miércoles, 17 de enero de 2018

Las Reliquias de la Muerte


POV Autora
Los tres chicos cayeron sobre la fría hierba, se levantaron al instante y, Hermione sacó su varita para poner los hechizos protectores.
¡Protego totalum! ¡Salvio hexia!
Mientras Ron seguía insultando al padre de Luna.
—Ese maldito viejo traidor. Cobarde…
—Vaya —dijo Harry, ignorando a su amigo—, estamos vivos.
Ron miró a su amigo y luego a su castaña amiga, le sonrió, y rápidamente se acercó a ella, se inclinó y beso una de sus mejillas.
Hermione no podía creer lo que Ron había hecho; ¿en verdad había besado su mejilla? Azorada y con las mejillas rojas, bajo la varita y lo observó; Ron, al igual que Hermione tampoco parecía creer lo que había hecho, sus orejas y mejillas tomaron el mismo color de su cabello.
—Eres genial, Hermione. ¡Absolutamente genial! —dijo Ron y se alejó de ella, y aunque solo hace unos minutos habían estado a punto de ser atrapados, él sonreía.
Hermione parpadeó aun azorada, pero luego recordó que tenía que seguir poniendo hechizos protectores.
Cave inimicum —dijo moviendo la varita.
Por su parte, Harry había presenciado toda esa muestra de afecto de sus amigos, y se sentía incómodo, como si fuera un intruso. Pero también estaba feliz de que sus amigos ya se habían amistado. Así que sin mirar a ninguno de los dos, procedió a sacar la tienda de campaña de la bolsa de cuentas de Hermione.

***

Los días pasaban con gran lentitud para el trío de oro, el tiempo era horrible, así que tenían que arreglárselas como podían, pero definitivamente lo más incómodo era que tenían que cambiar de lugar cada tres días, ya que no podían estar completamente seguros, en cualquier momento podrían atraparlos.
Los tres chicos estaban muy preocupados por Luna. Harry no se quería ni imaginar lo que podría estar sufriendo la chica… pero su masoquista mente a veces le hacía creer que Luna incluso podría estar muerta. Trataba por todos los medios no pensar en eso, así que ahora prácticamente su mente era ocupada por las Reliquias de la Muerte, y que en verdad podrían existir, además él ya contaba con una: su capa de invisibilidad.
Por su parte, Ron y Hermione cada día estaban más unidos, la chica se daba cuenta de la nueva actitud de su amigo para con ella, al comienzo la sorprendió, pero con el pasar de los días ya estaba muy familiarizada con esta nueva faceta tan gentil de Ron, se sentía querida, por primera vez podía decir que Ron correspondía a su amor, e incluso ya no le criticaba su comida.
Marzo llego y con ese mes también traía desesperación para los chicos que no tenían ni la más remota idea de dónde encontrar otro Horrocrux.
Y no ayudaba nada —por lo menos para Hermione—, que Harry insistiera en la teoría de las Reliquias de la Muerte. Y más ahora que después de tanto darle vueltas a la historia, había llegado a la conclusión de que él era el descendiente del tercer hermano.
Harry saco su capa y la observó por un buen momento, la toco, su capa era tan flexible como el agua y ligera como el aire. Además, en todo ese tiempo que tenía usándolo —sin contar con el uso de sus demás antepasados—, seguía igual, no se había roído, ni nada.
Y entonces recordó.
—Dumbledore tenía mi capa cuando mis padres murieron.
—¿Qué? —dijo Hermione, quitando su vista del libro que estaba leyendo.
—En una carta mi madre le dijo a Sirius que Dumbledore había tomado prestado la capa de mi padre —dijo Harry, comprendiendo todo—. Era por eso, porque Dumbledore quería comprobar si la capa era una reliquia… Ignotus Peverell está enterrado en el Valle de Godric —divagó.
—¿Y eso qué? —preguntó Ron, parecía más confundido que de costumbre.
—Que él es mi ancestro. ¡Soy el descendiente del tercer hermano! ¿No se dan cuenta? Ahora todo tiene sentido.
Ron y Hermione compartieron una mirada.
—Harry —le dijo Hermione, pero en ese momento él se encontraba buscando en la pequeña bolsa que le había regalado Hagrid.
—Léela —le dijo, extendiéndole la carta—. Vamos, Hermione léela. ¿Por qué querría la capa Dumbledore? Si él quería hacerse invisible, solo hubiera tenido que hacer el encantamiento de Desilusión.
Hermione tomo la carta, pero al momento de desdoblarla, algo cayó al suelo, y rodó debajo de una silla.
Harry se agachó para ver lo que había caído, y se quedó en shock cuando vio la snitch —el cual fue la herencia de Dumbledore—, cogió la snitch y entonces nuevas revelaciones paso por su mente.
Tres objetos, o Reliquias, las cuales, unidas, convierten a su poseedor en el Amo de la Muerte… Maestro… Conquistador… Vencedor… El último enemigo que deberá ser destruido es la muerte…
Y entonces Harry se vio a sí mismo, poseedor de las Reliquias, si enfrentaba a Voldemort, teniendo consigo las Reliquias… ni siquiera los Horrocruxes serían rival para él. Porque si él se convertía en el Amo de las Reliquias de la Muerte, podría sobrevivir.
Sonrió, tal vez Dumbledore podría haber escondido un Horrocrux en la snitch… y de pronto un recuerdo vino a él; un hombre asqueroso, llamado Marvolo Gaunt, él tenía un anillo… por supuesto, ese anillo era un Horrocrux, pero la piedra del anillo… era la Piedra de la Resurrección.
Harry estaba eufórico.
—¡ESTÁ AQUÍ DENTRO! —gritó Harry incorporándose—. ¡Está dentro de la snitch!
—¿Tú… crees? —preguntó Ron.
Harry no podía creer que Ron no lo comprendiera. Ahora que todo estaba tan claro.
—Eso es lo que él busca.
Ron y Hermione volvieron a compartir una mirada, pero está ahora era cargada de temor.
—Entonces eso quiere decir que Quien-tu-sabes está buscando la Varita de Sauco —dijo Ron.
—Es exactamente cómo has dicho, Ron —confirmó Harry—. Entienden. Eso explica que las Reliquias de la Muerte son reales y yo tengo una… a quizás dos —dijo levantando la snitch.
Luego de esta explicación, Hermione volvió a negarlo todo, ella no creía en eso, y así se lo hizo saber a Harry, pero Harry estaba terco con su descubrimiento y nadie le haría cambiar de parecer.
Por la noche, Harry y Ron estaban acostados en sus literas, ya que Hermione se había ofrecido a hacer la primera guardia. Pero Harry apenas y podía dormir, porque no dejaba de pensar en las Reliquias de la Muerte, y en lo maravilloso que sería tenerlas.
Suspiró. Saco la snitch que tenía en su bolsillo, volvió a tocar la snitch con los labios. Me abro en el cierre. Nuevamente apareció esa inscripción. Harry no sabía que significaba eso, y pensando en aquella inscripción se quedó dormido.

***

Mientras en Malfoy Manor; Draco estaba en su habitación, caminando de un lado a otro. Estaba nervioso, enojado, frustrado, cansado… y eso se notaba, bajo sus ojos habían unas profundas ojeras, señal de que su insomnio.
Primero, hace varias semanas que no sabía nada de su esposa. Segundo, cuidar de la supuesta Nicole Potter cada vez se hacía más complicado, ya los mortífagos estaban empezando a sospechar del porque la cuidaba tanto; y eso no era bueno. Tercero, encontrar a Blaise ese día en sus mazmorras había sido todo un problema, pero había podido sacarlo de allí, solo con la promesa de que le contará que sucedía. Él había aceptado, solo para que se vaya. Pero ahora cada vez que se encontraba con su amigo, este no perdía la oportunidad de sonsacarle cosas.
Estaba harto.
Lo único bueno —dentro de lo que cabe— era que el Señor Tenebroso seguía fuera de casa, según su tía, porque tenía cosas muy importantes que hacer, así que todavía no sabía que la supuesta hermana de Potter estaba encerrada en las mazmorras.
Aflojó un poco el nudo de su corbata, pero siguió con su caminata.
Un ruido lo hizo detenerse, buscó al intruso que se había atrevido a poner sus asquerosos pies en su habitación. Vio a un pequeño elfo doméstico a cuatro pasos de él.
—Amo Malfoy —dijo la inocente criatura, haciendo una exagerada reverencia.
Draco le dedicó la peor de sus miradas.
El elfo tembló, muerto de miedo.
—Doty lamenta mucho molestar al amo —se disculpó el elfo, bajando la cabeza—, pero la ama Malfoy, le ordenó a Doty venir a buscarlo.
Draco no cambio su osca mirada en ningún momento.
—¿Dónde está mi madre? —siseó.
—En la sala, amo… junto a…
Draco no espero a que elfo terminara de hablar, simplemente salió de su habitación dando un portazo.
—Madre —dijo Draco, cuando ya estaba en la sala—. Vaya, también estás aquí, tía —esto lo dijo con cierta ironía.
Bellatrix ignoró la ironía de Draco, porque estaba de buen humor, y eso quería decir que seguro había torturado hasta la muerte a alguien.
Bebió un sorbo de su copa ambarina.
—¿Te encuentras bien, Draco? —preguntó Narcissa acercándose a su hijo.
Draco hizo un gesto de molestia. Estaba cansado de esa pregunta, ya que últimamente su madre se la hacía muy seguido.
—Sí, madre, me encuentro mejor que nunca —respondió con fastidio.
Narcissa llevó una de sus manos a la pálida mejilla de su hijo. Draco se tensó al comienzo, pero luego simplemente se dejó hacer, su pobre madre no tenía la culpa de nada de lo que le estaba pasando.
—En verdad estoy bien, madre —dijo más amablemente.
La risa desdeñosa de Bellatrix hizo que ambos rubios la miraran. Draco lentamente retiró la mano de su madre.
—Déjalo en paz, Cissy —dijo Bellatrix, desde el sofá donde estaba sentada, tenía una copa con whisky de fuego en una mano—. Draco ya es un hombre.
Draco miró con cierto desdén a su tía, esperando que hiciera uno de sus asquerosos comentarios.
La pelinegra le devolvió una mirada burlona.
—Yo creo que solo necesita compañía… —siguió Bellatrix haciendo una pausa para luego clavar sus marrones ojos en su sobrino—. ¿No es así, Draco? Ya estás en edad para…
—Por favor, Bella —le cortó Narcissa—. ¿Cómo se te ocurre pensar en eso? ¿Crees que sea el momento adecuado como para tomar una esposa?
Bellatrix rodó los ojos.
—¿Quién está hablando de una esposa, Cissy? —bebió lo último que quedaba en su copa—. Yo hablaba de una amante… ya sabes, alguien que le caliente la cama a Draco… —en sus labios se formó esa sonrisa demente que tanto temor les daba a algunos de los mortífagos de bajo rango—, tal vez podría ser esta chica… ¿Cómo se llamaba? —divagó, fingiendo ignorancia—. Así: Parkinson. ¿Ella te gusta, Draco?
—¡Ya basta, Bellatrix! —advirtió Narcissa, frunciendo el ceño. La demente bruja rió escandalosamente—. ¡Deja de meterte con mi hijo!
Draco apretaba los puños con fuerza, y miraba a su tía con ira, con odio. Como detestaba a esa mujer, antes le temía, pero ahora, solo había odio para esa que lastimosamente era un familiar directo. Tenía ganas de sacar su varita y lanzarle un Crucio, hechizo que tanto le gustaba a ella para torturar.
Yo no necesito de ninguna amante que me caliente la cama, Bellatrix, pensaba Draco. Yo ya tengo una esposa.
—Aún no me has contestado, Draco —insistió Bellatrix, ignorando a su hermana—. ¿Te gusta Parkinson? ¿O quieres a otra? ¿Quizás una de las chicas Greengrass?
—¡Vete al diablo, Bellatrix! —siseó Draco.
Bellatrix miró a su sobrino una vez más, y rió.
—¿Por qué te enojas, querido? —dijo la pelinegra, fingiendo una voz dulce. Draco frunció el ceño como su madre—. Tal vez el Señor Tenebroso te recompense por haber cumplido con tu misión. Podrás pedirle lo que quieras…
Draco no soportaba más estar en esa sala, el aire se le hacía más denso que de costumbre. Le dedicó una última mirada de odio a su tía y se volvió. Iría a las mazmorras para saber de la chica francesa y Luna.
—No creo que nadie te necesite en las mazmorras, Draco —dijo Bellatrix adivinando las intenciones del rubio—. Ya mandé al idiota de Colagusano hacia allá. Me sentí misericordiosa y…
Draco siguió su camino hacia las mazmorras, no le importaba lo que dijera Bellatrix. Detestaba oír su voz.

***

Colagusano estaba dentro de las mazmorras, tenía una jarra vacía en las manos; había estado llena hace solo unos minutos, antes de repartir el agua a los prisioneros.
El mortífago se quedó parado, como petrificado, mirando hacia la chica pelirroja.
Era tan impresionante verla. Los recuerdos de una chica idéntica a la pelirroja se le vinieron a la mente.
—Míralo, Gus, ¿acaso no es hermoso? —decía con voz dulce Lily, con su hijo recién nacido en brazos.
—Por supuesto que es hermoso, se parece a mí —dijo James, saliendo de la cocina, con una sonrisa arrogante.
Lily rió levemente negando con la cabeza, y él también rió.
—James eligió a Sirius como el padrino de nuestro Harry —dijo Lily besando la frentecita del bebé dormido.
—Eso se veía a venir —dijo Peter mirando a la feliz familia.
—Pero —dijo James más alto de los normal, Lily le señaló a Harry dándole a entender que no hiciera tanto ruido porque lo despertaría—, tú serás el padrino de la niña y Lunático del siguiente niño —su tono de voz ahora era bajo.
Lily sonrió.
—Primero deja que Harry tenga por lo menos un año, y luego ya pensaremos en la niña y el niño.
Pero él nunca llego a ser el padrino de la niña, para ese entonces él ya estaba más que involucrado con los mortífagos y siempre se excusaba con la salud de su madre para ausentarse por varios días, y con eso de que sospechaban de que había un traidor en la Orden, James y Lily decidieron mantener en secreto el segundo embarazo y al parecer cuando la niña nació pusieron de padrino a Remus.
—Lily —dijo, y la chica pelirroja levantó la cabeza para tratar de mirarlo en toda esa oscuridad.
Y sin decir nada más se dio la vuelta y salió de la celda, cerrándola con un hechizo.
Colagusano caminaba lo más rápido posible, para escaparse de esa chica, para escaparse de los recuerdos, y de los remordimientos. Ella era tan idéntica a su madre, así como Harry era idéntico a su padre.
La jarra cayó al piso cuando Colagusano se chocó con alguien.
—¡Imbécil! —dijo una voz desdeñosa—. ¿Por qué demonios no te fijas por donde vas, Colagusano?
Colagusano levantó la cabeza para mirar a Draco —ya que el rubio era mucho más alto que él—, al instante bajo la mirada al ver que el rubio estaba de mal humor.
—¿Es que acaso no te piensas disculpar por tu ineptitud? —gruñó Draco.
—Lo siento —dijo entre dientes el bajo mortífago—. Yo solo…
—No me importa —volvió a gruñir el rubio—. ¿Y a ti que te pasa? —preguntó al ver lo pálido y nervioso que estaba Colagusano.
Pero este no respondió.
—Apártate de mi camino. No voy a perder el tiempo escuchando tus estupideces —y sin más lo empujó y se dirigió a la celda.
Colagusano despertó de su trance con el empujón, desapareció los restos de la jarra quebrada con su varita y murmurando algo como: chico tonto, es tan altanero como su padre, y solo porque logro cumplir con su misión. Espero y falle en su próxima misión.
Guardo su varita en el bolsillo de su túnica y caminó hacia la sala principal, donde estaban Bellatrix y Narcissa.

***

Los días seguían pasando, y el trío de oro se habían cambiado a otro bosque. Los tres no dejaban de pensar donde podrían estar los otros Horrocruxes.
—Ya han sido destruidos tres Horrocruxes —decía Ron—. ¿Dónde no hemos buscado? Repasémoslo otra vez. El orfanato… ¡Necesitamos un plan!
El Callejón Diagon, Hogwarts, la casa de los Ridlle, Borgin y Burkes, Albania… Ron y Hermione repasaban una y otra vez cada lugar donde Tom Riddle habría vivido o trabajado, visitado o asesinado; por su parte, Harry lo único que hacía era escuchar todas esas opciones.
Y mientras Hermione seguía leyendo todos los libros que tenía guardado en su bolsa de cuenta, Ron insistía en hacer viajes a lugares remotos. Sí, ellos estaban más cercanos, pero eso no quería decir que no tuvieran sus percances y sus típicas peleas.
Y aunque parezca mentira, ahora Ron se detenía cuando las cosas se ponían fuertes con Hermione, él simplemente salía un momento fuera para calmarse y cuando volvía, ya estaba calmado.
Ya había atardecido cuando Ron saco una vieja radio que Bill le había regalado y empezó a buscar una emisora.
—¿Qué haces? —le preguntó Harry, con curiosidad, ya que últimamente Ron no dejaba de hacer lo mismo todas las tardes, incluso algunas mañanas.
—Estoy buscando un noticiero que te apoya —respondió Ron, sin dejar de buscar la emisora—. Se llama Pottervigilancia.
—¿Pottervigilancia?
—Sí, son los únicos que dicen la verdad sobre lo que está ocurriendo. Casi todos los otros programas siguen a Quien-tu-sabes, todos salvo Pottervigilancia —contó Ron—. Solo que cambian contiguamente de lugar, ya que los mortífagos están detrás de ellos. Ahora tengo que encontrar la clave. ¡Esto es genial, Harry! ¡Tienes que escucharlos! Normalmente son algo relacionado con la Orden.
Harry asintió. No podía creer que hubieran hecho algo como eso, pero le agradaba, algo de apoyo moral, siempre era bueno.
—¡Lo conseguí! ¡Lo conseguí! —gritó Ron excitado por la emoción—. La palabra clave era “Albus”.
Harry se acercó más a la radio, y Hermione que estaba en su litera leyendo un libro se acercó a sus amigos.
—¿Qué sucede? —preguntó la castaña.
—Encontré la sintonía de Pottervigilancia —dijo Ron.
—¿Pottervigilancia? —interrogó Hermione, levantando una ceja.
—Sí, ven a escuchar.
Los tres chicos se quedaron callados para poder escuchar. Las voces conocidas de Lee Jordan, Fred, Kingsley y Remus fue muy aliciente para los chicos. Aunque lo que se enteraron no eran buenas noticias, ya que hablaban de la muerte del papá de Tonks, de Dirk Cresswell, de los asesinatos de una familia muggle y de que habían encontrado el cuerpo de Bathilda Bagshot en su casa.
Harry se sintió avergonzado cuando escuchó que Remus —bajo el sobrenombre de Romulus—, ya que él le había dicho cosas horribles esa última vez que se vieron.
“Estamos todos con él en espíritu. Le diría que siga sus instintos, que casi siempre son correctos”.
Remus lo había perdonado ya por todo. Y él se sentía agradecido por eso.
—¿Qué tal? ¿Eh? —dijo Ron.
—Es brillante —dijo Harry.
—Son tan valientes —dijo Hermione—. Pero si los encuentran…
—Pues ellos se mantienen en movimientos. Igual que nosotros —le contestó Ron.
—¿Escucharon lo que dijo Fred? —preguntó Harry, recordando lo que había dicho el hermano de Ron, y así sus pensamientos volvieron a su nueva gran obsesión—. ¡Él todavía está en el extranjero! Aún está buscando la Varita de Sauco.
—Harry… —empezó Hermione, estaba cansada de esa misma conversación.
—Vamos, Hermione —le dijo Harry, acercándose a ella—. ¿Por qué te niegas a aceptarlo? Las Reliquias de la Muerte son reales. Y Voldemort…
—¡No! ¡NO DIGAS SU NOMBRE, HARRY! —gritó Ron, con el rostro pálido.
Harry se quedó parado en su mismo lugar, había olvidado lo que le había contado Ron sobre el nombre del mago oscuro.
—¡Su nombre es Tabú! —gritó Ron, acercándose a sus amigos. Pero ya era demasiado tarde, un fuerte ruido se escuchó fuera de la tienda de campaña—. Te lo dije, Harry. No podemos repetirlo más… ahora tenemos que poner la protección alrededor nuestro… rápido —les urgió.
El chivatoscopio que estaba sobre la mesa, empezó a girar sin control.
—¡Salgan de allí ahora! ¡Y con las manos arriba! —bramó una voz—. ¡Salgan! Sabemos que estaba allí. No tienen escapatoria, tenemos una docena de varitas apuntándolos. ¡Salgan!

***

—¡AY! —gritó de dolor Nicole, llevándose una mano a su abultado vientre.
Se escuchó un ¡crac!, y Pinky, el elfo domestico que cuidaba de ella, apareció al instante.
—Ama —Pinky se acercó a la adolorida pelirroja.
—Me d-due-le… mu-mucho —se quejó Nicole.
—El pequeño amito ya va a nacer —chilló el elfo.
—No… cre-o —Nicole respiró profundo, tratando de contener el dolor de la contracción. Ya había estado sintiendo esos intensos dolores cada diez minutos, pero todo lo atribuyo al estrés y no al trabajo de parto. Sin embargo, ahora las contracciones eran más dolorosas—. Solo tengo… siete meses…
—¿Qué puede hacer Pinky por la ama? —preguntó el elfo, con su voz más chillona que de costumbre.
—Busca a… alguien… —dijo Nicole, estaba acostada sobre su cama, con sus manos sobre su vientre y su rostro mostraba síntomas de dolor— no… puedo so-soportarlo… más…
—¿Quiere que llame al amo Malfoy?
—¡No! ¡A él no! —gritó Nicole.
Pinky se quedó parado, sin saber qué hacer.
—¡Ve! —le urgió Nicole.
Y con un nuevo ¡crac!, Pinky desapareció de la habitación de su ama.


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