martes, 22 de marzo de 2016

Harry... yo estoy... embarazada

POV Harry
No sé qué es lo que le pasa a Nikki, desde que vino de Francia, de esa dichosa fiesta a la que la invitó su amiga Diane, ella está muy rara, nerviosa, a veces mala murada, en clases para distraída, bueno, eso es lo que me cuenta Ginny. También la veo muy pálida y últimamente no se está alimentando bien, le da mucho sueño por las tardes. El otro día la encontré en una zona de la biblioteca no muy visible durmiendo apoyada en un libro de pociones, la tuve que llevar cargada hasta la sala común.
Hay veces que cuando se levanta la veo con los ojos rojos e hinchados como si se hubiera pasado la noche llorando, pero cuando le pregunto que tiene, ella solo me contesta con evasivas o me dice que no tiene nada.
Estoy muy preocupado por ella, ¿qué es lo que tiene? ¿Por qué ha cambiado tanto su forma de ser? Ella antes era muy alegre y bromista, pero ahora es todo lo contrario.
Ginny tampoco ha podido averiguar nada al respecto, pero yo a como dé lugar tengo que averiguar qué le pasa a mi hermana, o me dejo de llamar Harry James Potter Evans.

POV Nicole
Por más que pienso no puedo acostumbrarme a la idea de que estoy esperando un hijo de Malfoy. Como pudo pasarme esto a mí. Yo que siempre había sido muy responsable y cautelosa, pero no contaba con que me iba a descontrolar con unos cuantos tragos de más, ahora entiendo ese dicho muggle que dice: “Hormonas matan neuronas”. Estaba muy enojada, asustada y triste a la vez. Porque tuvo que aparecer esa noche precisamente el hurón oxigenado, y como le diría a mi hermano que estoy embarazada y no de cualquier otro chico, sino de su peor enemigo, de seguro se va a enfurecer. Como me pudo pasar esto a mí, yo, Nicole Lily Potter Evans. Saldré viva de esta situación o mi hermano me matara en el proceso o tal vez mate al hurón, bueno, eso me tiene sin cuidado.
¿Por qué diablos tuve que beber tanto?, y seguía lamentándome. De tan solo acordarme de esa noche, besándolo y acariciándolo como si mi vida dependiera de eso. ¡Arg! ¡Que rabia siento hacia mí misma!
Hay día era martes, me levante muy temprano, tanto así que no había nadie en el Gran Comedor, ni en los pasillos. Me dirigía a las mazmorras porque me tocaba clase de pociones con Snape, no quise desayunar nada porque de solo sentir el olor a comida se me revolvía el estómago y me entraban unas nauseas horribles. Estaba caminando despacio y pensando en cómo decirle lo que me pasaba a mi hermano, porque un embarazo no sé puede ocultar por mucho tiempo, cuando de repente alguien me jala de la mano y me mete a un salón vacío.
—Hola, Potter —reconocí esa voz al instante, era Malfoy. Justo con el que menos me quería encontrar.
—¿Qué quieres? —le pregunté sin siquiera mirarlo—. ¿Me puedes soltar? —le exigí, porque él todavía me tenía de la mano.
—¿Y si no quiero qué? —me desafió.
—Suéltame —le grité, y forcejeé con él, y después de tanto esfuerzo me soltó—. ¿Qué quieres? —le volví a preguntar—, no tengo todo tu tiempo.
—Está bien, solo quería hablar un poco contigo —dijo el hurón, y yo lo miré con aburrimiento—. ¿Por qué te escondes de mí? —preguntó de frente.
Esa preguntó me dejo sin palabras. ¿Qué le iba a responder? ¿Le diría la verdad? Definitivamente no.
—Yo no me escondo de ti —le contesté un poco nerviosa—, es solo que no soporto tu presencia —le dije, fingiendo enojo.
—No te creo. No será que no quieres verme porque temes que volvamos hacer el amor, así como la otra noche en la casa de los Moreau —soltó con arrogancia, para luego sonreír de lado, como es su costumbre. ¡Ay, lo detesto!, grité internamente. ¿Pero qué demonios? ¿Por qué siento mi cara caliente? ¡Oh, no! Eso solo es señal de que estoy sonrojada, pero ¿por qué me sonrojo? ¿Será de enojo? Sí, eso debe ser—. O… también puede ser que no me quieras ver porque me estas ocultando algo —dijo, avanzando hacia a mí, pero yo no reaccione al instante como para alejarme, solo lo hice cuando su cuerpo me acorralo con la pared, y puso sus brazos a los costados para evitar que yo escapara.
Giré la cara para no mirarlo.
—¿Ocultándote algo? ¿Yo a ti? —susurré, puesto que sabía que él podía escucharme, con lo cerca que estábamos—. ¿Qué te… podría… ocultar? Estás loco —le dije, y mi nerviosismo me traiciono.
¿Sospechara algo? No, es imposible, me dije.
—No me ocultas nada, ¿entonces porque estas tan nerviosa? —me susurró y su aliento a menta me hizo tambalear. Él pareció no notarlo, porque me cogió de la cara y la giró para que lo mirara. Sus ojos grises en los míos me hicieron poner más nerviosa.
—Yo no estoy nerviosa —mentí, pero él no me creyó.
—Si lo estas —afirmó.
Ignoré lo que dijo.
—Dame permiso, se me hace tarde para mi clase y a ti también —le dije para que me dejara en paz de una vez por todas.
—No me importa las clases —me contestó.
—Pues a mí si —rebatí.
Esta vez fue él quien me ignoró, porque enseguida dijo:
—Y aunque lo niegues sé que estás muy nerviosa y eso es porque me estás ocultado algo —hizo una pausa—, pero te juro que voy a averiguar el porqué de tu nerviosismo —ahora su tono era serio.
—Haz lo que quieras —dije.
Él sonrió.
—Eso voy hacer —susurró, coloco sus manos sobre mi cintura y luego me beso con desesperación, yo trataba de empujarlo, pero todos mis intentos eran en vano. Así seguí forcejeando con él, hasta que no sé en qué momento deje de luchar y empecé a responderle a su beso, y le respondía con tanta pasión que me asustaba, pero aun así no hacía nada para alejarlo.
¡Maldito, Malfoy! ¡Y maldita esta pasión que siento cuando él me besa!
Seguíamos besándonos mientras caminábamos hacia una mesa, donde segundos después yo estaba sentada con el rubio albino entre mis piernas. Malfoy dejo de besarme para besar mi cuello, poco a poco me fui acostando en la mesa y él se puso sobre mí sin dejar de besar mi cuello, luego sentí una de sus manos deslizarse como tal serpiente dentro de mi falda e iba acariciando mis piernas, yo acariciaba su espalda como una demente. Seguíamos con las caricias, y yo cada vez me iba excitando más, pero algo me detuvo. Algo no, alguien. Mi bebé. Mi bebé había sido concebido prácticamente por una calentura, calentura que estaba sintiendo en ese mismo momento. Lo empuje y él me miró intrigado.
—¿Qué sucede? —preguntó con voz ronca.
Yo miré a mí alrededor, y con enojo note que mi suéter estaba tirado en suelo, y que mi corbata estaba un poco suelta.
—¿Qué te pasa? —volvió a preguntar Malfoy.
Yo lo volví a empujar para así liberarme de su cuerpo, y cuando lo conseguí, me agaché y recogí mi suéter, luego me acomodé el uniforme, mientras Malfoy no deja de mirarme con confusión.
Vi que abrió la boca para volver a hablar, pero no pudo porque antes lo abofeteé en ambas mejillas.
—¡No vuelvas a tocarme! —grité, y las lágrimas resbalaban por mis mejillas.
Él aún estaba perplejo por las bofetadas.
—Pues no note que te molestara, por eso seguí —dijo, aun perplejo, pero luego se tocó ambas mejillas y su semblante cambio—. Y no vuelvas a golpearme, Potter, o si no atente a las consecuencias —me amenazó.
—Te odio —le dije—. ¿Y qué me atenga a las consecuencias, dices? ¿Qué piensas hacerme? ¿Golpearme? Eso vas hacer, devolverme el golpe —le dije aun llorando.
—Yo nunca golpearía a una mujer, Potter. Ante todo soy un caballero —sí, claro, pensé—, pero tengo otras formas de castigar a una mujer cuando me golpean —dijo con su característica forma de arrastrar las palabras al hablar—. Y tú, Potter atente a las consecuencias —dicho esto último salió del salón.
Yo también salí del salón, pero antes de dirigirme a la clase de pociones, me termine de arreglar el uniforme y seque mis lágrimas. Y como era de esperarse llegue tarde a clase y todo por la culpa de Malfoy.
Snape me dejo pasar, no sin antes regañarme que a la próxima no entraría a su clase y no sé qué cosas más, porque luego yo no le preste atención. Camine hacia mi sitio —al lado de Ginny—, pero no pude concentrarme en clase, estaba distraída, y lo peor de todo era que no podía sacarme a Malfoy de la cabeza, no podía sacarme sus besos de mi cuerpo y que estuve a punto de acostarme nuevamente con él.
El profesor de Snape me preguntó el nombre de la poción que íbamos a hacer, pero no supe la respuesta, así que me bajo diez puntos a mi casa y me castigo todo una semana, el castigo consistía en ir después de todas mis clases a ayudarlo a acomodar sus pociones.
—Genial —susurré. Lo único que me faltaba era que me castigaran.
Cuando termino la clase de pociones, salí lo más rápido que pude del salón, no sin antes escuchar la voz de profesor Snape, diciendo que me esperaba luego de clases en su despacho.
Fruncí el ceño.
A medio pasillo, una mano se posó en mi brazo deteniéndome. Al instante sentí un escalofrío porque creí que era Malfoy nuevamente, así que lentamente me volví para encontrarme con una mano pequeña sobre mi brazo, luego vi unos cabellos pelirrojos como los míos. Era Ginny.
—¿Por qué llegaste tarde a clase, Nikki? —me preguntó de frente.
—Estaba en la biblioteca —mentí.
¿Pero Nikki? ¿La biblioteca? —me pregunté—. Pero ni modo que le dijera que estaba con el arrogante de Malfoy en un salón vacío.
—En la biblioteca —repitió Ginny, con confusión.
Yo asentí.
—¿Qué te pasa? —preguntó, y me miró fijamente.
—Nada, Ginny, no me pasa nada. Además, sabes qué, me tengo que ir —dije, sin darle tiempo a que me contesté, porque salí prácticamente corriendo.

POV Draco
Estaba muy enojado, tanto que ni siquiera me dio ganas de entrar a clases, y mucho menos tenía ganas de soportar a Flitwick. Así que me fui directo a mi habitación. Puse un hechizo silenciador para que ninguno de los estúpidos que andaban por ahí pudieran escuchar lo que hacía.
—Maldita, Potter —grité, tirando algunos libros de mi escritorio.
Como se atrevía a dejarme así, a dejarme con ganas de estar con ella, ninguna chica me había hecho eso.
Ahora pateé una silla al recordar sus bofetadas.
—Me las vas a pagar —siseé.
Luego recordé su nerviosismo, en cuanto se dio cuenta de mi presencia, se puso nerviosa. Y cuando le insinué de que me estaba ocultando algo, se puso más nerviosa aun.
¿Qué me estará ocultado?, pensé.
—Tengo que averiguarlo —dije.
Pero ¿qué rayos me pasa con ella? Ninguna chica ha tenido el poder que tiene ella sobre mí. He estado con muchas mujeres desde que cumplí los 13 años, pero ninguna como Nicole Potter —sonreí como un tonto en cuando recordé su sonrisa— La necesito, necesito volver a tenerle en mi cama, bajo mis sabanas y bajo mi cuerpo, y que vuelva amanecer en mis brazos, pero esta vez ella tiene que estar consciente, tiene que estar lucida en cuando la vuelva a hacer mía. Y aunque ella dice que me odia, yo sé que volverá a estar conmigo. Ya faltaba poco para hacerla mía nuevamente esta mañana, pero no sé qué le paso, que ya no quiso seguir.
Pero su rechazo no me detendrá, yo sé que ella volverá a ser mía a como dé lugar. No me importa que sea una Potter, ya que yo odio a su hermano y sus amigos, y debo de reconocer que a ella también la odiaba al comienzo, pero después de esa noche que pasamos juntos todo cambio, esa noche Nicole, tú fuiste otra, completamente distinta a la niña que aparentabas ser y con la que discutía cada vez que nos encontrábamos.
—Todavía no sé cómo haré para tenerte otra vez, Nicole Potter, pero tú volverás a estar en mis brazos —sentencié.
De pronto una lechuza me saco de mis pensamientos. Reconocí a la lechuza, era una de las lechuzas de Malfoy Manor, esta entro por mi ventana y estiro la pata para que cogiera la carta, así lo hice y la lechuza se fue al instante.

Draco
Tienes que venir urgentemente a la mansión, al parecer el Señor Tenebroso te quiere encomendar una misión y te tiene que dar algunas recomendaciones.
Te espero mañana a primera hora, ya le avise a Dumbledore, y él ya te dio permiso.
Lucius Malfoy

POV Nicole
Después de las clases me fui a dar una vuelta al lago donde está el Calamar Gigante. Estuve un buen rato ahí, despejando mi mente. Pero luego de caminar y pensar en mi embarazo, ya había decidido que le iba a decir la verdad a mi hermano. Pero sería mañana porque ahora estaba un poco cansada y tenía sueño.
Iba a ir a mi habitación a dormir un poco, pero recordé el castigo de Snape. Así que a regañadientes me fui a su despacho a cumplir mi castigo. Estuve más de tres horas acomodando y revisando pociones de los niños de primer curso.
Solo tengo una palabra para definir ese castigo: Asqueroso.
Reconozco que no hubiera sido tan asqueroso si no tuviera estos malestares del embrazado, cada vez que olía una poción sentía mi estómago revolverse. Con las últimas cinco pociones ya no soporte más, estuve cerca de vomitar en el piso del asqueroso despacho del profesor Snape. Al parecer él se dio cuenta de mi mal estado porque me boto —no de una bonita manera— de su despacho. Y yo no tuve que esperar que me lo volviera a repetir la orden, al instante salí corriendo y me fui a los baños. Y vomite, vomite tanto que parecía que mi estómago había quedado completamente vacío.
Enjuague mi boca y moje mi cara para que no se me notara tanto la cara de malestar, respiré profundo y fingí una sonrisa para luego dirigirme a la sala común.
Cuando entre a la sala común me encontré con mi hermano, Ginny, Ron y Hermione, los cuatro estaban hablando muy animadamente, camine hacia ellos, y me senté junto a Harry, y apoyé mi cabeza en su hombro, él me pregunto que donde había estado toda la tarde, le contesté que había estado un rato en el lago y que luego estuve en el castigo de Snape —y luego de unos cuantos insultos a Snape de parte de Harry y Ron—. Empezamos a platicar hasta la hora de la cena.
No comí casi nada, se me revolvía el estómago de tan solo ver los guisantes. Así que después de cenar o mejor dicho después de que todos los demás cenaran, nos dirigimos nuevamente a nuestra sala común. Apenas entramos a la sala común, me entraron unas nauseas terribles, y sin decir nada a nadie salí corriendo hacia el baño más cercano, vomite lo poco que había comido en la cena.
Cuando salí del baño, Harry, Ron, Hermione y Ginny que me habían seguido, se me quedaron viendo con preocupación.
—Estás pálida, ¿qué te paso? —me preguntó Harry.
—Nada —mentí.
—No me mientas, sé que estabas vomitando, te escuche —me contradijo.
—¿Por qué no nos dices que te pasa, Nikki? —dijo Ron.
Pero yo no llegue a contestarle porque me mareé y si no fuera por Harry que me sujeto de la cintura hubiera caído al suelo, todos me miraban con preocupación, de pronto todo se puso negro y a lo lejos escuchaba que me llamaban.
Desperté en la enfermería y la señora Pomfrey se acercó a mí.
—Qué bueno que despertaste —dijo, con voz neutra.
—¿Qué me paso? —pregunté, todavía un poco mareada.
—Te desmayaste y tu hermano y tus amigos te trajeron aquí —contestó.
—Me duele la cabeza —me quejé.
—Es normal por tu estado —me dijo. Yo me tensé—. Me imagino que tú ya debes de saber lo que te pasa, ¿verdad? —me cuestionó.
—Sí —fue lo único que pude decir.
—Cuando tu hermano entre querrá saber porque te desmayaste, y yo le voy a tener que decir la verdad, es mi deber —dijo.
—No, por favor, no le diga nada, déjeme decírselo yo misma —le supliqué. Ella me miró seria por unos segundos, pero luego asintió.
Suspiré.
Escuché que tocaron la puerta y la señora Pomfrey fue abrir. Eran Harry, Ron, Hermione y Ginny.
—¿Qué tiene mi hermana, señora Pomfrey? —preguntó un preocupado Harry.
—Ella te lo dirá —le contestó con seriedad. Harry la miró confuso—, ya se puede llevar a su hermana a su habitación, señor Potter —dijo la enfermera.
Y así lo hizo, me dejo a los pies de las escaleras de la habitación de las chicas, y cuando iba a preguntar qué era lo que tenía, yo me adelante, le dije que hablaríamos mañana y luego de di las buenas noches. Subí rápidamente las escaleras y me metí a mi habitación.
Tenía mucho miedo a la reacción de Harry, se iba a sentir muy decepcionado de mí —empecé a llorar— así estuve un rato hasta que escuche los pasos de Ginny, me metí al baño me lave los dientes y me puse la pijama, cuando salí vi a Ginny sentada en el borde de su cama.
—¿Te encuentras mejor? —me preguntó.
—Sí —respondí—. Solo debo dormir un poco y mañana me sentiré mucho mejor —no le di tiempo a que me preguntara más cosas, porque me metí en mi cama y cerré los doseles.
Trate de dormir, pero lo único que veía en mis sueños era a Malfoy, y luego me veía a mí con un bulto sobre mis brazos, era mi bebé. Harry me miraba con desilusión y enojo al darse cuenta de que Malfoy era el padre de mi bebé, no podía soportar esta situación… pero de pronto desperté de golpe. Me senté en la cama y abrí los doseles. Ginny estaba dormida, miré la hora, 2:35 de la madrugada.
Ya no volví a conciliar el sueño, solo me dedique a pensar, pensar en mi futuro como madre y en decirle de mi embarazo a Harry, aunque eso ya lo tenía decidido, le diría que estaba embarazada, pero no le diría quien era el padre de mi bebé, no aun. Pero luego de seguir pensando, llegue a la conclusión de que Malfoy, por muy arrogante, estúpido, cretino e idiota que era también tenía derecho a saber que iba a ser padre. Con él hablaría cuando tuviera el suficiente valor para acercármele.
«¡Ja! Valiente leona que eres», me dijo mi subconsciente.
No sé en qué momento me volví a quedar dormida, pero si sentí que alguien me movía para que me despertara. Era Ginny. Ella ya tenía puesto el uniforme.
—Vamos, Nikki, ya es tarde —me dijo.
Yo parpadeé.
—Adelántate, te veo en clase —le respondí entre bostezos.
Ginny se encogió de hombros y salió de la habitación.
Me levanté y me duche, pero no me puse el uniforme, sino que me puse un pijama limpio y volví a la cama, no tenía ganas de ir a clases, estaba cansada y nerviosa. Sin darme cuenta empecé a llorar —las hormonas de embarazada me estaban volviendo muy sensible, por todo lloraba— y otra vez me pase toda una mañana llorando.
De pronto escuchó que alguien entra a la habitación, por instinto hundí más la cabeza a la almohada, mojando las fundas con mis lágrimas.
—¿Nikki? Ginny y Hermione están muy preocupadas por ti, porqué dicen que no has querido bajar en toda la mañana —era mi hermano, se sentó en el borde de mi cama, yo levanté la cabeza lentamente, y Harry se me quedo mirando preocupado—. ¿Por qué estás así? ¿Por qué lloras, bonita? ¿Alguien te hizo algo?
—Oh, Harry —lo miré a los ojos—, sabes… sabes que te quiero mucho, ¿verdad? Que nos tenemos el uno al otro —desde hace un año que nos enteramos que éramos hermanos, y él siempre me protegía, y yo lo adoraba.
—Claro que lo sé, yo también te quiero mucho, eres mi hermanita —me quedo mirando—, pero no me digas que solo por eso estabas llorando —sonrió.
—No, Harry, yo… —y no pude seguir hablando—, yo… —respiré profundo, y se lo dije de una buena vez—. Yo… estoy embarazada.
—¡¿Qué?! —dijo, frunció el ceño y abrió la boca queriendo decirme algo, pero las palabras no le salían, intentaba digerir la noticia de que la ejemplar y dulce de su hermanita esté embarazada. Note como empezó hacer cuentas o tratando de recordar si yo le había presentado a algún novio o hubiera estado saliendo con alguien. Luego sus ojos verdes se clavaron en mi vientre, ¡Merlín! Que decepcionado se debe estar sintiendo de mí. Varios minutos después, volvió a hablar, pero enojado—. ¿De quién es…?
Yo no lo miraba a los ojos, estaba muy avergonzada como para hacer eso.
—No te lo puedo decir todavía, Harry —le dije aun llorando.
Puso sus manos sobre mis hombros.
—¿Por qué no me puedes decir quién es el padre del bebé que estas esperando? —estaba muy serio. «¿Y qué esperabas, Nicole? ¿Qué estuviera feliz de la vida?», dijo mi subconsciente—. Me lo tienes que decir para ir a matarlo ahora mismo —sí, definitivamente estaba muy enojado, yo nunca lo había visto así.
—No ganaras nada matándolo —susurré—, además, él todavía no sabe nada.
Él se quedó pensativo.
—Eso quiere decir que el padre del bebé estudia en Hogwarts, ¿verdad?
Yo asentí.
—¿Cuánto tiempo tienes? —me preguntó, aun serio.
—Dos meses y medio —respondí. Note que él empezó a hacer cuentas mentales.
—Todavía estábamos de vacaciones —concluyó, y yo volví a asentir.
Él también asintió. Y me miró a la cara.
—Dime quien es él. Juro que no lo mataré si acepta hacerse responsable —prometió.
—Ya te lo dije, todavía no te lo puedo decir, por favor entiéndeme —le supliqué.
Pasaron unos minutos en que los dos estuvimos en silencio.
—Está bien —me dijo, y suavizo un poco su ceño, parecía que se había calmado un poco—. Todavía no entiendo porque no me lo puedes decir, pero tratare de comprenderte.
—Y te lo agradezco —le dije.
—Por lo menos ahora sé que no tienes una enfermedad grave como creí al comienzo —dijo—, estabas actuando tan rara y esos malestares… yo creí que estabas enferma —me sentí mal cuando dijo eso.
«Eres una estúpida, Nicole», me dije.
—Sé que estas nerviosa porque ahora le tendrás que decir sobre tu embarazo al padre de tu bebé, pero relájate no estés nerviosa, eso no es bueno para mi futuro sobrino —me dijo, y puso una mano en mi vientre aun plano, yo sonreí, porque ya lo empezaba a querer como a su sobrino—, además, porque tantos nervios, ni que el padre fuera Draco Malfoy —bromeó, pero yo empalidecí cuando menciono su nombre—. ¿Qué te pasa? Te has puesto muy pálida, y tus manos están heladas —me dijo preocupado.
—No es nada, solo me mareé un poco —mentí.
Si tú supieras, hermano, que acabas de acertar diciendo en nombre del padre de mi hijo.




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