POV Autora
Hermione en su
desesperación de escapar, lo único que se le vino a la mente fue el bosque
donde se había celebrado el mundial quidditch, según ella ese era un lugar
seguro y que además tenía la ventaja de moverse libremente.
Hermione se
levantó lentamente del suelo, con cierto dolor en la espalda y la cintura,
porque al aparecerse se había resbalado y se golpeó. Salió de su aturdimiento
cuando escuchó la voz de Harry hablarle a Ron. A la castaña no le gusto la voz
de Harry, porque había sonado con temor, giró su rostro hacia la derecha y allí
los encontró, y se percató que su amigo pelirrojo estaba herido. Ron tenía una
enorme mancha de sangre sobre su camisa, así que la chica sin hacer mucho caso
a su dolor, se acercó a sus amigos. Apenas estuvo cerca del pelirrojo, rasgo la
camisa descubriendo la herida que estaba en carne viva, esto causo en Hermione
una gran culpabilidad, y con lágrimas queriendo salirse de sus ojos, tomo su
varita y empezó a recitar hechizos para curar a Ron, luego le puso un poco de
esencia de díctamo en la herida. Ron había sufrido una despartición.
—Harry podrías
armar la carpa, por favor, mientras yo pongo algunos hechizos de protección
—pidió Hermione a su amigo.
—¿Carpa?
—preguntó Harry, un poco alelado.
—Sí, está
dentro de mi bolsa de cuentas —la castaña señaló su bolsa que estaba tirada en
el suelo.
Y mientras que
Harry sacaba la carpa de la bolsa, Hermione se dedicaba a poner hechizos de
protección a todo alrededor del bosque.
Ya que ahora el
bosque serie el nuevo hogar del trío de oro.
***
Mientras por
otro lado, Yaxley hacia su aparición en Malfoy Manor, este se encontraba muy
ansioso, puesto que tenía muy buenas noticias a su señor. Yaxley ya se
imaginaba la recompensa que le daría su señor luego de que le dijera de todo lo
que había pasado en el Ministerio.
La puerta del
despacho de Lucius Malfoy se abrió de golpe. El mortífago giró se cabeza
esperando ver a su señor, pero al único que vio en la entrada fue a Snape,
vestido completamente de negro y con rostro indescifrable, su presencia imponía
respeto y miedo.
—¿Qué haces tú
aquí? —preguntó demasiado ansioso Yaxley—, me dijeron que esperada aquí al Lord
—dijo de mala manera.
—El Lord no
está, fue hacer mejores cosas que atenderte a ti, Yaxley, pero como ya sabes,
después de él, yo soy el segundo al mando —respondió Snape, con voz profunda y
firme—. Así que habla de una vez, no tengo todo tu tiempo. Vamos, dime todo lo
que tengas que decir, que después yo se lo comunicaré al Lord.
Yaxley observó
a Snape, y luego rió.
—No te diré
nada a ti, no confío. Porque mejor no te vas, que yo esperaré aquí al Lord el
tiempo que sea necesario —lo reto.
Snape sonrió
con arrogancia.
—Bien sabes que
el Lord se enojara si te encuentra aquí, y si la información que le traigas no
es importante… —Snape calló un momento dándole entender lo que el Lord le
haría—. Yo solo estoy dando la oportunidad de no ser torturado. Te recomiendo
que hables, dime todo lo que sepas, y si yo creo que todo lo que me digas es
importante, entonces se lo haré saber al Lord.
—Ya te dije que
no te diré nada a ti. No soy idiota —gruñó Yaxley.
Snape rió con
burla.
—Permíteme
dudarlo —dijo Snape.
Yaxley frunció
el ceño.
—Será mejor que
te vayas si solo has venido a hacerme perder el tiempo —siseó Snape, que ya
había perdido su buen humor de hace un momento.
—No te tengo
miedo —gruñó Yaxley.
—Pues yo creo
que deberías… —y en un rápido movimiento Snape desmayo a Yaxley—, que lento y
estúpido eres —se mofó el nuevo director de Hogwarts—. Veamos que de
interesante es lo que le ibas a decir al Lord —y aplicando Legeremancia, Snape
se enteró de todo lo que había pasado en el Ministerio de Magia, se enteró de
lo fuga de varios impuros, del ataque a Umbridge por Mafalda Hopkik, esta le
robo el guardapelo y lo suplanto por otro, luego se le acercó Albert Runcorn,
pero lo que más le sorprendió a Snape es que llamó «Hermione» a Mafalda, pero
luego se dio cuenta que el trío de oro se había infiltrado en el Ministerio con
personalidades falsas, gracias a la poción Multijugos. Luego la Mafalda falsa
llamó «Harry» a Runcorn, salvaron a Mary Cattermole del juicio a los hijos de
muggles. Los tres salieron de la sala, tratando de escapar de los dementores.
Cattermole apareció segundos después todo mojado, su esposa corrió, lo abrazó y
lo besó, pero luego de eso apareció el verdadero Cattermole, lo que significaba
que Weasley era el Cattermole falso, lo último que vio Snape fue a los tres
impostores (ya con verdadera apariencia) juntos tratando de escapar, y así lo
hicieron. Severus no permitiría que Yaxley le contará todo lo que vio a
Voldemort, así que decidió borrarle la memoria y crearle otros nuevos—.
¡Ennervate! —dijo Snape y poco a poco Yaxley fue despertando.
—¿Qué paso?
—preguntó tocándose la cabeza, a la vez que le dirigía a Severus una mirada de
desconfianza.
Yaxley estaba
confuso, y tenía un dolor horrible de cabeza, luego los recuerdos vinieron a
él, recordaba la fuga de los sangres sucia, la persecución a unos infiltrados a
los cuales su rostro le era muy borroso, y por más que intentaba reconocer los
rostros de los infiltrados, no podía.
—Me voy, antes
de que venga el Señor Oscuro —dijo Yaxley aún muy confundido.
—Será lo mejor,
y no te preocupes, no le diré nada al Señor Oscuro —dijo Snape. Yaxley lo miró
sorprendido.
Desde cuando
Snape es amable con alguien, pensaba el mortífago, para luego salir de la
mansión lo más rápido posible.
***
Dentro de una
carpa se encontraba el trío de oro, Ron estaba descansando en una de las
literas, Harry estaba sentado sobre una silla, el pelinegro estaba en silencio
mirando el suelo, mientras que Hermione preparaba té para todos.
Hermione se
acercó a Harry y Ron con una taza de té caliente, eso los hizo sentir un poco
reconfortantes, pero aún seguían en silencio.
—¿Lo tienes?
—preguntó Harry a su amiga.
La chica lo
miró fijamente. Metió la manos en la túnica de Mafalda que todavía llevaba
puesta y de allí saco el guardapelo, y se lo extendió a su amigo. Harry se
acercó a la castaña y tomo con mucho cuidado el guardapelo.
—Pues que bien
que lo tengan, así por lo menos valió la pena de que casi muera —dijo Ron, y a
Hermione se le llenaron los ojos de lágrimas al oír eso.
Harry volteó a
mirar a su amigo.
—No hubieras
muerto, Ron —dijo Harry notando el rostro desencajado de Hermione—, hasta ahora
nunca he escuchado que nadie muera por despartición.
Ron ya no dijo
nada más, a lo único que se dedico fue a mirar el techo de la carpa.
—Tengo hambre
—dijo Ron luego de una media hora—, de casualidad no traes comida, Hermione.
La chica negó
con la cabeza.
—Lo siento, Ron,
yo nunca pensé que una cosa como esta pasaría, lo debí haber previsto y traer
algo de comida, en verdad lo siento —se volvió a disculpar.
—No importa,
Hermione —dijo Harry, tomando las manos de su amiga—, de no ser por ti, ahora
no nos encontraríamos con vida, porque de seguro que para entonces nos
encontraríamos con Vold… —pero Harry no pudo terminar de hablar, porque fue
interrumpido por el pelirrojo.
—No digas su
nombre.
Harry y
Hermione miraron al pelirrojo.
—Ron es solo un
nombre —le dijo Hermione con paciencia.
—Ya lo sé,
Hermione. Pero solo no lo digan —dijo Ron para luego volver su vista al techo
de la carpa.
—Recuerda lo
que decía Dumbledore… —empezó Harry, pero nuevamente interrumpido por Ron.
—Y tú recuerda,
Harry, donde está ahora Dumbledore, creo que tanto llamarlo por su nombre, no
ayudo mucho, es más creo que trae mala suerte.
Ni Harry ni
Hermione le dijeron nada a Ron, pero era completamente absurdo temer a
pronunciar el nombre de Voldemort.
Unos minutos
después Hermione se paró de la silla donde estaba sentada.
—Iré a buscar
en el bosque algo de comer —la castaña comenzó a caminar hacia la salida.
—Tú no irás a
ninguna parte, Hermione —dijo Harry acercándose a la chica.
—Pero… —trato
de replicar Hermione.
—Es peligroso
—dijo el pelinegro—. Yo iré a buscar algo de comer, solo asegúrate de estar
atenta a cualquier cosa extraña —Hermione no tuvo tiempo de replicar, puesto
que al instante Harry salió de la carpa.
***
Harry llego al
cabo de una media hora, con muchas setas. Hermione trato de cocinarlos lo mejor
posible.
Se pusieron a
comer en silencio; para Ron las setas no tenían un bien sabor, pero con el
hambre que tenía en ese momento hubiera sido capaz de comerse un hipogrifo
completo él solo.
Luego comer,
empezaron a hablar, Ron quería que llamaran a Kreacher para que los llevara de
regreso a Grimmauld Place, pero Hermione se negó porque no quería poner en
peligro al elfo, a lo que Harry estuvo de acuerdo, y Ron no tuvo más remedio
que aceptar la decisión de ambos chicos.
Ron tenía el
guardapelo en su mano y lo miraba fijamente.
—¿Están seguros
que esto todavía sigue siendo un Horrocrux? —preguntó el pelirrojo a sus amigos.
—Sí, supongo,
no lo pude abrir por más que lo intente —contestó Harry.
—Y no parece
que hay sido alterado, se ve intacto —agregó Hermione.
—Bien, y ¿cómo
lo destruimos? —preguntó Ron.
—No tengo la
menor idea, Ron. Dumbledore nunca me dijo como destruirlo —contestó el
pelinegro.
—Siento…
—empezó Ron— como si tuviera vida, está palpitando.
Harry tomó el
guardapelo y sintió exactamente lo que había dicho Ron, el guardapelo
palpitaba, era extraña esa sensación. Luego se colgó la cadena en el cuello,
tenía que tener lo más cerca posible ese Horrocrux, puesto que el pelinegro
sentía que esa era su responsabilidad.
—Bien —dijo
Harry al cabo de unos minutos—, será mejor que vigile —no dio tiempo de que
Hermione se ofrezca como voluntaria, ya que el chico salió de la carpa y se
colocó cerca de ella, para empezar con su vigilancia.
Y mientras
Harry vigilaba, Hermione se dedicó a limpiar un poco el lugar. La castaña
miraba de vez en cuando a Ron, por lo menos ya se encontraba mejor, se hubiera
sentido muy culpable si a Ron le hubiera pasado algo grave.
Luego de
terminar de limpiar, Hermione también se encontraba acostada en una de las
literas. Ya casi se estaba quedando dormida, pero el grito de Harry la
sobresalto.
Hermione salió
a prisa de la carpa y llego hasta donde estaba el pelinegro, y lo vio parado
apuntando con la varita hacia un punto determinado, la castaña fijo bien su
vista, pero en el lugar donde Harry apuntaba no había nada.
—¿Harry? —dijo
Hermione, pero el chico no la escucho.
De pronto el
pelinegro empezó a hablar con una voz que Hermione no reconoció como la voz de
su amigo, lo noto molesto y preguntaba por algo, la castaña se quiso acercar a
él, pero luego desistió, y espero a que Harry saliera de su trance. Pasados
unos minutos Harry se desplomo sobre el césped húmedo por la brisa.
Hermione corrió
hacia el pelinegro.
—¡Harry!
¡Harry! ¡Harry! —gritó desesperada Hermione—. Harry, ¿me escuchas? Por favor…
abre los ojos…
Poco a poco
Harry fue abriendo los ojos, miró confundido a Hermione. Puso una mano en su
cabeza, y lentamente quedo sentado.
—¿Estás bien?
—le preguntó Hermione.
—Yo… —empezó el
chico, no sabía si decir lo que en verdad sucedió o inventarle algo a su amiga
para salir del paso.
—No me mientas
por favor, Harry, te estuve observando y te llame, pero no me hiciste caso.
Dime la verdad, ¿viste a Vold…?
—¡No digas su
nombre! —gritó Ron desde la carpa, al parecer con tanto ruido ya se había despertado.
Hermione hizo
un gesto de fastidio.
—Está bien. Fue
quien-tu-sabes —gritó Hermione para que Ron la escuche.
—Sí, fue él
—admitió Harry.
Hermione
asintió.
—Bien, será
mejor que vayas a descansar, yo me haré cargo ahora —dijo Hermione.
—No, Hermione,
yo puedo seguir haciendo guardia.
—No. No puedes
terminarla ahora, estás nervioso, así que vete a descansa, anda —le ordeno
Hermione, y Harry no se pudo negar, además reconocía que estaba agotado.
Hermione tomo
el lugar de Harry. Y mientras este entraba en la carpa, se encontró con Ron
sentado en la litera.
—¿Qué sucedió?
—le preguntó Ron.
Harry respiró
profundo, y se dispuso a contarle todo a Ron.
—Vi a
Gregorovitch y a Vold… —Harry se corrigió automáticamente—, a quien-tu-sabes,
él le preguntaba sobre una varita y luego me adentre, ¿ya sabes…? Vi sus
recuerdos, estaba un chico rubio y hacia un conjuro y luego se llevaba lo que
buscaba Tom.
—¿Un chico
rubio? Será pariente de Malfoy —tanteó Ron.
—No, Ron. Pero
se me hacía muy conocido, me pareció haberlo visto antes en alguna parte, pero
no recuerdo dónde.
Ambos chicos se
quedaron en silencio, metidos en sus pensamientos.
Harry al ver
que Ron se acomodaba en su litera, él también decidió que dormiría un poco,
caminó hasta la otra litera, se acostó, pero antes de cerrar los ojos se quitó
las gafas y los colocó a un costado de él.
***
Al otro día
Harry se levantó muy temprano, salió de la carpa y vio a Hermione sentada a un
costado de la carpa.
—Hermione —dijo
Harry, poniéndole una mano sobre su hombro, la chica se sobresaltó, puesto que
estaba muy concentrada en sus pensamientos.
—Oh, Harry, me
asustaste.
—Lo siento —se
disculpó el chico—. Ve a dormir un poco, Hermione, se te ve cansada.
La castaña negó
con la cabeza.
—Anda a dormir
—repitió Harry, esta vez la chica le hizo caso, porque estaba cansada, y antes
de entrar a la carpa, le dedicó una sonrisa a su amigo.
Harry siguió
con la mirada a Hermione, y hasta que no la vio desaparecer por la carpa, no
dejo de mirarla.
Y antes de
tomar el puesto de la chica, Harry saco de uno de sus bolsillos el ojo mágico
de Alastor Moody, él lo había tomado sin que nadie se dé cuenta. Caminó hasta
un árbol e hizo un pequeño hoyo y ahí lo deposito el ojo de Moody. No había
dicho nada sobre el ojo mágico de Moody a sus amigos, porque no quería poner
más nerviosa de lo que estaba a Hermione.
POV Draco
Ya faltaba dos
días para que sea fin de semana y con eso el ataque a Hogsmeade; y hoy día se
cumplía el plazo para llevar a Nicole a la casa de Severus. No estaba del todo
seguro, pero que otra mejor opción tenía para ponerla a salvo a ella y al bebé.
Ninguna, solo confiar nuevamente en Snape y en el viejo chiflado.
Ya estaba
decidido en la tarde iría por Nicole. Pero antes de llevarla con el viejo, me
aseguraría de que ella quedara unida a mí. Y ya tenía un plan para lograr lo
que quería.
Por la tarde
fui al Ministerio, me lleve una gran sorpresa al ver todo echo un caos, en la
mañana habían entrado tres personas que habían tomado poción Multijugos
haciéndose pasar por Mafalda Hopkik, Reginald Cattermole y Albert Runcorn
—sonreí al darme cuenta de quienes habían sido los infiltrados, solo unos
tontos no se darían cuenta— era obvio que Potter y compañía entro al Ministerio
no solo a liberar a los hijos de muggles, ellos había venido buscando otra
cosa, estoy seguro de eso, pero aun no sé qué es lo que buscaban, debió haber
sido algo muy importante para arriesgarse de esa manera, aunque también pudo
haber influido la estúpida valentía de los Gryffindor más el complejo de héroes
que tenían esos tres.
Volví a sonreír.
Ojala que el
maldito de Potter logre acabar con toda esta mierda, pensé.
Y sin que nadie
se diera cuenta de mi presencia, subí al nivel dos. Ya estado allí, camine
hasta una pequeña sala, donde se tenía todos los registros de las uniones de
las parejas unidas en matrimonio mágico. Apenas entre me encontré cara a cara
con el mago que realizaba dicha tarea: unir en matrimonio.
—Señor Malfoy
—dijo Matt Gibbs, sorprendido.
Gibbs era un
mago como de unos sesenta los, con el cabello completamente cano, con cara de
buena gente, en realidad era de los pocos magos que estaba a favor de Potter,
pero que habían atentado nada contra él, aun.
—Gibbs —saludé.
—¿Qué hace
aquí? —preguntó con desconfianza. No estaba seguro, pero creo que él sospechaba
que yo era un mortífago. Claro que no sería raro, mi padre era uno.
Sonreí, a veces
causar miedo en las personas resultaba divertido.
—Requiero de
sus servicios, ahora.
—¿Cómo dice?
—preguntó.
—Lo que oyó
—respondí—, y no me haga repetir, porque eso es una de las cosas que más
detesto.
El mago asintió
lentamente.
—¿Y dónde está
su futura esposa? —preguntó a la vez que miraba impaciente hacia la puerta,
seguramente pensando que mi futura esposa estaba por entrar.
—Ella no está
aquí, pero iremos hasta el lugar donde la tengo y allí podrá oficiar la boda.
No se olvide de coger su libro de registro —empecé a caminar hacia la puerta.
Pero Gibbs no me seguía.
Lo sabía seria
de la forma difícil.
—Quería que
esto sea de manera civilizada, pero no me deja otra opción.
—¿A qué se
refiere, señor Malfoy?
No le respondí,
en vez de eso saque mi varita y lo apunte, Gibbs también saco su varita, pero
yo fui más rápido que él, no por nada había recibido muchos entrenamientos como
mortífago.
—Desmaius
—lancé el hechizo y el hombre cayó al suelo.
Tuve que buscar
el libro de registros y cuando lo encontré dentro de un cajón del escritorio
tome del brazo a Gibbs y me aparecí en la casa donde tenía escondida a Nicole.
—Ama —dijo
Pinky haciendo una reverencia cuando me vio aparecer, pero se alejó unos pasos
de mí cuando vio el cuerpo de Gibbs.
—¿Y Nicole?
—pregunté.
—La ama está en
su habitación, pero últimamente ha estado más nerviosa de lo que está siempre.
—¿Te pidió que
la dejaras escapar nuevamente?
El elfo miró al
suelo.
—¡Responde! —le
exigí.
—Sí, pero Pinky
lo obedeció a usted, amo Malfoy, y se negó a cumplir con la orden de la ama.
—Bien por ti,
porque si la dejabas escapar, en estos momentos ya estarías muerto —el elfo se
estremeció—. Subiré a verla, mientras tanto cuida de Gibbs.
Pinky asintió.
—Pinky —el elfo
me prestó atención—, llevaré a Nicole a vivir a la casa de mi padrino, así que
quiero que todo esté en orden, como si nadie hubiera habitado esta casa.
—Sí, amo.
Subí despacio
las escaleras, y cuando llegue a la puerta de la habitación de Nicole, antes
respiré profundo, esto también sería muy difícil.
Saque mi varita
y con un Alohomora abrí la puerta.
Apenas entre pude verla parada cerca de la ventana, ella se volvió al sentir mi
presencia, y se sorprendió al verme.
—¿Malfoy?
—susurró consternada.
—Me da gusto
que todavía me recuerdes, aunque claro es muy difícil olvidarme.
Caminó hacia mí
y empezó a golpearme en el pecho, yo no la detenía, simplemente la dejaba que
se desahogara.
—¡Eres un
estúpido! ¿Cómo pudiste hacerme esto? ¡Sácame de aquí ahora mismo! —me exigió
llorando y todavía golpeándome.
La tome de los
brazos.
—Suficiente —le
dije, ella levantó el rostro bañado en lágrimas y me miró con ira—, deja de
mirarme así, que te cumpliré tu deseo —ella se quedó quieta—. Solo que antes, tú
tendrás que cumplir con algunas de mis exigencias.
—¿Exigencias?
Estás loco, yo no pienso cumplir ninguna de tus estúpidas exigencias. Y ya
suéltame, me lastimas —la solté—. ¡Devuélveme mi varita! —gritó.
—No la tengo.
Creo que se me rompió…
—¡Idiota! —gritó
y volvió a querer golpéame, pero en su intento casi resbala y cae,
afortunadamente fui rápido y la sostuve antes de que cayera.
—Ten más
cuidado, ¿quieres? Podrías haberte lastimado tú o el niño.
Me miró
sorprendida.
—¿Desde cuándo
te importa mi hijo? Si tú mismo
querías que me deshaga de él, así que no me vengas con estupideces.
—No pienso
darte explicaciones ahora.
—¡Sácame de
aquí! ¡Sácame de aquí! —gritó.
—Lo haré, pero
si sigues así de histérica harás que tarde más en hacerlo.
Suspiró. Eso
pareció calmarla un poco.
—¿Me llevaras
con los Weasley? —preguntó esperanzada.
—No. Pero te
llevaré a otro lugar donde estarás más segura.
Me observó
directamente a los ojos.
—¿Por qué haces
esto? ¿Tanto me odias?
—Al contrario,
lo hago para ponerte a salvo de toda esta mierda.
—¿Entonces por
qué me secuestraste? —me preguntó sollozando.
—No lo
entenderías ahora, pero luego lo harás.
Levanté mi mano
para acariciarle la cara.
—No me toques
—dijo ella, apartando mi mano de un manotazo.
Sonreí, seguía
siendo tan arisca como siempre. Ya me encargaría de domarla.
—¿Sabes algo de
mi hermano, ron y Hermione? —preguntó luego de unos minutos de estar en
silencio.
—Tal vez sepa
algo —medite.
—Dime que sabes
—demandó, poniendo sus manos en mis hombros. Yo la miré a ella y luego a sus
manos sobre mis hombros, retiro sus manos de inmediato.
Sonreí.
—Pues creo que
hoy día entraron al Ministerio…
—¿Al
Ministerio? —preguntó alarmada—, pero eso es muy peligroso, ¿cómo pudieron?
—Tomaron poción
Multijugos, y se hicieron pasar por Runcorn, Hopkik y Cattermole. Liberaron a
algunos hijos de muggles, pero yo estoy seguro de que no solo fueron por eso al
Ministerio…
—Los
Horrocruxes —exclamó.
—¿Horrocruxes?
—pregunté, ahora que me acuerdo en una oportunidad escuche a Potter y compañía
hablando de esos tales Horrocruxes, pero no pude escuchar más porque se dieron
cuenta.
—No te diré
nada, no confío en ti.
En realidad ese
tema de los Horrocruxes me importaba una mierda en este momento.
—Lo dejaré
pasar por ahora, porque tengo asuntos más importantes de los que encargarme.
—¿A qué has
venido? ¿Por qué justo ahora te presentas ante mí?
—Te responderé,
pero antes; Pinky.
El elfo
apareció al instante.
—Amo —el elfo
volvió hacer otra reverencia ante mí.
—Trae a Gibbs
—le ordene.
A los pocos
segundos Pinky apareció con Gibbs.
—¡Oh, Merlín!
¿Qué hiciste, Malfoy? —preguntó Nicole, mirando al hombre en el suelo.
—Vete, Pinky
—el elfo desapareció—. No lo mate, solo lo desmaye —le aclaré.
—¿Por qué?
¿Para qué quieres a este hombre aquí?
—Él es Gibbs,
trabaja en el Ministerio, es el encargado de unir a las parejas en matrimonio.
Nicole me miró
confundida, pero luego pareció entender el porqué de Gibbs desmayado, y
retrocedió tres pasos.
—¡NO! ¡NO ME
CASARÉ CONTIGO! ¿ACASO TE HAS VUELTO LOCO? —gritó.
—Pues a eso he
venido, a casarme contigo antes de llevarte al otro lugar…
—No, me niego…
—paso nerviosamente una mano por su rojo cabello—, además soy menor de edad, no
puedo casarme aun.
—Basta con que
yo si sea mayor de edad para que este matrimonio se lleve a cabo… —me
interrumpió.
—No, para yo
casarme primero Harry tendría que firmar una autorización donde me da su
permiso para poder contraer matrimonio.
Sonreí. Que
suerte que pude falsificar la firma de cara rajada, en momentos como estos me
gustaría poder abrazarme a mí mismo por mi inteligencia.
Saque un
pergamino —donde supuestamente San Potter firmaba
la autorización para que yo me pueda casar con su hermana— y se lo entregue a
Nicole.
Ella lo tomo, y
comprobó horrorizada que la firma que estaba en el pergamino era igual a la de
su hermano.
—Harry no pudo
firmar esto.
—Claro que no
lo hizo, yo falsifique su firma, ¿no crees que es muy inteligente de mi parte?
—ironicé—. No creo que lo logres —le advertí al ver sus intenciones de romper
el pergamino—, lo hechice para que no pueda ser destruido.
—Eres un
reverendo estúpido —volvió a llorar.
—Pero este
reverendo estúpido te pondrá a salvo —ya me estaba haciendo enojar. Recuperé el
pergamino con un Accio.
—Prefiero
morirme antes que tener que casarme contigo —exclamó.
Y aunque no
quería tomar muy en cuenta sus palabras, debo reconocer que lo que dijo me
dolió, sobre todo a mi ego.
Me acerqué a
ella y la tome por los hombros.
—Pues que
lastima, pero estarás toda tu vida casada conmigo.
—¡No!
—Ah, se me
olvido decirte que hay una ley que dice que toda mujer embarazada y que no esté
casada, tiene que contraer matrimonio con el padre de su hijo para asegurar el
bienestar del menor.
Nicole se puso
pálida.
—¡No! —repitió.
Ya no tenía más
tiempo para seguir dando explicaciones. Ahora lo que tenía que hacer es
despertar a Gibbs para que nos case, luego llevaría a Nicole con el viejo de
Dumbledore y regresaría a casa sin llamar la atención de mi padre y mucho menos
del Señor Tenebroso.
—Te lo diré por
última vez, tú y yo nos casaremos, y no me importa si quieres o no —intentó
replicar, pero no le di oportunidad—. Pero si quieres estar a salvo tú y el
niño lo harás, no hay de otra, ¿comprendes? A menos que quieras que uno de los
otros mortífagos del Señor Tenebroso te lleve ante él, puesto que ha dado la
orden de que te encuentren para poder atraer a su a tu queridísimo hermano.
Se limpió con
fuerza una lágrima que resbalo por su mejilla.
—Bien, lo haré,
me casaré contigo, así sea el peor error que este cometiendo en mi vida, pero
por poner a salvo a mi bebé y Harry, lo haré.
Asentí.
—¡Ennervate!
—apenas pronuncié el hechizo, Gibbs despertó.
Poco a poco se
incorporó y miró toda la estancia con confusión.
—¿Dónde estoy?
—preguntó.
—Eso no tiene
importancia —respondí—, lo único que tiene que hacer es casarme con Nicole.
Gibbs miró
sorprendido a mi futura esposa.
—¿Usted es la
hermana del señor Potter? —preguntó Gibbs y Nicole asintió.
—No hay tiempo
para preguntas —advertí—. Tiene que casarnos de una vez por todas.
—Según se, la
chica es menor de edad, tendría que tener un permiso para poder contraer
matrim… —le extendí el permiso con la firma falsa de Potty. Gibbs lo revisó y
no se dio cuenta de que era una firma falsificada—. Bien, entonces… creo que
haré lo que me pide, señor Malfoy —dijo aun mirando todo el lugar.
—Aquí tiene su
libro de registro —saque el libro de la túnica. Gibbs tomo el libro y
lentamente se dirigió hacia la pequeña mesa y coloco allí el libro.
—Eh, bien,
señor Malfoy, señorita Potter, acérquense, por favor —pidió.
Me acerque al
anciano mago, pero Nicole no se movió de su lugar, y Gibbs nos miró más
confundido aun.
Maldita sea.
—Nikki, cariño
acércate —la llamé, y ella frunció el ceño, pero de igual manera se acercó—.
Ah, y podría ir a la parte importante, no es necesario que lea todo el
protocolo.
Gibbs asintió.
—Lo primero que
tienen que hacer es unir sus manos, por favor —pidió Gibbs.
Tome la mano de
Nicole, puesto que ella no hizo ningún movimiento.
—Bien, señor
Malfoy… ¿acepta como esposa a Nicole Lily Potter, para amarla y respetarla, en
la salud y la enfermedad, en la riqueza y en pobreza todos los días de su vida?
—Sí, quiero.
—Señorita
Potter, ¿acepta como esposo a Draco Lucius Malfoy, para amarlo y respetarlo, en
la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza todos los días de su
vida?
Nicole no respondió.
Pasaron unos minutos y Gibbs tuvo que repetirle la pregunta.
¿Qué acaso no
entiende que es necesario casarse conmigo para ponerse a salvo?
—Sí, quiero
—respondió no muy segura.
Con mi mano
libre saque de dentro de mi túnica una cajita aterciopelada con las alianzas
que mi madre me había dado en una ocasión —las cuales pertenecían a los Malfoy—
para cuando decida contraer matrimonio.
Tome la primera
alianza de plata y la deslicé en el dedo anular de Nicole, luego ella hizo lo
mismo conmigo.
Nos volvimos a
tomar de las manos.
Luego de la
respuesta de Nicole, Gibbs tomo su varita y apuntó a nuestras manos unidas,
recitó las palabras mágicas vinculares —mientras decía el hechizo salía una luz
resplandeciente de nuestras manos entrelazadas— sellando así la unión.
—Con este
hechizo los uno en una vida prospera, llena de amor, comprensión, respeto y
dicha. Ahora son oficialmente marido y mujer. Felicidades señor y señora Malfoy
—concluyó Gibbs.
Sentí a Nicole
tensarse cuando Gibbs termino con la ceremonia.
Pero yo no
espere más y tomé a Nicole de la cintura y uní mis labios con los de ella,
sabiendo que le molestaba que la besara, profundice más el beso. Cuando me
separe de ella, la vi con las mejillas sonrojadas y tenía levemente el ceño
fruncido.
Con otro
movimiento de varita quedo registrado nuestra unión en el libro de registros de
Gibbs.
—Bien, si eso
es todo, entonces debo regresar al Ministerio —dijo Gibbs.
Me volví para
observarlo.
—Claro que lo
hará, pero antes debo asegurarme de que no le dirá a nadie sobre mi unión con
la hermana de Potter.
—Le juro que no
diré nada —dijo el hombre.
—No estoy muy
seguro, puede que esa sea su intención, pero si el Señor Tenebroso lo obliga,
estoy seguro que lo hará, y yo no puedo arriesgarme de esa manera.
—Malfoy, ¿qué
piensas hacer? —dijo Nicole, pero yo la ignoré.
—No lo haré. Lo
juro —dijo Gibbs, con temor.
—Lo siento
—dije apuntándolo con mi varita. Gibbs también me apunto con su varita—.
¡Expelliarmus! —la varita de Gibbs voló a mis manos.
Nicole soltó un
grito de horror y retrocedió, pensando que lo mataría cuando lo volví apuntar
con mi varita.
—No lo mataré
—aclaré a ambos, vi que Gibbs suspiró aliviado—, solo le borrare los últimos
recuerdos de su estancia en esta habitación. Obliviate —y todos sus recuerdos
los reemplace por otros—. Desmaius —volví a desmayarlo.
—Insisto, tú
estás loco —dijo Nicole, mi ahora esposa.
—Pinky —llamé
al elfo y este apareció al instante—, llévatelo de regreso al Ministerio —le
ordene, y antes de que el elfo se lo llevara puse la varita de Gibbs dentro de
su túnica. Y el libro de registros me lo quede yo, eso lo guardaría en un lugar
seguro, aun nadie debía enterarse de mi matrimonio con la hermana de cara
rajada.
—¿Adónde me
llevarás? —preguntó Nicole, cuando nos quedamos solos nuevamente.
—Tranquila,
todo a su tiempo, cariño —me acerqué a ella. Trato de retroceder, pero no le di
tiempo, la abrace, pegándola a mí, con mucho cuidado de no lastimar su vientre
abultado.
—Déjame —gruñó.
—No voy a
dejarte, recuerdas que ahora eres mi esposa, me perteneces.
—¡No te
pertenezco!
—No voy a
discutir contigo sobre eso ahora, teniendo cosas más importantes que hacer.
La sentí
temblar en mis brazos.
—¿Qué?
—susurró—. No me digas que estas esperando tu noche de bodas —se sonrojó.
Reí con ganas.
—Ya te lo dije,
todo a su tiempo, y para mi noche de bodas puedo esperar,
así que prepárate —ella empezó a forcejear para que la soltara, pero lo único
que consiguió fue que yo la pegara más a mí—. Y recuérdalo siempre, mi amor, tú me
perteneces —la besé, y aunque la sentí resistiéndose al principio, luego me
correspondió—. Ya lo vez, tú siempre harás lo que yo quiera.
—Estúpido
oxigenado.
Le iba a
responder, pero escuché un plop, giré y vi a Pinky.
Me separé de
Nicole y me acerque al elfo, que bajo la mirada con temor.
—Amo, deje al
hombre en el Ministerio como me ordeno.
—Muy bien,
Pinky, ahora recoge todas las cosas de la señora porque nos iremos a otro sitio
más seguro.
—¿Pinky
acompañara a la ama a ese lugar? —preguntó el elfo.
—Por supuesto,
quiero que cuides de ella.
El elfo
asintió. Y cuando todas las cosas de Nicole ya estuvieron guardadas, la tome de
la cintura.
—Pinky síguenos
al lugar donde te indique —el elfo asintió y luego desapareció.
—En ese lugar
estarás más segura —le dije a mi esposa antes de desaparecer.
A los segundos
aparecimos en la casa de mi padrino. Vi a Pinky en una esquina con las
pertenencias de mi esposa.
Nicole estaba
pálida por la aparición.
—¿Qué lugar es
este? —preguntó Nicole, mirando por su alrededor.
—Eso no tiene
importancia.
—Señor Malfoy
—escuché una voz a mis espaldas, giré y me encontré con el viejo chiflado de
Dumbledore.
Nicole sonrió
al ver al viejo.
—Profesor
Dumbledore —se soltó de mí para ir con el viejo.
—Señorita
Potter me alegra volver a verla.
—Es la señora
Malfoy ahora —le aclaré. Dumbledore me miró curioso—, nos acabamos de casar.
—Eso es
inesperado, pero de igual manera me alegro de volverla a ver —el viejo sonrió a
Nicole.
—Bien, yo tengo
que regresar a Malfoy Manor, pero seguiré viniendo a ver a mi esposa —recalqué la
última palabra.
—Su esposa
estará segura aquí, señor Malfoy —dijo Dumbledore.
Asentí.
—Eso espero,
porque si no, entonces le diré al Señor Tenebroso que está vivo —lo amenacé—.
Pinky estate al pendiente de Nicole.
—Pinky promete
cuidar de su esposa, amo —dijo Pinky.
Miré a Nicole y
luego desaparecí.
Cuando aparecí
en la mansión, no había nadie en la sala, aproveché para ocultar mi aro de
casado.
—Draco, ¿dónde
estabas? —dijo una voz detrás de mí.
oh, dios, siguela por favor
ResponderEliminaramo tu novela ♥
ResponderEliminarsiguela, esta buenisima!!
ResponderEliminaroh, por merlin, Draco y Nicole se casaron, que romantico!!! ame este capitulo
ResponderEliminary por fa, no te demores en actualizar
saludos
hola, merodeadora, siento no haber podido comentar antes, te he tenido un poco abandonada, pero aqui estoy nuevamente, y digo: presente =P
ResponderEliminary bueno que decir sobre este capitulo que espere desde siempre, me encanto, solo espero que Draco cambie su actitud con ella, y deje de comportarse como un idiota, bueno, eso y si quiere conquistar a Nicole
besos
me gusto el capitulo, eres una gran escritora
ResponderEliminarsaludos