POV Draco
Estaba en la
sala de estar de mi mansión, sentado en el sofá de piel de dragón negro, cuando
vi pasar a Severus por un pasillo. Me paré del sofá y lo llamé.
—Severus, ¿qué
haces aquí? —le pregunté al verlo nuevamente en mi casa, puesto que yo creía
que ya estaba en Hogwarts.
Severus caminó
hacia mí y me observó con seriedad.
—El Lord me
mando a llamar, quería darme las últimas indicaciones para controlar Hogwarts.
Pero no creo que me hayas hablado por eso, ¿o me equivoco?
Sonreí.
Severus Snape
era de las pocas personas que me conocía un poco mi manera de actuar.
—Sí, tienes
razón, no me importa nada de lo que me has dicho —admití. Hice una pausa antes
de seguir hablando, y esperaba no arrepentirme de la decisión que estaba a
punto de tomar—, yo te quería decir que si quieres que te entregue a Nicole
—susurré su nombre—, entonces yo primero tengo que hablar con él para
cerciorarme de que no me dejaran fuera de lo acordado esta vez.
Severus
endureció más su rostro.
—No. Eso es
innecesario, no creo que sea buena idea de que hables con él, entiende, es
peligroso, el Lord te podría leer la mente en un descuido y se daría cuenta de
que eres un espía, y entonces prepárate porque te mataría al instante sin dejar
que te justifiques, y no solo a ti también a tus padres.
Yo sabía que
Severus tenía razón, pero aun así yo tenía que hablar con el viejo chiflado.
—Tengo que
hablar con él —le exigí.
—Ya te dije que
no, Draco, sumamente peligroso. Y se de verdad quieres proteger a Potter,
entonces solo tienes que decirme donde la tienes y yo voy por ella. Te aseguro
que estar protegida.
—Y yo te digo
que no te diré donde esta Nicole hasta que yo pueda hablar con el viejo
—insistí.
No iba a dar mi
brazo a torcer en ese aspecto.
Severus se
acercó unos pasos más a mí, y cuando abrió la boca para hablar alguien más lo
hizo antes que él.
—¿Qué está
pasando?
Esa era la
inconfundible voz de mi padre.
Me giré para
darle la cara.
—Padre —lo
saludé.
—¿Qué está
pasando? —repitió mi padre—. ¿Acaso están discutiendo?
Mi padre no nos
quitaba su penetrante mirada de encima a ninguno de los dos.
—No
discutíamos, padre.
Mi padre seguía
observándonos, era obvio que no me creía.
—Severus —dijo
mi padre tratando de asegurarse si lo que le dije era cierto.
—Draco tiene
razón, no discutíamos, Lucius. ¿Por qué lo haríamos? —respondió Severus con su
típico tono aburrido.
Mi padre
asintió.
—Bien —dijo,
pero no parecía convencido con la respuesta que le dimos.
Permanecimos
unos minutos en silencio, los tres nos observábamos, tratando de descubrir lo
que el otro tramaba.
—Tengo que irme
—dijo Severus, y luego se despidió con un movimiento de cabeza.
Pero antes de
que salga de la sala, lo llamé.
—Severus —el
paró al instante, pero no se volvió a mirarme—, no te olvides de lo que te dije.
Él asintió y
siguió su camino.
—¿Qué le
dijiste? —me preguntó mi padre.
¡Maldición!
—Que si tenía
alguna pista de donde podría estar la hermana de San Potter que me
la diga —mentí.
Menos mal que
ya tenía mucha experiencia en mentir, porque al parecer mi padre se creyó lo
que le dije.
Asintió.
—Muy bien. Y
una cosa más, Draco, espero que puedas cumplir con esta misión que te ha
encomendado el Lord, todas mis esperanzas están en ti, porque la familia Malfoy
debe ser el brazo derecho del Lord.
¿Todas sus
esperanzas están puestas en mí? No me exijas mucho, padre y tampoco te confíes,
yo en verdad lo lamento por ti, pero ahora mis prioridades son otras.
—Ya lo sé,
padre. Ya tengo todo planeado para cumplir con mis prioridades.
Mi padre volvió
asentir, parecía confiado.
—¿Y de dónde
vienes? —me preguntó luego.
—De la casa de
Blaise, tenía asuntos pendientes con él. Ahora si me disculpas, padre, me
retiro a mi habitación, estoy cansado.
No esperé la
respuesta de mi padre, solo me dirigí a mi habitación.
—¡Maldita sea!
¡Maldito Severus! ¡Maldito Dumbledore! ¡Y malditos sus planes! ¡Y también
malditos los planes de Lord Voldemort! —grité dentro de mi habitación
insonorizada.
Pero esta vez
ni Severus ni Dumbledore me dejarían fuera de sus planes, está vez tenía que
ser más astutos que esos dos.
Me tiré en mi
cama dispuesto a dormir, no me importaba no ponerme el pijama, solo quería
cerrar los ojos por un momento y no pensar en nada. Y en eso estaba cuando
escuché que algo golpeaba mi ventana, parecía como unos picotazos.
—¡MALDITA SEA
MI SUERTE! —grité.
Me levanté con
pesadez de mi cama y caminé hacia la ventana, la abrí y una lechuza marrón
entro al instante. Era la lechuza de Severus. La cual estiro su para que
desamarrada el pergamino, así lo hice y apenas tome el pergamino, la lechuza
salió volando.
Desenrollé el
pergamino y me dispuse a leerlo.
Draco:
Está bien, hablaras
con Dumbledore, pero solo porque él también quiere hablar contigo y sobre todo
para proteger a la señorita Potter.
Ven a mi casa a las
3 de la mañana, y ahí podrás hablar con él.
S. S.
A las tres de
la mañana, faltaban todavía cuatro horas para eso, y yo ya no podía esperara
más, me sentía ansioso, nervioso, nunca antes me había sentido de esa manera. Y
lo que me ponía de peor humor es la misión que me encomendó el Lord. Pero por
supuesto que yo no iba a llevar a Nicole ante él.
Yo la
protegeré, a ella y a mi hijo.
Pasé una mano
por mis rubios cabellos, y luego reí.
Sí, reí, ya que
yo nunca creí que algún día estaría del lado de San Potter y
compañía, y mucho menos creí desear con todo mi ser que el cara rajada de
Potter, la comadreja Weasley y la impura de Granger acabaran con el Señor
Tenebroso; pero ahora aquí estoy yo, deseando que todos esos leones y la
dichosa Orden del Fénix ganaran la guerra, aunque al final todos los que llevamos
tatuada la marca tenebrosa pagáramos por lo que hemos hecho.
***
Ya faltaban
cinco minutos para las tres de la mañana, y no se escuchaba ningún sonido en la
mansión, seguramente ya todos estarían dormidos y los que no, seguramente
estarían torturando muggles, o impuros.
Decidí no
pensar más en torturas, y mucho menos en seguir esperando, así que tome mi capa
y me aparecí en la casa de Severus.
—¿Severus?
—llamé apenas puse un pie en esa casa tan sombría como mi propia casa.
—Draco —escuché
la voz de Severus detrás de mí y luego sentí que puso su mano en mi hombro. Me
volví lentamente.
—¿Dónde está
Dumbledore? —le pregunté ansioso.
—Sígueme —dijo.
Lo seguí hasta
llegar a su despacho, y a penas entre vi la imagen de Dumbledore, seguía con
esa mirada serena que podía ver a través de sus lentes de media luna.
—Señor Malfoy,
tanto tiempo sin vernos —fue lo primero que dijo el viejo, como si esta fuera
una visita de cortesía.
—¡Maldito viejo
chiflado! —grité.
—¡Draco! —me
regañó Severus.
—Déjalo,
Severus, déjalo que se desahogue, entiendo que está enojado y seguramente se
sintió engañado.
¿Qué
seguramente me sentí engañado? Eso es poco, para lo que verdaderamente sentí.
—Creí que
Severus lo había matado. Ustedes dos nunca me dijeron nada sobre el cambio de
planes, maldita sea —volví a gritar.
—Lo sabemos,
señor Malfoy, y lo sentimos, pero era necesario, usted también tenía que creer
que estaba muerto para…
—Y así quieren
que les diga donde tengo a Nicole —lo interrumpí—, y que pasa si después de que
se la entregue cambian de opinión y deciden ponerla de carnada con ese maldito
hijo de las mil putas.
El viejo loco
se quedó mirando con sorpresa al escucharme, pero luego volvió a hablar.
—No haríamos
eso, señor Malfoy, sería peligroso, aparte no solo la señorita Potter correría
peligro, sino también el niño que lleva en su vientre.
—Vaya, que
considerado —dije con sarcasmo.
—Bien, Draco,
ya viste y hablaste con Dumbledore, ahora dinos donde tienes a la señorita
Potter —dijo Severus.
Me volví para
mirarlo.
—¿Acaso estás
loco? ¿Por qué crees que te lo diría?
—¿Qué acaso no
entiendes? Es por su bien, Draco —insistió Severus.
—¿Y dónde la
tendrán? ¿Dónde la esconderán? —pregunté, ya que tenía que asegurarme del lugar
que la tendrían.
—Se quedará
aquí, señor Malfoy, en la casa de Severus —respondió el viejo.
—¡¿Qué?! Aquí
correría más peligro que en el lugar donde la tengo. Están dementes.
—No lo creo,
señor Malfoy —dijo Dumbledore con voz segura—, aquí seria el lugar donde menos
querrían buscar. ¿Quién podría creer que la señorita Potter estaría escondida
en la casa de uno de los más fieles mortífagos de Voldemort?
Quizás tenga
razón, pensé. Aquí estaría más segura que en el mundo
muggle.
—Está bien
—acepté después de unos minutos pensando en todas las posibilidades, hasta que
llegue a la conclusión de que esa era una buena idea.
Severus asintió.
—Entonces dime
donde la tienes para traerla lo antes posible aquí —dijo Severus.
—No. Yo mismo
la traeré aquí. Pero quiero saber una cosa antes, si tú, Severus vas a estar
todo el día en Hogwarts, y Dumbledore, no sé en donde se esconde, entonces
quien cuidará de Nicole.
—Yo la cuidaré,
señor Malfoy —respondió Dumbledore, yo lo observé con confusión—, porque yo
también me estoy quedando aquí —me aclaró— es por eso que le digo que la casa
de Severus es un excelente lugar para esconderla.
No podía
creerlo, el viejo también se estaba en casa de Severus. Entonces, sí que este
lugar es bueno para esconderse, nadie sospecharía que Severus tenía en su casa
al supuesto muerto director Dumbledore, ni siquiera el mismísimo Lord Voldemort.
—De acuerdo.
Traeré a Nicole dentro de tres días —informé.
—¿Por qué no la
traes mañana? —preguntó Severus—, sería más sensato traerla antes, ¿no lo crees?
—No puedo
traerla mañana, porque padre puede sospechar de mis salidas tan seguidas y no
saber con quién estoy. Así que la traeré dentro de tres días.
Y también,
porque antes tengo que resolver unos asuntos con Nicole, pensé.
—Bien —dijo
Severus de mal humor.
—Solo una cosa
más —dije.
—¿Qué cosa,
señor Malfoy? —preguntó Dumbledore.
—Quiero venir a
verla de vez en cuando —exigí por derecho.
—No —dijo
inmediatamente Severus—, es peligroso.
—Pues entonces…
—Claro que
puede venir a ver a la señorita Potter, señor Malfoy, me imagino que quiere
estar pendiente del embarazo, ¿no es así?
Asentí.
—Ya es hora de
que regreses a tu mansión, Draco o podrían sospechar de tu ausencia.
—Sí, tienes
razón.
Y luego de
coordinar algunos puntos más, me aparecía en mi habitación, a dormir las pocas
horas que quedaban para el amanecer.
POV Autora
Ya habían
pasado tres días exactamente desde que Kreacher se había ido a buscar a
Mundungus y hasta el día de hoy no aparecía, y Harry estaba desesperado por la
ausencia del elfo. Hermione y Ron también estaban desesperados, pero no tanto
como su amigo de gafas.
Los tres
estaban sentados en el sofá de la sala de estar, en silencio, cada uno en lo
suyo. Ron miraba todo y nada a la vez, Harry se acomodaba los lentes y luego
empezó a estrujar las manos en señal de nerviosismo —Harry no solo pensaba que
en Kreacher no volvía, también pensaba en su hermana que estaba embarazada, en
Ginny, de la cual no sabía desde cuando empezó amar, en el peligro que corría
los Weasley, en Lupin, con quien había quedado en malos términos, y en el
esposa de este, que también estaba embarazada— y por último, Hermione tenía la
vista pegada en un libro que le dejo Dumbledore. Ella estaba concentradísima en
el extraño símbolo que había en la primera página del libro, pero algo la
distrajo. Harry se paró del sofá y empezó a dirigirse hacia la puerta.
—Harry, ¿adónde
vas? —le preguntó la castaña al ojiverde.
—Voy a dar una
vuelta —contestó Harry, caminando hacia la puerta.
—Pero estás
loco, te podría pasar algo, yo creo que no deberías salir —dijo una Hermione
repentinamente enojada.
Ron ahora
prestaba atención a la pequeña discusión de sus amigos.
—Cierto, se me
había olvidado ese pequeño detalle —Hermione pensó que su amigo había entrado
en razón y que desistiría en querer salir—, iré por mi capa de invisibilidad y
así nadie me verá.
Hermione iba a
replicar, pero Ron le puso una mano en el hombro y negó con la cabeza.
—Déjalo que se
distraiga un rato, Hermione, esta intranquilo, ya sabes porque —dijo Ron a
Hermione, aun no muy convencida.
Luego de unos
minutos Harry apareció con su capa y salió de la casa, dejando a una Hermione
muy preocupada y a un Ron pensativo.
***
Harry regresaba
a Grimmauld Place después de un par de horas, pero al momento de subir los
escalones de la entrada, Harry se dio cuenta de que había tres hombres sospechosos
que observaban donde se suponía que existía el número 12. El pelinegro un poco
nervioso entro rápidamente a la casa y paso bajo los hechizos de protección,
pero algo lo sorprendió y fue notar la casa en silencio, como si nadie
estuviera ahí.
A lo lejos vio
a Ron jugar con el Desiluminador que Dumbledore le había heredado, y Hermione
estaba en la misma posición en que la había dejado, leyendo el libro de cuentos
que le heredo Dumbledore.
—Ron, puedes
dejar de jugar con eso cosa, me estás poniendo nerviosa —dijo la castaña al
pelirrojo.
—Es un
Desiluminador —le corrigió Ron a Hermione porque había llamado «cosa» a su
Desiluminador—, y Dumbledore me lo heredo, Hermione. Además, estoy muy
aburrido, ¿qué quieres que haga? Que me ponga a leer cuentos como tú lo haces
—le contestó con enojo.
—Lo leo porque
creo que puede haber algo oculto en este libro de cuentos —contestó Hermione
ofendida por el comentario del pelirrojo.
—Es solo un
cuento que puede haber oculto ahí —Ron señaló el cuento que la castaña tenía
entre las manos.
Harry al ver y
escuchar a sus amigos discutir, mejor se fue a la cocina, se quitó los lentes y
se apretó el puente de la nariz, estaba cansado y preocupado porque no sabía
quiénes serían esos hombres. Luego de masajearse el puente de la nariz volvió a
ponerse los lentes.
—Harry no te
escuché entrar —le dijo Hermione cuando entro a la cocina y lo vio allí.
Harry levanto
la vista y vio a su amiga con el ceño fruncido, y sonrió levemente.
—Seguro que no
me escuchaste entrar… mejor dicho no me escucharon entrar —se corrigió—, por
estar discutiendo con Ron… otra vez.
Hermione iba a
responder, pero Harry no quería escuchar el porqué de su discusión, total ya
había escuchado parte de ella, así que antes de que su amiga hablara, él le
extendió el profeta, la chica lo tomo y empezó a leer en voz alta.
Severus Snape será el nuevo Director
del colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. El antes profesor de Pociones
tomara su nuevo puesto mañana mismo.
Ron al escuchar
leer tal noticia también se dirigió a la cocina.
—¡¿Qué has
dicho?! —gritó Ron con enojo.
—Severus Snape
será el nuevo director de Hogwarts… esto no puede ser, él es un mortífago, y
eso quiere decir que va a ver más mortífagos en el colegio. ¡Oh, Merlín!
—exclamó la castaña entre nerviosa y enojada.
Hermione subió
corriendo al segundo piso, y luego de unos minutos bajo con un lienzo muy
grande y de fondo negro, lo puso sobre una silla de la cocina y cogió su
pequeña bolsa de cuentas.
—¿Qué haces,
Hermione? —le preguntó Ron a la castaña, que intentaba meter el lienzo en su
bolso.
Harry y Ron
miraban a su amiga confundidos.
Hermione
suspiró.
—Pues no lo vez
—respondió Hermione—, estoy tratando de meter el lienzo en el bolso —hizo una
pausa—, es Phineas Nigellus Black —aclaró.
Luego de un par
de minutos más, Hermione logro meter el lienzo en su bolsa con mucho esfuerzo,
pero sonrió satisfecha al lograr su cometido.
—¿Quién dijiste
que era? —volvió a preguntar el pelirrojo, mientras que Harry solo miraba.
—Phineas Nigellus Black —respondió Hermione.
—Entiendo —dijo
Harry, captando la idea de su amiga—, no quieres espías que nos delaten. Tu
inteligencia cada vez me sorprende más —alagó Harry a su amiga, y esta sonrió.
Pero Ron
parecía todavía no entender, así que Harry le tuvo que explicar a su amigo
pelirrojo que Phineas Nigellus Black había sido un Director de Hogwarts, y que
el cuadro de él estaba allí en la casa, porque Phineas Nigellus Black
pertenecía a la dinastía Black, y que podría ser usado en contra de ellos.
Ron asintió, al
parecer ya había entendido el punto.
—No puedo creer
que ya hayan empezado las clases en Hogwarts y nosotros no estamos asistiendo,
es tan extraño no estar en el colegio, definitivamente muy extraño —comentó
Harry de repente.
Lo único que
consolaba a Harry era que Ginny estaba acompañada por Luna y Neville. Aunque él
deseaba con toda su alma estar allí con ella, pero Harry Potter no solo tenía
en mente a Ginny, también tenía siempre en sus pensamientos a su hermana, y aunque
todos le dijeran que ella estaba bien con los Weasley, él tenía un mal
presentimiento, como si algo malo le fuera a ocurrir a Nicole.
—Sí, muy
extraño —concordó Hermione.
—¿Qué? —dijo
Harry saliendo de sus pensamientos.
—Pues como tú
dijiste, Harry, que es extraño no estar en Hogwarts —contestó la castaña.
—Para mí no
está tan mal no ir a Hogwarts, aunque este encierro me está matando —dijo el
pelirrojo.
Ahora entiendo
a Sirius, cuando se quejaba de esta casa era una prisión, pensaba Ron.
Hermione observó
a Ron y negó con la cabeza.
—Ay, Ron, tú
hubieras faltado a Hogwarts aunque la guerra no se hubiera desatado —le dijo
Hermione con tono cansado.
Harry sonrió
por lo que dijo su amiga, y Ron se puso rojo de vergüenza.
—-Eso no es
cierto, Hermione —alegó el pelirrojo—. No es que no me guste la escuela, lo
único malo son los cursos y las tareas, después todo lo demás está bien para mí
—Ron se trató de defender de lo que le dijo Hermione.
—Bueno, lo
único bueno de no ir a Hogwarts es que no tenemos que soportar al pesado de
Malfoy y sus amiguitos —dijo Harry.
Hermione
observó a su amigo de gafas.
¡Merlín! Si
supieras, Harry, creo que siempre tendrás que lidiar con Malfoy, puesto que él
es el padre de tu futuro sobrina o sobrina, pensaba Hermione.
—Sí, en eso
tienes razón —Ron estuvo de acuerdo.
Los tres se
quedaron unos minutos en silencio, hasta que Ron habló:
—Creo que ya es
hora de comer, porque tengo mucha hambre.
—Tú siempre
tienes hambre, Ron —dijo Harry a la vez que sonreía.
Hermione
también sonrió por lo que dijo el pelirrojo.
—Bueno, iré a
preparar la comida —dijo Hermione.
Mientras que
Hermione empezaba a preparar la comida, Harry empezó a contar a sus amigos lo
que había visto cerca del Ministerio de Magia.
—En serio las
cosas están así, ya veo, entonces creo que ya es tiempo de ponernos en acción,
aquí encerrados no lograremos nada —dijo Ron.
—Ron tienes
razón, pero debemos esperar a Kreacher, ¿no ha regresado aun? —preguntó Harry
esperanzado.
—No, Harry.
Kreacher todavía no ha regresado —contestó con pesar Hermione.
Harry puso cara
de preocupación.
—No me extraña
nada… que no regresé… si ya lo liberaste, tal vez nunca regrese —dijo Ron como
quien no quiere la cosa.
—¿Por qué dices
eso, Ron? Explícate —dijo Hermione parando de cortar algunas verduras, para
escuchar bien la respuesta del pelirrojo.
Pero la voz de
Hermione se notaba el enojo.
—Bueno, porque
Harry le dio una prenda, ¿no? Y… y bueno, ¿no es así como se libera a un elfo?
—preguntó Ron.
Harry le iba a
contestar a su amigo, pero Hermione se le adelantó. La castaña se acercó a Ron.
—Es increíble
lo ignorante que puedes llegar a ser, Ronald —Hermione en verdad parecía muy
enojada—. Harry no libero a nadie, porque no le obsequió una prenda, el
guardapelo no es una prenda en sí, como una camisa, un calcetín o una corbata,
además, si es que no te acuerdas, ese guardapelo no era de Harry, era de
Regulus Black, su antigua amo, y Kreacher… —Hermione respiró profundo, porque
de lo rápido que hablaba se le olvido respirar, y también lo hizo para
tranquilizarse un poco, porque Ron la estaba exasperando con su manera de
hablar—, Kreacher lo sabe, así que si él todavía no aparecido, es porque aún no
encuentra a Mundungus, ese hombre es muy escurridizo.
—Hermione tiene
razón, Ron, yo no liberé a Kreacher —Harry confirmó a su amigo todo lo que dijo
la castaña.
Ron solo se
sumía en su silla donde estaba sentado.
Luego de ese
pequeño cambio de palabras, Hermione termino de preparar la comida y se
dispusieron a comer en calma.
—Bien, será
mejor que recojamos todo esto —dijo Ron, cuando hubieron terminado de comer—,
Harry y yo lo haremos, Hermione —el pelirrojo trataba de atraer la atención de
la castaña, comportándose como un caballero con ella, porque él podía percibir
todavía el enojo de la chica.
—Está bien,
entonces yo me voy a mi habitación —Hermione salió de la cocina directo a su
habitación.
Harry tenía una
sonrisa en los labios al ver el comportamiento de su amigo con la castaña. Todo
lo que se atrevía a hacer Ron con tal de que Hermione ya no estuviera enojada.
***
Hermione bajaba
las escaleras lentamente y se dirigió al cuarto donde estaba el tapiz de los
Black, se sentó en el sofá y miró su reloj de pulsera, ya eran más de las ocho,
se había quedado dormida muchas horas. Le sorprendió que la casa este en
completa calma.
Seguramente Ron
y Harry estarían también en su habitación, se dijo mentalmente.
Se levantó del
sofá y camino hasta donde estaba el tapiz para comprobar nuevamente lo que
había visto antes en la imagen que representaba a Draco Malfoy como el último
miembro de la familia Black.
Y entonces algo
la desconcertó. La imagen de Draco Malfoy, ahora estaba unida a otra imagen. La
cual se parecía mucha a…
—Nikki —susurró
Hermione.
Y así era, la
imagen de Draco ahora estaba unido al de Nicole Potter, y a ellos también los
unía una imagen borrosa: su futuro hijo.
—Harry no pude
y no debe ver esto —dijo la chica, aun desconcertada—. Tengo que impedir a toda
costa que se enteré de que Malfoy es el padre de su sobrino, Harry aun no lo
puede saber.
Hermione se
disponía a lanzar un hechizo para tratar de ocultar la imagen de Nicole, pero
de pronto escuchó un golpe seco en la entrada de la casa.
Hermione fue
rápidamente hacia el lugar donde escuchó el ruido. Y cuando la chica llego a la
entrada, se encontró con Harry y Ron también allí. Pero luego miró al frente y
vio en medio del pasillo a Kreacher sujetando a Mundungus Fletcher.
Mundungus
apenas vio al trío de oro, saco su varita y los apuntó. Sin embargo, Hermione
fue más rápida que el ladrón.
—¡Expelliarmus!
—dijo Hermione y la varita del mago voló hasta la manos de la castaña.
—¡Quieto! Será
mejor que no intentes ni siquiera moverte, somos tres en contra tuya —le
advirtió Ron al escurridizo ladrón.
Hermione lo
silencio, mientras que Ron le lanzaba un hechizo para atarlo. Harry por su
parte estaba sorprendido por la rapidez de sus amigos.
Kreacher caminó
hacia Harry, se inclinó haciéndole una reverencia.
—Kreacher ha
regresado con el ladrón Mundungus Fletcher, amo.
Mundungus
trataba de liberarse en vano.
—¡Suéltenme! Yo
no les hecho nada como para mandarme a un asqueroso elfo doméstico, así que les
ordeno que me liberen o sino…
—¿Qué? No creo
que estés en condición de lanzar amenazas —le dijo Harry.
Harry se
dirigió rápidamente a la cocina, mientras que las varitas de Ron y de Hermione
no dejaban de apuntar a Mundungus. Luego de unos minutos Harry regreso a
zancadas y tiró el periódico al suelo. Saco su varita y también apunto al
ladrón.
—Kreacher se
disculpa con el amo por haber tardado tanto, pero Fletcher es muy difícil de
atrapar —se excusó el elfo, y Harry simplemente asintió.
—Has hecho un
buen trabajo, Kreacher —le dijo Harry, y el elfo hizo una reverencia—. Bien,
Mundungus, escucha claramente, porque no te lo voy a preguntar dos veces, no
tengo el tiempo no la paciencia, así que dime ¿dónde está el guardapelo que te
robaste de esta casa? Y más te vale que responda con la verdad, no quisiera
recurrir a medidas extremas —ahora Harry estaba más cerca de Mundungus y lo
apuntaba directamente al cuello.
—No sé de qué
me hablas, yo… yo no sé nada de eso, Potter —dijo Mundungus evidentemente
nervioso.
—Si lo sabes,
sabes muy bien de lo que te hablo… dime ganaste bien por venderlo.
Mundungus al
verse apuntado por tres varitas, ni tuvo de otra que confesar la verdad.
—En realidad no
gane nada con ese maldito guardapelo, de hecho no gane ni un solo miserable
knut con lo que me lleve de aquí, porque una vieja maldita del Ministerio con
cara de sapo se presentó en el Callejón Diagon, donde yo estaba vendiendo mis
cosas y me preguntó si tenía licencia para vender artefactos mágicos, y yo le
dije que no. casi me arresta, pero entonces vio ese guardapelo y me dijo que se
lo llevaba y que me dejaría en paz por el momento.
Harry sintió
que todas sus esperanzas desaparecían porque ya no obtendrían de regreso el
guardapelo.
Hermione no
dijo nada, solo se acercó a su amigo y le puso una mano en el hombro para
consolarlo. Ron también estaba callado, pero no dejaba de apuntar al mago.
—¿Quién era la
mujer que se llevó el guardapelo? —preguntó Harry a Mundungus. Quizá podría dar
con esa mujer y recuperar el guardapelo.
—No lo sé, solo
sé que era del Ministerio —Mundungus frunció el ceño pensando—. Era pequeña,
vestía de color rosa, y como ya dije tenia cara de sapa —añadió.
De pronto
Mundungus vio donde estaba el periódico e identifico a la mujer del periódico.
—¡Ella!
—gritó—. Ella fue la maldita que se llevó el guardapelo y mi mercancía —dijo
Mundungus.
—¿Estás seguro
que es ella? —preguntó Ron, reconociendo a la mujer.
Y por las caras
que pusieron Harry y Hermione, también la habían reconocido.
—Sí, nunca
olvidare esa cara —respondió el ladrón.
—Es Umbridge
—dijeron los tres a la vez.
Luego Hermione
lanzo un hechizo desmemorizante a Mundungus y por último le lanzo un Desmaius. Harry y Ron
la miraron con sorpresa por su reacción.
—Era necesario
—se limitó a decir Hermione—. Además, ya sabemos que quien tiene el guardapelo
es Umbridge.
—Sí, tienes
razón, Hermione —dijo Harry, luego se volvió hacia el elfo y dijo—: Kreacher
llévatelo y déjalo en el lugar donde lo encontraste.
El elfo hizo
otra reverencia y desapareció con el ladrón.
Cinco minutos
después Kreacher ya estaba de regreso en la casa de los Black.
—Kreacher
cumplió con lo que el amo le ordenó. Kreacher ahora está muy feliz de servir a
su nuevo amo, Harry Potter. El nuevo amo quiere algo de cenar, o tal vez… sus
amigos —dijo con retintín.
Harry pasó por
alto el modo en que Kreacher se referió a sus amigos.
—Está bien,
Kreacher, haznos de cenar a todos —Harry remarcó
la última palabra.
El viejo elfo
hizo una reverencia antes de dirigirse a la cocina.
Luego de unos
cuarenta minutos, Kreacher ya había hecho la cena y el trío de oro se sentó en
la mesa. Los tres chicos comieron muy bien, puesto que el elfo sabía lo que
hacía.
Después de
cenar Hermione se levantó de la mesa para recoger los platos sucios y lavarlos.
—Kreacher,
gracias por la cena, ahora yo me haré cargo del resto, ve a descansar —Hermione
le puso una mano en el brazo del elfo y este se alejó inmediatamente.
—La sangre
sucia se atrevió a volver a tocar a Kreacher —gritó el elfo.
—Cállate,
Kreacher, te dije que Hermione es mi amiga, y no quiero que la trates mal ni
que la llames de esa manera tan ofensiva —dijo Harry completamente furioso—.
Discúlpalo, Hermione.
La chica se
quedó en silencio, pero luego reaccionó y se fue directo a su habitación. Ron
quiso seguirla, pero Harry negó con la cabeza.
—Ahora recoge
todo, Kreacher, y como ya te dije, no quiero que vuelvas a tratar mal a
Hermione, es mi mejor amiga y no merece que le estén faltando el respeto
—después de decir todo eso, Harry también se fue a su habitación.
Minutos
después, el pelirrojo hizo lo mismo que sus amigos.
me encanta tu novela, y estoy tan enganchada a ella
ResponderEliminarSíguela pronto, por favor! :P
buen capitulo!
ResponderEliminarSoy nueva lectora y me encantaaaa tu fic, amo la pareja que hacen Draco y Nikki ♥
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