POV Autora
Los tres chicos cayeron sobre la fría hierba, se
levantaron al instante y, Hermione sacó su varita para poner los hechizos
protectores.
—¡Protego totalum!
¡Salvio hexia!
Mientras
Ron seguía insultando al padre de Luna.
—Ese
maldito viejo traidor. Cobarde…
—Vaya
—dijo Harry, ignorando a su amigo—, estamos vivos.
Ron
miró a su amigo y luego a su castaña amiga, le sonrió, y rápidamente se acercó
a ella, se inclinó y beso una de sus mejillas.
Hermione
no podía creer lo que Ron había hecho; ¿en verdad había besado su mejilla?
Azorada y con las mejillas rojas, bajo la varita y lo observó; Ron, al igual
que Hermione tampoco parecía creer lo que había hecho, sus orejas y mejillas
tomaron el mismo color de su cabello.
—Eres
genial, Hermione. ¡Absolutamente genial! —dijo Ron y se alejó de ella, y aunque
solo hace unos minutos habían estado a punto de ser atrapados, él sonreía.
Hermione
parpadeó aun azorada, pero luego recordó que tenía que seguir poniendo hechizos
protectores.
—Cave inimicum —dijo moviendo la varita.
Por
su parte, Harry había presenciado toda esa muestra de afecto de sus amigos, y
se sentía incómodo, como si fuera un intruso. Pero también estaba feliz de que
sus amigos ya se habían amistado. Así que sin mirar a ninguno de los dos,
procedió a sacar la tienda de campaña de la bolsa de cuentas de Hermione.
***
Los
días pasaban con gran lentitud para el trío de oro, el tiempo era horrible, así
que tenían que arreglárselas como podían, pero definitivamente lo más incómodo
era que tenían que cambiar de lugar cada tres días, ya que no podían estar
completamente seguros, en cualquier momento podrían atraparlos.
Los
tres chicos estaban muy preocupados por Luna. Harry no se quería ni imaginar lo
que podría estar sufriendo la chica… pero su masoquista mente a veces le hacía
creer que Luna incluso podría estar muerta. Trataba por todos los medios no
pensar en eso, así que ahora prácticamente su mente era ocupada por las
Reliquias de la Muerte, y que en verdad podrían existir, además él ya contaba
con una: su capa de invisibilidad.
Por
su parte, Ron y Hermione cada día estaban más unidos, la chica se daba cuenta
de la nueva actitud de su amigo para con ella, al comienzo la sorprendió, pero
con el pasar de los días ya estaba muy familiarizada con esta nueva faceta tan
gentil de Ron, se sentía querida, por primera vez podía decir que Ron
correspondía a su amor, e incluso ya no le criticaba su comida.
Marzo
llego y con ese mes también traía desesperación para los chicos que no tenían
ni la más remota idea de dónde encontrar otro Horrocrux.
Y
no ayudaba nada —por lo menos para Hermione—, que Harry insistiera en la teoría
de las Reliquias de la Muerte. Y más ahora que después de tanto darle vueltas a
la historia, había llegado a la conclusión de que él era el descendiente del
tercer hermano.
Harry
saco su capa y la observó por un buen momento, la toco, su capa era tan
flexible como el agua y ligera como el aire. Además, en todo ese tiempo que
tenía usándolo —sin contar con el uso de sus demás antepasados—, seguía igual,
no se había roído, ni nada.
Y
entonces recordó.
—Dumbledore
tenía mi capa cuando mis padres murieron.
—¿Qué?
—dijo Hermione, quitando su vista del libro que estaba leyendo.
—En
una carta mi madre le dijo a Sirius que Dumbledore había tomado prestado la
capa de mi padre —dijo Harry, comprendiendo todo—. Era por eso, porque
Dumbledore quería comprobar si la capa era una reliquia… Ignotus Peverell está enterrado
en el Valle de Godric —divagó.
—¿Y
eso qué? —preguntó Ron, parecía más confundido que de costumbre.
—Que
él es mi ancestro. ¡Soy el descendiente del tercer hermano! ¿No se dan cuenta?
Ahora todo tiene sentido.
Ron
y Hermione compartieron una mirada.
—Harry
—le dijo Hermione, pero en ese momento él se encontraba buscando en la pequeña bolsa
que le había regalado Hagrid.
—Léela
—le dijo, extendiéndole la carta—. Vamos, Hermione léela. ¿Por qué querría la
capa Dumbledore? Si él quería hacerse invisible, solo hubiera tenido que hacer
el encantamiento de Desilusión.
Hermione
tomo la carta, pero al momento de desdoblarla, algo cayó al suelo, y rodó
debajo de una silla.
Harry
se agachó para ver lo que había caído, y se quedó en shock cuando vio la snitch
—el cual fue la herencia de Dumbledore—, cogió la snitch y entonces nuevas
revelaciones paso por su mente.
Tres objetos, o Reliquias,
las cuales, unidas, convierten a su poseedor en el Amo de la Muerte… Maestro…
Conquistador… Vencedor… El último enemigo que deberá ser destruido es la
muerte…
Y
entonces Harry se vio a sí mismo, poseedor de las Reliquias, si enfrentaba a
Voldemort, teniendo consigo las Reliquias… ni siquiera los Horrocruxes serían
rival para él. Porque si él se convertía en el Amo de las Reliquias de la
Muerte, podría sobrevivir.
Sonrió,
tal vez Dumbledore podría haber escondido un Horrocrux en la snitch… y de
pronto un recuerdo vino a él; un hombre asqueroso, llamado Marvolo Gaunt, él
tenía un anillo… por supuesto, ese anillo era un Horrocrux, pero la piedra del
anillo… era la Piedra de la Resurrección.
Harry
estaba eufórico.
—¡ESTÁ
AQUÍ DENTRO! —gritó Harry incorporándose—. ¡Está dentro de la snitch!
—¿Tú…
crees? —preguntó Ron.
Harry
no podía creer que Ron no lo comprendiera. Ahora que todo estaba tan claro.
—Eso
es lo que él busca.
Ron
y Hermione volvieron a compartir una mirada, pero está ahora era cargada de
temor.
—Entonces
eso quiere decir que Quien-tu-sabes está buscando la Varita de Sauco —dijo Ron.
—Es
exactamente cómo has dicho, Ron —confirmó Harry—. Entienden. Eso explica que
las Reliquias de la Muerte son reales y yo tengo una… a quizás dos —dijo
levantando la snitch.
Luego
de esta explicación, Hermione volvió a negarlo todo, ella no creía en eso, y
así se lo hizo saber a Harry, pero Harry estaba terco con su descubrimiento y
nadie le haría cambiar de parecer.
Por
la noche, Harry y Ron estaban acostados en sus literas, ya que Hermione se
había ofrecido a hacer la primera guardia. Pero Harry apenas y podía dormir,
porque no dejaba de pensar en las Reliquias de la Muerte, y en lo maravilloso
que sería tenerlas.
Suspiró.
Saco la snitch que tenía en su bolsillo, volvió a tocar la snitch con los
labios. Me abro en el cierre.
Nuevamente apareció esa inscripción. Harry no sabía que significaba eso, y
pensando en aquella inscripción se quedó dormido.
***
Mientras
en Malfoy Manor; Draco estaba en su habitación, caminando de un lado a otro.
Estaba nervioso, enojado, frustrado, cansado… y eso se notaba, bajo sus ojos
habían unas profundas ojeras, señal de que su insomnio.
Primero,
hace varias semanas que no sabía nada de su esposa. Segundo, cuidar de la
supuesta Nicole Potter cada vez se hacía más complicado, ya los mortífagos
estaban empezando a sospechar del porque la cuidaba tanto; y eso no era bueno.
Tercero, encontrar a Blaise ese día en sus mazmorras había sido todo un
problema, pero había podido sacarlo de allí, solo con la promesa de que le
contará que sucedía. Él había aceptado, solo para que se vaya. Pero ahora cada
vez que se encontraba con su amigo, este no perdía la oportunidad de sonsacarle
cosas.
Estaba
harto.
Lo
único bueno —dentro de lo que cabe— era que el Señor Tenebroso seguía fuera de
casa, según su tía, porque tenía cosas muy importantes que hacer, así que
todavía no sabía que la supuesta hermana de Potter estaba encerrada en las
mazmorras.
Aflojó
un poco el nudo de su corbata, pero siguió con su caminata.
Un
ruido lo hizo detenerse, buscó al intruso que se había atrevido a poner sus
asquerosos pies en su habitación. Vio a un pequeño elfo doméstico a cuatro
pasos de él.
—Amo
Malfoy —dijo la inocente criatura, haciendo una exagerada reverencia.
Draco
le dedicó la peor de sus miradas.
El
elfo tembló, muerto de miedo.
—Doty
lamenta mucho molestar al amo —se disculpó el elfo, bajando la cabeza—, pero la
ama Malfoy, le ordenó a Doty venir a buscarlo.
Draco
no cambio su osca mirada en ningún momento.
—¿Dónde
está mi madre? —siseó.
—En
la sala, amo… junto a…
Draco
no espero a que elfo terminara de hablar, simplemente salió de su habitación
dando un portazo.
—Madre
—dijo Draco, cuando ya estaba en la sala—. Vaya, también estás aquí, tía —esto
lo dijo con cierta ironía.
Bellatrix
ignoró la ironía de Draco, porque estaba de buen humor, y eso quería decir que
seguro había torturado hasta la muerte a alguien.
Bebió
un sorbo de su copa ambarina.
—¿Te
encuentras bien, Draco? —preguntó Narcissa acercándose a su hijo.
Draco
hizo un gesto de molestia. Estaba cansado de esa pregunta, ya que últimamente
su madre se la hacía muy seguido.
—Sí,
madre, me encuentro mejor que nunca —respondió con fastidio.
Narcissa
llevó una de sus manos a la pálida mejilla de su hijo. Draco se tensó al
comienzo, pero luego simplemente se dejó hacer, su pobre madre no tenía la
culpa de nada de lo que le estaba pasando.
—En
verdad estoy bien, madre —dijo más amablemente.
La
risa desdeñosa de Bellatrix hizo que ambos rubios la miraran. Draco lentamente
retiró la mano de su madre.
—Déjalo
en paz, Cissy —dijo Bellatrix, desde el sofá donde estaba sentada, tenía una
copa con whisky de fuego en una mano—. Draco ya es un hombre.
Draco
miró con cierto desdén a su tía, esperando que hiciera uno de sus asquerosos
comentarios.
La
pelinegra le devolvió una mirada burlona.
—Yo
creo que solo necesita compañía… —siguió Bellatrix haciendo una pausa para
luego clavar sus marrones ojos en su sobrino—. ¿No es así, Draco? Ya estás en
edad para…
—Por
favor, Bella —le cortó Narcissa—. ¿Cómo se te ocurre pensar en eso? ¿Crees que
sea el momento adecuado como para tomar una esposa?
Bellatrix
rodó los ojos.
—¿Quién
está hablando de una esposa, Cissy? —bebió lo último que quedaba en su copa—.
Yo hablaba de una amante… ya sabes, alguien que le caliente la cama a Draco…
—en sus labios se formó esa sonrisa demente que tanto temor les daba a algunos
de los mortífagos de bajo rango—, tal vez podría ser esta chica… ¿Cómo se
llamaba? —divagó, fingiendo ignorancia—. Así: Parkinson. ¿Ella te gusta, Draco?
—¡Ya
basta, Bellatrix! —advirtió Narcissa, frunciendo el ceño. La demente bruja rió
escandalosamente—. ¡Deja de meterte con mi hijo!
Draco
apretaba los puños con fuerza, y miraba a su tía con ira, con odio. Como
detestaba a esa mujer, antes le temía, pero ahora, solo había odio para esa que
lastimosamente era un familiar directo. Tenía ganas de sacar su varita y
lanzarle un Crucio, hechizo que tanto
le gustaba a ella para torturar.
Yo no necesito de ninguna
amante que me caliente la cama, Bellatrix, pensaba Draco. Yo ya tengo una esposa.
—Aún
no me has contestado, Draco —insistió Bellatrix, ignorando a su hermana—. ¿Te
gusta Parkinson? ¿O quieres a otra? ¿Quizás una de las chicas Greengrass?
—¡Vete
al diablo, Bellatrix! —siseó Draco.
Bellatrix
miró a su sobrino una vez más, y rió.
—¿Por
qué te enojas, querido? —dijo la pelinegra, fingiendo una voz dulce. Draco
frunció el ceño como su madre—. Tal vez el Señor Tenebroso te recompense por
haber cumplido con tu misión. Podrás pedirle lo que quieras…
Draco
no soportaba más estar en esa sala, el aire se le hacía más denso que de
costumbre. Le dedicó una última mirada de odio a su tía y se volvió. Iría a las
mazmorras para saber de la chica francesa y Luna.
—No
creo que nadie te necesite en las mazmorras, Draco —dijo Bellatrix adivinando
las intenciones del rubio—. Ya mandé al idiota de Colagusano hacia allá. Me
sentí misericordiosa y…
Draco
siguió su camino hacia las mazmorras, no le importaba lo que dijera Bellatrix.
Detestaba oír su voz.
***
Colagusano
estaba dentro de las mazmorras, tenía una jarra vacía en las manos; había
estado llena hace solo unos minutos, antes de repartir el agua a los
prisioneros.
El
mortífago se quedó parado, como petrificado, mirando hacia la chica pelirroja.
Era
tan impresionante verla. Los recuerdos de una chica idéntica a la pelirroja se
le vinieron a la mente.
—Míralo, Gus, ¿acaso no es
hermoso? —decía con voz dulce Lily, con su hijo recién nacido en brazos.
—Por supuesto que es
hermoso, se parece a mí —dijo James, saliendo de la cocina, con una sonrisa
arrogante.
Lily rió levemente negando
con la cabeza, y él también rió.
—James eligió a Sirius como
el padrino de nuestro Harry —dijo Lily besando la frentecita del bebé dormido.
—Eso se veía a venir —dijo
Peter mirando a la feliz familia.
—Pero —dijo James más alto
de los normal, Lily le señaló a Harry dándole a entender que no hiciera tanto
ruido porque lo despertaría—, tú serás el padrino de la niña y Lunático del
siguiente niño —su tono de voz ahora era bajo.
Lily sonrió.
—Primero deja que Harry
tenga por lo menos un año, y luego ya pensaremos en la niña y el niño.
Pero
él nunca llego a ser el padrino de la niña, para ese entonces él ya estaba más
que involucrado con los mortífagos y siempre se excusaba con la salud de su
madre para ausentarse por varios días, y con eso de que sospechaban de que
había un traidor en la Orden, James y Lily decidieron mantener en secreto el
segundo embarazo y al parecer cuando la niña nació pusieron de padrino a Remus.
—Lily
—dijo, y la chica pelirroja levantó la cabeza para tratar de mirarlo en toda
esa oscuridad.
Y
sin decir nada más se dio la vuelta y salió de la celda, cerrándola con un
hechizo.
Colagusano
caminaba lo más rápido posible, para escaparse de esa chica, para escaparse de
los recuerdos, y de los remordimientos. Ella era tan idéntica a su madre, así
como Harry era idéntico a su padre.
La
jarra cayó al piso cuando Colagusano se chocó con alguien.
—¡Imbécil!
—dijo una voz desdeñosa—. ¿Por qué demonios no te fijas por donde vas,
Colagusano?
Colagusano
levantó la cabeza para mirar a Draco —ya que el rubio era mucho más alto que
él—, al instante bajo la mirada al ver que el rubio estaba de mal humor.
—¿Es
que acaso no te piensas disculpar por tu ineptitud? —gruñó Draco.
—Lo
siento —dijo entre dientes el bajo mortífago—. Yo solo…
—No
me importa —volvió a gruñir el rubio—. ¿Y a ti que te pasa? —preguntó al ver lo
pálido y nervioso que estaba Colagusano.
Pero
este no respondió.
—Apártate
de mi camino. No voy a perder el tiempo escuchando tus estupideces —y sin más
lo empujó y se dirigió a la celda.
Colagusano
despertó de su trance con el empujón, desapareció los restos de la jarra
quebrada con su varita y murmurando algo como: chico tonto, es tan altanero
como su padre, y solo porque logro cumplir con su misión. Espero y falle en su
próxima misión.
Guardo
su varita en el bolsillo de su túnica y caminó hacia la sala principal, donde
estaban Bellatrix y Narcissa.
***
Los
días seguían pasando, y el trío de oro se habían cambiado a otro bosque. Los
tres no dejaban de pensar donde podrían estar los otros Horrocruxes.
—Ya
han sido destruidos tres Horrocruxes —decía Ron—. ¿Dónde no hemos buscado?
Repasémoslo otra vez. El orfanato… ¡Necesitamos un plan!
El Callejón Diagon,
Hogwarts, la casa de los Ridlle, Borgin y Burkes, Albania… Ron y Hermione repasaban
una y otra vez cada lugar donde Tom Riddle habría vivido o trabajado, visitado
o asesinado; por su parte, Harry lo único que hacía era escuchar todas esas
opciones.
Y
mientras Hermione seguía leyendo todos los libros que tenía guardado en su
bolsa de cuenta, Ron insistía en hacer viajes a lugares remotos. Sí, ellos
estaban más cercanos, pero eso no quería decir que no tuvieran sus percances y
sus típicas peleas.
Y
aunque parezca mentira, ahora Ron se detenía cuando las cosas se ponían fuertes
con Hermione, él simplemente salía un momento fuera para calmarse y cuando
volvía, ya estaba calmado.
Ya
había atardecido cuando Ron saco una vieja radio que Bill le había regalado y
empezó a buscar una emisora.
—¿Qué
haces? —le preguntó Harry, con curiosidad, ya que últimamente Ron no dejaba de
hacer lo mismo todas las tardes, incluso algunas mañanas.
—Estoy
buscando un noticiero que te apoya —respondió Ron, sin dejar de buscar la
emisora—. Se llama Pottervigilancia.
—¿Pottervigilancia?
—Sí,
son los únicos que dicen la verdad sobre lo que está ocurriendo. Casi todos los
otros programas siguen a Quien-tu-sabes, todos salvo Pottervigilancia —contó
Ron—. Solo que cambian contiguamente de lugar, ya que los mortífagos están
detrás de ellos. Ahora tengo que encontrar la clave. ¡Esto es genial, Harry!
¡Tienes que escucharlos! Normalmente son algo relacionado con la Orden.
Harry
asintió. No podía creer que hubieran hecho algo como eso, pero le agradaba,
algo de apoyo moral, siempre era bueno.
—¡Lo
conseguí! ¡Lo conseguí! —gritó Ron excitado por la emoción—. La palabra clave
era “Albus”.
Harry
se acercó más a la radio, y Hermione que estaba en su litera leyendo un libro
se acercó a sus amigos.
—¿Qué
sucede? —preguntó la castaña.
—Encontré
la sintonía de Pottervigilancia —dijo Ron.
—¿Pottervigilancia?
—interrogó Hermione, levantando una ceja.
—Sí,
ven a escuchar.
Los
tres chicos se quedaron callados para poder escuchar. Las voces conocidas de
Lee Jordan, Fred, Kingsley y Remus fue muy aliciente para los chicos. Aunque lo
que se enteraron no eran buenas noticias, ya que hablaban de la muerte del papá
de Tonks, de Dirk Cresswell, de los asesinatos de una familia muggle y de que
habían encontrado el cuerpo de Bathilda Bagshot en su casa.
Harry
se sintió avergonzado cuando escuchó que Remus —bajo el sobrenombre de
Romulus—, ya que él le había dicho cosas horribles esa última vez que se vieron.
“Estamos todos con él en
espíritu. Le diría que siga sus instintos, que casi siempre son correctos”.
Remus
lo había perdonado ya por todo. Y él se sentía agradecido por eso.
—¿Qué
tal? ¿Eh? —dijo Ron.
—Es
brillante —dijo Harry.
—Son
tan valientes —dijo Hermione—. Pero si los encuentran…
—Pues
ellos se mantienen en movimientos. Igual que nosotros —le contestó Ron.
—¿Escucharon
lo que dijo Fred? —preguntó Harry, recordando lo que había dicho el hermano de
Ron, y así sus pensamientos volvieron a su nueva gran obsesión—. ¡Él todavía
está en el extranjero! Aún está buscando la Varita de Sauco.
—Harry…
—empezó Hermione, estaba cansada de esa misma conversación.
—Vamos,
Hermione —le dijo Harry, acercándose a ella—. ¿Por qué te niegas a aceptarlo?
Las Reliquias de la Muerte son reales. Y Voldemort…
—¡No!
¡NO DIGAS SU NOMBRE, HARRY! —gritó Ron, con el rostro pálido.
Harry
se quedó parado en su mismo lugar, había olvidado lo que le había contado Ron
sobre el nombre del mago oscuro.
—¡Su
nombre es Tabú! —gritó Ron, acercándose a sus amigos. Pero ya era demasiado
tarde, un fuerte ruido se escuchó fuera de la tienda de campaña—. Te lo dije,
Harry. No podemos repetirlo más… ahora tenemos que poner la protección
alrededor nuestro… rápido —les urgió.
El
chivatoscopio que estaba sobre la mesa, empezó a girar sin control.
—¡Salgan
de allí ahora! ¡Y con las manos arriba! —bramó una voz—. ¡Salgan! Sabemos que
estaba allí. No tienen escapatoria, tenemos una docena de varitas apuntándolos.
¡Salgan!
***
—¡AY!
—gritó de dolor Nicole, llevándose una mano a su abultado vientre.
Se
escuchó un ¡crac!, y Pinky, el elfo domestico que cuidaba de ella, apareció al
instante.
—Ama
—Pinky se acercó a la adolorida pelirroja.
—Me
d-due-le… mu-mucho —se quejó Nicole.
—El
pequeño amito ya va a nacer —chilló el elfo.
—No…
cre-o —Nicole respiró profundo, tratando de contener el dolor de la
contracción. Ya había estado sintiendo esos intensos dolores cada diez minutos,
pero todo lo atribuyo al estrés y no al trabajo de parto. Sin embargo, ahora
las contracciones eran más dolorosas—. Solo tengo… siete meses…
—¿Qué
puede hacer Pinky por la ama? —preguntó el elfo, con su voz más chillona que de
costumbre.
—Busca
a… alguien… —dijo Nicole, estaba acostada sobre su cama, con sus manos sobre su
vientre y su rostro mostraba síntomas de dolor— no… puedo so-soportarlo… más…
—¿Quiere
que llame al amo Malfoy?
—¡No!
¡A él no! —gritó Nicole.
Pinky
se quedó parado, sin saber qué hacer.
—¡Ve!
—le urgió Nicole.
Y
con un nuevo ¡crac!, Pinky desapareció de la habitación de su ama.
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