POV Draco (Malfoy Manor)
Ya estaba en casa. Me encontraba en mi habitación
esperando a que me avisaran para bajar a la estúpida reunión de mortífagos, a
la cual ahora yo también pertenezco. Aunque yo solo acepte ser un mortífago por
dos razones: primera, por mi familia, porque si no aceptaba mataban a mis
padres y obviamente a mí también, ya que después de que mi padre no pudo
llevarle profecía al Lord, toda la confianza que le tenía a mi familia se destruyó;
y segundo, acepte para que mi padre se sintiera orgulloso de su único hijo.
Pero ahora creo que estar en las filas del Lord es
más peligroso que haber muerto si no aceptaba unírmele.
Aún seguía acostado en mi cama, de lo más aburrido.
A qué hora se le ocurrirá a Voldemort empezar su dichosa reunión; me dicen que
venga a primera hora de mañana para nada, y no hacer nada me pone de mal humor.
Suspiré con cansancio.
¿Qué estará haciendo en este momento Nicole Potter?
—sonreí con tan solo recordar su nombre— ¡Demonios! Deja de pensar en ella,
Draco. No puedes estar pensando todo el tiempo en esa Potter. Si tan solo la
hiciera mía otra vez, estoy seguro que la sacaría de mi cabeza. Tengo que
lograr volver hacer mía a Potter, sino esto se me va a convertir en una
obsesión. Si es que ya no estoy obsesionado con ella.
¡PLOP!
Escuché un ruido seco, ruido que interrumpió mis
pensamientos, y cuando volteé para mirar, me di cuenta que un elfo estaba
dentro de mi habitación.
—Disculpe, amo, Azhan no quería molestarlo —hizo
una reverencia—. Pero su padre, el amo Lucius, dice que baje porque la reunión
ya va a comenzar —y haciendo otra reverencia desapareció.
¡Genial! Ahora tengo que bajar para escuchar sus
estúpidos planes para destruir al cara rajada de Potter. Total poco me importa
lo que le pase a ese estúpido de Potter, o al pobretón de Weasley o a la sangre
sucia de Granger.
Así que baje al salón de reuniones, no sin antes
poner mí mascara de frialdad como de costumbre. Y vi a todos reunidos.
—Mi señor —dije haciendo una ligera reverencia ante
él.
Voldemort asintió.
—Draco, adelante, siéntate —me molesto que me diera
permiso de sentarme en mi propia casa—, solo faltabas tú para comenzar con la
reunión —dijo, con su voz siseante.
Yo tome asiento al lado de mi padre, como siempre.
—Ya que estamos todos reunidos, les hare saber mi
plan, el cual ustedes lo llevaran a cabo a la perfección. Ya saben no admito
errores —dijo Voldemort, con una sonrisa siniestra—. Y en este plan
especialmente entras tú, Draco, ya que eres estudiante de ese inmundo colegio
te será más fácil.
Asentí, que otra cosa podría hacer.
—Quiero que nos hagas entrar a todos al colegio y
que después mates a Dumbledore —Voldemort continuó hablando, pero yo no podía
creer lo que me decía. Tenía que matar al viejo—, ¿me estás escuchando, Draco?
—siseó, mi padre me dedicó una mirada de advertencia.
—Sí, mi señor, haré lo que usted diga —sonreí para
mis adentros al escuchar que mi voz sonaba firme.
Él sonrió macabramente.
Que mate a Dumbledore, dijo. ¿Cómo haría eso? yo
nunca había matado a nadie, y no sé si podré hacerlo, pero si no hago lo que él
me pide, matara a mis padres.
«¡Maldita sea mi suerte!», grité en mi fuero
interno.
Lo único bueno de todo esto es que nadie se puede
enterar de mis temores porque se podría decir que me volví un experto en Oclumancia. Es lo único que le puedo
agradecer a mi demente tía Bellatrix, haberme adiestrado bien en esto.
—Por supuesto que lo harás, eres un Malfoy, y me
imagino que al igual que tu familia odias todo lo impuro, ¿verdad? —me
cuestionó.
—Claro que sí, mi señor —respondí, con voz fría.
—Nunca lo dude, mi señor, mi hijo odia todo lo que
es impuro —confirmó mi padre.
—Espero con ansias que llegue el día de acabar con
todos los impuros y traidores a la sangre —dijo la loca de mi tía Bellatrix.
—El día llegara muy pronto, mi querida Bellatrix
—le contestó Voldemort, y mi tía sonrió como una verdadera demente—. Espero que
me mantengan informado de todos los movimientos de Potter y sus amigos, ha se
me olvidaba que a Potter le apareció una hermana menor —yo empalidecí cuando la
menciono—, el muy maldito de Dumbledore me oculto la existencia de la menor de
los Potter durante años, y la escondió tan bien que ni siquiera su propio
hermano sabía de su existencia… y Potter pensando que era hijo único, nunca la
mencionaría. ¡Maldito Dumbledore! —gritó de pronto Voldemort—, creyó que podría
conmigo, creyó que nunca lo averiguaría, creyó que podría protegerla de mí,
pero que idiota es el viejo, yo soy más inteligente que él, siempre voy un paso
adelante.
—¿Quiere la matemos, mi señor? —preguntó mi tía
Bellatrix, con verdadero entusiasmo.
—No. Nadie la toque, para ella tengo otros planes
—siseó, y sonrió, pero más parecía una mueca que una sonrisa—. La reunión
termino, señores, ya pueden irse —todos se levantaron de sus asientos y se
fueron a sus tareas, incluyendo a mis padres. Yo también me iba a ir cuando
escuchó la voz de Voldemort llamándome.
—Espera, Draco, tú y yo tenemos cosas importantes
de que hablar —me dijo, y yo asentí—, sígueme al despacho —me ordenó. Me daba
rabia que él dispusiera de mi casa como si fuera suya, pero mi padre creía que
era un honor prestar nuestra casa como hospedaje para “nuestro señor”.
Lo seguí al despacho, y tomamos asiento.
—Bien, Draco, quiero que me cuentes todo lo que
sepas sobre Nicole Potter —me dijo. Yo no sabía que responder exactamente, que
quería que le dijera, “claro, mi señor, me encontré con ella en Francia, en una
fiesta, en donde hicimos el amor toda la noche, y desde ahora no me la puedo
sacar de la cabeza, y eso no es todo ella tiene la habilidad de irritarme, pero
a la vez también de excitarme, cada vez que estoy cerca de ella”. Por supuesto,
y después de que dijera todo eso, me lanzaba la maldición asesina.
—Esa chica Potter es igual de estúpida que su
hermano, es irritante y se cree la mejor —fue lo único que pude decirle.
—No me sorprende nada lo que me dices, debe ser
igual que el estúpido de su padre y la sangre sucia de su madre. La combinación
perfecta de esas dos escorias —dijo, haciendo una mueca de asco.
—Pero quiero saber más de ella —siseó—. Y ahí es
donde entras tú, mi querido Draco. Quiero que la tengas vigilada, que cada paso
que dé me lo notifiques, porque esa chica me será muy útil en un futuro. Tal
vez podría secuestrarla, y así el valiente de su hermano, se ofrecerá para
cambiar lugar con su querida hermanita, patético —dijo.
Yo solo pude asentir dándole por su lado.
Tengo que tener un plan para protegerla y que no
caiga en las manos de Voldemort, me dije. —Un momento, a mí que me importa lo
que pueda pasarle, no es mi problema—. Pero ¡Demonios! Si me importa, muy a mi
pesar, pero me importa, y sea como sea la tengo que proteger.
POV Nicole
En estos últimos días, me he estado sintiendo
vigilada, como si alguien siempre estuviera detrás de mí, pero cada vez que
volteaba para ver si me seguían, no me encontraba con nadie, ni siquiera con
Nick casi decapitado, o Peeves; creo que me estoy volviendo paranoica.
Bueno, dejando mi paranoia de lado. Ya me estado
sintiendo un poco más tranquila, porque por fin le había confesado a mi hermano
lo de mi embarazo, y también porque el castigo con Snape termino, aunque en
realidad no fui toda la semana de castigo como él mismo dijo, no, solo fui tres
días, y después así sin más me dijo: “Ya no tienes que regresar mañana, el
castigo ya término”, y cuando abrí mi boca para corregirlo de su error y
decirle que era una semana de castigo y no tres días, agregó: “Fuera, Potter,
ya me canse de ver su cara por estos tres días, para mí ya es suficiente
castigo”, y hasta casi me empujo para que saliera de su salón. Por mí mejor, pero
no entendí eso de “para mí ya es suficiente castigo”.
Me encogí de hombros. Ya que entender al profesor
Snape, me podría llevar toda una vida.
Aunque me preguntó, que lo habría hecho cambiar de
opinión referente al castigo, será que me vio demasiado cansada o seria que
noto las náuseas que me daba al ver las pociones, es que últimamente tengo más
sueño de lo normal, hasta tengo que hacer una pequeña siesta por las tardes,
cosa que antes no hacía, y no solo eso también tengo mucha hambre, no tanto
como Ron, pero si como más de lo que solía comer, y también últimamente he
empezado con antojos, y por supuesto lo peor de todo es que sigo con nauseas.
Las chicas me han preguntado el porqué de mis
cambios alimenticios y también del porque me da tanto sueño. Yo no sé qué
contestarles, no sé si decirles la verdad o no, pero pensándolo bien, qué
sentido tiene seguir callando, si un embarazo no se puede ocultar.
Ahora me encontraba en la habitación que comparto
con Ginny. Y dentro de ella están, Ginny, Hermione, Luna —que entro con mucho
cuidado de no ser vista por otros Gryffindors— y por supuesto yo. Y creo que
van a empezar con su interrogatorio. Bueno, en realidad las únicas que se
dedican a interrogarme son Ginny y Hermione, porque Luna solo se dedica a
escuchar, y cuando es necesario comenta algo.
—Nikki —empezó Hermione—, ya en serio, dinos que te
pasa, nos tienes preocupadas.
Creo que es el momento de hablar, ya que no les
puedo ocultar la verdad a mis amigas, total tarde o temprano se van a enterar,
así que me dispuse a contarles todo, pero antes puse un hechizo silenciador
para que nadie más escuchara.
Ellas me miraron expectantes.
—Está bien, chicas, les contaré todo —respiré
hondo, y lo dije—. Estoy embarazada.
—¡¿Qué?! —gritaron a la vez Hermione y Ginny, yo me
tape los oídos sino podrían romperme los tímpanos.
—¿Es una broma, verdad? —dijo Hermione.
Yo negué con la cabeza.
—No, no es una broma. Estoy embarazada, en verdad —aseguré.
—Pero, ¿cómo que estás embarazada? —me preguntó una
incrédula Hermione.
—En serio quieres que te diga cómo —le dijo Ginny
con burla.
Hermione y yo nos sonrojamos.
—Ya sé cómo se hacen los bebés, Ginny. No soy
tonta, pero es que nos sorprendiste —dijo Hermione; y de pronto miramos a Luna
que solo mantenía una sonrisa soñadora—. ¿Acaso tú ya lo sabias, Luna? —la
cuestionó.
—Sí —contestó mi rubia amiga.
—Pero yo nunca te dije nada de mi embarazo, Luna
—le dije, muy sorprendida—, el único que lo sabe es Harry, pero hice que me
prometiera que no le dijera a nadie, ¿acaso mi hermano te lo dijo? —le
pregunté.
—Nadie me lo dijo —confesó Luna, lo que nos dejó
más sorprendidas—, lo sabía porque veía en tus ojos ese brillo especial que
tienen todas las embarazada.
—Vaya —murmuré—. Sí que eres observadora.
Ella sonrió.
—¿Y quién es el padre? —ahora la que preguntó fue
Ginny.
No dije nada por unos minutos, ya se me hacía raro
que no me preguntaran por el padre de mi bebé. Levante la mirada y todas tenían
la vista sobre mí, y esperaban oír mi respuesta, pero no sabía que decirles la
verdad o no. ¿Qué hago? ¿Qué hago?,
me decía a mí misma. No podía más tenía que decírselo a alguien el nombre del
padre de mi bebé.
—Prométanme por su vida que no se lo dirán a nadie,
y mucho menos a Harry, por favor —les pedí.
Las tres se miraron.
—Lo prometemos —dijeron las tres a coro.
—El padre de mi hijo es… —suspiré—, Draco Malfoy.
Las tres abrieron los ojos como platos.
—Creo que no escuche bien —dijo Ginny.
—Escuchaste perfectamente, Ginny —le confirmé.
—¡¿Qué?! —volvieron a gritar las tres, y yo
nuevamente cubrí mis oídos.
—Es una broma —dijo Hermione, quien tenía el ceño
levemente fruncido.
—No, no lo es —contesté.
—¡Es un mortífago! —me dijo Ginny.
—Eso no puedes saberlo —le dije, y ella me quedo
mirando—, bueno, no estoy segura, no sabía lo que hacía, cuando estuve con él
estaba borracha —dije al borde de las lágrimas.
—Ese bastardo se aprovechó de ti —saltó Hermione,
muy molesta—, ¿acaso te violo? —apretó los puños.
—Se lo voy a contar ahora mismo a Harry, él tiene
que saber que Malfoy abuso de ti —dijo Ginny, parándose de la cama de un salto.
—No, espera, Ginny —me dio grité—, las cosas no son
como ustedes se imaginan, lo que realmente paso esa noche, fue que… cuando yo
estaba en la casa de Diane en Francia… bueno, la noche de la fiesta… —les conté
todo, desde la llegada de las serpientes a la fiesta, de lo enojada que estuve
cuando cruce palabras con ellos, y que por eso empecé a beber, luego les conté
cuando me encontré con Malfoy en el jardín, cuando me ayudo a subir a mi
habitación, ya que yo no podía por mis propios medios, cuando le puse el seguro
a la puerta y seduje a Malfoy, y que él me había rechazado en un comienzo, pero
que luego había accedido a estar conmigo, y que finalmente terminamos haciendo
el amor toda la noche—… y cuando desperté al otro día no podía creer que Malfoy
estaba junto a mí, compartiendo mi cama… y que los dos estábamos desnudos —ya
no pude hablar más, no pude decirles que cuando Harry me llamo, Malfoy todavía
estaba conmigo en la habitación.
Las chicas estaban muy sorprendidas y en sus bocas
se formaba una “O”.
—Estas tratando de decirnos que tú sedujiste a
Malfoy para que se acostara contigo —dijo Hermione, muy sorprendida.
—Sí —confesé, muy avergonzada.
—No lo puedo creer, ¿cómo hiciste eso? —dijo Ginny.
—Estaba con unas copas de más —me defendí.
—No deberías haber bebido… —empezó Hermione.
—Ya, chicas, Nikki no estaba en sus cinco sentidos
esa noche, y no sabía lo que hacía —dijo Luna, defendiéndome, la miré con
agradecimiento.
—¿Y le vas a decir a Malfoy que vas a tener un hijo
suyo? —me preguntó Luna, varios minutos después.
—Sí, pero todavía no se cuándo, tengo miedo de su
reacción —les dije.
—Y quién no —murmuró Hermione, pero yo pude
escucharla.
—Tienes que hacerlo antes de que se te empiece a
notar tu vientre abultado —me dijo Ginny.
—Sí, lo sé —dije.
—¿Y cuántos meses tienes? —me preguntó Hermione.
—Dos meses y tres semanas —contesté.
—Dentro de muy poco tiempo se te va a notar el
embarazo, yo te recomiendo que hables con Malfoy en estos días, no puedes
ocultárselo más tiempo —me dijo Hermione, con voz seria—. Y también le tienes
que decir a Harry que Malfoy es el padre de tu bebé.
Eso último que dijo me dejo petrificada por unos
segundos.
—Se lo diré, pero todavía no creo que sea el
momento, recién se ha enterado que su hermanita está embarazada, y luego
enterarse que es de Malfoy, su peor enemigo a parte de Voldemort, no será muy
grato para él —dije—. Prométanme que no le dirán nada a Harry —les pedí.
—Lo prometo —dijo Luna.
Miré a Hermione y Ginny, las cuales estaban más
serias.
—Lo prometemos —dijeron las dos a la vez, luego de
mirarse a los ojos, como compartiendo una conversación secreta.
Los siguientes días pasaron un poco tranquilos —dentro
de lo que cabe— ya que mi hermano y Malfoy seguían teniendo sus peleas. Pero
eso no quedaba ahí, Harry sospechaba que Malfoy era mortífago, y lo quería
averiguar a como dé lugar. Eso no gustaba mucho a decir verdad. Pero ahí no
quedaba todo, lo peor era que me seguía sintiendo vigilada, tal vez me estoy
volviendo loca.
Y que decir sobre mis cambios de humor, creo que
mis hormonas me estaban jugando una mala pasada, últimamente estaba muy
sensible, porque cada vez que veía a mi hermano con Ginny, tan solo platicando
o cuando se sonreían o cuando sus miradas se encontraban, yo sentía tan alegría
por ellos que me daban muchas ganas de llorar, pero también habían veces en que
me enojaba al instante cuando algo no me parecía bien, definitivamente estas hormonas
de embarazada me iban a terminar desquiciando.
Un día que salía de la clase Historia de la Magia,
yo caminaba distraída por los pasillos, cuando de pronto no sé de donde salió
Malfoy, solo sé que me jalo del brazo y me metió a un salón vacío, otra vez. Cerró
la puerta con magia para que nadie pudiera entrar y por supuesto también puso
un hechizo silenciador para que nadie nos oyera.
—Por fin puedo estar otra vez a solas contigo,
Potter —me dijo, con una sonrisa en sus labios.
Y por primera vez en la vida, me sentí feliz por
poder estar a solas con Malfoy.
—Sí, yo también quería estar a solas contigo,
Malfoy, porque tenemos que hablar de un tema importante —le dije con seriedad.
—¿Hablar, has dicho? —me preguntó, levantando una
rubia ceja—. Yo preferiría hacer otra cosa contigo —se me acercó y sin previo
aviso, me beso, y por más que lo empuje no pude separarlo de mí. Y no sé qué me
paso en ese momento, porque de pronto yo también empecé a corresponderle el
beso, con la misma pasión con la que él me besaba, sus labios eran como una
droga para mí, y no quería que me dejara de besar. Pero yo tenía que decirle
que estaba embarazada, así que lo volví a empujar y esta vez sí logre que me
dejara de besar.
—No me vuelvas a besar, ¿entiendes? —le dije
enojada.
—Hace un momento no parecías enojada porque te
besara, es más parecía que lo disfrutabas tanto como yo —susurró en mí oído,
cuando se acercó nuevamente a mí.
—Cállate —le grité, volviendo a empujar—. Tengo que
decirte algo muy importante —le dije.
Él me miró fijamente.
—No me digas que vienes a proponerme que seamos
amantes —dijo, y una sonrisa burlona se le formo en los labios.
—No seas estúpido, Malfoy, o es que el tinte de tu
cabello ya te está quemando las neuronas, y no puedes pensar en otra cosa que
no sea en sexo —le dije. Y él al instante borro su sonrisa.
Se acercó a mí, con una mirada peligrosa, me tomo
de los brazos y siseó.
—A mí no me hables de ese modo, estúpida mestiza.
Sus grises orbes ahora estaban oscurecidas por la
ira, y yo tenía miedo, pero no lo iba a demostrar.
—Suéltame, me haces daño —le dije, cuando sentí que
ejercía más fuerza al tomarme de los brazos—. Suéltame —repetí, cuando él no me
soltaba.
Lentamente me fue soltando de los brazos, pero su
mirada aún era peligrosa.
—¿Qué se supone que ibas a decirme, que según tú es
tan importante? —siseó.
—Te iba a decir que yo… —me quede callada, no sabía
cómo continuar, tenía miedo a su reacción.
—¿Tú, qué, Potter? —me urgió.
—Yo… estoy… embarazada —tartamudeé al decirlo.
Él me miró perplejo.
—Y eso a mí que me importa —dijo.
—Es tuyo —medio grité.
—¡¿Qué?! —dijo incrédulo.
—Que estoy embarazada, que vamos a tener un hijo
—le dije, y sentía que las lágrimas se iban a salir de mis ojos.
—¿Qué? No, no puede ser posible. Esto no me puede
estar pasando a mí, ¡no precisamente ahora! —dijo más para sí mismo, que para
que yo lo oyera.
por favor actualiza, no te demores
ResponderEliminar¡actualiza! porque si no lo haces, te lanzare un crucio virtual
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