domingo, 25 de septiembre de 2016

El ladrón


POV Draco
Estaba en la sala de estar de mi mansión, sentado en el sofá de piel de dragón negro, cuando vi pasar a Severus por un pasillo. Me paré del sofá y lo llamé.
—Severus, ¿qué haces aquí? —le pregunté al verlo nuevamente en mi casa, puesto que yo creía que ya estaba en Hogwarts.
Severus caminó hacia mí y me observó con seriedad.
—El Lord me mando a llamar, quería darme las últimas indicaciones para controlar Hogwarts. Pero no creo que me hayas hablado por eso, ¿o me equivoco?
Sonreí.
Severus Snape era de las pocas personas que me conocía un poco mi manera de actuar.
—Sí, tienes razón, no me importa nada de lo que me has dicho —admití. Hice una pausa antes de seguir hablando, y esperaba no arrepentirme de la decisión que estaba a punto de tomar—, yo te quería decir que si quieres que te entregue a Nicole —susurré su nombre—, entonces yo primero tengo que hablar con él para cerciorarme de que no me dejaran fuera de lo acordado esta vez.
Severus endureció más su rostro.
—No. Eso es innecesario, no creo que sea buena idea de que hables con él, entiende, es peligroso, el Lord te podría leer la mente en un descuido y se daría cuenta de que eres un espía, y entonces prepárate porque te mataría al instante sin dejar que te justifiques, y no solo a ti también a tus padres.
Yo sabía que Severus tenía razón, pero aun así yo tenía que hablar con el viejo chiflado.
—Tengo que hablar con él —le exigí.
—Ya te dije que no, Draco, sumamente peligroso. Y se de verdad quieres proteger a Potter, entonces solo tienes que decirme donde la tienes y yo voy por ella. Te aseguro que estar protegida.
—Y yo te digo que no te diré donde esta Nicole hasta que yo pueda hablar con el viejo —insistí.
No iba a dar mi brazo a torcer en ese aspecto.
Severus se acercó unos pasos más a mí, y cuando abrió la boca para hablar alguien más lo hizo antes que él.
—¿Qué está pasando?
Esa era la inconfundible voz de mi padre.
Me giré para darle la cara.
—Padre —lo saludé.
—¿Qué está pasando? —repitió mi padre—. ¿Acaso están discutiendo?
Mi padre no nos quitaba su penetrante mirada de encima a ninguno de los dos.
—No discutíamos, padre.
Mi padre seguía observándonos, era obvio que no me creía.
—Severus —dijo mi padre tratando de asegurarse si lo que le dije era cierto.
—Draco tiene razón, no discutíamos, Lucius. ¿Por qué lo haríamos? —respondió Severus con su típico tono aburrido.
Mi padre asintió.
—Bien —dijo, pero no parecía convencido con la respuesta que le dimos.
Permanecimos unos minutos en silencio, los tres nos observábamos, tratando de descubrir lo que el otro tramaba.
—Tengo que irme —dijo Severus, y luego se despidió con un movimiento de cabeza.
Pero antes de que salga de la sala, lo llamé.
—Severus —el paró al instante, pero no se volvió a mirarme—, no te olvides de lo que te dije.
Él asintió y siguió su camino.
—¿Qué le dijiste? —me preguntó mi padre.
¡Maldición!
—Que si tenía alguna pista de donde podría estar la hermana de San Potter que me la diga —mentí.
Menos mal que ya tenía mucha experiencia en mentir, porque al parecer mi padre se creyó lo que le dije.
Asintió.
—Muy bien. Y una cosa más, Draco, espero que puedas cumplir con esta misión que te ha encomendado el Lord, todas mis esperanzas están en ti, porque la familia Malfoy debe ser el brazo derecho del Lord.
¿Todas sus esperanzas están puestas en mí? No me exijas mucho, padre y tampoco te confíes, yo en verdad lo lamento por ti, pero ahora mis prioridades son otras.
—Ya lo sé, padre. Ya tengo todo planeado para cumplir con mis prioridades.
Mi padre volvió asentir, parecía confiado.
—¿Y de dónde vienes? —me preguntó luego.
—De la casa de Blaise, tenía asuntos pendientes con él. Ahora si me disculpas, padre, me retiro a mi habitación, estoy cansado.
No esperé la respuesta de mi padre, solo me dirigí a mi habitación.
—¡Maldita sea! ¡Maldito Severus! ¡Maldito Dumbledore! ¡Y malditos sus planes! ¡Y también malditos los planes de Lord Voldemort! —grité dentro de mi habitación insonorizada.
Pero esta vez ni Severus ni Dumbledore me dejarían fuera de sus planes, está vez tenía que ser más astutos que esos dos.
Me tiré en mi cama dispuesto a dormir, no me importaba no ponerme el pijama, solo quería cerrar los ojos por un momento y no pensar en nada. Y en eso estaba cuando escuché que algo golpeaba mi ventana, parecía como unos picotazos.
—¡MALDITA SEA MI SUERTE! —grité.
Me levanté con pesadez de mi cama y caminé hacia la ventana, la abrí y una lechuza marrón entro al instante. Era la lechuza de Severus. La cual estiro su para que desamarrada el pergamino, así lo hice y apenas tome el pergamino, la lechuza salió volando.
Desenrollé el pergamino y me dispuse a leerlo.

Draco:
Está bien, hablaras con Dumbledore, pero solo porque él también quiere hablar contigo y sobre todo para proteger a la señorita Potter.
Ven a mi casa a las 3 de la mañana, y ahí podrás hablar con él.
S. S.

A las tres de la mañana, faltaban todavía cuatro horas para eso, y yo ya no podía esperara más, me sentía ansioso, nervioso, nunca antes me había sentido de esa manera. Y lo que me ponía de peor humor es la misión que me encomendó el Lord. Pero por supuesto que yo no iba a llevar a Nicole ante él.
Yo la protegeré, a ella y a mi hijo.
Pasé una mano por mis rubios cabellos, y luego reí.
Sí, reí, ya que yo nunca creí que algún día estaría del lado de San Potter y compañía, y mucho menos creí desear con todo mi ser que el cara rajada de Potter, la comadreja Weasley y la impura de Granger acabaran con el Señor Tenebroso; pero ahora aquí estoy yo, deseando que todos esos leones y la dichosa Orden del Fénix ganaran la guerra, aunque al final todos los que llevamos tatuada la marca tenebrosa pagáramos por lo que hemos hecho.

***

Ya faltaban cinco minutos para las tres de la mañana, y no se escuchaba ningún sonido en la mansión, seguramente ya todos estarían dormidos y los que no, seguramente estarían torturando muggles, o impuros.
Decidí no pensar más en torturas, y mucho menos en seguir esperando, así que tome mi capa y me aparecí en la casa de Severus.
—¿Severus? —llamé apenas puse un pie en esa casa tan sombría como mi propia casa.
—Draco —escuché la voz de Severus detrás de mí y luego sentí que puso su mano en mi hombro. Me volví lentamente.
—¿Dónde está Dumbledore? —le pregunté ansioso.
—Sígueme —dijo.
Lo seguí hasta llegar a su despacho, y a penas entre vi la imagen de Dumbledore, seguía con esa mirada serena que podía ver a través de sus lentes de media luna.
—Señor Malfoy, tanto tiempo sin vernos —fue lo primero que dijo el viejo, como si esta fuera una visita de cortesía.
—¡Maldito viejo chiflado! —grité.
—¡Draco! —me regañó Severus.
—Déjalo, Severus, déjalo que se desahogue, entiendo que está enojado y seguramente se sintió engañado.
¿Qué seguramente me sentí engañado? Eso es poco, para lo que verdaderamente sentí.
—Creí que Severus lo había matado. Ustedes dos nunca me dijeron nada sobre el cambio de planes, maldita sea —volví a gritar.
—Lo sabemos, señor Malfoy, y lo sentimos, pero era necesario, usted también tenía que creer que estaba muerto para…
—Y así quieren que les diga donde tengo a Nicole —lo interrumpí—, y que pasa si después de que se la entregue cambian de opinión y deciden ponerla de carnada con ese maldito hijo de las mil putas.
El viejo loco se quedó mirando con sorpresa al escucharme, pero luego volvió a hablar.
—No haríamos eso, señor Malfoy, sería peligroso, aparte no solo la señorita Potter correría peligro, sino también el niño que lleva en su vientre.
—Vaya, que considerado —dije con sarcasmo.
—Bien, Draco, ya viste y hablaste con Dumbledore, ahora dinos donde tienes a la señorita Potter —dijo Severus.
Me volví para mirarlo.
—¿Acaso estás loco? ¿Por qué crees que te lo diría?
—¿Qué acaso no entiendes? Es por su bien, Draco —insistió Severus.
—¿Y dónde la tendrán? ¿Dónde la esconderán? —pregunté, ya que tenía que asegurarme del lugar que la tendrían.
—Se quedará aquí, señor Malfoy, en la casa de Severus —respondió el viejo.
—¡¿Qué?! Aquí correría más peligro que en el lugar donde la tengo. Están dementes.
—No lo creo, señor Malfoy —dijo Dumbledore con voz segura—, aquí seria el lugar donde menos querrían buscar. ¿Quién podría creer que la señorita Potter estaría escondida en la casa de uno de los más fieles mortífagos de Voldemort?
Quizás tenga razón, pensé. Aquí estaría más segura que en el mundo muggle.
—Está bien —acepté después de unos minutos pensando en todas las posibilidades, hasta que llegue a la conclusión de que esa era una buena idea.
Severus asintió.
—Entonces dime donde la tienes para traerla lo antes posible aquí —dijo Severus.
—No. Yo mismo la traeré aquí. Pero quiero saber una cosa antes, si tú, Severus vas a estar todo el día en Hogwarts, y Dumbledore, no sé en donde se esconde, entonces quien cuidará de Nicole.
—Yo la cuidaré, señor Malfoy —respondió Dumbledore, yo lo observé con confusión—, porque yo también me estoy quedando aquí —me aclaró— es por eso que le digo que la casa de Severus es un excelente lugar para esconderla.
No podía creerlo, el viejo también se estaba en casa de Severus. Entonces, sí que este lugar es bueno para esconderse, nadie sospecharía que Severus tenía en su casa al supuesto muerto director Dumbledore, ni siquiera el mismísimo Lord Voldemort.
—De acuerdo. Traeré a Nicole dentro de tres días —informé.
—¿Por qué no la traes mañana? —preguntó Severus—, sería más sensato traerla antes, ¿no lo crees?
—No puedo traerla mañana, porque padre puede sospechar de mis salidas tan seguidas y no saber con quién estoy. Así que la traeré dentro de tres días.
Y también, porque antes tengo que resolver unos asuntos con Nicole, pensé.
—Bien —dijo Severus de mal humor.
—Solo una cosa más —dije.
—¿Qué cosa, señor Malfoy? —preguntó Dumbledore.
—Quiero venir a verla de vez en cuando —exigí por derecho.
—No —dijo inmediatamente Severus—, es peligroso.
—Pues entonces…
—Claro que puede venir a ver a la señorita Potter, señor Malfoy, me imagino que quiere estar pendiente del embarazo, ¿no es así?
Asentí.
—Ya es hora de que regreses a tu mansión, Draco o podrían sospechar de tu ausencia.
—Sí, tienes razón.
Y luego de coordinar algunos puntos más, me aparecía en mi habitación, a dormir las pocas horas que quedaban para el amanecer.

POV Autora
Ya habían pasado tres días exactamente desde que Kreacher se había ido a buscar a Mundungus y hasta el día de hoy no aparecía, y Harry estaba desesperado por la ausencia del elfo. Hermione y Ron también estaban desesperados, pero no tanto como su amigo de gafas.
Los tres estaban sentados en el sofá de la sala de estar, en silencio, cada uno en lo suyo. Ron miraba todo y nada a la vez, Harry se acomodaba los lentes y luego empezó a estrujar las manos en señal de nerviosismo —Harry no solo pensaba que en Kreacher no volvía, también pensaba en su hermana que estaba embarazada, en Ginny, de la cual no sabía desde cuando empezó amar, en el peligro que corría los Weasley, en Lupin, con quien había quedado en malos términos, y en el esposa de este, que también estaba embarazada— y por último, Hermione tenía la vista pegada en un libro que le dejo Dumbledore. Ella estaba concentradísima en el extraño símbolo que había en la primera página del libro, pero algo la distrajo. Harry se paró del sofá y empezó a dirigirse hacia la puerta.
—Harry, ¿adónde vas? —le preguntó la castaña al ojiverde.
—Voy a dar una vuelta —contestó Harry, caminando hacia la puerta.
—Pero estás loco, te podría pasar algo, yo creo que no deberías salir —dijo una Hermione repentinamente enojada.
Ron ahora prestaba atención a la pequeña discusión de sus amigos.
—Cierto, se me había olvidado ese pequeño detalle —Hermione pensó que su amigo había entrado en razón y que desistiría en querer salir—, iré por mi capa de invisibilidad y así nadie me verá.
Hermione iba a replicar, pero Ron le puso una mano en el hombro y negó con la cabeza.
—Déjalo que se distraiga un rato, Hermione, esta intranquilo, ya sabes porque —dijo Ron a Hermione, aun  no muy convencida.
Luego de unos minutos Harry apareció con su capa y salió de la casa, dejando a una Hermione muy preocupada y a un Ron pensativo.

***

Harry regresaba a Grimmauld Place después de un par de horas, pero al momento de subir los escalones de la entrada, Harry se dio cuenta de que había tres hombres sospechosos que observaban donde se suponía que existía el número 12. El pelinegro un poco nervioso entro rápidamente a la casa y paso bajo los hechizos de protección, pero algo lo sorprendió y fue notar la casa en silencio, como si nadie estuviera ahí.
A lo lejos vio a Ron jugar con el Desiluminador que Dumbledore le había heredado, y Hermione estaba en la misma posición en que la había dejado, leyendo el libro de cuentos que le heredo Dumbledore.
—Ron, puedes dejar de jugar con eso cosa, me estás poniendo nerviosa —dijo la castaña al pelirrojo.
—Es un Desiluminador —le corrigió Ron a Hermione porque había llamado «cosa» a su Desiluminador—, y Dumbledore me lo heredo, Hermione. Además, estoy muy aburrido, ¿qué quieres que haga? Que me ponga a leer cuentos como tú lo haces —le contestó con enojo.
—Lo leo porque creo que puede haber algo oculto en este libro de cuentos —contestó Hermione ofendida por el comentario del pelirrojo.
—Es solo un cuento que puede haber oculto ahí —Ron señaló el cuento que la castaña tenía entre las manos.
Harry al ver y escuchar a sus amigos discutir, mejor se fue a la cocina, se quitó los lentes y se apretó el puente de la nariz, estaba cansado y preocupado porque no sabía quiénes serían esos hombres. Luego de masajearse el puente de la nariz volvió a ponerse los lentes.
—Harry no te escuché entrar —le dijo Hermione cuando entro a la cocina y lo vio allí.
Harry levanto la vista y vio a su amiga con el ceño fruncido, y sonrió levemente.
—Seguro que no me escuchaste entrar… mejor dicho no me escucharon entrar —se corrigió—, por estar discutiendo con Ron… otra vez.
Hermione iba a responder, pero Harry no quería escuchar el porqué de su discusión, total ya había escuchado parte de ella, así que antes de que su amiga hablara, él le extendió el profeta, la chica lo tomo y empezó a leer en voz alta.

Severus Snape será el nuevo Director del colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. El antes profesor de Pociones tomara su nuevo puesto mañana mismo.

Ron al escuchar leer tal noticia también se dirigió a la cocina.
—¡¿Qué has dicho?! —gritó Ron con enojo.
—Severus Snape será el nuevo director de Hogwarts… esto no puede ser, él es un mortífago, y eso quiere decir que va a ver más mortífagos en el colegio. ¡Oh, Merlín! —exclamó la castaña entre nerviosa y enojada.
Hermione subió corriendo al segundo piso, y luego de unos minutos bajo con un lienzo muy grande y de fondo negro, lo puso sobre una silla de la cocina y cogió su pequeña bolsa de cuentas.
—¿Qué haces, Hermione? —le preguntó Ron a la castaña, que intentaba meter el lienzo en su bolso.
Harry y Ron miraban a su amiga confundidos.
Hermione suspiró.
—Pues no lo vez —respondió Hermione—, estoy tratando de meter el lienzo en el bolso —hizo una pausa—, es Phineas Nigellus Black —aclaró.
Luego de un par de minutos más, Hermione logro meter el lienzo en su bolsa con mucho esfuerzo, pero sonrió satisfecha al lograr su cometido.
—¿Quién dijiste que era? —volvió a preguntar el pelirrojo, mientras que Harry solo miraba.
—Phineas Nigellus Black —respondió Hermione.
—Entiendo —dijo Harry, captando la idea de su amiga—, no quieres espías que nos delaten. Tu inteligencia cada vez me sorprende más —alagó Harry a su amiga, y esta sonrió.
Pero Ron parecía todavía no entender, así que Harry le tuvo que explicar a su amigo pelirrojo que Phineas Nigellus Black había sido un Director de Hogwarts, y que el cuadro de él estaba allí en la casa, porque Phineas Nigellus Black pertenecía a la dinastía Black, y que podría ser usado en contra de ellos.
Ron asintió, al parecer ya había entendido el punto.
—No puedo creer que ya hayan empezado las clases en Hogwarts y nosotros no estamos asistiendo, es tan extraño no estar en el colegio, definitivamente muy extraño —comentó Harry de repente.
Lo único que consolaba a Harry era que Ginny estaba acompañada por Luna y Neville. Aunque él deseaba con toda su alma estar allí con ella, pero Harry Potter no solo tenía en mente a Ginny, también tenía siempre en sus pensamientos a su hermana, y aunque todos le dijeran que ella estaba bien con los Weasley, él tenía un mal presentimiento, como si algo malo le fuera a ocurrir a Nicole.
—Sí, muy extraño —concordó Hermione.
—¿Qué? —dijo Harry saliendo de sus pensamientos.
—Pues como tú dijiste, Harry, que es extraño no estar en Hogwarts —contestó la castaña.
—Para mí no está tan mal no ir a Hogwarts, aunque este encierro me está matando —dijo el pelirrojo.
Ahora entiendo a Sirius, cuando se quejaba de esta casa era una prisión, pensaba Ron.
Hermione observó a Ron y negó con la cabeza.
—Ay, Ron, tú hubieras faltado a Hogwarts aunque la guerra no se hubiera desatado —le dijo Hermione con tono cansado.
Harry sonrió por lo que dijo su amiga, y Ron se puso rojo de vergüenza.
—-Eso no es cierto, Hermione —alegó el pelirrojo—. No es que no me guste la escuela, lo único malo son los cursos y las tareas, después todo lo demás está bien para mí —Ron se trató de defender de lo que le dijo Hermione.
—Bueno, lo único bueno de no ir a Hogwarts es que no tenemos que soportar al pesado de Malfoy y sus amiguitos —dijo Harry.
Hermione observó a su amigo de gafas.
¡Merlín! Si supieras, Harry, creo que siempre tendrás que lidiar con Malfoy, puesto que él es el padre de tu futuro sobrina o sobrina, pensaba Hermione.
—Sí, en eso tienes razón —Ron estuvo de acuerdo.
Los tres se quedaron unos minutos en silencio, hasta que Ron habló:
—Creo que ya es hora de comer, porque tengo mucha hambre.
—Tú siempre tienes hambre, Ron —dijo Harry a la vez que sonreía.
Hermione también sonrió por lo que dijo el pelirrojo.
—Bueno, iré a preparar la comida —dijo Hermione.
Mientras que Hermione empezaba a preparar la comida, Harry empezó a contar a sus amigos lo que había visto cerca del Ministerio de Magia.
—En serio las cosas están así, ya veo, entonces creo que ya es tiempo de ponernos en acción, aquí encerrados no lograremos nada —dijo Ron.
—Ron tienes razón, pero debemos esperar a Kreacher, ¿no ha regresado aun? —preguntó Harry esperanzado.
—No, Harry. Kreacher todavía no ha regresado —contestó con pesar Hermione.
Harry puso cara de preocupación.
—No me extraña nada… que no regresé… si ya lo liberaste, tal vez nunca regrese —dijo Ron como quien no quiere la cosa.
—¿Por qué dices eso, Ron? Explícate —dijo Hermione parando de cortar algunas verduras, para escuchar bien la respuesta del pelirrojo.
Pero la voz de Hermione se notaba el enojo.
—Bueno, porque Harry le dio una prenda, ¿no? Y… y bueno, ¿no es así como se libera a un elfo? —preguntó Ron.
Harry le iba a contestar a su amigo, pero Hermione se le adelantó. La castaña se acercó a Ron.
—Es increíble lo ignorante que puedes llegar a ser, Ronald —Hermione en verdad parecía muy enojada—. Harry no libero a nadie, porque no le obsequió una prenda, el guardapelo no es una prenda en sí, como una camisa, un calcetín o una corbata, además, si es que no te acuerdas, ese guardapelo no era de Harry, era de Regulus Black, su antigua amo, y Kreacher… —Hermione respiró profundo, porque de lo rápido que hablaba se le olvido respirar, y también lo hizo para tranquilizarse un poco, porque Ron la estaba exasperando con su manera de hablar—, Kreacher lo sabe, así que si él todavía no aparecido, es porque aún no encuentra a Mundungus, ese hombre es muy escurridizo.
—Hermione tiene razón, Ron, yo no liberé a Kreacher —Harry confirmó a su amigo todo lo que dijo la castaña.
Ron solo se sumía en su silla donde estaba sentado.
Luego de ese pequeño cambio de palabras, Hermione termino de preparar la comida y se dispusieron a comer en calma.
—Bien, será mejor que recojamos todo esto —dijo Ron, cuando hubieron terminado de comer—, Harry y yo lo haremos, Hermione —el pelirrojo trataba de atraer la atención de la castaña, comportándose como un caballero con ella, porque él podía percibir todavía el enojo de la chica.
—Está bien, entonces yo me voy a mi habitación —Hermione salió de la cocina directo a su habitación.
Harry tenía una sonrisa en los labios al ver el comportamiento de su amigo con la castaña. Todo lo que se atrevía a hacer Ron con tal de que Hermione ya no estuviera enojada.

***

Hermione bajaba las escaleras lentamente y se dirigió al cuarto donde estaba el tapiz de los Black, se sentó en el sofá y miró su reloj de pulsera, ya eran más de las ocho, se había quedado dormida muchas horas. Le sorprendió que la casa este en completa calma.
Seguramente Ron y Harry estarían también en su habitación, se dijo mentalmente.
Se levantó del sofá y camino hasta donde estaba el tapiz para comprobar nuevamente lo que había visto antes en la imagen que representaba a Draco Malfoy como el último miembro de la familia Black.
Y entonces algo la desconcertó. La imagen de Draco Malfoy, ahora estaba unida a otra imagen. La cual se parecía mucha a…
—Nikki —susurró Hermione.
Y así era, la imagen de Draco ahora estaba unido al de Nicole Potter, y a ellos también los unía una imagen borrosa: su futuro hijo.
—Harry no pude y no debe ver esto —dijo la chica, aun desconcertada—. Tengo que impedir a toda costa que se enteré de que Malfoy es el padre de su sobrino, Harry aun no lo puede saber.
Hermione se disponía a lanzar un hechizo para tratar de ocultar la imagen de Nicole, pero de pronto escuchó un golpe seco en la entrada de la casa.
Hermione fue rápidamente hacia el lugar donde escuchó el ruido. Y cuando la chica llego a la entrada, se encontró con Harry y Ron también allí. Pero luego miró al frente y vio en medio del pasillo a Kreacher sujetando a Mundungus Fletcher.
Mundungus apenas vio al trío de oro, saco su varita y los apuntó. Sin embargo, Hermione fue más rápida que el ladrón.
—¡Expelliarmus! —dijo Hermione y la varita del mago voló hasta la manos de la castaña.
—¡Quieto! Será mejor que no intentes ni siquiera moverte, somos tres en contra tuya —le advirtió Ron al escurridizo ladrón.
Hermione lo silencio, mientras que Ron le lanzaba un hechizo para atarlo. Harry por su parte estaba sorprendido por la rapidez de sus amigos.
Kreacher caminó hacia Harry, se inclinó haciéndole una reverencia.
—Kreacher ha regresado con el ladrón Mundungus Fletcher, amo.
Mundungus trataba de liberarse en vano.
—¡Suéltenme! Yo no les hecho nada como para mandarme a un asqueroso elfo doméstico, así que les ordeno que me liberen o sino…
—¿Qué? No creo que estés en condición de lanzar amenazas —le dijo Harry.
Harry se dirigió rápidamente a la cocina, mientras que las varitas de Ron y de Hermione no dejaban de apuntar a Mundungus. Luego de unos minutos Harry regreso a zancadas y tiró el periódico al suelo. Saco su varita y también apunto al ladrón.
—Kreacher se disculpa con el amo por haber tardado tanto, pero Fletcher es muy difícil de atrapar —se excusó el elfo, y Harry simplemente asintió.
—Has hecho un buen trabajo, Kreacher —le dijo Harry, y el elfo hizo una reverencia—. Bien, Mundungus, escucha claramente, porque no te lo voy a preguntar dos veces, no tengo el tiempo no la paciencia, así que dime ¿dónde está el guardapelo que te robaste de esta casa? Y más te vale que responda con la verdad, no quisiera recurrir a medidas extremas —ahora Harry estaba más cerca de Mundungus y lo apuntaba directamente al cuello.
—No sé de qué me hablas, yo… yo no sé nada de eso, Potter —dijo Mundungus evidentemente nervioso.
—Si lo sabes, sabes muy bien de lo que te hablo… dime ganaste bien por venderlo.
Mundungus al verse apuntado por tres varitas, ni tuvo de otra que confesar la verdad.
—En realidad no gane nada con ese maldito guardapelo, de hecho no gane ni un solo miserable knut con lo que me lleve de aquí, porque una vieja maldita del Ministerio con cara de sapo se presentó en el Callejón Diagon, donde yo estaba vendiendo mis cosas y me preguntó si tenía licencia para vender artefactos mágicos, y yo le dije que no. casi me arresta, pero entonces vio ese guardapelo y me dijo que se lo llevaba y que me dejaría en paz por el momento.
Harry sintió que todas sus esperanzas desaparecían porque ya no obtendrían de regreso el guardapelo.
Hermione no dijo nada, solo se acercó a su amigo y le puso una mano en el hombro para consolarlo. Ron también estaba callado, pero no dejaba de apuntar al mago.
—¿Quién era la mujer que se llevó el guardapelo? —preguntó Harry a Mundungus. Quizá podría dar con esa mujer y recuperar el guardapelo.
—No lo sé, solo sé que era del Ministerio —Mundungus frunció el ceño pensando—. Era pequeña, vestía de color rosa, y como ya dije tenia cara de sapa —añadió.
De pronto Mundungus vio donde estaba el periódico e identifico a la mujer del periódico.
—¡Ella! —gritó—. Ella fue la maldita que se llevó el guardapelo y mi mercancía —dijo Mundungus.
—¿Estás seguro que es ella? —preguntó Ron, reconociendo a la mujer.
Y por las caras que pusieron Harry y Hermione, también la habían reconocido.
—Sí, nunca olvidare esa cara —respondió el ladrón.
—Es Umbridge —dijeron los tres a la vez.
Luego Hermione lanzo un hechizo desmemorizante a Mundungus y por último le lanzo un Desmaius. Harry y Ron la miraron con sorpresa por su reacción.
—Era necesario —se limitó a decir Hermione—. Además, ya sabemos que quien tiene el guardapelo es Umbridge.
—Sí, tienes razón, Hermione —dijo Harry, luego se volvió hacia el elfo y dijo—: Kreacher llévatelo y déjalo en el lugar donde lo encontraste.
El elfo hizo otra reverencia y desapareció con el ladrón.
Cinco minutos después Kreacher ya estaba de regreso en la casa de los Black.
—Kreacher cumplió con lo que el amo le ordenó. Kreacher ahora está muy feliz de servir a su nuevo amo, Harry Potter. El nuevo amo quiere algo de cenar, o tal vez… sus amigos —dijo con retintín.
Harry pasó por alto el modo en que Kreacher se referió a sus amigos.
—Está bien, Kreacher, haznos de cenar a todos —Harry remarcó la última palabra.
El viejo elfo hizo una reverencia antes de dirigirse a la cocina.
Luego de unos cuarenta minutos, Kreacher ya había hecho la cena y el trío de oro se sentó en la mesa. Los tres chicos comieron muy bien, puesto que el elfo sabía lo que hacía.
Después de cenar Hermione se levantó de la mesa para recoger los platos sucios y lavarlos.
—Kreacher, gracias por la cena, ahora yo me haré cargo del resto, ve a descansar —Hermione le puso una mano en el brazo del elfo y este se alejó inmediatamente.
—La sangre sucia se atrevió a volver a tocar a Kreacher —gritó el elfo.
—Cállate, Kreacher, te dije que Hermione es mi amiga, y no quiero que la trates mal ni que la llames de esa manera tan ofensiva —dijo Harry completamente furioso—. Discúlpalo, Hermione.
La chica se quedó en silencio, pero luego reaccionó y se fue directo a su habitación. Ron quiso seguirla, pero Harry negó con la cabeza.
—Ahora recoge todo, Kreacher, y como ya te dije, no quiero que vuelvas a tratar mal a Hermione, es mi mejor amiga y no merece que le estén faltando el respeto —después de decir todo eso, Harry también se fue a su habitación.
Minutos después, el pelirrojo hizo lo mismo que sus amigos.

3 comentarios:

  1. me encanta tu novela, y estoy tan enganchada a ella
    Síguela pronto, por favor! :P

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  2. Soy nueva lectora y me encantaaaa tu fic, amo la pareja que hacen Draco y Nikki ♥

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