POV Autora (Días antes de
la muerte de Dumbledore)
Luego de que Nicole Potter se despidiera de su hermano
mayor, Hermione y los hermanos Weasley, y de que les prometiera que dentro de
unos días se reuniría con ellos, ella fue a desayunar.
Seamus Finnigan bajo minutos después a desayunar,
se sentó junto a la mejor de los Potter, y empezó a platicar con ella, y
mientras la pelirroja platicaba con su compañero de casa, sentía una mirada
penetrante sobre ella, sabía de donde venía y de quien era esa mirada, y lo
podía decir en dos palabras: Draco Malfoy. Pero Nicole decidió no hacerle caso;
¿para qué levantar la mirada? ¿Para qué encontrarme con esos fríos ojos
grises?, se preguntaba.
No voy a
seguirle el juego, esta vez no, pensaba Nicole.
Luego de que todos acabaran de desayunar, los
chicos se dirigieron a sus respectivas clases. Entre ellas Nicole, pero estaba
vez iba sola, su amiga Weasley se había ido a su casa. Nicole entro a la clase
de Transformaciones, pero no prestaba la atención debida, tenía muchas cosas en
que pensar, como por ejemplo que se sentía sola sin la compañía de su hermano y
de sus amigos, pero lastimosamente la profesora McGonagall se dio cuenta de su
falta de concentración, cosa por la que le bajo cinco puntos a Gryffindors, muy
a su pesar.
Las dos horas de clase se le hicieron eternas a
Nikki, ella solo quería salir de ese salón y caminar un poco, y como si sus
ruegos hubieran sido escuchados por Merlín, la profesora McGonagall dio por
terminada su clase.
—Señorita Potter, quisiera hablar con usted un
momento —dijo la profesora, antes de que la chica saliera del salón.
Espero a que todos sus compañeros abandonaran el
salón.
—Lo siento, profesora, no quise estar distraída en
su clase —se disculpó Nikki, pensando que la profesora la había hecho quedarse
para regañarla—. Es que…
—No quiero hablarle de eso, señorita Potter —la
cortó la profesora.
Nikki miró con curiosidad a la profesora.
—Entonces, ¿de qué quiere que hablemos? —preguntó.
—Hablaremos, pero no aquí, sígame, señorita Potter
—la profesora le hizo una seña a su alumna para que la siguiera. Ambas
caminaron en silencio hasta el despacho de la Jefa de Gryffindor.
—Bien, tome asiento —dijo la profesora, cuando ya
estaban dentro del despacho, Nikki se sentó y luego la profesora también lo
hizo, pero ella detrás de su escritorio—. Tu hermano habló conmigo y con
Dumbledore sobre ti —habló sin andarse por las ramas.
—¿Hablaron sobre mí? ¿Por qué? —preguntó con
curiosidad la hermana de Harry.
—Eso también tiene que ver con la Orden —dijo la
profesora, causando más curiosidad en Nikki—. Y aunque no eres un miembro de la
Orden por ser todavía menor de edad, imagino que tu hermano te ha de haber
informado de algunas cosas —la chica asintió—. Bien, entonces, debes de saber
que el señor Potter tiene una misión que Dumbledore le encomendó—la chica
volvió asentir. Ella sabía que se trataba de los Horrocruxes—, y por lógica sé
que el señor Weasley y la señorita Granger lo acompañaran.
Asentí.
—Y yo también lo acompañaré, no dejare solo a Harry
en esto —declaró Nicole.
—Me temo que eso no será posible —dijo la profesora
de Transformaciones—, su hermano nos pidió que la protegiéramos mientras él
este fuera. Lo lamento, pero él no quiere que usted lo acompañe en esta misión,
él no quiere ponerla en peligro —aclaró la profesora, al ver que la chica
estaba a punto de replicar.
—No, Harry no puede hacer esto, él no puede decidir
por mí —dijo la chica, algo enojada, por la información recibida.
—Claro que puede. El señor Potter ya es mayor de
edad, y tiene su tutela, así que si puede decidir por usted —la profesora hizo
una pausa, para mirar con seriedad a su alumna—. Además, por su estado, yo creo
que su hermano está actuando con responsabilidad al no quererla poner en
peligro.
—¿A qué estado se refiere? —preguntó una
sorprendida Nicole.
—Señorita Potter, sé que está embarazada, su
hermano nos lo conto a Dumbledore y a mí sobre su estado antes de irse.
—Yo… —empezó a decir la chica.
—Debería de pensar más en su bebé, señorita Potter
—dijo McGonagall—, así que le aconsejaría que obedezca las órdenes de su
hermano. Esto será lo mejor, ya vera.
Nicole se quedó perpleja cuando escuchó a la
profesora hablar sobre su embarazo con toda la naturalidad del mundo, como si
fuera muy común que las estudiantes de sexto curso salieran embarazadas.
¿Es que no me
regañara por mi embarazo? ¿No me expulsaran del colegio?, se preguntaba Nicole. Aunque, claro, si Harry hubiera sospechado
que al decirle esto al director y a la profesora significaría mi expulsión
seguramente no se los hubiera comunicado. Además, no debería de sorprenderme el
actuar de mi hermano, en el fondo sabía que él haría cualquier cosa para
mantenerme a salvo, y no solo a mí, sino también a mi bebé.
—Está bien, profesora, usted, tiene razón, no insistiré
más con acompañar a mi hermano, además, él estará bien con Ron y Hermione… —la
profesora asintió—, y como usted dijo, tengo que hacerlo por mi bebé, porque de
una cosa si puede estar segura, de que si no estuviera embarazada, yo no
dejaría solo a mi hermano.
La profesora sonrió amablemente a Nicole.
—En estos momentos me recuerdas tanto a tu madre
—dijo la profesora, viendo la decisión en la chica pelirroja—, ella estaría muy
orgullosa de sus dos hijos, al igual que su padre.
Nicole sonrió, pero en sus ojos se formaron
lágrimas, que la chica evito derramar.
Pasaron unos minutos donde profesora y alumna no
hablaron, hasta que luego Nicole recordando lo que antes le había dicho la
profesora, preguntó:
—Eh… profesora, hace unos momentos, usted dijo que
Harry tiene mi tutela, pero eso no es cierto, los que tienen mi tutela son los
Jones, mis padres adoptivos… ellos me registraron como Nicole Jones.
La profesora negó con la cabeza.
—Esa partida de nacimientos es falsa —le aclaró la
profesora, dejando sorprendida a Nicole—, eres una Potter, y tu verdadera
partida de nacimiento la tiene Dumbledore, a él le costó mucho recuperarla para
que así nadie descubriera tu existencia —Nicole entendió perfectamente que ese
«nadie» se refería a Voldemort—, y en ese mismo documento está registrado que
el señor Potter por ser tu hermano mayor y único familiar consanguíneo, se
convierte en tu tutor hasta que cumplas la mayoría de edad.
La pelirroja asintió.
—Comprendo —dijo Nicole—. Bueno, si ya no tiene
nada más que decirme, podría retirarme a mi siguiente clase —preguntó.
—Puede hacerlo, señorita Potter —dijo la profesora.
La siguiente clase de Nicole fue pociones con
Snape. Y al igual que en la clase de la profesora McGonagall, ella estuvo igual
de distraída en la clase de Snape, pero ahora fue por causa del sueño que le
entro, prácticamente se pasó toda la clase durmiendo; lo que sorprendió a Nicole
fue que el estricto y mal encarado profesor no la regañara ni le bajara puntos.
Eso sí que es
raro en Snape, él siempre se da cuenta de todo, pensó Nicole cuando entre
abrió los ojos y vio a Snape frente a ella, pero este hizo como si no la viera.
Nicole siguió dormitando en la clase del profesor
más temido, hasta que de pronto sintió una mano pesado en su hombro, ella
parpadeó, y se sonrojó cuando vio a Snape frente a ella, con actitud
indescifrable.
—Profesor Snape… yo… yo… lo siento mucho… —dijo
Nicole.
Snape quito su mano del hombre de la chica Potter,
y su ceño se frunció.
—La clase termino, señorita Potter —dijo con
seriedad.
Nicole miró a su alrededor y se dio cuenta que
todos sus compañeros se habían ido, y que solo el profesor y ella estaban en el
salón.
—Yo… lo siento deberás, profesor… esto no volverá a
pas…
—Tan solo retírese de mi presencia —siseó Snape,
dando media vuelta hacia su escritorio—, ¿a qué espera?
No se lo tuvo que repetir otra vez, Nicole recogió
sus cosas y salió del salón, no sin antes disculparse nuevamente por dormirse
en clase.
Dando un bostecido, se encamino hacia al Gran
Comedor, al darse cuenta de que ya era hora de almorzar. Cuando llego a su mesa
se encontró con Neville, Seamus, Lavender y Parvati, estas dos últimas
chismoseando como siempre, y aunque pertenecían al E.D. no se les quitaba lo
chismosas. Nicole no les presto mucha atención a las dos amigas, pero si se
puso a platicar con Neville y Seamus, rato después llego Dean, y se unió a la
plática.
Y sin poder evitarlo Nicole alzo la mirada hacia la
mesa de los Slytherins, paso su vista avellana por toda la mesa, pero no
encontró al rubio que buscaba, allí solo pudo divisar a Parkinson, Nott y
Zabini, se dio cuenta de que ese último la estaba mirando, para luego sonreírle
socarronamente, ella lo fulminó con la mirada y después volvió a prestar
atención a la conversación con sus compañeros.
¿Dónde estará
Malfoy?,
se preguntaba Nicole. ¡Ay! Nikki a ti que
te importa donde este ese oxigenado.
Y mientras la pelirroja de ojos avellanas tan
iguales y vivaces como los de su padre, platicaba con sus compañeros de casa,
sentía una mirada sobre ella, pero esa mirada no se sentía como la de Malfoy,
así que no era otro que Zabini.
¿Por qué me
mira tanto ese imbécil?, pensó Nicole.
—¿Estás bien, Nikki? —preguntó amablemente Neville.
—Eh… sí, estoy bien —respondió la chica, llevándose
a los labios el vaso con jugo de calabaza, pero apenas olio el jugo, el
estómago se le revolvió, y las náuseas se hicieron presente; dejo el vaso sobre
la mesa y bajo la atenta mirada de todos, Nicole salió prácticamente corriendo
directo al baño más cercano a vomitar.
—¿Te siente mal? —dijo una voz chillona detrás de
Nicole, cuando esta se estaba enjuagando la boca, pero al escuchar esa voz
chillona dio un bote y se llevó una mano al corazón tratando de calmar esos
rápidos latidos de su corazón.
—¡Ahhh! ¿Myrtle? Me asustaste.
Sí, esa era Myrtle
la llorona.
—¿Qué te pasa? ¿Acaso te han envenenado? ¿Vas a
morir? Quizás podrías hacerme compañía, mi baño es lo suficientemente grande
para las dos —parloteaba Myrtle.
—Nadie me ha envenenado y ¡no voy a morir! Solo me
has asustado —aclaró Nikki.
—Oh, lo siento, no fue mi intención asustarte, pero
es que yo estaba en mi retrete pensando sobre la muerte, y escuche que alguien
entro y luego escuche que vomitaban, lo que me hizo suponer que te habían
envenenado… y quise ver de quien se trataba.
Nicole asintió.
—¿Te encuentras bien? Estas casi tan pálida como yo
—dijo la fantasma.
—Sí, no es nada —contestó la hermana de Harry—.
Bueno, me voy, adiós —empezó a caminar hacia la puerta.
—Espera —dijo Myrtle.
—¿Qué? —preguntó la pelirroja.
—Oye, puedes decirle a tu hermana que me venga a
visitar… —Nicole miró a la fantasma con curiosidad—, es que hace tiempo que no
lo veo y… lo extraño —Myrtle casi parecía avergonzada, cosa que hizo sonreír a
Nicole.
Mi hermano,
sí que tiene admiradoras, pensó Nicole.
—Claro, apenas lo vea, le doy tu mensaje, no te
preocupes —dijo la pelirroja, y la fantasma asintió feliz, bueno, tan feliz
como un fantasma podría estarlo.
Luego de esa pequeña conversación Nicole salió del
baño y se dirigió a su habitación, estaba casada.
Cuando llego a su habitación lo primero que hizo
fue dejar sus cosas sobre el baúl, y acostarse en su cama, cerró los ojos y se
dejó ir a los brazos de Morfeo.
Varias horas después Nicole despertó en plena
oscuridad, parpadeó un par de veces acostumbrándose a la oscuridad; se estiro
como un gato, y sonrió al sentir una agradable sensación, parecía ser que
estaba mucho más repuesta que en la mañana. Tomo su varita y con un movimiento
de su muñeca encendió la lámpara de aceite de su velador, miró la hora en su
reloj de pulsera, eran las 8 de la noche, con razón sentía que su estómago de
rogaba por algo de comida.
Pero la cena había sido hacia una hora, lo que
significaba que tendría que bajar a la cocina. Con mucho cuidado de no ser
pillado por Filch, la pelirroja se encamino hacia las cocinas; le hizo
cosquillas a la pera y esta la dejo entrar.
Apenas puso un pie en las cocinas, varios elfos
domésticos se le acercaron, entre ellos Dobby.
—Señorita Potter, en que la puede servir Dobby
—dijo el elfo haciendo una reverencia.
—Hola, Dobby —dijo dulcemente la pelirroja—.
Podrías servirme un poco de pastel de chocolate y te de naranja —le pidió.
—Por supuesto, señorita, enseguida —dijo Dobby, y
en menos de un minuto, Nicole ya tenía su cena en la mesa de la cocina.
Nicole se sentó en una silla y lentamente empezó a
comer, disfrutando cada trozo de pastel, ella sentía que ese pastel de
chocolate era el mejor que había probado en toda su vida. Los elfos miraban
raro a la chica, como si lo no pudieran creer que una bruja se sintiera bien en
compañía de unos elfos domésticos.
Minutos después, cuando la pelirroja termino de
cenar se levantó de la mesa y dando las gracias regreso a su habitación,
dispuesta a hacer algunos deberes.
***
Los siguientes tres días, Nicole se sintió
vigilada, y eso ya la estaba poniendo de los nervios, al comienzo pensaba que
estaba paranoica, pero luego le pareció extraño toda esa situación, ya que eso
no era producto de su imaginación. Estuvo tentada a ir a hablar con Dumbledore
y contarle que la vigilaban, pero luego desistió, primero quería averiguar
quién era el que la vigilaba.
De más está decir que no tuvo éxito. Ya que quien
la vigilaba era mucho más astuto que ella y cada vez que estaba a punto de ser
descubierto se iba y lo único que Nicole encontraba era el pasillo solitario o
algunos chicos de segundo o tercer curso.
Esa noche Nicole estaba en su habitación pensando,
pero esta vez no pensaba en la persona que la seguía, sino en sus padres
adoptivos y en cómo se tomarían la noticia de que estaba embarazada siendo ella
aun una adolescente.
Solo espero
que no se enojen mucho, pensaba Nicole.
Se acostó sobre su cama dispuesta a dormir, pero no
lo logro hasta que fueron casi las tres de la mañana.
Al siguiente día despertó temprano y eso que no
había podido dormir mucho. Se dio una ducha rápida y se puso ropa muggle, que
constaba de un vestido color perla de tirantes, pegado solo en la parte del busto
y después era suelto, que llegaba hasta sus rodillas, su calzado solo eran unas
cómodas balerinas del mismo color que su
vestido, su cabello lo dejo suelto.
Luego de cambiarse bajo al Gran Comedor a desayunar,
pero en su mesa no había casi nadie y eso era normal, ya que era sábado y todos
aprovechaban los fines de semana para dormir más, aunque en la mesa de
Hufflepuff y Ravenclaw habían solo un par de chicos de primero, y en la mesa de
Slytherin también estaba vacía.
Después de desayunar la profesora McGonagall fue
por ella, fueron hacia la sala común de los leones por el baúl de la chica y
luego se dirigieron hacia la salida del castillo.
La pelirroja tomo el tren que la llevaría a la
estación para luego dirigirse al mundo muggle. Su viaje fue lento, o eso creía
ella, ya que estando sola en un vagón no tenía con quien platicar, así que tomo
un libro y empezó a leer para distraerse, pero a la cuarta página se quedó
dormida.
—Chica, chica —la pelirroja escuchaba que la
llamaban, abrió los ojos y se encontró con la señora que vendía los dulces—. Ya
llegamos —le aviso, y luego salió del vagón.
Nicole se estiro y luego bajo del tren arrastrando
su baúl. Y apenas puso un pie en el mundo muggle, tomo un taxi para que la
llevara al aeropuerto. Fueron treinta minutos de viaje en el taxi, hasta que
por fin llego, le pago al taxista después de que este le ayudara a bajar su
baúl.
Entro al aeropuerto y compro un boleto para el
primer vuelo hacia E.E.U.U. – Los Angeles, donde sus padres adoptivos vivían.
Luego de mostrar su pasaporte y subir al avión, la
chica se sentó al lado de la ventana, pero fue un error, ya que mirar hacia
abajo le daban mareos y que decir de volar. Como se lamentaba no haberle pedido
a Dumbledore que le permitiera viajar por Traslador, ya que eso hubiera sido
más sencillo. Pero ni modo ya estaba en el avión, y fue el peor viaje de
Nicole, ya que se la paso todo el tiempo con mareos y nauseas, y ni siquiera le
dieron ganas de comer, tuvo que repetirle como tres veces a la aeromoza que no
tenía hambre. La aeromoza la miró raro a la tercera vez que se negó.
Pero después de varias horas, las cuales le
parecieron eternas a Nicole, por fin el avión aterrizo. Volvió a tomar un taxi,
el cual la llevaría a su destino, la casa de los Jones.
La pelirroja entro en la casa y camino por el
recibidor arrastrando su baúl.
—Papa, mamá —dijo la chica, soltando su baúl, pero
nadie contesto.
Yo quería
darles una sorpresa apareciendo de la nada, solo espero no ser yo la sorprendida, pensaba Nicole.
Nicole siguió caminando, fue a la sala, pero la
sala estaba vacía. En el patio trasero tampoco parecía estar, ya que la puerta
estaba cerrada.
—Qué raro, ¿dónde estarán? —murmuró la chica.
La pelirroja de ojos avellanas subió las escaleras
lentamente, caminó por el pasillo hacia la habitación de sus padres. Toco la
puerta, y al instante la puerta se abrió, revelando a un hombre alto de unos
cuarenta y tantos años, de cabellos castaños, el cual sonrió al ver a la menuda
chica frente a él.
—Hija —dijo Arturo Jones, abrazando a la pelirroja,
prácticamente la había alzado del suelo.
—Papi —susurró Nicole, abrazando al hombre.
Una mujer de cabellos cobrizos salía del baño —que
estaba dentro de la habitación— y sorprendida vio a su esposo abrazando a su
hija.
—¿Hija? Hija, que alegría que estés aquí —dijo la
mujer, ahora era ella quien abrazaba a la pelirroja.
—Un momento —dijo Arturo—, ¿Has venido tú sola?
—preguntó, y Nicole asintió—. ¿Paso algo malo? ¿Acaso tienes problemas con tu
hermano?
—No se preocupen, nada malo paso, todo está bien, y
me llevo muy bien con mi hermano —contestó Nicole, pero sus padres no parecían
muy seguros si creerle o no—, en serio, Harry es muy bueno y sobre protector
conmigo. Estoy segura que si lo conocieran, se llevarían muy bien —agregó.
—Bien. Eso me tranquiliza —dijo Annette, la esposa
de Arturo.
—Me alegra que estés en casa —dijo Arturo,
haciéndose a un lado para que Nicole pasara a la habitación, esta se sentó
sobre la cama y sus padres se sentaron a sus flancos—. Pero todavía no son
vacaciones, ¿cómo es que has podido salir del colegio?
—Es que le pedí permiso al profesor Dumbledore para
venir a visitarlos… los extrañaba mucho… y también porque quería comunicarles
algo —Nicole susurró eso último.
—¿Es algo malo, hija? —preguntó Annette, tomando de
la mano a Nicole.
Nicole miró a sus padres, esas miradas que le
dedicaban “de todo estará bien” la trasportaron a esos tiempos cuando ella era
una niña de ocho años y tenía pesadillas.
—Depende —fue la respuesta de Nicole.
Arturo y Annette se miraron.
—¿Qué pasa? —volvió a preguntar Annette.
—Esto no es fácil —dijo Nicole, suspirando—, pero
de todas maneras lo sabrán, y aunque sé que se decepcionaran de mí, es mejor
que se enteren de esto por mí misma a que se lo cuenten otros…
—Dinos de una vez que pasa, Nikki —dijo Arturo, muy
preocupado por su hija, ya que ahora que la veía bien su niña estaba un poco
pálida.
—Yo… —la pelirroja respiró profundo—, yo… yo estoy…
embarazada.
—¡¿Qué?! —gritó Arturo, parándose de la cama—. Esto
es un chiste, ¿cierto, Nicole?
A Nicole se llenaron los ojos de lágrimas, y negó
con la cabeza.
—Estás embaraza —susurró Annette—, pero, hija, si
ni siquiera tienes 16 años, ¿qué vas hacer tú con un bebé? ¿Cómo lo cuidaras si
tienes que ir a la escuela?
Nicole se sentía muy mal al tener que darles esa
noticia a sus padres, ya que aunque no eran sus padres biológicos, era los
únicos padres que ella había conocido, y ahora confesarles que estaba
embarazada era muy decepcionante, incluso para ella.
—Lo siento —susurró Nicole, sintiendo que las
lágrimas corrían por sus mejillas.
—Pero y ahora, ¿qué vas hacer? —dijo su madre.
—Estaba pensando dejar Hogwarts y meterme a una
escuela muggle…
—¿Vas a dejar Hogwarts para entrar a una escuela
muggle? —preguntó Arturo con seriedad. Es que él simplemente no comprendía a su
hija, pensaba dejar al mundo al cual pertenecía para vivir como una chica sin
magia, y no es que eso lo molestara, eso sería genial, tener a su hija de nuevo
con él y no verla solo en Navidades o en vacaciones, pero ahora se le sumaba
que su niña se iba convertir en madre y por ese motivo sí que estaba enojado.
¿Qué haría su niña con un niño en brazos?
—Es lo mejor, papá —susurró Nicole, sin mirar a
ninguno de sus padres, ella estaba muy avergonzada—. Además, así me podré hacer
cargo de mi bebé, y cuando ya esté un poco más grande me inscribiré en alguna
universidad.
—No me parece lo que vas hacer, Nicole —dijo
Arturo.
—¿Tu hermano sabe que estas embarazada? —preguntó
Annette a su hija, y ella asintió—. Y a todo esto no nos has dicho quién es el
padre del bebé… tú hablas solo por ti y el bebé, pero y tu novio, ¿es que acaso
él no piensa hacerse responsable por el niño?
¿El padre de
mi bebé? ¿Mi novio?,
pensó Nicole con amargura. El muy cretino
quiere que aborte.
—Mi hijo no tiene padre.
—¿Cómo? Eso que dices no tiene sentido —dijo
Arturo.
Nicole soltó más lágrimas.
—Ese tipo es un estúpido… él… él me dijo que… que
abortara… —los Jones estaban sorprendidos y enojados con ese hombre—, pero yo
no lo pienso hacer, es mi hijo… y nunca lo sacaría de dentro de mí.
—Lo siento, cielo —dijo Annette abrazando a la
pelirroja.
—Pero… tal vez tu hermano pueda convencerlo de que…
—No, yo no lo quiero a mi lado —lo interrumpió
Nicole, sabiendo lo que diría su padre.
—Cielo… —dijo Annette.
—Además él
y mi hermano se odian, aunque Harry no sabe quién es padre de mi bebé… y nunca
lo sabrá, porque si Harry se llega a enterar quien es él, lo matara y a mí me
odiara.
Arturo sintió lastima por su niña, así que volvió a
sentarse junto a ella y se unió al abrazo que le daba Annette.
—No te preocupes, mi niña, nosotros te apoyaremos
en todo y nunca te dejaremos sola —le dijo Arturo a Nicole. Ella lloro más,
pero ahora de alivio de que sus padres no la despreciaran.
—Tu padre tiene razón, mi niña, nosotros te
apoyaremos en todo, nosotros siempre estaremos contigo en las buenas y en las
malas —dijo Annette.
Y bueno, luego del reencuentro entre Nicole y sus
padres y de esa difícil conversación, la pelirroja solo tenía una palabra para
definir ese fin de semana: Maravilloso.
Ella estaba tan feliz de que sus padres la
comprendieran, eso le daba ánimos para seguir adelante, por un momento ella
pensó que sus padres la despreciarían y la botarían de la casa, pero no fue
así, aunque claro, eso no quería decir que su padre no se enojara al comienzo,
pero luego todo fue como antes con ellos, bueno, no como antes, fue mejor.
Los padres
nunca abandonan, ni en los peores momentos, pensaba Nicole. Así quiero ser yo con mi hijo. Siempre estaré para él y lo protegeré de
todo y de todos, incluso de su propio padre.
—Yo daría mi vida por la tuya, bebé —susurró
Nicole, acariciándose el vientre ligeramente abultado, no era muy notorio, pero
eso le indicaba que cada vez faltaba menos para tenerlo en sus brazos.
Y como Nicole le había dicho a Ginny, ese fin de
semana que estuvo con sus padres, ellos se preocuparon porque se alimente como
debía, eso quería decir que no le permitían dejar nada de lo que le servían, y
cuando ella se negaba a comer porque para ella era mucho, su madre le recordaba
que ahora no solo debía de pensar en ella sino también en su bebé.
***
Pero como todo lo bueno también tiene su fin.
Nuevamente Nicole estaba en un avión para regresar a Londres, el viaje fue
igual de horrible como la vez anterior, pero lo buena era que ya faltaba poco
para aterrizar.
Luego de bajar del avión, tomo un taxi hasta la
estación, y ya con todas sus pertenencias en un carrito, cruzo la pared y
abordo el tren que la llevaría de regreso a Hogwarts.
El viaje en carruaje fue mucho más corto que los
anteriores y en un abrir y cerrar de ojos ya estaba ante el imponente castillo.
Sonrió, y ya que estaba en Hogwarts eso quería
decir que podía hacer magia nuevamente. Con un movimiento de su varita su baúl
levito tras ella, y mientras caminaba hacia su sala común volvió a sentir que
la vigilaban.
Ya casi había
olvidado esa sensación, pensó Nicole.
Negó con la cabeza y dijo la contraseña a la señora
gorda, esta le dio pase y subió directo a su habitación, estaba cansada y lo
único que quería era darse una ducha y dormir.
Al siguiente día Nicole se levantó temprano, bajo
al Gran Comedor a desayunar y luego se encaminó a su primera clase, Herbología.
Pero para su desgracia —o de eso quería convencerse ella— se encontró con
Malfoy. Pero este solo la miró de pies a cabeza y paso sin decirle ni media
palabra, y mucho menos volvió a decirle nada acerca de que aborte. Nicole
también siguió caminando, pero luego de un par de pasos volvió a sentir esa
mirada vigilante sobre ella, volteo y no había nadie.
La clase de Herbología fue tranquila, sin ningún
percance igual que la clase de Encantamientos.
La hora del almuerzo llego y Nicole se dirigió al
Gran Comedor, se sentó junto a Neville, y mientras se servía una pieza de pollo
sintió una mirada sobre ella. Miró hacia el frente y allí estaba Malfoy, el
cual la miraba sin disimular y no solo él la miraba, también su amiguito
Zabini.
¿Qué es lo
que les pasa a estos dos idiotas? ¿Por qué no dejan de mirarme?, se preguntaba Nicole.
Pero luego volvió su vista a su plato y comió
ignorando sus miradas.
El día paso lento y aburrido para Nicole, sin su
hermano, Hermione y los Weasley. Pero aun y con todo el aburrimiento se fue a
la biblioteca para la tarea de Encantamientos, y para alegría de ella se
encontró con una rubia Ravenclaw. Platicaron un poco, o más bien Luna habló,
mientras que Nicole asentía y contestaba con algunos monosílabos en el momento
indicado.
Dos días después Nicole nuevamente caminaba con su
baúl por los pasillos, pero esta vez salía del colegio para ir a casa de los
Weasley. La pelirroja estaba emocionada por la boda de Bill y Fleur, ya que
ella nunca había presenciado una unión mágica y tenía mucha curiosidad de saber
si era igual a las bodas de los muggles.
—Lista, señorita Potter —le dijo Dumbledore, cuando
la pelirroja entro a su oficina.
—Sí —dijo Nicole, el profesor Dumbledore le dio una
vieja linterna y el cual había convertido en un Traslador. La pelirroja dándole
una última sonrisa al viejo director desapareció cuando el Traslador se activó.
Nicole se levantó del suelo, ya que había caído al
aparecer, miró a su alrededor y vio pasto seco, era obvio que se había
aparecido en un lugar que estaba fue del alcance de los hechizos de protección.
Caminó lentamente hacia la casa de varios pisos, y sonrió cuando ya estaba
frente a la puerta de la Madriguera. Dio unos golpes.
—¿Quién es? —dijo la voz de la señora Weasley,
detrás de la puerta.
—Soy Nicole Potter, señora Weasley —dijo la
pelirroja—. Hija aparecida desde hace casi dos años de James y Lily Potter, soy
hermana de Harry, estuve aquí en vacaciones y…
Nicole no termino de hablar porque la puerta se
abrió y al instante ella se encontraba entre los brazos de la señora Weasley.
—Oh, querida, que bueno es verte de nuevo —decía la
señora Weasley casi quitándole el aire a Nicole.
—Mamá, déjala, la estas ahogando —dijo la voz de
uno de los gemelos, salvando así a la pelirroja.
—A mí también me da gusto verla de nuevo, señora
Weasley —dijo Nicole, cuando pudo hablar.
Nicole pasó a la casa donde le podía llegar un
agradable olor a fruta, y luego que todos la saludaran con abrazos y besos, los
gemelos llevaron el baúl de la chica a la habitación de Ginny, donde también
estaba instalada Hermione.
Nicole le conto a todos como le había ido en la
casa de sus padres adoptivos, tratando de omitir sobre su estado a la señora
Weasley, pero al parecer esta ya lo sabía, porque le preguntó cómo se habían
tomado sus padres al enterarse de su embarazo. Primero Nicole se sonrojó y
luego miró a su hermano, el cual la miró avergonzadamente, descubriéndose así
que él había sido el que había puesto al corriente de todo a los Weasley; «Se
enterarían tarde o temprano» fue lo que le dijo Harry como justificación, ella
no se enojó, después de todo su hermano tenía razón. Luego de eso Nicole le
respondió a la señora Weasley la preguntaba que le había hecho.
Ese día fue muy movido, ya que faltaba solo tres
días para la boda, todos los chicos tenían tareas que hacer en casa, pero a
Nicole no la dejaban ayudar mucho por su estado.
Después de la muerte de
Dumbledore
Esos tres últimos todos se la pasaron en los
últimos detalles de la boda, ya habían armado una gran Carpa, lugar donde se
realizaría la ceremonia. Todos en la casa de los Weasley estaban muy pendientes
en la boda del hijo mayor.
Mientras que en Hogwarts nadie podía abrir la boca
para contar sobre la muerte del director, aunque eso no quería decir que en el
Ministerio de Magia no estuvieran enterados. Voldemort quería que la noticia de
la muerte de Dumbledore sea sorpresa, así como sus ataques.
El Mago Tenebroso quería vanagloriarse de eso a su
muy extraña y maligna manera. Ya que sabía que la muerte de Dumbledore
debilitaría a Harry Potter. Y que más dándole la noticia de la muerte de su
querido Dumbledore en un día de gran celebración, la boda de uno de los
traidores a la sangre, una escoria, como lo llamaba él.
Había dado la orden explicita de que justo el día
de la boda de Weasley; Rufus Scrimgeour —el nuevo Ministro de Magia— fuera a la
casa de los pelirrojos a informar de la muerte de Dumbledore y a entregarles la
herencia que le habían dejado.
Y así fue.
El gran día había llegado, y los invitados también
llegaban, todos muy alegres por la unión de Bill y Fleur.
Las chicas de la casa estaban en una habitación
alistándose para la celebración. Hermione se había puesto un vestido rojo,
Ginny tenía puesto un vestido gris con detalle en negro, mientras que la
hermana de Harry, llevaba un vestido color rosa pálido, ajustado solo en el
busto y luego suelto, y a diferencia de sus amigas que llevaban zapatos de
tacones altos, ella llevaba unas balerinas del mismo color del vestido.
—Te vez linda, Nikki —la alagó Ginny.
—Sí, casi no parece que estuvieras embarazada —le
dijo Hermione.
—Gracias, ustedes también se ven hermosas —dijo
Nicole a sus amigas.
Cuando las chicas bajaron a la sala se encontraron
con Harry y Ron, los cuales ya estaban con sus trajes de gala. Nicole noto la
cara de tontos que habían puesto su hermano y Ron al ver a Ginny y Hermione respectivamente,
sonrió por la terquedad de su hermano al no confesarle sus sentimientos a
Ginny, por lo tono que era Ron al no darse cuenta de que quería a Hermione no
solo como amiga.
Pero una voz saco de su aturdimiento a ambas
parejas y a Nicole. El señor Weasley hablaba con alguien al cual ninguno de los
chicos reconoció la voz.
—¿Quién será? —preguntó Ron, con el ceño fruncido.
—No lo sé —respondió Harry.
Pero no tuvieron que esperar mucho para enterarse
de quien se trataba. El señor Weasley entraba a casa con cara entre seria y
apesadumbrado acompañado de un hombre alto no tan mayor de rostro duro.
—Chicos —dijo el señor Weasley—. Él es Rufus
Scrimgeour, Ministro de Magia —los cinco chicos pusieron cara de asombro al ver
al Ministro en la Madriguera.
¿Qué hace el
Ministro aquí? ¿Qué sucedió esta vez?, se preguntaba Harry.
—Scrimgeour quiere hablar con ustedes tres —dijo el
señor Weasley a su hijo, Harry y Hermione.
—Bien, así que ustedes son el señor Potter, el
señor Weasley y la señorita Granger —dijo el Ministro con seriedad.
—Sí —respondió Harry—. ¿Qué pasa?
—Quisiera hablar con ustedes en privado —dijo el
Ministro.
—Eh, sí, niñas por favor acompáñenme —dijo el señor
Weasley a las dos pelirrojas. Ginny no quería salir de la sala, ella quería
estar allí para Harry, pero su padre la había llamado y no podía negarse, así
que mirando con el ceño fruncido al Ministro salió de la sala detrás de su
padre y por último salió Nicole, ella tampoco quería irse, pero sabía que
después su hermano le contara que era lo que quería el Ministro.
—¿Qué es lo que sucede? —preguntó Hermione después
de que viera que el señor Weasley, Ginny y Nicole se fueron al jardín.
—Venía a informales sobre la muerte del señor
Dumbledore…
—¿Qué? —gritó Harry—. El profesor Dumbledore no puede
estar muerto, hace unos días lo vi y estaba perfectamente.
Por su parte Ron se había quedado mudo por la
noticia y solo atinaba a abrazar a Hermione, la cual había empezado a llorar.
—Lamentablemente es cierto, señor Potter —afirmó
Scrimgeour.
—Pero, ¿cómo murió? —preguntó Hermione entre
lágrimas.
—Severus Snape lo asesino —respondió el Ministro.
—Ese maldito mortífago —gruñó Ron, saliendo de su
letargo—. Siempre supe que no se podía confiar en él.
—Maldita sea —dijo Harry, con los puños apretados—,
espero que ya lo hayan capturado y encerrado en Azkaban.
—Lamentablemente no —dijo el Ministro.
—¿Cómo qué no? ¿Y a que esperan? —gritó Harry.
—Esos son asuntos del Ministerio, señor Potter, yo
solo he venido hasta aquí para entregarles la herencia que les dejo Albus
Dumbledore.
El trío pareció desconcertado al escuchar la
palabra “herencia”.
—¿Qué herencia? —preguntó Ron, el cual aún tenida
abrazada a Hermione.
El Ministro metió la mano en el bolsillo de su cara
túnica y de allí dentro saco un pergamino y un objeto raro. Pero antes de
empezar a leer el testamento, el Ministro empezó con un interrogatorio al trío,
como: ¿Si eran muy cercanos a Dumbledore? ¿Por qué creían que fuera justamente
a ellos a quien les dejara sus más preciadas pertenencias si no eran cercanos
al director? A lo que Ron casi mete la pata al responder, pero Hermione lo
salvo.
—Bien,
empecemos —dijo Scrimgeour—. “La Última
Voluntad y Testamento de Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore”. Para el señor Ronald
Billius Weasley le dejo mi Desiluminador, con la esperanza de que me recuerde
cuando lo use.
—¿Para
qué sirve? —se atrevió a preguntar Ron.
—Averígüelo,
usted Weasley —dijo con seriedad el Ministro. Ron tomo el Desiluminador que le
entrego Scrimgeour, y lo manipulo, extrayendo la luz de una lámpara, luego lo
volvió a manipular y la luz volvió a la lámpara.
El
Ministro miraba con seriedad al trío.
—Es
un objeto muy valioso, Weasley, y no dudo de que sea único, así que cuídelo
bien —dijo Scrimgeour. Luego siguió leyendo en el pergamino—: Para la señorita
Hermione Jean Granger le dejo mi copia de “Los cuentos de Beedle, el Bardo”,
con la esperanza de que lo encuentre entretenido e instructivo.
Hermione
tomo el libro que Scrimgeour le entrego. Pero este no le quito la mirada de
encima a la castaña y preguntó:
—¿Por
qué cree que Dumbledore le dejo ese libro, señorita Granger?
—Quizás
porque él… sabía que me gusta leer —respondió Hermione.
Scrimgeour
asintió no muy convencido.
—Y
por último al señor Harry James Potter le dejo la Snitch que atrapó en su
primer partido de Quidditch en Hogwarts, para recordarle las recompensas de la
perseverancia y el talento —metió su mano en su túnica nuevamente y de allí
saco la pequeña Snitch. Harry lentamente abrió la mano y recibió la Snitch, con
rostro serio—. También le dejo la espada de Gryffindor, pero eso no se lo puedo
entregar porque no era propiedad de Dumbledore.
—Eso
no es justo —dijo Hermione—, si el profesor Dumbledore le dejo la espada de
Gryffindor a Harry, debería dársela.
—No,
no le pertenece porque la espada no tiene dueño —dijo el Ministro al borde de
la ira—. Y ahora que ya cumplí con entregarles lo que les dejo Dumbledore, me
voy.
Y
sin despedirse camino hacia la salida de la casa, ninguno del trío lo detuvo,
aún estaban demasiado consternados por la muerte de su querido director.
—No
puedo creer que Dumbledore este muerto —dijo Harry apretando la Snitch en su
mano, sin importarle hacerse daño.
—Yo
tampoco —dijeron Hermione y Ron a la vez.
***
Minutos
después el trío salió de la casa directo a la Carpa, donde se celebraría la
unión, y aunque algunos notaron los rostros serios y miradas afligidas en
ellos, nadie se atrevió a preguntar, no por el momento.
Nicole
se acercó al trío.
—¿Qué
pasa? —le preguntó a su hermano al verlo serio, y no solo él también Ron y
Hermione tenían la misma aptitud que Harry.
—Nada,
Nikki, no pasa nada —respondió Harry, pasando su brazo por la cintura de su
hermano, y encaminándola junto con Ron y Hermione hacia sus respectivos
lugares.
Nicole
quiso insistir, pero le dio miedo, no supo porque, pero le dio miedo escuchar
lo que le diría su hermano.
Nicole
estaba pensando que tanto le había podido decir el Ministro a su hermano y los
demás para ponerlos de ese modo, cuando de pronto vio entrar a un hombre alto,
fornido, de rostro duro y cabellos negros, pero definitivamente muy guapo. Pero
antes de que ella abriera la boca para preguntar quién era, Ron se le adelantó.
—¿Quién
invito a Krum? —dijo Ron, mirando con rabia al famoso jugador de quidditch.
Nicole
siguió la mirada de Krum y se dio cuenta de que este mirada atentamente a
Hermione, sonrió, con razón Ron parecía tan enojado y celoso.
Krum
se acercó a ellos.
—Hermy-oh-ni,
que linda estas —fue lo primero que dijo Krum.
Hermione
se sonrojó.
—Gracias,
Viktor —dijo Hermione—. Tanto tiempo sin vernos. ¿Cómo has estado? —le
preguntó.
—¿Quién
te invito? —preguntó Ron, antes de que el búlgaro pudiera responder.
Sí,
definitivamente Ron estaba muy molesto al ver a Krum y más al notar como miraba
a su amiga.
Viktor
miró contrariado al pelirrojo y respondió:
—Me
invito Fleur, ella y yo nos hicimos amigos desde el Torneo de los Tres Magos
—contestó el búlgaro.
Por
su parte Harry miraba la escena de celos que su mejor amigo estaba haciendo,
pero ni siquiera tenía una sonrisa en sus labios al ver de ese modo a su amigo,
quizás si no se hubiera enterado de la muerte de Dumbledore, hasta no habría
podido contener una carcajada, pero ahora todo era distinto.
Hermione
tratando de evitar que Ron se siguiera comportando de esa manera tan brusca,
decidió hablar.
—Mira
Viktor, ella es Nicole Potter, la hermana de Harry.
Viktor
miró a la pelirroja que estaba al lado de Harry, y le sonrió.
—Mucho
gusto, señorrita —dijo Krum, tomando mano de la pelirroja y depositando un beso
en dorso de su mano. A parte de guapo, es
todo un caballero, pensaba Nicole—. Usted, es rrealmente herrmosa —la
alagó.
Nicole
se sonrojó.
—El
gusto es mío, Viktor, y gracias por el cumplido —dijo la pelirroja.
Harry
miró a su hermana y a Viktor con el ceño fruncido.
Espero y no este celoso, pensó Nicole notando la
mirada de su hermano.
—Viktor
—dijo Harry.
—Harry
Potter —dijo el búlgaro.
—Hola,
Viktor —dijeron los gemelos a coro, y Krum volteó a ver quién lo llamaba—. Te
indicaremos tu lugar, para que estés más cómodo —dijeron nuevamente a coro.
Viktor
asintió, y dando una última mirada a Hermione se fue con los gemelos.
Luego
de que Viktor se fuera con los gemelos, Ron y Harry seguían serios, y
nuevamente Nicole pregunto el porqué de su seriedad.
Luego
de la llegada de búlgaro, llego Xenophilius con su hija Luna. La rubia se
acercó a saludar a sus amigos. Pero no tuvieron mucho tiempo de hablar ya que
la ceremonia estaba por empezar.
Bill
estaba parado junto al hombre que los casaría, esperando a Fleur. La espero no
fue mucho, ya que luego Fleur empezó a caminar hacia Fleur del brazo de su
orgulloso padre. Cuando la francesa tomo de la mano a Bill, la ceremonia
empezó.
Ceremonia
que fue muy emotiva para todos, especialmente para Nicole, que tuvo que sacar
un pañuelo para secar algunas lágrimas.
Y
luego de que los novios se besaran sellando así su unión, el baile comenzó.
Primero bailaron los novios solos, luego los demás invitados. En una de esas
Viktor saca a bailar a Hermione, la cual tuvo que aceptar para no ser
maleducada, aunque en realidad después de la noticia que les dio el Ministro lo
menos que quería era bailar. Y por supuesto, Ron al ver que Hermione bailaba
con Krum se puso rojo de la cólera, tenía sus manos hechas puños, y miraba al
jugador de quidditch como si quisiera matarlo allí mismo.
—Viktor
es muy guapo y caballero, ¿no crees, Ron? —comentó Nicole.
—Desde
cuando perdiste la vista, Nicole —dijo Ron con enojo, sin dejar de mirar a
Hermione y Viktor.
—No
estoy ciega, Ron, yo solo digo lo que veo —replicó la pelirroja.
Harry
miró a su hermana.
—No
me digas que te vas a convertir en otra de las muchas admiradoras de Krum —dijo
Harry, también serio.
—Que
buena idea. Gracias, Harry —dijo Nicole.
Minutos
después Hermione dejo de bailar con Viktor y fue con Ginny, la cual la estaba
llamando. Nicole se fue con ellas también. Mientras que Viktor se acercó a
Harry y Ron. Este último puso una cara de molestia y murmuro algo por lo bajo.
El
búlgaro empezó a hablar con Harry, ya que Ron no quería colaborar, y entonces
le pregunto si Hermione estaba saliendo con alguien, a lo que Ron se apresuró a
contestar que sí, que ella estaba saliendo con un tipo mayor que ella,
desconcertando así a Krum, luego este diviso a Ginny, la cual le pareció muy
hermosa.
—¿Quién
es ella? —preguntó Krum.
—Es
mi hermana —graznó Ron.
—Y
además, está saliendo con un tipo muy fuerte y celoso —agregó Harry, no
pudiendo evitar sentir celos.
—Vaya,
todas las chicas hermosas tienen pareja —dijo Krum—. Entonces, de que sirve ser
un famoso jugador de quidditch si no puedo salir con las chicas que me gustan.
—Tal
vez deberías quedarte soltero —dijo Ron, sonriendo con burla.
Viktor
lo miró con ojos entrecerrados, pero luego vio que Nicole que conversaba con
los gemelos Weasley.
—Tu
herrmana también es rrealmente herrmosa, Harry —dijo Krum, sin quitar la vista
de la pelirroja—. Como es que no me prresentaste antes —agregó.
Harry
le dedicó una mirada asesina a Viktor.
—Oye,
que es mi hermana, y además, es muy pequeña para ti —gruñó Harry.
—Ya
lo sé. Perro eso no evita que vea que es herrmosa, y quizás ahorra no intente
nada con ella, perro cuando ella crrezca…
—Tampoco
te acercaras a ella —advirtió Harry.
Harry
ya no tuvo tiempo de agregar nada más porque el padre de Luna se acercó a
saludar, y cuando este se fue a bailar con su hija, Viktor le dijo que no había
retado a un duelo solo porque no quería armar un desastre en la boda de su
amiga. A lo que Harry y Ron preguntaron porque haría tal cosa, y el búlgaro respondió
que era debido al colgante que llevaba, y paso a explicarles lo que ese símbolo
significaba en su colegio.
—Ese
Krum está más loco que papá de Luna —comentó Ron, cuando el búlgaro los dejo
solos.
Harry
asintió.
—¿Quién
está más loco que el papá de Luna? —preguntó Nicole, que se había acercado a
ellos.
—Krum
—Ron prácticamente escupió el apellido de Viktor—, voy con Hermione —avisó,
cuando vio a la castaña.
—Ron
está muy celoso —rió Nicole.
Harry
sonrió ligeramente.
Todo
iba bien en la boda, pero de un momento a otro un patronus en forma de lince se hizo presente, claramente era el
patronus del auror Shacklebolt.
“Mataron al Ministro, el
Ministerio ha caído, y los mortífagos van hacia allá”.
Y
al instante llegaron los mortífagos a arruinarlo todo, el caos empezó, los
hechizos iban y venían por todas direcciones.
—Maldita
sea —dijo Harry, tomo del brazo de su hermana—. Vamos.
—¿Adónde?
—preguntó la pelirroja.
—Te
llevare con la señora Weasley, y por favor Nicole, quédate junto a ella, hazme
caso —le dijo Harry, lanzando hechizos para cubrir a su hermana.
Nicole
saco su varita, para luchar también, pero los nervios la estaban traicionando,
no atinaba a nada.
—¿Dónde
están Ron y Hermione? —preguntó Harry, buscando a sus amigos con la mirada.
—No
lo sé —respondió Nicole, evitando llorar.
—Cuidado
—dijo Harry, poniendo a Nicole detrás de él.
De
pronto Hermione apareció junto con Ron; Harry suspiró aliviado.
—Es
hora —dijo Hermione.
Harry
asintió.
Harry
volvió a tomar del brazo a su hermana y empezó a dirigirse a la casa, con Ron y
Hermione guardándoles las espaldas.
—Quédate
aquí, Nikki, por favor no seas testadura. Cuídate —y dándole un beso en la
frente a su hermana la deja dentro de la casa junto a Charlie.
—Lo
haré —dijo Nicole.
—Cuide
de mi hermana, señora Weasley —dijo Harry cuando vio a la mamá de su mejor amigo.
Molly no tuvo tiempo de decir nada, ya que cuando volvió a mirar al lugar donde
estaba Harry junto con su hijo y Hermione, ellos tres ya no estaban.
Mientras
tanto Nicole al ver tanto alboroto quiso ir ayudar, con varita en mano empezó a
lanzar hechizos a los mortífagos, lloraba sí, pero sacando valentía de no sabe
dónde se adentró más en la pelea, vio de reojo a la señora Weasley, esta quiso
acercársele, pero se distrajo con un mortífago.
—Expelliarmus
—gritó Nicole.
Pero
de un momento a otro, alguien se acercó detrás de ella, sin que esta se dé
cuenta. Ella trato de defenderse, pero el hombre vestido completamente de
negro, capa y mascara fue más rápido, le tapó la boca con la mano para evitar
que gritara, y apuntándola con la varita dijo: Desmaius.
La
pelirroja cayó en sus brazos, el hombre la cargo y desapareció de la
Madriguera.
oh, que capitulo mas emocionante, solo espero que quien haya secuestrado a Nicole sea mi querido Draco *lo amo*
ResponderEliminarbesos
si actualizaste!!!
ResponderEliminarvaya, no te tardaste mucho en actualizar, ¡gracias!
ResponderEliminarGracias a todas por sus comentarios, mis amadas lectoras
ResponderEliminar¡Que tengan un lindo día!