POV Draco
—¿Qué haces aquí, Draco? ¿Qué quieres? —preguntó,
con su típico tono aburrido.
—Severus —dijo saludándolo—. Vengo para ponernos de
acuerdo sobre el plan para matar a Dumbledore.
Y apenas dije «matar a Dumbledore», me dejo pasar.
—¿Sabes en los problemas en los que te vas a meter?
—me dijo, más serio que de costumbre.
—Sí. Y acepto todas las consecuencias de mis actos
—respondí muy seguro de mí mismo. Ya que me había hecho a la idea de lo que
sería mi vida de ahora en adelante.
—El Señor Tenebroso podría matarte si te descubre
y…
Lo interrumpí.
—No creo que lo haga, me necesita para poder pasar
a él y a sus mortífagos a Hogwarts.
Severus sonrió con amargura.
—Para el Lord nadie es indispensable, si tú no eres
el que hace ese trabajo, bien lo podría hacer cualquier otro.
—El Lord confía en mí…
Él volvió a sonreí.
—Todo lo haces por ella, ¿verdad? Arriesgaras tu
vida y la de tu madre por ella. Otro más que arriesga su vida por un Potter o
en este caso una Potter.
—Tú también lo haces —contraataqué, y él me miró
con furia, no le di importancia, a mí no me causaba miedo esa mirada—. Además,
mi madre estará bien, Dumbledore me prometió que la Orden la protegerá. Y
Nicole está esperando un hijo mío, es mi deber velar por ella. ¿Por qué la
odias? Recuerda que no solo es la hija de James Potter, también es la hija de
Lily Evans, y por lo que he escuchado Nicole es idéntica a Evans, solo el color
de sus ojos es igual a Potter padre. Además, niégame que estabas enamorado de
Evans, y que es por eso que también estas ayudando a cara rajada a acabar con
Voldemort.
Se acercó a mí amenazadoramente.
—Yo no la odio. Bueno, no tanto como a su hermano,
ese si es igual de arrogante, presumido e insoportable que su idiota padre. Y
no vuelvas a mencionar nunca, ¡nunca! que estuve enamorado de Lily, ¿entiendes?
Cometí un error al contarte esa parte de mi vida.
—Si eso es lo que quieres, por mi está bien —dije
con tono aburrido—. Pero ahora lo importante es que Voldemort ha decidido que
primero mate a Dumbledore y después de eso que los haga entrar al castillo a
sus seguidores —pase una mano por mis cabellos—. Y eso me conviene porque no
voy a tener a la loca de mi tía Bellatrix como espectadora cuando tenga que
“acabar” con Dumbledore.
—Me imagino que esto ya lo sabe Albus, y que ya te
dijo más o menos en qué consistía el plan, ¿verdad? —asentí—. Bien, ¿y cuando
se supone que tienes que cumplir con la misión?
—En la carta que me envió mi padre solo me dice que
sea lo más pronto posible —conté.
Él asintió.
—Bien, entonces será este fin de semana, cuando
todos los mocosos y sobre todo el “Trío de Oro” se vayan a pasear a Hogsmeade
—dijo con fastidio y poniendo énfasis al mencionar a grupito de San Potter.
—Sí, estoy de acuerdo en eso contigo, así no habrán
testigos cuando empiece el falso enfrentamiento entre los aurores y nosotros
—dije—. Bueno, eso es todo, ahora me voy, nos vemos luego —me despedí, él solo
asintió con la cabeza, y yo salí de su habitación con mucho cuidado de que
nadie me viera.
Decidí caminar un poco trazando cada punto del
plan.
POV Nicole
Los días siguientes pasaron con mucha rapidez,
aunque he de mencionar que esa sensación de estar vigilada no se me iba.
Ahora estaba en mi sala común, en compañía de mi
hermano, Hermione, Ron y Ginny, estábamos hablando sobre el permiso que le
íbamos a pedir a Dumbledore, y digo permiso que le íbamos a pedir, porque ahora
que la boda de Bill y Fleur —esa francesita se casaría con un Weasley, y yo que
pensaba que era tan princesita que nunca se casaría con un hombre como Bill. Al
final resultó ser una mujer presumida, pero con muy buenos sentimientos— era
dentro de una semana, la señora Weasley necesitaba ayuda para terminar con los
preparativos de la bosa —pobre de la señora Weasley, sí que estaría muy
ajetreada con cada uno de los preparativos—, y necesitaba la ayuda de Ginny y
Ron, Harry y Hermione también se había ofrecido a ayudar; yo también quería ir
a ayudar, pero no me lo permitieron, poniendo como excusa que por mi estado
cada esfuerzo que haga me haría daño, y he de decir que al comienzo no me gusto
que me trataran como una debilucha, creo que fue lo mejor porque últimamente
estaba muy mareada y las náuseas eran insoportables —y yo que creía que ya me
estaba acostumbrando a estos cambios— y que decir de los antojos que me dan. En
estos últimos cuatro días he comido más chocolate que lo que me he comido en
todo un mes.
Y volviendo al tema de los excesivos cuidados de mi
hermano y sus amigos, ahora quieren que me los días descansando, y me preguntó
descansar ¿de qué?, si casi no hago nada, solo asistir a clases y los deberes.
Lo bueno era que este fin de semana me iría a
visitar a mis padres adoptivos, y aunque aún no tenía el permiso de Dumbledore,
estaba segura de que no se negaría.
—¿Qué les parece si de una vez vamos a pedirle
permiso a Dumbledore? —propuso Ron, muy animado de librarse de las clases por
una semana.
—Sí, claro, Ron, tú estás muy contento por no
asistir a clases por una semana, ¿verdad? —preguntó Hermione, sin ocultar su
molestia.
Hermione
siempre pensando en estudiar y Ron siempre viendo la manera de no hacerlo, pensé. Quise
sonreír de ellos dos, pero mejor no lo hice.
—Y tú muy triste, ¿verdad? —dijo Ron, también con
tono irritado—. Porque para Hermione Granger la vida es estudiar, estudiar, y
no…
Harry interrumpió a Ron a tiempo de que empiecen a
discutir por algo que no tenía importancia.
—Ya, por favor, no vayan a empezar a discutir otra
vez —les dijo, mirándolos a ambos.
Ron y Hermione hicieron casa a mi hermano, pero no
se volvieron a dirigir la palabra ni mucho menos a mirarse. Mientras que Ginny
solo miraba a los aludidos y negaba con la cabeza.
El recorrido hasta la gárgola que custodiaba el
despacho de Dumbledore, lo hicimos en silencio. Cuando llegamos al lugar
correcto, Ginny dijo la contraseña.
—Pie de Limón.
La gárgola nos dio pase, dejándonos ver las
escaleras. Subimos lentamente y luego Harry toco la puerta.
—Adelante —escuchamos la voz amable del director.
Harry empujo la puerta y ahí estaba Dumbledore,
sentado tras su escritorio, cuando nos vio sonrió levemente.
—Buenas tardes, profesor —saludamos todos a coro.
—Buenas tardes, chicos —respondió Dumbledore,
haciendo una seña para que pasemos, así lo hicimos y Ron cerró la puerta tras
de él—. no hace falta que me digan a que vinieron, Molly me acaba de mandar una
carta pidiéndome permiso para que vayan a ayudar para los preparativos de la
boda del señor Weasley y la señorita Delacour, así que pueden ir, no hay
problema, se le dará tiempo extra para que presenten sus trabajos —dijo
adelantándose a la pregunta de Hermione.
Hermione sonrió aliviada.
—De verdad, muchas gracias, profesor —dijo
Hermione.
—Eh, profesor Dumbledore —dije, y el aludido me
observó—, yo le quería pedir permiso para visitar este fin de semana a los
Jones.
Dumbledore se acomodó las gafas y se quedó
pensativo unos minutos.
—Por supuesto que tiene mi permiso, señorita
Potter, ellos la deben de extrañar mucho —dijo, y yo le sonreí, por un momento
pensé que se negaría a darme el permiso.
—Muchas gracias, profesor —le agradecí.
—Bueno, creo que debemos ir a preparar lo necesario
para esta semana que no estaremos en Hogwarts —dijo Harry—, saldremos mañana
temprano. Y gracias otra vez profesor —agregó.
Dumbledore asintió.
—Adiós, profesor —dije, y luego todos salimos de la
oficina, pero antes de salir pude notar algo extraño en el profesor, parecía
muy pensativo, como si tramara algo, aunque tal vez solo eran cosas mías.
Y como dijo mi hermana, apenas entramos en la sala
común, los chicos se dirigieron a sus habitaciones para preparar sus baúles, y
como yo todavía no iría a la Madriguera, ya que el fin de semana primero iría
casa de los Jones, salí de la sala común para caminar por el castillo, y luego
iría a visitar a Hagrid.
Pero estaba de malas, primero, porque cuando fui a
la cabaña de Hagrid, este no estaba, y segundo, cuando me di la vuelta para
regresar a mi sala común, me encontré con Malfoy. Él también caminaba solo, sin
ninguno de sus amiguitos. No tenía ni tiempo ni ganas de hablar con él, así que
trate de hacer que no lo había visto, pero fue imposible, él también me había
visto.
—¿Qué pasa, Potter? —me preguntó el muy cínico.
Imbécil, pensé.
—¿Qué no es obvio? —respondí lo más fría posible.
Dio dos pasos hacía a mí, y yo los retrocedí.
—¿Por qué retrocedes? ¿Acaso me tienes miedo? —su
voz era sarcástica e engreída, detestaba cuando me hablaba de ese modo.
—Púdrete —fue lo único que atine a decir, di media
vuelta, pero él me detuvo cogiéndome del brazo.
—Suéltame, Malfoy —le exigí, tironeando para que
dejara.
—Está bien —dijo soltándome, me sorprendió de que
no se pusiera difícil—. Solo quería saber, ahora que ya estas más calmada —hizo
una pausa—, si ya recapacitaste sobre deshacerte de ese problemita —señaló mi
vientre, no soporte volver a escuchar que me deshiciera de mi hijo, y mucho
menos soporte que lo llamara «problemita», así que le di una bofetada.
—¡NUNCA! ¿Escuchaste? ¡NUNCA! —le grité—. Parece
que no te quedo claro lo que hablábamos la última vez.
Me agarró muy fuerte de los brazos y me zarandeó un
poco.
—Voy a seguir insistiendo hasta que me hagas caso.
¡Y NO VUELVAS A GOLPEARME O TE IRÁ MAL, POTTER! —me gritó mientras me seguía
zarandeando. Pero sus zarandeos estaban causándome mareos; empecé a ver
nublado, parpadeé un par de veces, no dejándome vencer, pero cada vez me sentía
más mal. Y cuando creí que me desmayaría, Malfoy dejo de zarandearme, pero no
me soltó. Sentía su mirada penetrante sobre mí. ¿Se habría dado cuenta de que
me sentía mal? ¿Se habría preocupado por mí? Sí, claro, pensé, primero
tendría que volver a nacer y que esta vez le pusieran un corazón en vez de una
piedra.
Quería decirle a Malfoy que dejara de tocarme, pero
temía que si me soltaba, entonces perdería el equilibrio y caería. Mis manos
estaban heladas, y el malestar no me pasaba; y sacando fuerzas de flaquezas
trate de aparentar que estaba bien, no quería quedar como débil delante de
Malfoy.
Respiré pausadamente, y le dije:
—¿Me estas amenazando, Malfoy? ¿Qué piensas hacer,
acaso golpearme?
—No, yo nunca golpearía a una mujer y ni siquiera a
ti —el tono de su voz había cambiado, ya no sonaba molesto, más bien me pareció
que estaba temeroso. Eso me sorprendió—. Pero tengo otra manera de castigarte
—lo miré, y note que sonrió con malicia.
—¿Qué podrías hacerme?
—Podría hacer esto —no entendí a qué se refería, lo
único que sentí es que quitaba sus manos de mis brazos para pasarlas en mi
cintura, me apego a él y luego sus labios estaban sobre los míos. Trate de
empujarlo, pero él era más fuerte que yo, y más teniendo en cuenta que estaba
con malestar. Pero no me daría por vencida, seguí empujándolo. No tuve éxito.
Así que trate de quedarme quieta, no mover ni un musculo hasta que él se dé
cuenta de que no respondía a su beso. Y nuevamente no tuve éxito, no sé en qué
momento mis labios se empezaron a mover en sincronía con los suyos; me odie en
ese momento por disfrutar de ese beso, por gustarme tanto sentir sus labios
sobre los míos y ese sabor exquisito a menta, era como una droga que no podía
dejar. Cuando él noto que yo le respondí el beso, ya no me apretaba tanto y empezó
a mover sus manos por mi espalda.
Y de pronto sus anteriores palabras llegaron a mi
cabeza: «Ese mocoso no puede nacer, no debe nacer. ¡Tienes que abortar!». Me
separé de él y lo empuje aprovechando su descuido.
—¿Qué sucede? —preguntó.
—¡TE ODIO, MALFOY! —le grité con ira—. ¡TE ODIO,
OJALA NUNCA TE HUBIERA CONOCIDO!
Mi ira aumento cuando lo vi sonreír.
—Sí, claro —dijo, y su tono arrogante volvió. Me
miró y empezó a reír. ¡Maldita sea! ¿Acaso se reía de mí? Pues no, no le daría
el gusto de que siguiera riendo de mí. Di media vuelta dispuesta a ir a mi sala
común y esta vez él no me detuvo.
Mientras caminaba por los pasillos, no dejaba de
preguntarme: ¿Por qué le respondí el beso?
¡Maldito, Malfoy! Te gusta burlarte de mí. Te odio, te odio, pensaba. Pero
definitivamente me odio más a mí por sentir esto que siento por ti, por esta
confusión que provocas en mí.
Me paré de golpe al ver que estaba frente al cuadro
de la dama gorda, le dije la contraseña y ella me dio pase para entrar en mi
sala común. Camine con parsimonia hacia el sofá que estaba más cercano a la
chimenea. Respiré profundo varias veces tratando de calmar mis nervios. Luego
de unos minutos parecía que lo había logrado, así que ya más serena subí a la
habitación que compartía con Ginny.
—Hola, Nikki —dijo Ginny—, ¿estás bien? —me
preguntó al instante.
Asentí.
—Sí, no es nada —dije quitándole importancia al
asunto, aunque no podía quitarme la sensación de los labios de Malfoy sobre los
míos.
—¿Sabes? No te creo nada, estás muy pálida para “no
ser nada” —fijó su vista en mí—. ¿Quieres contarme?
Así no
quisiera, igual te las arreglarías para que te lo cuente, pensé.
—Es Malfoy —dije.
—¿Qué te hizo ese imbécil? —gruñó.
¿Qué me hizo? Pues me beso, y lo peor de todo es
que yo le correspondí. No obviamente no iba a decir eso.
—Lo de siempre, molestar —respondí.
—Maldito. Te juro que me da ganas de decirle a
Harry que él es el padre de tu bebé, para que así de una vez por todas lo mate.
Que Harry se enterara de eso, me asustaba.
—No. Ni se te ocurra, Ginevra, empeoraras las cosas
—la amenacé.
Ginny hizo un gesto de impaciencia.
—Está bien, está bien, no diré nada. Pero si te
sigue molestando… —le dirigí una mirada suplicante—. Ya, lo prometo no diré
nada. Ah, y ya te dije que odio que me llamen Ginevra.
Me dio gracia su cara de molestia.
—Así te llamas, ¿no? —sonreí.
—Sí, pero prefiero que me digan Ginny —hizo una
puchero. Reí, definitivamente Ginny sería la mejor cuñada que podría tener.
Solo espero que el tonto de mi hermano le confiese rápido lo que siente por
ella.
—Bueno, Ginny
—enfaticé su nombre—, me ha dado sueño, creo que me pondré mi pijama y me
acostare a dormir de una vez.
—¿No bajaras a cenar? —preguntó.
—No tengo hambre.
—Pero… —empezó a replicar, pero no la deje
terminar.
—Mi bebé estará bien, no te preocupes, Ginny —dije
poniendo una mano sobre mi vientre plano—. Además, cuando vea a mis padres y
les cuente sobre mi embarazo, se enojaran, y me regañaran, pero al final
comprenderán, y luego me consentirán, y me darán de comer todo el días, de eso
sí que puedes estar segura.
Ginny asintió, y sonrió.
—Está bien, si los Jones te tendrán así todo el
día, esta vez no insistiré —dijo.
—Buenas noches, Ginny —dije, cuando ella tomaba el
pomo de la puerta—. Ah, y no te olvides de despertarme para despedirme de
ustedes —le pedí.
—De acuerdo —dijo, y luego abrió la puerta y salió.
POV Draco
Mientras ella se alejaba de mí, yo seguía riéndome
porque aunque primero se resistía en no corresponderme el beso, al final lo
hizo. Lo único malo es que aún me duele la mejilla por la bofetada que me dio,
nunca me cansare de decirlo, esa chica sí que pega fuerte. Pero la bofetada no
tiene mucha importancia después de verla ponerse pálida, creo que fui un poco
brusco con ella, seguro que tanto zarandeo la mareo; pero es que, ¡maldición!,
estaba enojado cuando me volvió a abofetear y no pude controlar mi reacción.
Tienes que
controlarte, Draco,
me repetía mentalmente. Ella está
embarazada, y según leí una vez, las hormonas de las embarazas son muy
cambiantes.
Y aun recordando el beso que compartí con Potter
femenino, camine hacia mi sala común. He de reconocer que estaba de mejor
humor, y todo gracias a ella.
Luego de decir la contraseña: «Sangre Pura», entre
a la sala común. Y me encontré con Blaise, Pansy y Theo —aún me parece raro no
ver Crabbe y Goyle, pero sus padres habían tomado la decisión de que ellos no
vuelvan a Hogwarts ahora que también eran parte de los mortífagos. Bueno, en
fin, ellos no eran muy brillantes en cuanto a los estudias, así que imagino que
estarán muy contentos— sentados en un sofá alejado de los niños de primero y
segundo.
—¡Hey! Draco, ven, siéntate con nosotros, que
tenemos algo que contarte —dijo Blaise, cuando me vio.
Me dirigí hasta donde estaban ellos, y me senté
junto a Pansy.
—Hola, Draquito, ¿dónde estabas? —dijo Pansy con su
voz chillona. Mientras que Blaise reía entre dientes.
Rodé los ojos, es que acaso ella nunca iba a
entender que detestaba que me llamen «Draquito».
—Estaba por ahí —contesté—. Y Pansy, te he dicho
miles de veces que detesto que me llamen «Draquito».
—Está bien, no te molestes. Además, tú sabes que yo
siempre te he llamado de ese modo, ya deberías estar acostumbrado —ahora no
solo Blaise era el que reía, Theo también soltó una carcajada. Pansy estaba
logrando ponerme de mal humor—, deja de fruncir el ceño, eres más guapo cuando
estas relajado.
—Pansy…
—Cuando llegaste parecías más alegre. ¿Se puede saber
el motivo de tu alegría? —preguntó Pansy, ignorando mi advertencia.
—No estaba alegre, Pansy —la corté antes de que
siguiera con sus molestas preguntas—. ¿Y qué era lo que querían contarme?
—cambie de tema.
—Pues se trata del “Trío de Oro” —dijo Theo,
haciendo comillas en el aire al mencionar al trío de tontos.
—¿Qué hay con ellos? —pregunté.
—Se van —respondió Pansy, con una sonrisa
petulante.
—¿Se van? ¿Adónde? —pregunté, con curiosidad.
—Pues ellos y la pobretona menor de los Weasley se
van mañana a casa de los pobretones por la boda de hermano mayor de la
comadreja, el tal Bill, y Fleur Delacour, la francesita del Torneo de los Tres
Magos —dijo Blaise.
—Sí, se quién es ella. Nunca imagine que Delacour
tuviera tan mal gusto al fijarse en la comadreja mayor —dije asombrado—. ¿Y
cuantos días estaremos libres de la compañía de esos tontos Gryffindors?
—Creo que hasta que termine la boda —dijo Theo.
—¿Y la hermana de cara rajada también va con ellos?
—pregunté fingiendo indiferencia.
—Al parecer no, y se me hace muy raro —respondió
Pansy.
Asentí, pero sentía la mirada de Blaise sobre mí.
Idiota, pensé.
—Oye, Draco, hermano, ¿qué te paso en la cara? Esta
roja tu mejilla izquierda —preguntó burlonamente Blaise.
—Sí, ¿qué te paso en la mejilla, Draco? —preguntó
Pansy, tocándome la mejilla afectada.
—Nada —dije, ya de mal humor.
—Pues esa “nada” sí que agarro la costumbre de
pegarte —dijo Blaise, y se empezó a reír.
—¡CÁLLATE, ZABINI! —le grité, y él se calló, pero
seguía con su estúpida sonrisa, mientras que los demás nos miraban
desconcertados.
—Creo que ya es hora de cenar, ¿qué les parece si
vamos al Gran Comedor? —dijo Theo, tratando de calmar la tensión.
—´Vayan ustedes, yo ahora los alcanzo —y sin
esperar a que dijeran algo, me pare del sofá y subí rápidamente las escaleras.
Apenas entre a mi habitación fui al baño, miré mi
rostro en el espejo, si era cierto tenía la mejilla izquierda roja —Tonta Potter, pensé—. Lave mi cara,
tratando de que el agua fresca borrara lo rojizo de mi mejilla.
Fui al Gran Comedor cuando note que mi mejilla ya
tenía el color habitual. Me senté junto a Pansy, como siempre. Y mientras me
servía papas al horno, miraba disimuladamente hacia la mesa de los leones, me
ella no estaba sentada junto a su estúpido hermano, ni en ninguna parte de la
mesa. Me preocupe, ¿acaso estaría mal? Mierda, todo esto es mi culpa.
Levante la cabeza para mirar de frente hacia la
mesa de los leones y cerciorarme de si de verdad ella no estaba, y si era
cierto. Iba a levantarme de la mesa dispuesto a buscarla, pero me di cuenta de
que cara rajada y la comadreja estaban sonriendo, y si cara rajada estaba de lo
más tranquilo, eso quería decir que Nicole estaba bien, y…
—¿Qué tanto miras, Draco? —preguntó Blaise,
sacándome de mis pensamientos.
—Nada que te importe —siseé, y él sonrió—. Aunque,
últimamente paras muy pendiente de mí, Blaise, ¿no será que te gusto? —pregunté
con burla.
—No, no eres mi tipo —contestó el idiota de Blaise,
siguiéndome el juego.
Luego de la cena, me fui a mi habitación. Y
pensándolo bien, las cosas no me podían salir mejor, el trío de tontos y la
comadreja menor se iban por unos días a la boda de la comadreja mayor; lo único
que me preocupaba era Nicole, que haría con ella para que no arruine mis
planes. Rayos, porque ella también no se va a la casa de las comadrejas.
***
Al otro día me desperté temprano, y luego de
bañarme y cambiarme, fui a las afueras del castillo para comprobar con mis
propios ojos que cara rajada, la sabelotodo y las comadrejas se marchaban. Y si
esos cuatro se fueron, lo cual me ponía de un excelente humor.
Luego de ver que esos se largaban, me dirigí al
Gran Comedor a desayunar, y mis amigos ya estaban allí, se senté junto a ellos.
Y como de costumbre dirigí una mirada a la mesa de los leones, ahora ella si
estaba allí, y parecía estar bien, lo único que me molesto fue cuando vi al
perdedor de Seamus Finnigan susurrarle algo al oído. Me le quede mirando
fijamente, pero ella parecía o no quería darse cuenta porque seguía como si
nada.
—Escoria —susurré.
—¿Dijiste algo, Draco? —preguntó Pansy, y yo negué
con la cabeza.
Iba a tomar un poco de jugo de calabaza, cuando
escuche su risa, la miré fijamente. Que tanta risa le podía causar alguien como
esa escoria.
Ahora no solo tendría que vigilarla para cuidarla,
ahora también tenía que estar pendiente de ese imbécil y evitar que se acerque
a Nicole. Nadie toca lo que es mío.
***
Y sí durante todos estos días, no solo me la pase
vigilando a Nicole y a la escoria de Finnigan, también estuve pendiente de
todos los pros y los contras sobre el plan. Pero me sorprendió un día que la vi
caminar por los pasillos junto a la profesora McGonagall, la cual iba levitando
un baúl, el baúl de Nicole. Se iba, ella también se iba.
¿Pero a
dónde?, me
pregunté. A donde más, Draco, pues a la
casa de las comadrejas.
Bueno, por lo menos eso quería decir que ella no
estaría cuando ponga en marcha el plan. Pero después del fin de semana la vi
regresar, pero sola. ¿Qué rayos estaba
pasando?, me pregunté. Y eso no es todo, un par de días después volvió a
irse. Esa Potter me tenía desconcertado.
Un día antes de la “muerte” de Dumbledore, fui a la
oficina de Severus para repasar una última vez el plan.
Y ahora por fin había llegado el momento. Me dirigí
a la Torre de Astronomía, sabía que allí estaría Dumbledore para cumplir la
primera parte del plan.
Efectivamente allí estaba el viejo, posando sus
manos sobre el barandal, pensativo. Pero se volvió cuando noto que no estaba
solo.
—Señor Malfoy, ¿qué hace usted aquí? —me preguntó.
Y me confundió, porque se suponía que él me
esperaba. Aunque luego supuse que estaría fingiendo. Sonreí, el viejo sí que
estaba chiflado de verdad. Pero mi sonrisa se borró cuando divise que al otro
extremo de la Torre estaban Blaise, Pansy y Theo.
¿Qué demonios
hacían ellos aquí?
—¿Qué hacen ustedes aquí? —les pregunté. Dumbledore
se giró para ver a quien le hablaba, y cuando descubrió a mis amigos, no se
sorprendió.
—Solo venimos a asegurarnos de que cumplas con la
orden del Señor Tenebroso —dijo Theo.
¿Qué rayos?
¿Qué tenían ellos que ver en esto?
—A ustedes nadie les ha dicho que se metan en mis
asuntos —vociferé. Maldita sea, ellos arruinarían el plan.
—Señores Zabini, Nott y señorita Parkinson, por
favor… —empezó a hablar Dumbledore, pero mis amigos ignoraron sus palabras.
—Te equivocas, Draco, el Señor Tenebroso nos ordenó
verificar que cumplas con tu misión —dijo Blaise.
¡Maldición! Se suponía que tenían que venir los
aurores, no ellos. ¿Y dónde carajos se metió Severus? Él ya tendría que estar
aquí. Él tendría que haber sabido de esto y tendría que haberlo impedido.
—Anda, Draco, ¿qué estas esperando? ¡Mátalo!
¡Mátalo, ya! —me urgió Blaise.
Noté que Dumbledore me miró y luego miró a mis
amigos, sin alterar su expresión.
¿Qué mierda
estaba pasando aquí? ¿Acaso el viejo no teme que uno de ellos lo maten si yo no
puedo hacerlo?
—¡Mátalo! —gritaron los tres a la vez.
—O prefieres que lo haga yo —dijo Pansy, dando dos
pasos al frente, apuntando con la varita a Dumbledore.
—¡No! —grité nervioso. ¿Qué se supone que debo
hacer? ¿Matarlo? ¡NO! No quiero matar al viejo.
En eso de la nada apareció Severus, mis nervios se
calmaron un poco al verlo llegar. Ya que él detendría todo esto.
—Severus, ¿qué…? —iba a preguntarle lo que pasaba,
pero Severus me interrumpió.
—Veo que no te atreves a cumplir con tu misión,
Draco —dijo Severus, con voz fría. Yo lo miré confundido, ¿qué rayos les pasaba
a todos? Iba a replicar, pero su sonrisa siniestra me distrajo, y luego volvió
su mirada a Dumbledore, saco su varita y lo apunto a la cara—: ¡AVADA KEDAVRA!
—y lanzó la maldición asesina a Dumbledore, y la luz verde salió de la varita
de Severus directo al pecho de Dumbledore, y su cuerpo inerte cayo de la Torre
de Astronomía.
¿Qué rayos había pasado? No, no lo creía, esto
tenía que ser una pesadilla, Severus no había matado a Dumbledore, no podía
haberlo hecho. Miré al frente y Dumbledore no estaba. Era cierto, Severus lo
había matado, pero este no era el plan, entonces ¿por qué lo mato?
No me moví ni un ápice, estaba en shock, solo
escuchaba a lo lejos unas voces, creo que era la voz de Blaise y luego la voz
de Snape le dijo algo, porque minutos después escuché unos pasos alejarse.
No sé cuánto tiempo pase en ese estado de
inconsciencia. Solo sé que la voz profunda de Severus me hablaba.
—Draco. Draco, ya acabo todo, tenemos que irnos…
¿Irnos?
¿Adónde mierda nos íbamos a ir? ¿A quién más iba a matar?
—¡¿Qué hiciste?! ¡Ese no era el plan, Severus!
—grité, saliendo de mi estado de conmoción.
—¡Vámonos, Draco! —dijo Snape, sin explicarme
porque mato al viejo.
—No —dije, cuando él puso una mano en mi hombro,
camine hasta el barandal, y miré hacia abajo, ahí estaba el cuerpo sin vida de
Dumbledore.
guau, un capitulo de lo mas interesante y decisivo
ResponderEliminarespero la pronta actualizacion
besos magicos
me fascino este capitulo
ResponderEliminar¡actualiza pronto! ¡ya!