viernes, 7 de octubre de 2016

Todo depende de Draco


POV Autora
—¡CRUCIO! —gritó Voldemort, con una voz tan fría que hasta podría asustar al mismísimo Satanás—. ¡SON UNOS ESTÚPIDOS! ¡MALDITOS INCOMPETENTES! ¡CRUCIO!
—L-lo… sen-senti-mos… amo —dijo Lucius desde el suelo. Sí, Lucius Malfoy, el orgulloso sangre pura, estaba tirado en el suelo, todo desparramado como un trapo sucio, humillado ante su señor.
—¡¿LO SIENTEN?! —vociferó Voldemort sin bajar la varita— ¡TE DI UNA OPORTUNIDAD MÁS DE DEMOSTRARME TU VALÍA, LUCIUS! PERO FRACASASTE COMO SIEMPRE. ¡CRUCIO! —Lucius volvió a revolcarse de dolor, pero sin emitir ningún quejido.
Voldemort estaba verdaderamente furioso de que sus planes se hayan arruinado y todo por la culpa de los inútiles de sus mortífagos.
El Señor Tenebroso dejo a Lucius por el momento, y se giró hacia la pelinegra con cara de demente, él la miró con sus furiosos ojos rojos.
—¿Y TÚ, BELLATRIX, QUÉ TIENES QUE DECIR? —gritó Voldemort.
—Amo, yo…
—¡CRUCIO! —gritó Voldemort, lanzando así el hechizo sobre Bellatrix, impidiéndole hablar—. ¡NO QUIERO ESCUCHAR TUS PATÉTICAS ESCUSAS! ¿CÓMO PUDIERON DEJAR QUE ESOS MOCOSOS SE HAYAN SALVADO DE UNA MUERTE SEGURA?
Bellatrix se retorcía de dolor, definitivamente el poder de Voldemort cuando estaba enojado se multiplicaba por mil.
—Mi… se-señor —balbuceó la bruja de cabellos negros—, al-algui-ien avi-so… a los est-túpi-dos de la Or-orden.
Voldemort observó a todos sus mortífagos, los cuales trataban de aparentar serenidad, pero no lo lograban del todo, y ese miedo lo podía olor el Señor Tenebroso.
—ASÍ QUE HAY UN TRAIDOR EN MIS FILAS —la voz de Voldemort resonó en toda la habitación.
—Mi… señor, nadie se atr…
—¡AVADA KEDAVRA! —dijo Voldemort y un rayo verde salió de su varita y cayó directo al corazón de mortífago. El Señor Tenebroso sonrió sádicamente y con voz suave se dirigió a su mascota—, Nagini, ya tienes tu cena —la gran serpiente se deslizo lentamente hasta llegar al cuerpo inerte del mortífago y de un solo bocado Nagini lo devoro. Voldemort soltó una gran carcajada, cosa que hizo estremecer a sus mortífagos.
Luego del espectáculo de Nagini, Voldemort siguió castigando de la manera más cruel a sus mortífagos, y por supuesto lanzo la maldición asesina a tres más de sus seguidores, solo por hablar fuera de tiempo como el primero.
—¡Y no crean que esto se quedara así! ¡Sé que hay un traidor entre mis filas! Descubriré quien es el que se atrevido a traicionarme, y cuando lo encuentre… —Voldemort hizo una pausa mirando con sus orbes inyectados de sangre a cada una de sus mortífagos— ¡LAMENTARÁ HABER NACIDO! ¡LAMENTARÁ HABERME TRAICIONADO! ¡Y SU MUERTE SERÁ LA MÁS LENTA Y DOLOROSA! —siseó—. Y AHORA, FUERA DE MI VISTA —gritó. Todos los mortífagos se retiraron de la habitación y como podían le hacían una reverencia.
Bellatrix y Lucius —los cuales fueron los peor castigados— se quedaron hasta el último.
—Mi señor —dijo la bruja con tono sumiso, pero Voldemort ni siquiera la miró—, yo creo que… no debería confiar tanto en… Snape…
Voldemort se volvió tan rápidamente a la bruja que la hizo trastabillar.
—¿Snape? —Voldemort rió—. Snape es el más fiel de mis lacayos, Bellatrix —la bruja hizo un gesto de molestia—, se lo que piensa, se cómo actúa… Y tú, mi querida Bella, estás celosa de Snape por tener más cerebro que todos ustedes juntos —Nagini, que aún estaba allí subió lentamente por el cuerpo de su amo, hasta posar su cabeza en el hombro de mago oscuro, el cual le acaricio la cabeza de manera cariñosa—. ¡LARGO!
Lucius y su cuñada empezaron a caminar hacia la salida de la habitación.
—¡Tú no, Lucius! —dijo Voldemort.
El rubio mago dio media vuelta y espero paciente a que su señor hablará.
—No creas que ya he terminado contigo, Lucius.
El aludido empalideció más de lo que ya era.
—No olvidaré tu ineficacia, Lucius… que lastima me das, derrotado por el licántropo —dijo Voldemort, burlándose de su lacayo—. Tal vez si hubiera convencido a Lupin a pertenecer a mis filas al igual que al idiota de Colagusano, ese perro hubiera hecho mejor tu trabajo. Mil veces mejor.
Lucius no se atrevió a contestar, solo apretaba los puños, lleno de rabia.
—¿A quién escoges, Lucius? —preguntó Voldemort, a lo que el rubio miró a su señor con confusión—. ¿A quién escoges? ¿A tu amada Narcissa o a tu adorado Draco?
—Me temo que no le entiendo, mi señor —dijo Lucius.
—No me sorprende —se mofó el mago tenebroso—. Te dije que tu castigo aún no ha terminado… por eso te preguntó: ¿a quién de los dos escoges para morir? ¿Quién de los dos morirá por tu ineficacia? ¿Tu esposa o tu hijo?
—Mi señor… —susurró Lucius.
Voldemort rió.
—Será fácil, puedo apostar que Nagini aún sigue hambrienta —la serpiente saco la lengua al escuchar las palabras de su amo—. Aunque tal vez no tengas que escoger. Creo que la hermosa Narcissa será la que muera esta noche —Lucius sintió su duro y frío corazón acelerarse—, porque Draco aún me es útil, él aún me tiene que traer a la hermana de Potter —Voldemort se acercó a Lucius—. Espero que tu hijo sea mejor tú y pueda cumplir con la misión que le encomendé.
—Él cumplirá, mi señor… pero…
Lucius cayó con una sola mirada de Voldemort.
—Tienes miedo, Lucius, puedo olerlo —se mofó—. Está bien, seré misericordioso contigo, pero todo depende de Draco —Lucius iba a hablar, pero Voldemort lo ignoró—. Si tu hijo cumple con traerme a la mocosa y me la pone en bandeja de plata, perdonaré la vida de la hermosa Narcissa y también perdonaré tu estupidez, pero si Draco es tan mediocre como tú, los mataré a los tres, y los Malfoy desaparecerán del mundo mágico sin dejar rastro.
Lucius asintió.
—Muchas gracias, mi señor —dijo Lucius haciendo una reverencia hacia el mago tenebroso—. Y le aseguro que Draco no le fallará, mi señor —dijo Lucius.
—Espero, Lucius. Espero. Ahora saca tu inmunda humidad de mi presencia.
El rubio mago hizo otra reverencia y salió del salón de su propia mansión.
Tienes que cumplir con la misión que te encomendó el Lord, Draco. Todo depende de ti, pensaba Lucius con todas sus fuerzas.

***

Ya habían pasado varios días desde la misión fallida de los mortífagos, dos días desde que Lord Voldemort había castigado cruelmente a sus seguidores y hasta había asesinado a algunos de ellos, y también habían pasado varios días desde que Draco Malfoy andaba irritable, enojado, y porque no decirlo, demasiado asustado. Ya que esta nueva orden del Lord era incluso peor que cuando le ordeno asesinar a Dumbledore.
—¡Maldita sea mi suerte! —refunfuñaba Draco—. ¿Y ahora que mierda se supone que voy hacer? —el rubio caminaba por su habitación de un lado a otro, e irónicamente, parecía un león enjaulado—. Pero definitivamente entregar a Nicole al Lord no está en mis planes.
—Pues eso debiste pensarlo antes. Eres un verdadero imbécil, Draco. —La voz grave de Snape resonó en la habitación, y el rubio de tuvo su andar, y se volvió rápidamente hacia su ex jefe de casa, lo observó lleno de ira.
—¿Y tú qué demonios haces aquí? Te hago saber que mi habitación no es Hogwarts, porque no es ahí donde deberías de estar, en vez de venirme a joder cada vez que se te da la gana —siseó el rubio.
Snape se acercó a Draco y lo cogió del cuello de la túnica, pero no tuvo necesidad de ponerlo a su altura porque el rubio era tan alto como él.
—Mocoso impertinente, que juega a ser un hombre y un espía —siseó el nuevo director de Hogwarts—. Te informo que Lovegood te reconoció.
Draco no tomo en cuenta el insulto de Snape, porque primero se asombró cuando escucho mencionar a la lunática de Lovegood, pero luego puso en su rostro su típica máscara de frialdad.
—¿Qué Lovegood me reconoció? ¿Qué quieres decir con eso? —preguntó Draco fingiendo indiferencia.
—¿Así que quieres seguir con este juego? ¡Perfecto! —dijo Snape, soltando a Draco bruscamente. Sacó su varita y lanzo un hechizo a la puerta, impidiendo así que alguien entre y que sobre todo evitando que oídos curiosos escuchen su conversación—. Sé que fuiste tú el que le aviso a la señorita Lovegood sobre el ataque a Hogsmeade…
—Yo no veo a Lovegood hace meses. Si recuerdas que yo no asisto a Hogwarts desde la supuesta muerte del viejo chiflado, ¿verdad? —dijo Draco interrumpiendo a Severus—. Y además desde cuando le haces caso a esa lunática. Que mal estás, Snape —el rubio negó con la cabeza.
El hombre de cabellera negra rió sarcásticamente.
—El que va estar mal vas a ser tú cuando no puedas manejar todo esto, y el Lord termine matando no solo a la chica y a tu hijo, sino también a tus padres enfrente de ti; ah, y porque no a ti también por traidor.
Draco se quedó paralizado.
—Eso no sucederá.
Snape enarco una ceja.
—¿Y cómo piensas evitarlo? ¿Acaso vas entregar a la madre de tu futuro hijo? —dijo Snape con voz dura—. Porque te informó, que todo depende de ti, Draco.
—¡YA LO SÉ! —gritó el rubio—. ¡NO TIENES QUE RECORDARME LA MISMA MIERDA QUE MI PADRE ME DICE CADA DOS POR TRES!
—Entonces, para la próxima piensa bien las cosas antes de actuar. Porque ahora no solo tienes que cuidar que el Lord no vea tus recuerdos, sino que también tienes que cuidar más de ella.
—Eso es lo que estoy haciendo —siseó Draco—, por eso la lleve a tu casa.
—No me refiero a eso —dijo pocionista.
—¿Qué? —dijo el rubio lleno de confusión.
—Te prohíbo ir a mi casa a verla —sentenció Severus.
—¡TÚ NO PUEDES PROHIBIRME ESO! —exclamó Draco, con la ira burbujeando de sus poros—. ELLA ES MI ESPOSA. ME PERTENECE.
Snape no se vio sorprendido por lo que se acababa de enterar, porque ya se lo esperaba.
—Claro que puedo, y no a dejar que tus estupideces la pongan en peligro —advirtió Snape—. ¿O es que acaso quieres que le pase algo a ella y a tu hijo?
Draco se quedó en silencio, ya que sabía que Snape tenía razón, pero ni loco se lo diría, porque entonces eso sería como otorgarle el permiso de manejar su vida a su antojo.
Snape tampoco espero la respuesta del rubio, así que dedicándole una última mirada de advertencia, quito los hechizos de la habitación y salió de ella.

***

Snape apareció cerca de Hogwarts y con paso firme entro al imponente castillo y se dirigió en la dirección, en la cual se encerró, ya que no quería encontrarse con los idiotas de los hermanos Carrow, quejándose de cada problema que tuviera con algún alumno o queriendo imponer los más crueles castigos.
Eres más imbécil que tu padre, Draco, pensaba Snape. Solo espero que tus impulsos de macho, no te haga cometer más errores. Ya tengo suficiente con cuidar de Potter como para andar detrás de ti paso a paso.
Y Severus Snape tenía razón, ya estaba suficientemente metido en toda esa porquería de guerra como para andar siempre cuidando no solo de Harry Potter, sino también de su idiota ahijado.
Y después de modificarle la memoria a Yaxley, había tenido que estar muy pendiente de que el Señor Oscuro no descubra nada, y ahí no quedaba todo también tenía que estar muy cuidadoso sobre la Orden y el aviso que les había dado sobre el ataque al pueblo de Hogsmeade, cuidar de Dumbledore y de Nicole Potter. Y ahora para cerrar con broche de oro, la noche anterior Longbottom, Weasley y Lovegood habían tratado de entrar a su despacho y robarse la espada de Gryffindor, y por ese incidente se había visto en la necesidad de hechizar la entrada de su despacho para que nadie, a excepción de él pudiera entrar allí, ya que no se volvería a arriesgar por uno de los mediocres planes de esos adolescentes. Lo único bueno fue que él los había encontrado y no ninguno de sus nuevos profesores, así que el castigo que les dio fue solo mandarlos con Hagrid.
Severus soltó un suspiró lleno de cansancio.
Esa noche había una reunión en la mansión Malfoy con el Lord. Y el Señor Tenebroso todavía estaba de mal humor por el fallido ataque a Hogmeade y no dejaba de recordarles a sus mortífagos los inútiles que eran acompañado de un Crucio. Pero Snape sabía que el Lord no solo estaba de mal humor por el fallido ataque, sino que también estaba muy enojado por no haber podido encontrar lo que tanto ansiaba; porque Potter estaba prófugo junto con sus amigos, y por último porque Draco aún no le traía a la hermana de Potter.
Snape cogió un pergamino que le había llegado del Ministerio, cuando escucho unos golpes en su puerta.
Maldijo por lo bajo. Y con un movimiento de su varita quito el hechizo de su puerta para permitir que el mortífago pasara.
—Pasa, Amycus —dijo con voz pausa, pero fría, aun sin levantar la vista del pergamino.
El mortífago pasó al despacho y dirigió una mirada por el lugar, haciendo una mueca de molestia al notar que Snape aún no había cambiado la sosa decoración de Dumbledore.
—¿Cómo puedes estar en este despacho sin vomitar? —siseó Amycus.
—¿Qué quieres, Amycus? Habla de una vez que no tengo todo tu tiempo —dijo Snape, levantando la vista del pergamino.

***

Habían pasado varias semanas desde que Harry, Ron y Hermione habían abandonado Grimmauld Place, y el trío se aparecían en lugares solitarios y poco concurridos, y por supuesto siempre poniendo hechizos protectores.
Hace una semana había sido el cumpleaños número dieciocho de Hermione, pero este paso desapercibido por ella, ya que estaba más preocupada en buscar una forma de destruir el Horrocrux, en cambio sus amigos si se acordaron y la saludaron, pero ahí quedo todo, porque Ron en un acto de amabilidad con su castaña amiga le dijo que ya que era su cumpleaños, él llevaría el Horrocrux.
Fue un error. Ron estuvo de mal humor todo ese día y no dejaba de hacer comentarios sarcásticos; Hermione se arrepintió de haber aceptado que su amigo llevara el Horrocrux.
Ellos habían descubierto que el Horrocrux le modificaba el carácter. Los ponía de mal humor —sobre todo a Ron— cada vez que uno de ellos lo portaba.
Harry se volvía solitario y pesimista, todo lo veía negativo, y hasta llegaba a creer que nunca podría encontrar los otros Horrocruxes y mucho menos ganarle a Voldemort. Ron se volvía borde y siempre se quejaba de todo, sobre todo por la falta de comida. Y por su parte Hermione se volvía callada y cuando le hablaban siempre estaba irritable.
Y ese día nuevamente Ron llevaba el Horrocrux.
Los tres estaban almorzando o por lo menos eso era lo que hacían Harry y Hermione, porque Ron lo único que hacía era revolver los alimentos de su plato.
—Esto es incomible —comentó Ron de mala manera—. Mi mamá hace que la comida aparezca —el pelirrojo empujo el plato con setas y pescado.
Hermione hizo una mueca entre tristeza y enojo.
—Imposible. Lo que dices es imposible, Ron. Tu madre no puede aparecer la comida de la nada, nadie puede —dijo Hermione conteniendo sus ganas de gritarle a su amigo pelirrojo que era un desconsiderado—. La comida es la primera de las cinco Excepciones Principales a la Ley de Transformación Elemental de Gamp…
Ron hizo un gesto de exasperación.
—¡Oh, Merlín! Puedes decirlo en términos comunes.
La castaña respiró profundo.
—¡Es imposible hacer una buena comida de la nada! Puedes convocarla si sabes dónde está, puedes transformarla, puedes aumentar la cantidad si ya tienes un poco…
—Pues será mejor que no aumentes esto. ¡Está realmente asqueroso!
Hermione evito mirar a Ron, porque las lágrimas amenazaban con salir de sus ojos marrones.
—Harry ha conseguido estas setas y ese pescado, y yo he tratado de cocinarlo lo mejor posible. Y si no lo recuerdas o no vez bien, yo no soy tu mamá para cocinar como a ti te gusta.
Ron rió sarcásticamente.
—Pues menos mal que te das cuenta de que no sirves para cocinar…
Harry se llevó una mano a la sien, escuchar discutir a sus amigos era el pan de cada día, pero aun así, él siempre estaba atento a todos los movimientos de sus amigos, porque no vaya a ser que uno de los dos decidiera atacarse.
—¡BASTA LOS DOS! —gritó Harry cuando se cansó de escucharlos discutir.
La castaña y el pelirrojo se callaron cuando escucharon el grito de su amigo. Pasaran unos minutos en un silencio casi sepulcral, cuando de pronto empezaron a escuchar ruidos cerca de donde ellos estaban, los tres chicos por instinto tomaron sus varitas y con sigilo se fueron acercando hacia el lugar de donde provenían las voces.
Y Hermione que siempre andaba tenía su bolsa de cuentas, saca de allí unas orejas extensibles que los gemelos le habían dado —por lo que sea que lo necesiten— y le dio una a cada uno de sus amigos. Harry lo tomo al instante, pero Ron que aún seguía enojado lo tomo de mala gana. Los tres chicos empezaron a escuchar atentos la conversación ajena.
Esa voz se me es muy familiar, pensaba Harry al escuchar a uno de los hombre hablar. Pero ¿dónde la he escuchado?
Los chicos no podían escuchar muy bien la conversación porque el ruido de las aguas del rió hacia interferencia.
Algunas voces eran agudas, lo cual significaba que eran duendes, ya que por ratos hablaban en otro idioma, pero las otras voces eran graves, lo que quería decir que eran unos hombres, pero ¿quiénes?
Tanto pensar, Harry pudo recordar, una de las voces graves, y esta voz pertenecía a Ted Tonks, el esposo de Andrómeda y padre de Tonks. Harry se sintió mal por el hombre, ya que si estaba con los duendes quería decir que estaba huyendo y escondiéndose como un vulgar ladrón, era por el estatus de su sangre. Harry y Ron observaron disimuladamente a Hermione, la cual estaba concentrada en la conversación, y sin duda los chicos llegaron a una conclusión, que si su amiga no estuviera con ellos, ella también hubiera tenido que huir por la misma situación que Ted Tonks. La castaña levantó la vista al sentirse observada, y trato de sonreír, pero lo único que le salió fue una mueca de impotencia.
Los duendes seguían hablando y contaban que habían abandonado el mundo mágico después de que rehusaron cumplir las órdenes de los mortífagos, y que ahora estaban más tranquilos a pesar de estar exiliados, ellos alegaban que no tenían partidos en la guerra de los humanos, pero que tampoco se expondrían a la venganza de cualquier mortífago o inclusive del mismo Señor Tenebroso.
Luego escucharon que Ted Tonks discutía con el otro mago, al cual Harry no había podido reconocer la voz. Los hombres discutían sobre las estupideces que publicaban en El Profeta. Cuando de pronto se escuchó una tercera voz de un hombre, más bien de un chico como ellos, y los tres chicos la reconocieron al instante, sobre todo Harry, ya que había estado muy celoso de ese chico cuando era novio de Ginny. Y la voz del chico pertenecía a Dean Thomas, y al parecer también estaba escondiéndose de los mortífagos.
Hermione apretó los puños al escuchar la voz de su compañero de clase.
Estúpidos mortífagos, por su culpa los hijos de muggles tenemos que estar escondidos porque si no nos enjuician o nos matan, pensaba la castaña.
Luego de que hablaran del periódico El profeta, los chicos escucharon con gran interés como el periódico El Quisquilloso, apoyaba a Harry, periódico que alguna vez Hermione desprecio porque solo hablaba de criaturas que no existían y más cosas tontas, pero ahora era el periódico que era más veraz, porque mencionaba sin tapujos los hechos que no aparecían en el supuesto periódico más serio de la comunidad mágica.
Después se volvió a escuchar la voz de un duende, al cual habían llamado Griphook, y él menciono algo sobre la espada de Gryffindor, decía que la espada era una perfecta falsificación de la original —cosa que al comienzo confundió al trío— y que al parecer se les “olvidó” mencionar que este hecho a los mortífagos que llevaron la espada a guardar a una de las bóvedas de Gringotts.
Harry y Hermione al escuchar esa parte sintieron que se les detenía el corazón.
¿Por qué tanto interés por la espada de Gryffindor?, se preguntaba Harry.
La conversación siguió hasta que escucharon decir a Dean Thomas que él se encontraba en ese momento a salvo porque Ginny lo había ayudado a escapar de Hogwarts —Harry se mostraba ansioso por escuchar más sobre su pelirroja—. Los tres chicos se miraron entre sí al saber que la pelirroja se había puesto en peligro al lograr tal proeza, pero sabían que ella haría cualquier cosa por salvar a los inocentes. Luego también escucharon sobre que Ginny, Luna y Neville planeaban entrar a la oficina de Snape y que si este los encontraba infraganti pues entonces se llevarían un buen castigo.
Harry casi dejo de respirar al pensar en qué clase de castigo le podría ponerle Snape a sus amigos y a la mujer que amaba con todo el corazón.

***

Luego de la reunión —que duro más de cuatro horas— en donde Voldemort estuvo dando órdenes, y por supuesto también recriminando a todos su mortífagos lo incompetentes que eran. El rubio tuvo que mostrarse lo más frío posible y usar la Oclumancia como si fuera una capa de invisibilidad para que el Lord no pueda leer sus pensamientos.
Pero eso no lo salvo de que el Lord no lo amenazara con indirectas muy directas: Draco, si fallas morías tú, y tu patética familia.
Así que Draco no pudiendo aguantar más con la presión, sucumbió a la advertencia de Snape, y a su promesa que se había hecho a sí mismo: Ir a ver a su esposa, y no importaba que esta estuviera dormida o no quisiera dirigirle la palabra, él se conformaría con verla. Ella y su futuro hijo era lo único bueno en toda esa mierda de guerra.
Draco se apareció en la casa de Snape, y se sorprendió de que aun pudiera entrar en ella, ya que él era el único —después de Severus— que podía aparecerse y desparecerse de esa oscura casa. Y después de la advertencia que le hizo, él creyó que Snape había puesto protecciones impidiéndole la entrada, pero se había equivocado gratamente.
El rubio camino por la casa, buscando a su esposa. Pero si se ponía a buscar por las habitaciones le llevaría mucho tiempo, así que llamo al elfo que cuidaba de la pelirroja.
—Pinky —la pequeña criatura apareció al instante con plop.
—El amo llamo a Pinky —dijo el elfo haciendo una reverencia.
—¿Cuál es la habitación de mi mujer? —preguntó sin siquiera observar al elfo.
—La última del pasillo, amo.
Draco emprendió su camino hasta llegar a la habitación de la pelirroja, abrió la puerta y entro en ella, pero no la encontró.
Maldita sea, espero que ese viejo chiflado no la haya metido en uno de sus planes, pensó el rubio.
Pero apenas hubo terminado de pensar, la puerta del baño se abrió y de allí salió la pelirroja, envuelta en un albornoz de color blanco.
La chica se asustó al verlo parado allí, y retrocedió un paso, cosa que hizo que el rubio sonriera de lado.
—¿Qué haces aquí? —preguntó Nicole, observando con el ceño fruncido a su esposo.
Draco la observó detenidamente, hace varios días que no la veía, y la encontró más hermosa desde la última vez que la vio. Se acercó a ella y la tomo de la cintura. Y el olor a jabón que desprendía la piel de la chica lo excito.
—¿Acaso no me extrañaste, mi amor? —dijo el rubio para luego posar sus labios sobre los de la chica y besarla con desesperación.


2 comentarios:

  1. oh, merlin, este fue un maravilloso capitulo =)
    por favor no te demores mucho en actualizar

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  2. si!!!! actualizaste, gracias ♥
    pero maldito Voldemort cara de serpiente, lo odio

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