Acaso eso es un objeto muggle? —me preguntó, con despreció.
—Sí —le contesté—, es mucho más útil que las lechuzas.
Él negó con la cabeza.
—Adiós, Potter —se despidió.
—Adiós, y hasta nunca, Malfoy —le dije. Él me quedo mirando por unos segundos más, y luego salió de la habitación con mucho sigilo.
Dejándome sola, sola con mis pesadillas y remordimientos.
—¡Te odio, Malfoy! ¡Te odio! —susurré, volviendo a llorar.




miércoles, 23 de septiembre de 2015

El Comienzo de todo y conociendo a mi hermano


POV Nicole
Hagrid me contó que…
Todo comenzó hace casi 16 años… la noche en que Lord Voldemort mato a mis padres…
Y bueno, antes de esa “maravillosa noche que pase con Malfoy”. Mi nombre es Nicole Lily Potter Evans, y soy hija de Lily Potter —de soltera Evans— y de James Potter, nadie sabía de mi existencia, ni siquiera mi hermano. Yo soy la última de los Potter, y cuando mi hermano tenía un poco más de un año, yo apenas tenía unos días de nacida; nadie sabía de mi existencia, bueno, en realidad solo lo sabía Sirius Black —el padrino de mi hermano— y Remus Lupin, por supuesto este último es mi padrino, pero aun nadie lo sabe.
La noche del 31 de octubre, Voldemort entró a nuestra casa y primero asesino a papá cuando quiso salvarnos, luego subió hasta la habitación de mi hermano donde también se encontraba mi madre, yo estaba profundamente dormida en la habitación de mis padres, mamá puso una cuna ahí para que yo durmiera. Y cuando Voldemort subió a la habitación de mi hermano, intento matarlo, pero mi madre se interpuso salvando a Harry, cayendo muerta, el Avada Kedavra que le lanzó Voldemort tratando de matar a Harry rebotó en él, matando o al menos eso creía la gente. El único daño que le causo a mi hermano fue dejarle una cicatriz en forma de rayo en la frente.
Luego de eso Dumbledore envió a Hagrid al Valle de Godric para que fuera por mi hermano y salvarlo. En el momento en que Hagrid se disponía a irse de la casa escucho el llanto de un bebé, él se dirigió a donde se escuchaba el llanto y llego hasta la habitación de mis padres y ahí encontró mi cuna que tenía mi nombre grabado “Nicole Potter”, se sorprendió mucho porque nadie sabía que los Potter tenían otro hijo, aparte de Harry. Hagrid me cogió en brazos y también me llevo con él.
Cuando llego al sitio indicado, el profesor Dumbledore y la profesora McGonagall lo esperaban, Hagrid aterrizo la moto.
—Profesor Dumbledore, profesora McGonagall —saludó.
—¿Todo bien, Hagrid? —preguntó Dumbledore.
—Sí, profesor, se quedaron dormidos los dos —contestó Hagrid.
—¿Se quedaron dormidos los dos? ¿Quiénes dos? —preguntó muy confusa la profesora McGonagall.
—Sí, profesora, mírelo usted misma —los dos profesores se acercaron y vieron al pequeño Harry dormido junto a su hermana recién nacida.
—¿Quién es esa bebé? —preguntó Dumbledore.
—Es Nicole Potter, la hermana del pequeño Harry —contestó el guardabosques.
—Eso es imposible, nunca nos enteramos de que Lily haya tenido otro bebé —dijo McGonagall.
—Pero es cierto, profesora, la encontré en la habitación de sus padres y en la cuna estaba grado su nombre “Nicole Potter” —contestó Hagrid.
—Bueno, está bien, Hagrid —dijo Dumbledore y tomó a Harry en brazos, McGonagall cargo a Nicole.
Y antes de que dejara a Harry en la casa de los Dursley, McGonagall dijo:
—Albus está seguro de dejar a Harry con estos muggles, los he estado observando durante todo el día, y son de lo peor.
—Esa es su única familia, y sé que aquí él estará a salvo —Hagrid se quedó mirando atentamente a Harry—, no es un adiós, Hagrid, es solo un hasta luego —dijo Dumbledore, observó a la niña y dijo—: Voldemort no se debe de enterar de su existencia.
—Pero quién-usted-sabe está muerto, profesor —dijo Hagrid, sorprendido.
Dumbledore no contestó.
—¿Entonces que vamos hacer con ella? —preguntó Minerva.
—Ya sé dónde la dejaremos —respondió Dumbledore.
Y luego de que Dumbledore dejara a mi hermano con nuestros tíos muggles, esa misma noche él me dejo con unos muggles amigos suyos que si sabían de la magia. Y por eso yo crecí creyendo que los Jones eran mis verdaderos padres, ellos me querían demasiado y yo a ellos; me cumplían hasta el más mínimo capricho, nunca me negaban nada, es que ellos eran millonarios y por eso no se hacían problemas con darme todo lo que quería.
Cuando cumplí los 11 años, recibí una carta del colegio Beauxbatons para estudiar magia, yo me sorprendí mucho y me repetía: «¿Yo, estudiar magia?». Esto debe ser una broma, la magia no existe, es ilógico, pensaba. Y entonces se lo conté a mis padres y ahí fue cuando ellos me contaron toda la verdad, que no eran mis verdaderos padres y que no me apellidaba Jones sino Potter Evans, y que además, tenía un hermano mayor llamado Harry James Potter Evans, que él iba al colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, y también que él era el único que podía derrotar al innombrable —yo no sabía quién era ese tal “innombrable”, pero luego mis padres me contaron todo lo que sabían de ese mago tenebroso—. Por mi parte yo no podía asistir a Hogwarts porque aún no era tiempo, así que debía asistir al colegio de señoritas de Beauxbatons, pero no podía usar mi verdadero apellido porque podría ser peligroso, ya que nadie sabía a ciencia cierta que el innombrable estaba o no muerto de verdad, así que para mí protección y la de mi hermano tenía que seguir usando el apellido de mis padres adoptivos.
Yo acepte ir al colegio Beauxbatons con el nombre de Nicole Lily Jones, haciéndome pasar por hija de muggles. Y así transcurrieron los años, y ahora estaba cursando mi cuarto curso. Tengo muy buenas calificaciones, y también tengo muy buenas amigas, pero mi mejor amiga es Diane Moreau, ella es muy divertida —para nada una princesita francesa como yo creí que era— la pasamos muy bien juntas y además, ella es la única que sabe mi secreto.
Pero a solo un día para salir de vacaciones, los seguidores de Voldemort —el innombrable— llamados mortífagos, invadieron y mataron a muchos de mis compañeras y maestras, era el caos total, lo bueno era que mi amiga Diane se había ido esa tarde de la escuela con sus padres, puesto que saldrían de viaje urgente. Yo estaba escondida en un aula casi destruida, sí, debía reconocer que tenía mucho miedo, además, las probabilidades de que yo, una chica de 14 años derrotara a uno de esos mortífagos eran nulas. Y lo peor llego, uno de esos mortífagos logro encontrarme, era una mujer con cara de loca, llamada Bellatrix, pero ella no venía sola, ella estaba acompañada de dos idiotas.
Bellatrix me observó de pies a cabeza, y rió como demente.
—¿Cómo te llamas, pelirroja? —me preguntó.
—Para que preguntarle su nombre si igual la vas a matar —dijo uno de los idiotas.
—¡Cállate! —bramó la pelinegra—. Así será más divertido —agregó.
—¿Cuál es tu nombre? —volvió a pregúntame.
—Nicole Jones —respondí, pero no revele mi verdadero apellido.
—¿Jones? —dijo la tal Bellatrix—, no es un apellido de ninguna de las familias de magos sangre pura, eso quiere decir que eres una asquerosa sangre sucia —escupió.
—Sí —respondí, con una valentía que no sabía que pudiera tener.
Me miró con asco, y le ordeno a uno de los imbéciles que me castigaran por ser una impura, pero el idiota número 1 se acercó a mí, con una sonrisa lasciva para luego lanzarme un crucio, yo grite de dolor a la vez que caía al suelo, se me salían las lágrimas, hasta que después de no sé cuánto tiempo paso, el mortífago paro. Yo estaba agotada, y mi cuerpo me dolía.
Como pude me levante del suelo. Sabía que ese sería mí —o al menos eso creí— Y con las pocas fuerzas que me quedaban dije:
—Eres una maldita estúpida arrastrada, te vas a arrepentir de seguir a Voldemort —no sé porque dije eso, tal vez fue que estaba muy enojada.
—Ninguna sangre sucia como tú me habla de esa forma y sale con vida, ¡CRUCIO! —gritó y volví a caer al suelo, retorciéndome de dolor. Ella y los otros dos se reían de mí, y justo cuando empezó a decir—: AVADA KEDA… —llegaron unos aurores, los cuales me rescataron y al instante los mortífagos desaparecieron y no pudieron ser capturaron.
En ese instante yo ya no pude más y caí desmayada.
Cuando desperté no sabía dónde me encontraba… escuché pasos y un medimago entró a la habitación completamente blanca donde estaba, con el medimago venían dos aurores, los cuales empezaron a interrogarme.
—¿Dónde estoy? —pregunté, sintiendo una punzada en la cabeza.
—En San Mungo —me dijo uno de los aurores.
—Me duele la cabeza —me quejé.
—Es lógico —dijo el medimago—, luego le diré a una enfermera que te dé una poción para el dolor.
—Señorita, necesito que me cuente todo lo que recuerda del ataque —dijo el otro auror.
—Ah… lo único que… recuerdo… es que… Bellatrix me torturaba… y luego perdí el conocimiento —respondí, tratando de recordar al más, pero era como si mi mente estuviera en blanco.
—No se preocupe, ya iras recordando poco a poco, pero al menos se acuerda de su nombre, ¿verdad? —me preguntó el auror.
—Sí. Me llamo… Nicole Potter —apenas termine de hablar, todos se me quedaron mirando como si estuviera loca, no dijeron nada más y salieron de la habitación.
Luego de una semana ya me sentía mejor, y ya recordaba todo lo que había pasado en Beauxbatons, pero estaba un poco desesperada porque no me daban de alta, ya quería estar en casa con los Jones. ¿Cómo estarían ellos? ¿Estarían bien? Espero que sí. Estaba con esos pensamientos en mi cabeza cuando el mismo auror que me estuvo interrogando hace una semana, entró a mi habitación, pero lo que me llamo la atención fue ver que no estaba solo. Él venía con un chico de cabellos azabaches y alborotados, de gafas redondas y pude vislumbrar por debajo de su flequillo que tenía una cicatriz en forma de rayo. Ese chico se me quedo mirando con sorpresa, y con lo que pude percibir, ternura. Y hasta parecía que quería llorar, ya que sus ojos verdes estaban demasiado brillantes.
—Otra vez tú aquí —le dije al auror, y luego me quede mirando al chico extraño—. ¿Quién es él? —pregunté. El chico seguía mirándome y ya me estaba incomodando un poco.
El pelinegro se acercó unos pasos.
—¿Cómo… cómo te llamas? —me preguntó.
—Nicole Potter Evans —le contesté—. ¿Y tú quién eres? —pregunté otra vez.
—Yo soy… —se quedó unos segundo callado, y respiró profundo para continuar hablando—, soy Harry James Potter Evans —me quede muy sorprendida, no lo podía creer, ese chico que estaba frente a mí, era mi hermano, el niño que vivió, el elegido, y el único que puede derrotar a Voldemort. Pero no lo reconocí porque nunca en mi vida lo había visto, y ni siquiera tenía una foto de él, pero era él, mi hermano, mi única verdadera familia.
—Entonces tú eres… —no pude seguir hablando, las lágrimas me lo impedían.
—Sí… sí, yo soy tu hermano mayor —y corrió a abrazarme, y obvio que yo también lo abrace muy fuerte.
Un medimago entró con mi alta en la mano.
—Señorita Potter —dijo, llamando mi atención. Harry y yo desasimos el abrazo—. Ya puede ir a casa, al parecer ya está perfectamente bien.
—¿En serio? Gracias, por fin, ya no aguantaba estar encerrada en esta habitación —dije. El medimago salió con una sonrisa en los labios.
Luego de que el medimago saliera de mi habitación, Harry quería que me fuera con él a la Madriguera —que nombre tan extraño para llamar a una casa, pensé— y que conociera a sus amigos, como era vacaciones quería recuperar todos esos años que estuvimos separado y la verdad yo también, pero le explique que no podía porque tenía que volver con los Jones ya que ellos habían sido como unos verdaderos padres conmigo. Él se entristeció, pero le dije que solo pasaría un par de semanas con ellos y que luego yo me iría con él a la Madriguera, y él acepto.
Ya en casa de los Jones, les conté todo lo que me paso en el colegio, y también que conocí a mi hermano Harry, ellos se alegraron por mí. Estuve con ellos tres semanas como se lo prometí a Harry y luego me fui con él a la Madriguera, y ahí conocí a todos los Weasley —bueno, no a todos porque su hermano Percy no estaba, ya que se había peleado con su familia— y a Hermione Granger. Todos eran muy amables y simpáticos conmigo, sobre todo los gemelos Fred y George, ellos me hacían reír mucho. Y Hermione regañando siempre a Ron para que comiera despacio, le decía “que la comida no se iba a ir volando de su plato”, Ron solo bufaba, también me hice muy buena amiga de Ginny, la menor de los Weasley, y me pude dar cuenta que ella estaba enamorada de mi hermano por las miradas que le dedicaba cuando él no se daba cuenta, y mi hermano cuando notaba las miradas de Ginny se sonrojaba y dirigía su mirada a otra parte. Eran tan graciosos los dos, yo creo que al final van a terminar juntos igual que Hermione y Ron, aunque ellos siempre paran peleando.
Las vacaciones terminaron y yo me traslade a Hogwarts para estar junto a mi hermano.
El viaje en el tren fue tranquilo. Ya en Hogwarts todo me sorprendió y me gustó mucho, ya que era tan diferente a Beauxbotons, lo único que voy a extrañar de ese colegio es a mi mejor amiga, Diane, pero ella entendió que yo quería estar con mi hermano, y le prometí que le enviaría cartas para seguir en contacto. Yo entraba a mi quinto curso igual que Ginny, la hermana menor de Ron, las dos teníamos la misma edad; mi hermano, Ron y Hermione entraban a su sexto curso.
Ya en el Gran Comedor, tuve que esperar hasta que terminaran con los niños de primero, para que al final me llamaran a mí. Una profesora de semblante serio dijo mi nombre para que el sombrero decidiera a que casa pertenecería. Pero apenas pronuncio mi nombre, tenía todas las miradas sobre mí, sobre todo los que más me observaban eran los chicos de uniforme verde y plata, mi hermano me había prevenido de esos chicos, diciéndome que no me confiara en ellos. Me pude dar cuenta que el que más me miraba era un rubio platinado de ojos grises, él me dirigía una mirada fría, pero entre su frialdad pude notar la sorpresa, mucho más que los demás. Deje de mirarlo, no dándole más importancia de la necesaria, él que también me miraba era un profesor vestido completamente de negro. Yo seguí caminando hasta llegar donde estaba lo profesora, me senté en el banquito y ella me puso el sombrero seleccionador.
—Uhm… la última Potter, la única Potter luego de varias generaciones. Sabía que vendrías, tardaste, pero al fin viniste; veamos, en que casa te pondré, veo inteligencia, valentía, también un poco de arrogancia, pero la valentía sobresale en ti. Ya sé a dónde te pondré —decía el sombrero. Yo aproveche mientras el sombrero hacia una pausa, y observé a mi hermano, el cual me miraba sonriente, él sabría en qué casa iba a quedar—, ¡GRYFFINDOR! —gritó el sombrero, y todos los Gryffindor aplaudieron, y mientras me acercaba a mi nueva casa, escuche a los gemelos canturrear “Tenemos a los Potter, tenemos a los Potter”, yo sonreí ante eso. Me senté junto a mi hermano, que estaba feliz.

Al siguiente día me levante muy temprano, y es porque no había podido dormir mucho por la emoción de estar en Hogwarts junto a mi hermano. Giré mi cabeza para ver a Ginny, y ella seguía dormida —había sido una suerte que me tocara compartir habitación con ella—. Me di una ducha rápida y me coloque mi uniforme, luego de eso baje a la sala común y me encontré con Hermione, le pregunte por mi hermano y Ron, ella me dijo que siempre se levantaban un poco más tarde. Hermione y yo bajamos al Gran Comedor para desayunar.
Minutos después Ginny entro al Gran Comedor junto con mi hermano y Ron.
Pasamos todo el desayuno platicando y Hermione dándome recomendaciones para cada curso, mientras que Ron me hablaba mal del profesor Snape —el cual era el profesor que vestía completamente de negro— yo solo asentía a todo lo que Ron decía, y reía al ver la cara de Hermione, a ella no le gustaba que hablaran mal de los profesores. Luego de desayunar, Ginny y yo nos dirigíamos a las mazmorras para la clase de pociones con el temible profesor Snape, que según todos trataba muy mal a los Gryffindor. Yo iba revisando si llevaba mi libro de pociones cuando de repente choque sin querer con alguien, los dos caímos al suelo. Levante la mirada y me encontré con un rubio, el mismo rubio que se me quedo mirando la noche anterior.
—Lo siento —me disculpé.
Él también me miró, y se levantó sacudiéndose la túnica.
—Fíjate por donde vas, estúpida mestiza —me espetó, muy enojado.
Yo no lo podía creer lo que me dijo, si solo fue un accidente.
—Oye, te dije que lo siento, no es para que mi insultes. ¿Quién te crees que eres para hablarme así? En todo caso tú también debiste fijarte para no chocar —le dije, muy enojado yo también.
—¿Qué quién me creo que soy? Pues soy Draco Malfoy, el príncipe de Slytherin —ah, con que él era el tal Malfoy, ya Harry me había advertido sobre él— y yo le hablo como se me da la gana a cualquiera, y a ti te voy a tratar peor porque eres una Potter, la hermana de cara rajada y lo odio —me dijo con un tono de voz de superioridad.
—Deja de molestar a Nikki, Malfoy, ella no te ha hecho nada —me defendió Ginny.
—Cierra la boca, pobretona —le gritó, el muy estúpido. ¡Arg! Ya siento que lo odio.
—Te crees el ombligo del mundo, ¿verdad? —le dije—, pero no eres más que un estúpido oxigenado que tiene el ego más grande que el cerebro —le grité, y él me quedo mirando enojado y con la boca abierta intentando responderme, pero no le di oportunidad de hablar, porque cogí a Ginny del brazo, y le dije—: Vámonos, Ginny, no perdamos más tiempo con este oxigenado —y las dos nos fuimos a clases.
Desde ese momento Malfoy y yo nos llevamos muy mal, y el odio es mutuo, él siempre molestándome a mí, o a mi hermano y sus amigos, juro que ya no lo soporto. Hasta han llegado a golpes con mi hermano y Ron. Esta situación es insoportable, no sé cómo Hermione ha aguantado todo estos años. Pero menos mal que el curso ya termino y hoy salimos de vacaciones, nos fuimos a la Madriguera, pero eso no quiere decir que me haya olvidado de mis padres adoptivos, con ellos me mantengo en contacto mediante cartas, y sé que están muy bien, la empresa de papá ha crecido y han aumentado sus ganancias, en la última carta que me enviaron me dicen que se han ido de viaje a una segunda luna de miel. Estoy muy feliz por ellos, espero volverlos a ver otra vez.