POV Nicole
Desperté con
una sensación extraña. Era como si alguien hubiera estado conmigo, y ese
alguien tocara mi vientre, también me pareció escuchar un susurro, pero no me
acuerdo que decía exactamente. Lo que más me extraña ese ese aroma que está en
esta habitación, huele como a perfume de hombre y a… menta.
Olfateé el
aroma.
Sí, huela a
menta —olfateé nuevamente el aroma de la habitación para comprobar si era
cierto ese olor o solo me lo estaba imaginando—, y efectivamente huele a menta,
pero de donde puede venir ese olor.
—Ese olor me
recuerda a alguien, pero no sé a quién —susurré.
De pronto un
escalofrío invadió mi cuerpo de solo pensar que alguien había estado cerca de
mí, y que ese alguien pudo hacerme daño, y yo sin mi varita para poder
defenderme.
¡Oh, Merlín!
¿Quién habrá estado aquí anoche? ¿Y con que propósitos venía? ¿Me querría hacer
daño a mí o a mi bebé?
Lleve mis manos
instintivamente a mi vientre con la intención de protegerlo, de solo imaginar
que ese sujeto ponía su manos sobre mi vientre me da escalofríos.
—Nada malo te
pasará, mi pequeño Harry —le susurré a mi bebé, dando suaves caricias sobre mi
vientre—, nada malo te pasará —repetí—, lo juro, te protegeré hasta con mi
propia vida.
Algo saldo cayó
sobre mis labios. Lo limpié con mi mano, y eran lágrimas. No me di cuenta de
que estaba llorando, pero con razón, este encierro me está enloqueciendo, el no
saber que loco maniático me tiene secuestrada, la guerra, y por último mi
hermano, Ron y Hermione cumpliendo con la misión que les encomendó el profesor
Dumbledore.
¡Plop!
Escuché un
ruido seco y giré mi rostro para ver quién era, aunque lo miré solo por
costumbre porque bien sabía que era Pinky.
—Buenos días,
ama —dijo el elfo haciendo una exagerada reverencia.
Yo al instante
me seque las lágrimas con las manos.
—Pinky ya se
dio cuenta de que la ama estaba llorando, no debería hacerlo, ama.
Yo solo lo
observé.
Quería decir
algo, pero las palabras no me salían, era como si mis cuerdas vocales no me
funcionaran.
—La ama se
encuentra segura aquí, Pinky puede asegurarle a la ama que el amo le encontró
un lugar perfecto para mantenerla segura —el elfo termino de hablar y sonrió,
nunca lo había visto sonreír antes. Pero aunque Pinky me asegurara que su amo
me secuestro para protegerme, yo no podía creerle y más cuando lo único que
sentía al estar en esta casa era pánico y miedo. Sobre todo miedo, tal vez
algún día despierte y el hombre que me secuestro este frente a mí dispuesto a
matarme.
—¿Segura? ¿Tu
ama me tiene aquí para mantenerme segura? —dije sin poder creerlo—. No, tu amo
no me tiene segura, lo que tu amo me tienes es: secuestrada —sollocé—.
¡SECUESTRADA! —grité.
—No, ama. No es
así…
Caminé hacia el
elfo.
—Por favor, por
favor, Pinky, sácame de aquí. Sácame de aquí, te lo ruego —llorando me
arrodille ante la pequeña criatura para ponerme a su altura, coloque mis manos
sobre sus pequeños hombros—. Por fav…
Pero antes de
que terminara de hablar, Pinky se alejó de mí con cara de espanto.
—No, ama, no
—Pinky habló tan rápido que se ahogó con sus palabras—. Usted nunca debió
arrodillarse ante Pinky. Pinky es solo su elfo doméstico. Oh, ahora a Pinky le
espera un fuerte castigo de su amo, cuando Pinky le cuente que la ama se
arrodillo ante su elfo.
Pinky tenía una
cara de asustado, me dio mucha lastima, yo no quería meterlo en problemas, pero
eso no quiere decir que no intente escapar.
—Pues… no se lo
contaras, si ambos… escapamos —balbuceé al hablar.
Pero su
reacción fue muy distinta a la que había imaginado. Por un momento pensé que se
pondría a llorar o que le daría una crisis de nervios, pero no, su rostro se
enfureció. Eso me sorprendió nunca había visto a un elfo enfurecido.
—¡Oh, no! Pinky
nunca abandonaría a su ama —el elfo negaba con la cabeza mientras hablaba, en
verdad parecía que lo había ofendido—. Pinky le será fiel a su amo hasta el día
que muera, Pinky le será fiel a su amo, aunque su amo lo castigue duramente.
Quite mis manos
de los hombros de Pinky, las lágrimas seguían de mis ojos, pero es que
simplemente no lo podía creer, cuan sumisos podían ser estas criaturas, sin
importar que su castigo podría ser su propia muerte, estos nunca los
traicionarían.
—Por favor,
Pinky, por favor ayúdame a escapar —insistí, si el elfo no quería escapar, pues
entonces le rogaría hasta que me ayude a mí a escapar, pero para mí mala
suerte, Pinky ni se inmuto—. Temo por mi bebé —susurré.
—Pinky le
asegura que no le pasará nada a su bebé, ama, ni a usted.
—Puede que a mí
no me pase nada —susurré—, pero mi hermano, Ron, Hermione y a todos los
Weasley, así como también a otros magos sí que están en peligro.
—Pinky lo
siente, ama. Pero Pinky no puede hacer nada para proteger a sus amigos y a su
hermano.
Era inútil,
Pinky nunca me ayudaría a escapar, y más si tenía la tonta idea de que aquí no
estaría en peligro.
Empecé a llorar
con más intensidad. Este encierro me iba a volver loca.
—Cálmese, ama
—el elfo apareció un pañuelo y me lo dio, yo lo tome—, ahora Pinky le preparará
un baño para que se relaje. No es bueno que llore en su estado —agregó.
Pero antes de
que Pinky se dirigiera al baño, yo lo llamé.
—Pinky, espera.
—¿Qué puede
hacer Pinky por usted, ama?
—Anoche…
—respiré profundo para calmarme, y otra vez ese olor a perfume y a mente
invadió mis fosas nasales—, anoche alguien estuvo aquí… —Pinky me observó—, me
refiero que si anoche alguien estuvo en esta habitación, mientras yo dormía.
—No se preocupe
por eso, ama —contestó el elfo, con tono nervioso.
—¡Respóndeme!
—le exigí. Tenía que saber si en verdad alguien estuvo aquí, para la próxima
vez estar más alerta.
—Pinky es su
elfo doméstico, ama, pero lamentablemente no puede responder esa pregunta.
—¿Mi elfo? Tú
no eres mi elfo, ¡TÚ SOLO ERES MI CARCELERO! —grité llena de ira y de ansiedad.
Pinky empezó a
dirigirse al baño nuevamente, sin tomar en cuenta mis palabras.
—Respóndeme,
total que más da, estando encerrada aquí, yo no podría contárselo a nadie, si
eso es lo que te preocupa.
Pinky se detuvo
y se volvió para observarme.
—Era el amo
—contestó, y rápidamente se dirigió al baño, y esta vez yo n o se lo impedí.
—El amo
—susurré.
Claro «el amo»,
como no se me ocurrió, pero de todas maneras eso no me tranquilazaba, es más
eso me aterraba, el saber que ese hombre viene a vigilarme por las noches.
Otro escalofrío
invadió mi cuerpo y me hizo abrazarme a mí misma.
Pero ese olor a
menta es lo que más me desconcierta. Me es tan familiar, pero ¿por qué no puedo
recordar a quien le pertenecía eso olor?
POV Autora
En Grimmauld
Place ya habían pasado varios días desde que Harry regaño a Kreacher por tratar
mal a su mejor amiga, pero gracias a eso el viejo elfo ahora trataba mejor a
Hermione, aunque cuando la castaña se le acercaba para tratar de ayudarlo,
Kreacher muy sutilmente se alejaba de ella.
Pero también en
esos días el trío de oro había estado planeando como entrar al Ministerio de
Magia, porque querían recuperar el guardapelo que ahora estaba en poder de
Umbridge. Y la mejor forma de que ellos puedan entrar en el Ministerio sin
llamar la atención seria tomando poción Multijugos.
Hermione la más
sensata del trío de oro, no dejaba de revisar tan minuciosamente los planos del
Ministerio, para que no haya errores, mientras que Harry y Ron se encargaban de
como entrar y la distribución que tendrían. Y Ron era de gran ayuda en ese
aspecto porque él conocía a la perfección ese lugar, porque desde pequeño su
padre lo llevaba.
Hermione bajo
de su habitación y se encaminó hacia la sala, donde estaban el pelinegro y el
pelirrojo, pero antes de acercarse a ellos, la chica miró por la ventana y se
dio cuenta que esos hombres que Harry había visto hace unos días estaban allí,
observando muy fijamente donde debería estar la casa Black, y no importaba que
hiciera frio o calor ellos nunca se movían de su lugar.
—¿Esos
mortífagos aún siguen allí? —preguntó Ron.
La castaña
observó a sus amigos.
—Sí —respondió
la chica—. Esos hombres sospechan que estamos ocultándonos aquí.
—Primero,
Hermione, no son hombres, ellos son unos asquerosos mortífagos. Y segundo, ¿no
que decías que esta casa era muy segura? Ahora porque estas dudando. Yo creí
que las personas solo podían ver un recuadro de pasto seco.
—Pues así es,
pero…
Harry solo se
dedicaba a mirar a sus amigos discutir, como siempre.
Después de unos
minutos de estar discutiendo, Hermione se dio por vencida, dio un gran suspiro.
Para luego sentarse entre Harry y Ron. La castaña puso su mano sobre el brazo
de Harry y le sonrió infundiéndole apoyo, el cual el ojiverde también respondió
sonriéndole, pero Ron no estaba preparado para lo que pasaría después; Hermione
recostó su cabeza en el hombro del pelirrojo. Y por supuesto el chico se
sonrojo, pero luego sonrió.
Hermione
suspiró.
—Harry, tú
crees que el prof… —tanto Harry como Ron miraron a Hermione con fastidio al
escuchar que la chica aun hablaba con respeto a Snape, hasta parecía que
todavía estaban en Hogwarts—. De acuerdo, de acuerdo —dijo la castaña—, crees
que Snape de verdad sabe que estamos aquí, y si fuera así, él sabe la perfecta
ubicación de esta casa, entonces ¿por qué no ha venido el mismo, en vez de
enviar a esos tontos a vigilarnos?
El pelinegro se
encogió de hombros. Lo medito un poco para luego hablar.
—Bueno, yo creo
que no ha venido el mismo porque de seguro está planeando algo grande, o tal
vez está llevando a cabo otros planes de Voldemort —Ron se estremeció al oír el
nombre del mago oscuro—, y por eso solo ha enviado a esos.
—No digas su
nombre —le reclamó Ron a su amigo—. Pero en lo demás estoy de acuerdo contigo,
Harry.
Hermione
asintió no muy convencida.
Se quedaron en
silencio, cada uno metido en sus pensamientos.
Harry se paró
del sofá y empezó a caminar hacia la ventana. Se quedó ahí un buen rato. Hasta
que de un momento a otro Harry se llevó una mano a la cicatriz, frotándola
suavemente para que ninguno de sus dos amigos se dé cuenta de que nuevamente le
dolía.
Ron lo vio y se
acercó a él. Hermione al ver a Harry frotándose la cicatriz, también se acercó
a él, y lo observó con preocupación.
—Harry, ¿estás
bien? —le preguntó la chica, aunque internamente se sintió como una verdadera
estúpida al darse cuenta de la pregunta que había formulado. Era obvio que su
amigo no estaba bien, así como también era obvio que su amigo ojiverde no
dominaba mucho la Oclumancia, por no decir
que nada. Y Voldemort aprovechaba esos momentos de debilidad de Harry para
meterse en su mente y atormentarlo.
—Sí, estoy
bien, Hermione —mintió Harry—. Es solo que me duele un poco la cabeza, pero ya
se me pasará.
Ron solo se
dedicaba a mirar a ambos chicos.
—¿Seguro?
—preguntó Hermione, sin creerle una sola palabra.
—Bueno, sigo
preocupado por Nikki —eso no era del todo una mentira—, no sé porque me siento
intranquilo cada vez que pienso en ella, es como si estuviera sufriendo.
—Ella está
bien, Harry, recuerda que esta con mi familia, ellos la protegerán, ya verás
—aseguró Ron poniéndole una manos en el hombro del pelinegro.
—Pero y si
Voldemort…
—No digas su
nombre —repitió Ron, pero Harry lo ignoro.
—… ya sabe de
su existencia de Nikki, podría lastimarla, y yo no podré hacer nada para
protegerla.
—Pero, Harry,
no crees que si… —Ron miró con advertencia a Hermione, intuyendo a quien iba a
mencionar— quien-tú-sabes —ironizó—
supiera de la existencia de tu hermana, ya te lo hubiera hecho sabes de alguna
manera para que cambiaras lugar con ella.
Harry asintió.
—Tal vez
—susurró—. Voy a descansar un momento.
Hermione quería
decir algo más, pero Ron negó con la cabeza.
—Está bien, ve
—dijo Ron a Harry.
Hermione lo
siguió con la mirada hasta que Harry se perdió en las escaleras.
—Le dolía la
cicatriz —afirmó Hermione.
—Sí, yo también
me di cuenta —contestó Ron.
—¿Cómo podemos
ayudarlo, Ron? —dijo una preocupada Hermione.
—Por el momento
solo dejémoslo que duerma un poco.
Hermione
asintió, camino hacia el sofá donde minutos antes había estado sentada, y se
volvió a sentar, tomo el libro que le había heredado Dumbledore y empezó a
leer. Mientras que Ron se fue hacia la habitación donde estaba el árbol genealógico
de los Black. Pero con lo distraído que es, no se dio cuenta de que en la
imagen que representaba a Draco Malfoy se unía a dos imágenes más: a Nicole
Potter y al futuro hijo de ambos.
***
Después de un
par de horas, Hermione dejo el libro sobre la mesita de centro y se encaminó
hacia el piano que había cerca de la sala, limpio el polvo y se sentó en la
banquita que estaba junto al instrumento y lentamente empezó a tocar el piano.
Sin que la chica se dé cuenta un pelirrojo se acercó a ella y se sentó a su
costado.
Hermione pegó
un salto.
—Ron, me
asustaste —exclamó la chica dejando de tocar.
—Lo siento
—dijo Ron y le sonrió ligeramente—, no sabía que supieras tocar el piano
—comentó.
—Eh, sí,
aprendí cuando era pequeña. ¿Tú sabes tocar? —preguntó Hermione, y el pelirrojo
negó con la cabeza—. Si quieres yo te puedo enseñar —propuso la chica.
Ron volvió a
sonreír.
—Bien, ¿qué
tengo que hacer? —preguntó.
—Lo primero es
poner tus manos sobre las techar y reconocerlas —explicó la castaña, su mirada
se encontró con las orbes azules de Ron y se sonrojó avergonzada, pero
definitivamente su rostro hizo competencia con el cabello de su amigo cuando
tuvo que poner sus manos sobre las de Ron para poder guiarlo. Pero ella no era
la única que se había sonrojado, ya que si hubiera levantado la vista, hubiera
descubierto que Ron también lo estaba, desde el momento en que el chico sintió
las cálidas manos de castaña sobre las suyas.
Unos minutos
después Harry bajaba las escaleras —ya sin el dolor en la cicatriz— y se
dirigía dónde estaban sus amigos, y aunque el ojiverde ya intuía los
sentimientos —más que amicales— que sus amigos sentían por cada uno de ellos,
nada lo preparo para lo que vería. Ron y Hermione, sentados muy juntos en el
banquito tocando el piano, bueno, más bien Hermione guiando a Ron.
Harry se sintió
desplazado por unos minutos, y cuando quiso retroceder y darles privacidad,
trastabillo y sus dos amigos dejaron de tocar para mirar hacia atrás.
—Oh, Harry
—dijo Hermione, con el rostro aun sonrojado.
—Hola —fue lo
único que se le ocurrió decir a Harry.
—¿Ya estás
mejor? ¿Ya no te duele la cicatriz? —preguntó la chica.
—¿Sabías que me
dolía la cicatriz? —preguntó el ojiverde con sorpresa. Hermione asintió.
—Sí. Nos dimos
cuenta de que te dolía la cicatriz casi desde el primer momento —confirmó Ron.
—¿Y ahora por
qué fue? ¿Viste algo? —preguntó Hermione.
Harry al ver la
preocupación de sus amigos, tuco que contarles sobre la visión que había
tenido, que era sobre un pueblo, y que también había sentido la euforia de
Voldemort.
—Y estaba
buscando a Gregorovitch, pero no sé para que lo necesite…
***
A los dos días
de la visión de Harry, el trío de oro decidió que irían al Ministerio, así que
Hermione se levantó temprano ese día, y ya lista espero a que sus amigos
bajaran de sus habitaciones.
Y cuando estos
bajaron, desayunaron rápidamente, y después los tres se preparaban para ir al
Ministerio, se dieron prisa porque de un momento a otro los empleados del
Ministerio entrarían.
—Hermione, creo
que no es buena idea que vayas con nosotros —empezó nuevamente Harry—. Digo,
¿ya sabes? Podría ser peligroso y yo no quiero que te expongas, porque…
Hermione
interrumpió a su amigo.
—Harry, para ya
por favor, ya lo habíamos decidido, y dijimos que iríamos los tres —Hermione
remarcó la última palabra.
—Sí, Hermione,
pero sería peligroso para ti, en cambio nosotros somos hombres y tend…
Hermione
frunció el ceño ante el comentario tan machista de Ron, así que lo interrumpió
antes de que la haga enojar más.
—¡Ya para,
Ronald! No sé si te das cuenta o no, pero sonaste de lo más machista. Y además,
como dije ya lo habíamos decidido, así que voy con ustedes y punto —sentenció
la castaña, luego se volvió hacia su amigo pelinegro—. Y Harry es el que corre
con más peligro que yo, y no por eso él se va a quedar, ¿o sí, Harry? —le
preguntó.
—Por supuesto
que no me quedaré —contestó el pelinegro.
—Bien, entonces
que ya no se hable más del asunto y demos prisa, por favor —dijo Hermione.
Kreacher
apareció para despedirse de su amo y también de Ron y Hermione —ya que trataba
mejor a la chica desde que Harry se o pidió, mejor dicho se lo ordeno—, el elfo
les deseo buena suerte y luego desapareció.
Hermione tomo
del brazo a Harry y a Ron bajo la capa de invisibilidad y segundos después ya
habían aparecido cerca del Ministerio.
Unos minutos
después, la primera en aparecer fue una señora que estaba a punto de llegar a
la entrada del Ministerio de Magia; los chicos se ocultaron mientras que
Hermione le lanzaba el hechizo Desmaius, y Harry y Ron
arrastraron el cuerpo de la mujer para ocultarlo en el callejón, mientras la
castaña sacaba un frasquito con poción multijugos, para luego tomar unos
cuantos cabellos de la mujer desmayada. Hermione tomo la poción después de
echarle los cabellos a la poción. Harry y Ron se fueron para que su castaña
amiga pudiera cambiarse con las ropas de la mujer.
Luego de que
Hermione ya estuviera lista con su nueva apariencia, se acercó a un tipo que
también trabajaba en el Ministerio, y le ofreció unas pastillas vomitivas
—claro que el hombre no lo sabía—, las cuales hicieron el efecto esperado. Y
con mucho cuidado, Hermione tomo los cabellos del hombre y lo vertió en el otro
frasquito con la poción. Lo mismo hicieron con otro hombre que pasó por allí. Y
luego de unos quince minutos el trío de oro ya con sus nuevas personalidades,
salieron a las calles y empezaron a caminar tratando de estar lo más naturales
posibles.
Se acercaron a
los retretes viejos, por donde se suponía que los llevaría a la entrada del
Ministerio de Magia, se adentraron al escusado y bajaron la palanca de desagüe.
Después Harry y Ron salieron de los sanitarios, y Ron ofreció una mano a
Hermione para ayudarla a salir y ella aceptó.
Los tres chicos
respiraron aliviados al saber que habían logrado entrar al Ministerio, ahora
tenían que buscar a Umbridge y recuperar el guardapelo, y también averiguar
sobre Voldemort y cuáles eran los nuevos planes de los mortífagos. Se subieron
al elevador en donde el pelirrojo con su nueva apariencia fue interceptado por
un Mortífago: Yaxley. Este le hablaba de un problema de su oficina y sobre que
no dejaba de llover, y también que se acababa de enterar de que su esposa era
una impura —bueno, la esposa de Cattermole, quien era por el que Ron se estaba
haciendo pasar— seria enjuiciada por ser una sangre sucia. Hermione puso cara
de ofendida, la cual tuvo que quitar esa expresión al instante o sino
sospecharían.
Después de que
el mortífago se fuera dejándole instrucciones al supuesto Cattermole, las puertas
del elevador se cerraron, y Hermione aprovecho para dar instrucciones a Ron de
cómo arreglar el problema de la lluvia en la oficina del mortífago.
Las puertas del
elevador se abrieron y una voz femenina anunciaba que departamento era.
—Nivel Cuatro: Departamento de
Regulación y Control de Criaturas Mágicas, incorporando la División de Bestias,
Seres y Espíritus, Oficina de la Coordinación con los Duendes, y Departamentos
de Plagas.
Luego entro al
elevador un hombre rudo y con bigote poblado, que dijo sonriéndole a Harry.
—Buenos días,
Albert —Harry ahora con la personalidad de Albert Runcorn, se quedó mirando al
hombre frente a él, este también le devolvió la mirada fijamente, pero luego
miró unos segundos a Hermione y a Ron, para después volver su mirada a Harry—.
Dirk Cresswell, ¿eh? ¿El de Coordinación con los Duendes? Buena esa, ni a mí en
mil años se me habría ocurrido, ahora será más fácil de conseguir ese cargo
—felicitó a Harry, o mejor dicho al que él creía era Runcorn.
El elevador se
detuvo y las puertas se abrieron.
—Nivel Dos:
Departamento de Reforzamiento de la Ley Mágica, incluyendo la Oficina Del Uso
Indebido de la Magia, el Cuartel de los Aurores y la Administración de los
Servicios del Wizengamot. —dijo la voz de la bruja.
Hermione dio un
leve empujón a su amigo Ron, y le deseaba buena suerte, el pelirrojo bajo con
preocupación junto con el mago que había felicitado a Harry.
Ahora solo se
encontraban en el elevador, Harry y Hermione.
Hermione estaba
preocupada por Ron.
—Eh, creo que
iré ayudarlo, que tal si no puede resolverlo, yo creo que… —las puertas del
elevador nuevamente se abrieron y la misma voz femenina anuncio:
—Nivel Uno:
Ministro de Magia y Personal de Apoyo.
Hermione miró
hacia al frente y ahogo un grito. Simplemente su suerte era única, ya que la
mujer que subía al elevador era la persona más desagradable que ella podía
haber conocido, aparte de Voldemort. Ella era su ex profesora de DCAO, Dolores
Umbridge.
Harry al notar
la reacción de su amiga tuvo que controlarla, evitando llamar la atención.
—¡Ah, Mafalda!
—dijo la mujer con cara de sapo y vestida de color rosa, mirando a Hermione con
su nueva apariencia de Mafalda Hopkirk—. ¿Te envía Travers, cierto? —preguntó
acomodando su sujetapapeles en sus brazos.
—¡S-Sí!
—tartamudeó Hermione.
Le empezó a
hablar a Hermione sobre los próximos juicios que habría en contra de los hijos
de muggles. Luego tomo a la supuesta Mafalda del brazo, dejando a Harry
preocupado en el elevador.
—Ah, buen día,
Albert, ¿no bajas aquí? —preguntó Umbridge.
—Sí, por
supuesto —contestó Harry con la voz de Runcorn—. Te veo más tarde —le susurró
Harry a Hermione cuando pasó por su lado.
Harry empezó a
caminar por los pasillos y se encontró con Pius Thicknesse, el nuevo Ministro
de Magia. El cual le preguntó a Runcorn que hacia allí, y Harry le respondió
que estaba buscando a Arthur Weasley, a lo que el Ministro le preguntó, ¿si lo
habían encontrado teniendo contacto con algún indeseable?, Harry le dijo que
no, pero Thicknesse agregó que ya los traidores a la sangre eran tan
desagradables como los sangre sucia. Luego de esa pequeña platica —que por
supuesto le sentó a Harry como patada al hígado— Harry se pudo deshacer del
Ministro; y cuando se dio cuenta de que nadie lo veía saco su capa de
invisibilidad y se la puso encima, pero se tuvo que agachar ya que Albert era
mucho más alto que él. Empezó a caminar en dirección opuesta al del Ministro.
Paso por varias puertas que tenían en una placa el nombre y el cargo de los que
trabajaban allí. Hasta que paró en la puerta de la oficina de Dolores Umbridge,
pero no paró allí porque era la oficina de la cara de sapo, sino porque
encontró el ojo giratorio de Moody, lo quito de la puerta y entro en la oficina.
Harry empezó a
revisar todos los documentos, hasta que encontró unos documentos donde
mencionaban a los Weasley, los cueles estaban siendo vigilados, tal y como
había imaginado, y se sintió muy culpable porque ellos no solo eran la familia
de su mejor amigo y de la chica que amaba, sino que también era su familia, él
los veía de esa manera. Pero no solo encontró esos documentos, sino que también
encontró una carpeta titulada “SANGRE IMPURA y los Peligros que Suponen para
una Pacífica Sociedad de Sangre Limpia”, reviso esos documentos rápidamente,
coloco la carpeta en su lugar, giró hacia un lado y se dio cuenta de un póster
de sí mismo, con palabras escritas en su pecho “INDESEABLE Nº 1”. Luego de eso
salió de la oficina de la cara de sapo y se fue a buscar a Hermione.
Llego a la Sala
de Tribunal, apenas se estaba acercando cuando vio una hilera de magos esperado
ser juzgados, sintió una ira inmensa al saber que no podía hacer nada por
ellos. De pronto empezó a sentir frío y una gran tristeza se empezó apoderar de
él, eso era una clara señal de había dementores cerca. Se empezaron a escuchar
gritos que pedían clemencia, Harry apretó los puños, no podía hacer nada aun,
así que lentamente entro en la sala y se ocultó, desde ahí pude ver a una mujer
con expresión temerosa, a la cual Umbridge llamo: Mary Cattermole —la esposa
del hombre por quien Ron se estaba haciendo pasar— siendo enjuiciada, la pobre
mujer sí que estaba mal, y que decir de su mejor amiga. La cual trataba de
disimular lo mejor posible.
Hermione se dio
cuenta de la presencia de su amigo, pero disimulo, ya que lo que más llamaba la
atención en ese momento fue lo que Umbridge llevaba colgando del cuello. Era el
guardapelo de Regulus Black.
Harry se acercó
a su amiga con mucho sigilo, tanto que la asusto, pero ahora estado cerca de su
amiga, él también se dio cuenta del guardapelo que llevaba la cara de sapa, así
que no se aguantó y le lanzo un hechizo a Umbridge haciéndola caer, Yaxley al darse
cuenta ataco a Harry, pero este fue más rápido y lo esquivo y a la vez logro
aturdirlo. Hermione aprovecho ese momento para arrancar el guardapelo a
Umbridge con un Accio relicario y luego con un Gemnio lo suplanto por
otro.
—Vamos,
Hermione, necesito tu ayuda —le dijo el pelinegro.
—Espero un
momento, Harry, no podemos dejarla —le dijo la chica a su amigo, señalando a la
esposa de Cattermole. Hermione alzó su varita y apuntó hacia las cadenas que
ataban a la señora Cattermole.
—¡Relashio! —y
las cadenas se adentraron en los brazos de la silla.
La mujer miró
sorprendida a Albert Runcorn y Mafalda Hopkik, porque la estaban ayudando
cuando se suponía que ellos dos odiaban a todos los hijos de muggles.
—Vamos a
sacarla de aquí, esto nunca será un juicio justo —le decía Hermione—, ahora
vaya a casa, reúnase con su familia y márchense de este lugar, salgan del país
—aconsejó.
La señora
Cattermole, Harry y Hermione salieron de la sala, pero los dementores iban tras
ellos.
—¡Expecto
Patronum! —gritó Harry, pero eran tantos que él son podía solo con todos ellos.
—¡Expecto
Patronum! —también gritó Hermione, pero lo único que salió de su varita fue una
tenue luz blanca—. ¡Demonios! —murmuró, y lo volvió a intentar—: ¡Expecto
Patronum! —y una bella nutria plateada salió flotando de la varita de la
castaña, y fue a reunirse con el ciervo de Harry.
Ya fuera de la
sala Harry y Hermione buscaban desesperadamente a Ron.
—¿Dónde estás
Ron? —preguntó el pelinegro.
Hermione miraba
para todos lados buscando a Ron, pero no lo veía, sus ojos empezaron a llenarse
de lágrimas al no encontrarlo, ya que tenían que irse de ese lugar. De pronto
apareció Cattermole —Ron— todo mojado. Mary Cattermole fue más rápida que
Hermione y se acercó al que creía era su esposo, lo abrazó y lo besó, Ron se
quedó lelo, y Hermione no pudo evitar ponerse celosa, pero cuando Mary despegó
sus labios de Ron, por una puerta apareció el verdadero Reginald Cattermole,
Mary miró confundida al hombre que estaba cerca de ella.
Ron aprovecho
el momento en que Mary se acercaba a su verdadero esposo y preguntarle qué era
lo que pasaba, para que el ahora pelirrojo se acercaba a Hermione y a Harry.
Los tres chicos ya nuevamente con sus apariencias corrieron hacia las
chimeneas, pero estas estaban siendo selladas.
Se escuchó un
ruido en el retrete y de allí salió Yaxley junto con otros mrortífagos, Harry
enseguida tomo del brazo a Ron y a Hermione para escapar. Hermione sintió que
se asfixiaba, no podía ver nada, ni mucho menos oír, lo único que sentía era la
mano de Harry que la aferraba, abrió los ojos y vio la entrada del número 12 de
Grimmauld Place, con su aldaba en forma de serpiente, pero no pudieron llegar,
porque antes de que se aparecieran lo único que vio fue una luz púrpura y oyó
un grito.
—¡NO SE
SUELTEN! —gritó Hermione.
Sintieron el
típico tirón en el ombligo, para luego caer. Pero no estaba en la casa Black,
ahora se encontraban en un bosque inmenso.
POV Draco (Ese
mismo día en Malfoy Manor)
El Señor
Tenebroso y sus seguidores estaban en una reunión, pero a mí no me dejaron
entrar en esa maldita reunión, y me enervaba no saber porque, si se suponer que
yo también soy parte de ellos.
—¡Maldición!
—grité con frustración.
¿Qué rayos
estarán planeando ahora? Ya llevaban como tres horas en esa estúpida reunión.
—Draco, hijo,
¿qué sucede? —dirigí mi mirada hacia esa voz preocupada.
Era mi madre.
Pero estaba tan absorto en mis pensamientos que no siquiera la oí entrar a mi
habitación.
—Madre. ¿Cuánto
tiempo llevar aquí?
—El tiempo
suficiente para saber que algo te preocupa.
Negué con la
cabeza.
—No es eso,
madre, es solo que me molesta que me hayan impedido ser partícipe de esa
reunión —confesé.
—Es lo mejor,
hijo.
—¿Por qué?
—pregunté.
Mi madre se
acercó a mí, y me acarició la mejilla. La observé con escepticismo, madre hace
mucho tiempo que no se acerca a mí con el afán de ser cariñosa, pero ahora,
¿por qué lo hace?
—Ya sabes que
nunca quise que tú fueras parte de eso —dijo.
Quite su mano
delicadamente.
—Demasiado
tarde, madre. Ya soy parte de «eso».
Madre se quedó
en silencio, pensativa.
—Madre, ¿sabes
algo sobre esa misteriosa reunión? —inquirí.
Tenía el
presentimiento de que ella sabía algo, y tenía que averiguarlo.
—Bueno… solo sé
que se trata de un ataque…
—¿Un ataque?
¿Adónde?
—No lo sé.
Mira, será mejor que te deje solo.
No me dio
tiempo a replicar, madre salió de mi habitación con pasos apresurados.
¡Maldita sea!
¡¿Por qué nadie me quiere decir nada?!
Una hora
después baje a la sala, y allí me encontré con mi padre, que bebía una copa con
whisky de fuego. Al parecer ya habían terminado con la reunión.
—Padre —saludé.
Él se volvió
para mirarme.
—Draco —dijo, y
me observó detenidamente—. ¿Cómo vas con el asunto de la hermana de Potter?
—preguntó.
¿Qué acaso no
podía hablar de otra endemoniada cosa?
—Aun no sé
dónde podrá estar esa mocosa —mentí.
—Pues tienes
que apresurarte, al Lord no le agradará que no haya resultados positivos —dijo
con voz dura.
—Ya lo sé,
padre —hice una pausa—, ¿por qué no me dejaron entrar a la reunión?
—El Lord lo
quiso así —y esa fue su maravillosa respuesta.
—¿Trataron un
asunto importante? —indagué.
—El Lord
siempre tiene asuntos importantes, Draco. Y ahora tenemos que llevar a cabo su
misión —siseó.
—Me lo contarás
—pregunté, como si no me importara su respuesta.
Ambos nos
miramos por unos segundos.
—Si el Lord no
quería que lo supieras, entonces yo tampoco te lo diré.
Luego de eso se
fue, lo vi subir las escaleras.
Yo no puedo
quedar con solo parte de la información. Me tengo que enterar a como dé lugar
sobre esos famosos planes del Lord.
Subí las
escaleras y me dispuse a hacer algo que jamás había hecho. Escuchar tras la
puerta de la habitación de mis padres. Ya que sabía que no tenía ningún hechizo
silenciador, puesto que nadie tenía la costumbre de escuchar tras las puertas.
—Lucius, ¿en
verdad lo van hacer? —esa era la voz de mi madre, pero su tono era de
preocupación.
—Por supuesto,
Narcissa. El Lord dio la orden —contestó mi padre con voz llena de gozo—. Por
fin esos sangre sucias y los traidores a la sangre tendrán un poco de lo que se
merecen —escuché la risa de mi padre. Casi parecía ser la loca de mi tía
Bellatrix.
Maldita sea,
porque no dices que es lo que piensan hacer.
Y como si mi
padre me hubiera escuchado lo que quería, empezó a hablar.
—Este fin de
semana todos esos mocosos pagaran por ser escoria.
—Pero, Lucius,
los chicos de Slytherin también podrían resultar heridos —dijo mi madre.
—Por favor,
mujer, no seas tonta —se burló mi padre—, los mocosos de Slytherin no saldrán
este fin de semana a Hogsmeade. Los únicos que estarán serán todas las escorias
de las otras casas, y ahí empezara su infierno —padre rió—. Yo soy el encargado
de llevar a cabo este ataque, ya verás cumpliremos con la misión que nos dio el
Lord, y yo volveré a hacer su mano derecha.
Después de
escuchar lo que quería, me fui a mi habitación, pero también porque escuché los
pasos de mi padre dirigirse a la puerta.
Así que piensan
atacar Hogsmeade este fin de semana. Pues lo siento mucho, padre, pero creo que
no volverás a ser la mano derecha del Lord, porque yo lo impediré. Todavía no
sé cómo, pero juro que impediré que ataques Hogsmeade. Eso tenlo por seguro.
siguela!!
ResponderEliminarun maravilloso capitulo, pero ojala y Draco pueda detener los planes de Voldemort
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